"Reality check", en palabras de la muy concreta voz de la psicología norteamericana "touchy-feelie", es lo que obliga a retratar el cuello y compararlo con la todavía lozana, y ligeramente coloreada por el sol de septiembre, faz.
La cara sin arrugas sobre un cuello con sus canalitos y desbordes de piel cuestiona los esquemas que juzgan el lucir; plantea problemas estéticos (no puedo ponerme cuellos tortuga en pleno verano), románticos (acepto por fín, después de conocerlo por doce años, comprometerme con un ricachón, guapo, cuarentón con ojos morunos y verbo fácil), morales (la plástica, jamás), y muchos otros, muchos otros.
¿Qué hago? Delete la foto del cuello, delete. Lo demás puede esperar.
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