UN TRAVESTI BIEN ALTO EN MONTREAL
Salió del hotel Saint André con un bastón abriendo paso. Cuán ciega no sé, pero lo suficiente como para mover el bastón de lado a lado, y seguir camino hacia los bares de la zona. -"¿Mado?"-. Sin duda, que iba hacia el televisado y reconocido bar de travestis. Sus sobre seis pies y pulgadas de estatura, su muy obvia peluca de mujer judía ortodoxa, su traje sastre color azul pálido (no era de alta costura, mas bien, sintético, de burócrata gubernamental), y sus anchas espaldas lo resaltaban sobre los otros personajes, incluyendo a las "dragas" exuberantes (de bordados y encajes o cueros y látigos) que pasean sus ánimas por la notoria Saint Catherine.
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