Sunday, December 23, 2012

Comemierdas


- Lleguéeee - gritó con una sonrisa que mostraba la peinilla de blancos dientes y revelaba su perdsonalidad sandunguera.  A rajatabla saludó al grupo de hombres gays; y en respuesta, algunos sonrieron disimuladamente, incómodos.  Otros lo ignoraron. Trató de conversar sin recibir mucha respuesta. Se despidió, y a recapacitar sobre esos últimos meses cuando pensaba que había conocido un grupo de muchachos de su edad, cultos, y completamente fuera del clóset.

El primer “yo se lo dije” salió con un metal de voz muy agudo, pura molestia, más certero que el siguiente “yo se le dije”. Resignado,  el ceño fruncido, cabizbajo, los ojos algo apagados, labios estrujados siguieron al segundo “yo se lo dije”, y no dijo más.  Callaría para siempre lo una vez augurado: “que dejara de andar con gente pará, que esos gays, tan supuestos amiguitos, eran unos hipócritas, y lo iban a usar; que a la hora de la hora le darían una patá por el culo, que eran igualitos a sus mamás y papás, unos blanquitos comemierdas.”
No todos eran blanquitos.  Algunos eran “jabaos” clases medias, al borde del mundo de los blanquitos, que  buscaban ser parte de esa exclusiva e ilusa clase en las islas de los encantos; y en aquella fiesta no querían ser “bajados de escalafón”  por estar incluyendo en sus reuniones a un jibaro algo cerrero que no había perdido la mancha de plátano. Mundo  en el cual nunca iban a entrar ni ellos ni él por completo. En aquella fiesta descubrió la telaraña que conforma las relaciones de clases y colores en el San Juan de los noventa.

Su cutis porcelana, pelo y ojos negros le abrieron puertas en los círculos algo cerrados de las claques gays isleñas, hasta que abría la boca. Un ¡ay, virgen!, “gritaíto”, ese grito agudo, ahogado, que se oye en los cerros cuando el jibaro se sorprende, lo delataba inmediatamente. El alto, guapo y sexy joven pasaba de ser un buena tarjeta de presentación a icono de lo popular, lo campesino. Y allí, los “jabaos” que se creían ser parte de las elites gays no querían que le desestabilizaran su membrecía en los círculos de la “chicquería” sanjuanera.
El tercer “yo se lo dije”, acompañado por lágrimas, fue seguido por - Cuando regresó al campo y le pedi que no le hiciera caso a las burlas de los demás, que aquí lo queríamos, se fue al patio y que a buscar no sé qué cosa. Lo que menos me esperaba era que fuese y se colgara de un árbol.     

Saturday, December 22, 2012

Feliz Navidad


- Dalin, dalin - me gritaba Rosita Andújar desde la esquina de la Ocho y Astor Place. Pelo verde, zapatos verdes, medias rojas, falda verde y blusa de flores rojas, vestida de acuerdo a cada etapa. La de hoy, pura navidad. Las etapas de Rosita están marcadas por sus adornos, no por su desarrollo interno. Qué si hay vínculo entre sus adornos y su evolución me han preguntado unos cuantos estudiosos de la obra y biografía de Rosita. En lo absoluto. Rosita no cree que ella haya evolucionado después de llegar a los veintiún años. Todo esto dicho por ella.

- Yo no crezco más- sostiene sin importarle un bledo lo que piensen los demás. Ella sigue deseando los mismos hombres: trigueños de pelo lacio, delgados y altos de estatura. Sigue tratando a la gente de la misma manera con su dalin, dalin, besos y abrazos. Sigue en contra de cualquier organismo que le exija  comprometer su forma de ser. Sigue entregándolo todo sin pedir nada a cambio.

Rosita es pintora. Su pintura ha cambiado, al igual que sus adornos, aunque ella jura que no se debe a que ella haya cambiado. Su pintura ha cambiado, según ella, porque en un momento dado algo por dentro, que no tiene nada que ver con la evolución ni teorías sicológicas, la lleva a pintar los motivos que sean. Su pintura cambia pero no existen relaciones causales entre ella y su pintura.

