Tuesday, October 27, 2009

Que se Jodan los Laureles

El premio mayor se lo ganó la espera.
Luz que iluminas la habitación, alumbra mi sendero.
Todas las almas en busca de amor no lo encuentran.
Espacio que ubicas esta casa, céntrame en ti mismo.
Caminar por las calles de eros reemplaza el corazón con el culo.
Líneas que marcan los lindes, sepárenme de las puertas.
Amar nunca es igual aunque se escribe de la misma manera.
Colores alumbrados por la luz, iluminen mis criterios.
La deshonestidad del amante no se excusa con dinero.
Paredes ubicando espacios, centren mis deseos.
El desprecio del amigo no conlleva un premio mayor.
Cuadrados encerrados por líneas, controlen mis laureles.

Monday, October 26, 2009

Thursday, October 22, 2009

Tedio de la Tercera Edad

Esperando por Godot
Anoche memoricé la guía
La guía telefónica
La guía completa
Desde la a hasta la zeta
Cada nombre bajo cada letra.

http://memoriasdeungaysesenton.blogspot.com/2013/10/para-combatir-el-alzheimer.html


Sunday, October 18, 2009

Acapulco

Se desaparecía por días y noches. Cuando regresaba trataba de subsanar asperezas con boleros corta venas, “Acuérdate de Acapulco, de aquella noche…… “

Nunca me llevó a ningún sitio y menos a Acapulco

El Maestro de Chelsea

"¡Couture!", me gritó desde la esquina de la Octava Avenida y la Calle Catorce.

¡Couture!

En la Habana, ella, de quien les hablo, era parte de los grupos más atrevidos. Profesor de literatura, de día, en una escuela secundaria. De noche, jinete de caballos extranjeros.

“Too much”, le hubiesen contestado los chicos que asistían a las inmensas discotecas neoyorquinas en los años setenta, época de discotecas, drogas y Gloria Gaynor; acompañados siempre por el chasquear de las yemas de los dedos mientras hacían un círculo con el brazo derecho, “too much”.

El llegó en los ochenta, en bote, se certificó como maestro bilingüe, mudó al barrio gay de Nueva York: Chelsea, y dejó de trabajar como jinetero. En Nueva York, también encontró un “crowd too much” entre los chicos conocidos como musco-locas de Chelsea.

En la Habana participó en actividades subversivas, junto a los grupos dedicados a transformar el contenido del discurso político-cultural. En Nueva York sus esfuerzos los canalizó hacia los grupos que transforman la forma; el contenido de los discursos subversivos ya no le interesan.

En la Habana, la forma que atacaba era la literaria; siempre supeditada al contenido. En Nueva York, la físico-personal. Su cuerpo es delineado por los mejores pinceles del Gimnasio Chelsea, y las revistas de modas: pantalones estilizados, recorte de pelo, casi rapado, con patillas.

De la Habana tuvo que salir por haber dicho cosas desestabilizadoras. En Nueva York se queda para convertirse en un maniquí ambulante.

De la Habana tuvo que salir por leer a Genet. En Nueva York sus estudiantes solo leen el Siglo de Oro. “Y ni eso entienden”

Nuestras conversaciones se convirtieron en monólogos que giraban sobre si mismos. Yo, en busca de comprobarle sus contradicciones. Él buscaba temporizar mis gustos. Un día, hasta llegamos a gritarnos.

La última vez que lo vi, al ver mis enrollados pantalones de hilo, me gritó con voz sumamente estilizada, "couture".

“No, nene, se me rompió el ruedo”. Loca pendeja, pensé.

Saturday, October 17, 2009

Sobre el Ser Gay

Gay y ¿Qué?
Los ojos saltones radiaban soberbia, sus labios apretados controlaban la burla, el “ay chus” que tantas veces oí. Su parentesco no le dejaba sentir compasión, y menos deseos de aceptar que yo no había escogido ser homosexual. Imposible dejarle saber que ya a la temprana edad de diez años sentía una extraña atención hacia los varones. Tampoco podía entender como su odio y el odio colectivo, el desprecio de tantos, me acechaban todo el tiempo, que las llagas que me salían por todo el cuerpo eran productos de un estado emocional al borde de un colapso. Nada fácil para un hombre gay el haber tenido que crecer en una sociedad donde era motivo de burla, palizas, señalado como culpable.

La biblia y su auto nominarse cristiana no servían de nada cuando el asunto tenía que ver con la sexualidad. Parábolas como la que habla sobre la samaritana y la compasión de Jesús eran conveniente citadas, muy parecido a los políticos que citan fuera de contexto. Su biblia era un texto donde no existían las contradicciones ni función histórica. La posibilidad de que, de ella haber nacido en los tiempos del antiguo testamento, hubiese sido esclava y justificado por su biblia no se le pasaban por su mente. Su soberbia era más extensa que su capacidad para conocer y crecer.

Es admirable ver como tantos hombres y mujeres de mi generación, la que creció antes de la liberación y discusión pública sobre este tema, han podido sobrevivir sin suicidarse. Callando, pretendiendo ser lo que no eran, jugándole el juego a los heterosexuales, estudiaron, trabajaron, ayudaron a levantar el país rodeados de una opresión sicológica, verbal y en muchos casos, física. En mi pueblo contaban la historia de unos hermanos que le trataron de quitar la “patería” a un joven de unos catorce años hundiéndole un tizón en el ano. Como si hubiese sido la inspiración para la canción de Willi Colón, “El Gran Varón”, años más tarde este joven se prostituyó y luego murió de sida.

