Hoy, muy pocos puertorriqueños le espetan un “conchu’ ” (conchudo) a sus hijos, ni se refieren a los adolescentes como “teenagers” o les sorprende la sabiduría de las nenas. Durante una visita a una oficina del gobierno, una señora bastante mayorcita le dejó saber a la joven madre de una niña de unos cinco años, saltarina de losetas en espera de salir de aquel árido y claustrofóbico espacio, que su nena sabía mucho. Para algunos, los menos, una nena de cierta edad no debe demostrar lo que sabe. Mucho qué no fue preguntado, no es el tema a ser discutido en aquel entorno. Fuera de allí, sí.
Distinto a la antes mencionada señora, quedan muy pocos de los que dicen con cierto grado de preocupación, “Esa nena sabe mucho”. Una vez se les oye, no deja de sorprender la relación casi causal entre las generaciones y el manejo de las creencias sobre como criar o deben comportarse los niños. Las ideas que se tienen sobre lo qué es un niño, una niña, la adolescencia, y los fundamentos que subyacen dichas ideas no puede dejársele a los vendavales de la tradición, los religiosos, políticos de turno, académicos, y mucho menos a las agencias del gobierno encargadas de dirigir la educación y servicios a las familias. Estas ideas surgen de fuentes inesperadas: el comercio, las nuevas tecnologías, los viajes a Disney, y la reinterpretación y valorización de las ideas mismas.
Ni los “teenagers” o las nenas que saben mucho guían el diario vivir de la crianza y educación de la niñez y juventud, incluyendo a los jóvenes con una orientación sexual al margen de lo aceptado en un dado momento. Mucho menos, vamos a encontrar los mozos, aquellos adultos en potencia que conformaban la etapa antes de la edad madura. No extrañaba que un mozo de diecisiete años se “juntara” con una “mujercita hecha y derecha” de dieciséis porque las ideas de épocas anteriores a la modernidad no los veían como niños grandes; eran adultos en ciernes. Los mozos fueron reemplazados por los adolescentes”; y con ese cambio se les convirtió en miembros de una etapa distinta con expectativas basadas en una nueva concepción de las etapas del desarrollo de las crías.
El rock and roll, la psicología y el comercio especializado sembraron las semillas del cambio en torno a cómo se concibe la niñez, la adolescencia, su educación y las expectativas que tenemos en cuanto a cómo deben comportarse éstos. Frente a los “compu techies”, las futuras reinas de belleza, los metro-sexuales los padres y maestros se pierden al no tener claro cuáles son las ideas que determinan lo que se espera de la niñez y juventud, y muchos menos su definición sexual. Discutir y definir estas ideas no puede surgir solamente de la voz de los académicos, religiosos o gobierno: todos debemos participar en esa trasformación cultural..
Friday, July 9, 2010
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