Recostado sobre la cama sintió el deseo primigenio, puro, el que una vez abrumó todo su ser, antes de tener palabras, solo el deseo regresó, sin pedirlo a cuerpo alguno, y después de sentirlo como si hubiese estado en la cuna, gimió, habló: “Ámame”. Se levanto de la cama y continuó con las cuentas que había que pagar, la comida que preparar, y la memoria que a veces se torna presente.
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