Hoy, en mi tercera edad pudiese retirarme tranquilamente a escribir versos existenciales e intimistas, a sembrar flores en el jardín, y a callar aquellos temas a los que tanto miedo le tenemos. Callar sería claudicar. Callar sería permitir que sigan los abusos, la alta tasa de suicidios y adicciones entre jóvenes adolescentes con orientación homosexual. Callar implicaría reprimir para pretender que soy feliz y que estoy bien integrado en mi cómoda vida de pequeño burgués. Callar satisfacerla a muchos, pero no a los que no debemos callar.

Friday, October 16, 2009

Gender Fucking

Querer estar en un hotel de Cancún no es lo mismo que estarlo, tirado en una silla de playa, junto a la piscina, mirada hacia el mar, con una margarita en la mano, encantado de la vida, semblante de hombre de mundo, chispa en la pupilas, y al verla pasar, susurrar un piropo a tan bellas curvas feneminas, y luego, después de que se fije en mí, decirle: "Hola, que tal".

Divina, diría la Luchi.

La Luchi es una de mis mejores amig@s. Es un hombre gay; ¿y qué, si le queremos decir La Luchi? ¿A qué se oponen? ¿Al uso de un término femenino para referirse a un hombre? ¿Y qué? ¿No eran feministas? Se parecen a mis amigos izquierdistas que se burlan de los negros, e imitan sus acentos.

Contradictorios, dirían La Luchi.

Querer estar en Cancún y pretender que eres heterosexual, no es lo mismo que serlo, sonriendo levemente, formando un círculo medio apretado con tus libidinosos labios, guiñando suavemente un ojo, y después de alzar la copa de vino y atraerle con una sonrisa, decirle, me encantan tus pulseras.

Atrevida, diría La Luchi.

La luchi ensalza con sus adjetivos, eleva con sus halagos, sostiene emocionalmente con su apoyo, descubre en el otro cualidades que el otro, valga la redundancia, no reconoce. ¿A qué le tienen miedo? ¿A la libertad de ser? ¿Al sueño?

Reprimidas, diría La Luchi.

Wednesday, October 14, 2009

Julio, Y el neo conservadurismo

Julio tiene 30 años y meses, de vivir sobre la tierra, pero en la cara de susto y ansiedad parece mucho más viejo, angustiado. Acaba de perder el trabajo y su enorme talento y destrezas en el manejo de las computadoras no le sirvió de nada. Por edad, quizás otra razón dijo, lo despidieron junto a miles más de empleados. Los directores y cocorocos fríamente decidieron.

“El frio tapó la brutalidad cometida por los cocorocos: salieron de muchos pero que muchos talentos y dejaron muchas pero que muchas batatas en el gobierno. Para mejorar hay que buscar lo mejor y lo mejor puede que este afuera, y, obviamente, no está en el gobierno. Este gobierno completito no ha sabido manejar tan delicada situación. Ellos son los que deben estar fuera, por incompetentes. Nos botaron y fuá”, dijo Julio.

“Así fue, fuá, y luego les iba a ocurrir un milagro. Se van tantos y tantos miles y todo mejora, ingenuos. ¿Quién decidió quien se iba, qué criterios usaron, y si pensaban en mejorar los servicios e infraestructura, por qué echan sin criterios muy claros?” Todas estas preguntas y respuestas entre Julio y el entrevistador seguían sin tener un fin inmediato. La entrevista parecía una retahíla de quejas, análisis, reflexiones; todas validas.

Julio, su nombre es ficticio, es otro número más en las listas de órdenes que les entregaron a los jefes de agencias y otros menos poderosos (los que dan la cara por aquellos que se encuentran fuera del país en exposiciones de carros, cocteles en Washington, buscando casa de invierno en Aspen).

Julio, un tipo común, también tiene que irse de viaje, abandonar su familia para irse a buscar trabajo. De irse a los Estados Unidos, tendrá que competir no sólo en cuanto a cuan diestro es en su especialidad o experiencia de trabajo, aprender el manejo de unas dinámicas sociales/laborales bastante intensas últimamente y no muy receptivas a los nuevos migrantes.

Julio no tiene plan médico y la hipoteca tiene que pagarla con el salario de su esposa, dependienta en una mega tienda. Los años le suceden rápidamente en las arrugas que se le forman mientras enhebra quejas, miedos, proyectos, la escuela católica de los nenes es cara, y su urbanización es buena, tranquila La mirada de disgusto ante la algo inapropiada y cínica pregunta del entrevistador, si la oficina de Heredia ofrece becas, silenció por largo rato la entrevista.Tiene familia en Orlando y conocidos en Nueva York; se arrimará con alguien, de tener que irse.

En mi casa de migrantes se han refugiado muchos: amigos, sobrinos, primos, conocidos de alguien. Unos buscaban trabajo, otros escapaban el pasado, y algunos, su salud. Para cada migrante hay otro migrante esperando, que entiende.