desató el dolor, llevó a su cuerpo a tocar fondo, a perderse en un vacío, a eliminar el sentido de mutua dependencia, el que parece que nunca hubo, a destapar los más crudos sentimientos primigenios de la vida, la muerte, a no distinguir entre una y la otra. Mi Ger dejó de existir, murió, y su espíritu transmutó, formó otro cuerpo.
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