después de una cruda y deshonesta despedida, sugirió él pontífice de la paz, moralista de botica, para luego tomar sus pastillas y no tener que enfrentarse a sí mismo, a sus contradicciones, a su conciencia. Una vez tomados sus medicamentos contra la ansiedad, anti depresivos, se sintió justo, buen ser humano, tranquilo; hasta que los efectos de la Pfizer Pharmaceutical empezaron a desaparecer, y regresaron la confusión moral, las palpitaciones, el pánico.
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