- No porque yo cambie, cambia mi pintura. Es que los motivos que yo escojo en  un  dado momento siempre me han gustado, sólo que en ese preciso momento escojo pintarlos.

Desde la calle Ocho, frente a la escultura que separa susodicha calle de la Saint Marks - Dalin, dalin, no te olvides del cóctel e inauguración de la exposición de nuevo arte latino cristiano. Sí, en el Rican Poets. Sé que no vas a venir, que el haber tenido que enterrar tantos ex-amantes no te deja celebras fiestas. Bueno, un abrazo y muchos besos. Feliz Navidad, dalin.

Thursday, December 20, 2012

El Chiforover, 1951

Borinquen Rojo era un barrio tan “dinámico”, "violento", que mamá, cuando salíamos de la casa, se pasaba los días preocupada por los hijos; siempre había alguien tentando la hombría o amenazando a las muchachas con un, “vas a ser mía”. En el campo, entre los jibaros el código de honor era distinto y roto pocas veces. Cuando se hacía, tenía consecuencias nefastas. Una apuesta no pagada, una palabra fuera de sitio, una virginidad deshonrada, un guapetón de pueblo que viniese a demostrar su valor eran los casos contados que documentaban los hechos violentos del barrio en las montañas. El resto del tiempo era vida tranquila, pobre pero en paz. Familias acostumbradas a la vida en clanes, en sus antiguos mundos estaban emparentadas; y sus modos de compartir, de juzgar estaban regidos por el honor, la honra, el compadrazgo. No en ese nuevo barrio. Todos los domingos se formaban peleas por las razones más bobas, “que si tu mujer me dijo”, “que si tu marido es esto”, “que si tus hijos”. Allí duramos seis meses.

Tuvimos que comenzar a aprender nuevas formas de vida, retratadas en mi memoria con el único recuerdo claro que tengo de aquellos seis meses: una expresión del miedo con el que vivía mamá. Su cara cuarteada por la tensión de los músculos, petrificada, cobriza y fundida con las paredes de madera, que azotadas por los años, cubiertas de rendijas, rodeadas de muchas casas iguales, formaban un ambiente donde casas, cara, colores e historia eran fragmentos y un entero a la par. En parte creo, porque siempre estuve consciente de toda esa trayectoria, que esa es la razón por la cual nunca dejamos de cuidar a los viejos.

A los seis meses de vivir en Borinquen Rojo, huyéndole a la violencia y lo impredecible, nos mudamos a un barrio de clases medias. Primero alquilamos la casa de cuatro cuartos, y luego los viejos la compraron. Mi hermana mayor, que siempre fue espabilada, inmediatamente aprendió los ir y venir de la gente en el pueblo y consiguió trabajo en un taller donde les cosían a las señoras de dinero y a los pocos meses de mudarnos al pueblo se casó. Desde el campo era novia del hijo de un policía. Fue ella quien nos consiguió esta casa más cercana al centro del pueblo y aunque no vivía en casa, siempre se aseguraba de ayudar a mantener la familia. Gonzalo consiguió trabajo de dependiente en una tienda. Papá abrió un colmadito y dejó el cañaveral; mamá, que ya desde Borinquen Rojo vendía carbón, trabajaba de costurera y atendía la casa; Toño, Cusa y yo asistíamos a la escuela.

El pueblo cuadriculado, el primero en ser planificado nos decían en la escuela, tenía divisiones marcadas por clases, ascendencias, apellidos y colores. Divisiones que a simple vista, muchas veces, no eran aparentes pero que se notaban en nuestras relaciones. Los dueños de la casa que nosotros alquilamos vivían al lado, y como miembros de la clase civil, un burócrata y una maestra, celebraban fiestas domingueras por el solo hecho de reunirse con sus iguales, otros burócratas y maestros. Nunca vi a las familias que vivían alrededor de la plaza asistir a esas fiestas, ni tampoco a doña Aurora, aunque la invitaban. Supongo que como los vecinos eran mulatos y ella, emparentada con los llamados "blanquitos", no iba rebajarse aceptándole la invitación. A nosotros no nos invitaban, y creo que de haberlo hecho no hubiésemos asistido. Celebrar fiestas sin ninguna otra razón que reunirse era una novedad para nosotros; pues en el campo sólo se celebraban fiestas durante las navidades, bodas o bautizos.

