El olor de leche hervida impregnaba la cola que hacíamos para recoger galletas, queso, y un vaso de leche gratis, calientita. Sonreíamos y agradecíamos un buen sustento por la mañana. Quien hoy juega con los sentimientos, se burla de la identidad étnica o quien traiciona la amistad no conoce el agradecimiento.
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