Después de su primera y última visita al MoMA, la muy "trendy" y bien maquillada señora, arribista sin substancia que permita sostener su falsa ilusión de estatus y con los exagerados gestos y suspiros que recordaban los recursos histriónicos de la Comedia Italiana, lo único que pudo decir sobre lo que es considerado el templo mayor del arte moderno y contemporáneo: "¡El MoMA!. ¡Es que, uuuuhhh, el MoMA!". Solo vio dentro del MoMa, al MoMA.
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