A principios de mudarnos, como la curiosidad mató al gato, a través de los huecos que había en la verja de zinc que nos separaba de la otra casa, los fisgábamos. Sabíamos cuando llegaba el invitado más importante porque siempre era el último en hacer su entrada y todos los demás allí presentes corrían al balcón a recibirlo. Acompañados por música instrumental bailaban a sus acordes, comían, y se reían si temor a llamar la atención. Cuando se acababa la fiesta, los vecinos nos pasaban un plato de comida por encima de la verja.

Al mes de habernos mudado, Maya, la primera de la familia que subió otro escalafón en las clases económicas que regían el pueblo, nos regaló nuestro primer mueble que no había sido hecho por un pariente o compadre. Pusimos el mueble en el dormitorio que daba para la sala y mamá aprovechó la ocasión para coserle una colcha a la cama. Cusa y yo nos sentábamos en la sala para mirarlo desde lejos. Toño y Gonzalo lo esquinaron para que luego Cusa le pasara aceite de brillar muebles. Papá, en cuclillas, desde la sala, nos miraba; con un gesto formado por los cachetes sumidos, hombros subidos y labios apretados, nos dejaba saber que no entendía la algarabía que teníamos formada.

No más perchas cubiertas con cortinas de cretona. El mueble estaba dividido en dos partes. Tenía cuatro gavetas en un lado, con un espejo al tope de las mismas. Maya le puso papel a las gavetas,  Gonzalo colocó su peinilla y un pomo de brillantina Alka frente al espejo, y mamá le añadió una cruz de madera y un rosario. El otro lado del mueble era para colgar ropas y tenía en su puerta un espejo donde Cusa, cuando mamá no se encontraba en casa, se pasaba horas muertas peinándose. Yo, a su lado, hacía muecas. A escondidas de mamá,  la vieja no quería que le mancharan su chiforover.

Wednesday, December 19, 2012

Evolución del pastel navideño puertorriqueño


- Los hacía de guineo solamente y por eso quedaban bien prietos - relataba la señora mientras compraba los ingredeintes en la Placita de Santurce.

Su color, estructura, y otras cualidades distinguen los pasteles de masa que preparaba la madre de la entrevistada de los que hoy prepara la muy atenta ama de casa.  Describió las técnicas e ingredientes que hoy usa y sigue en la preparación de uno de los platos iconográficos de la cena navideña puertorriqueña.  No guaya los tubérculos y frutos verdes a mano; usa un tipo de "food processor" hecho en la casa. Tampoco amortigua las hojas sobre el fogón en el patio; las compra empaquetadas y aceitadas, artesanales, en la  placita de mercado. La masa prieta del guineo no es la más apreciada. Su sabor no es recordado tan rápidamente como el agridulce de la masa de yuca o el verde de los de masa mixta.  

- Los de guineos son muy prietos, feos y amargos -  reafirmó.   

Tuesday, December 18, 2012

Terror, preguntas


A todos nos perturba el abuso infantil; y cuando es un asesinato, nos deja mudos, catatónicos. Aquellos que  hemos vivido de cerca el “terror”, éste nunca nos abandona.  Dentro de familias disfuncionales el terror puede ser explicado sin tener que abundar muy lejos. Cuando el abuso o asesinato es extra-familiar el asunto se complica y requiere un análisis de los contextos/sociedades que subyacen los motivos del asesino o del terrorista de estado.



