Poco a poco saboreaste tu cuerpo; comiendo con el paladar como rector, y con gustos a tono con la época. Lo curtido, saladito, se puso de moda, y qué mejor que un trocito de piel seca; de la que crece al borde de las uñas. Eras conservador y reciclabas: no te comías los mocos por aquello de devolverle los virus al universo. También eras integrista: compartías con otros organismos tu cuerpo. Los comías, te comían, te comías. Comenzaste con la cutícula y terminaste con tu propia boca. Digerirse a sí mismo.
No comments:
Post a Comment
Note: Only a member of this blog may post a comment.