Si las ideas/religiones que guían al mártir a cometer asesinatos (incluyendo a los cristianos: la inquisición, los asesinatos cometidos por militares argentinos, justificados y dirigidos por líderes de la iglesia Católica), ¿hasta dónde el ideario que conforma el individualismo - "sálvese el que pueda", el "cowboy mentality" - le sirve de fondo a estos salvajes para que asesinen solamente por satisfacer su ego.   

Limoges

La invitación era para cocteles a las siete, cena a las nueve, luego ir a uno de los bares en uno de los hoteles del Condado a tomar más cocteles, para terminar en uno de los bares gais de Santurce. Llegué a las siete y treinta, no quería dar las impresión de que estaba emocionado o súper impresionado con el que me hubiesen invitado a salir con un grupo tan chic. Esa fue la palabra que usó Pepe para describirlos: chic. “Son bien chic”, dijo. Como lo dijo tan serio, no sé si fue en tono de burla o que verdaderamente creía que así eran los demás invitados.

Cuando llegué, Pepe todavía no estaba allí. Me lo temía. Además de ser un cínico empedernido, es medio alcohólico, y no era de dudar de que ni se apareciese por la muy elegante cena o de que andaba por los cafetines de la Placita de Mercado de Santurce. No es la primera ni la última vez que lo hace, dejar plantada a la gente para irse a beber a los bares de cualquier barrio popular. En uno de esos bares fue que lo conocí. El grupo chic lo sigue invitando por los vínculos escolares y sociales que los unen: se crió en el mismo sector y estudió en el mismo colegio donde fueron educados los anfitriones.

Saludé con entereza, di la mano y apreté fuertemente la mano de cada uno de los otros invitados, sonreí, y con un “sí, sí” estuve de acuerdo que era amigo de Pepe, acepté una copa de vino blanco, y no más ya estaba relajado y sintiéndome cómodo en el muy elegantemente decorado apartamento, medio abrí los ojos cuando vi que uno de los invitados apuntaba con su dedo, al tener de frente la bandeja de porcelana donde traían los entremeses, y decía con un leve gritito y respiración ahogada y estirando la o, “Limooges”.

“Qué carajo hago yo aquí”, me pregunté. Mis platos no son parte de un juego, no tienen procedencia ni nomenclatura. Los compré en quincallas, pulgueros; otros son heredados o regalados. Nada cuadra en mi casa y mi vida está completamente falta de abolengo, apellidos históricos, colegios de renombre y vacaciones con mis padres en Europa. El relajamiento duró muy poco. Peor todavía, como soy algo torpe, temía que pudiese romper un plato.

Pepe nunca llegó. Saqué mis mejores modales, cené, comparti la sobremesa, ofrecí alguna razón para excusarme y no poder acompañarlos por los bares, salí como alma que lleva el diablo, me sentí libre al poder abandonar aquel grupo de locas estreñidas por la historia, y me fui hasta la Placita de Santurce, al cafetín donde sabía que iba a encontrar a Pepe. Muerto de la risa, cuando me vio llegar azorado, la muy maliciosa loca me preguntó, ¿Cómo te cayeron las Limoges?”.

(Este relato está dedicado a mi querido amigo, J. Batlle, QEPD, quien disfrutaba de la versión original(la real), de exagerar la o del Limoooges, y de los cafetines de Santurce.)

Monday, December 10, 2012

Criminalidad y Kultura: Casos de la Vida Real (to be continued)


Un joven roba la electricidad y el servicio de cable de la casa de unos vecinos que residen en la misma durante los fines de semana. Al ver sus facturas, los dueños por fin protestan ante las compañías de cable y electricidad. Todos los otros vecinos están al tanto de lo que ocurre; lo cuentan entre ellos, menos a los dueños de la casa quienes andan protestando de compañía en compañía. Cuando se enteran deciden vender la casa, y no tener que vivir en andamios hechos a base de vividores, ladrones, deshonestos, y gente que piensa que el criminal es el otro.....

 

Sunday, December 9, 2012

Santurce, borrascas

Friday, November 30, 2012

Verborrea Rococó


¿De qué sirve tanto lenguaje si solo deja cadencias amaneradas? Sus letras se pierden en la rosada calle de la nada, decoradas, ¿de qué le vale tanto lenguaje si lo que dice son pendejadas? La pluma o la tecla o el ratoncito de plástico pasean sus hadas; caminan y pausan y corren y saltan palabras rebuscadas, preciosadas. ¿Para qué sirve tanto lenguaje? Porque sirve y le da la gana; al lenguaje que se defiende por se mesmo, ser mismo...

 
 

1990: Calvin Klein era el Sartre de Downtown y SoHo la capital de la vanguardia industrializada

1.     Cantinfladas, de cantinflear, hablar disparatada e incongruentemente, sin decir nada precede letras 

La mentalidad que le da pie a ese tipo de discurso sabe, reconoce que anda montando una trampa.


Thursday, November 29, 2012

Isabelita y Angelita

 

I guess the war is not over and now, instead of racial issues, the money (which was always the true issue) is the motive behind the ethnic wars. I always knew Merkel's anti multiculturalism position had more to do with money than with a clear understanding as to what multicultural discourses are all about. At least, over here in the New World they put a partial stop to the Romney's greed and foolish statements on the significant others. Trust me: La Merkel is the new Isabel la Católica. Isabelita used the church and inquisiton procedures and Angelita uses the banks to make more money and control.
 

Vagancia y estado

El artículo que sigue a continuación comienza a explorar un tema que va más allá del marxismo o el capitalismo: la supuesta vagancia de los puertorros. Cada vez que oigo a unos de los papagayos que repiten el estribillo, los puertorriqueños son vagos, me pregunto dónde habrá dejado su materia gris ese cerebro de corte conductista, o por qué repite algo tan ofensivo y sin fundamento.
 
Quizás porque no procedo de las clases medias y altas de PR, ni deseo despreciar a quién sea, recuerdo en esos momentos - cuando oigo a algunos de esos cacatúas - a la señora que vendía frituras en la 110 y Tercera durante los veranos y en invierno compraba lotes de ropa en la Calle Canals para luego vender en PR, o al chiripero que le arregla la casa a mi familia en Guayama, la pintora que vende muy pocos cuadros y vive de restauradora, y nunca, ninguno de los casos anteriormente mencionados, y miles como ellos, han llenado planillas ni aparecen en las listas de los empleados que prepara el gobierno. Todos ellos "se las buscan".
 
Claro, todo el que esté familiarizado con la literatura que discute ese fenómeno, la que plantea cómo le conviene a la colonia y sus colonizadores presentar al puertorriqueño como vago, no tiene que ir muy lejos para trascender los mediocre, o se presta para servirle a los Romneys del mundo (el 47% gringo vive del estado). Lo que no discute dicha literatura  es por qué los papagayos repiten ese estribillo. Con Romney es muy obvio. Con los papagayos hay que profundizar un poco; quizás no; puede que no haya materia gris.


http://www.claridadpuertorico.com/content.html?news=A71DF893EB80AA57012F36F308A5EF92

Tuesday, November 27, 2012

Uñas

Uñas, pintar uñas era lo que siempre quise hacer. Cuando se lo dije a mis padres, Troya, aquello fue Troya. Mi madre, horror; mi padre, resignado, mi abuela de infarto y mi hermano mayor se mudó de casa; mis maestros en San Ignacio, estupefactos cuando se enteraron que no iba ni a la universidad ni de grand tour por Europa.

Fina, me decían mis nuevos compañeros en el Instituto de Estética y Banca, el que está por La Dieciocho en Santurce. Imagínate y que llamarle a un barrio, La Dieciocho. ¡Ay, chus! me decían en San Ignacio. Fina y porque tenía una dicción impecable y, pues, era obvio que yo era un blanquito de Guaynabo. Blanquita, of course, de rigueur, gracias. ¡Ay, chus por tener esta voz tan afeminada. ¿Qué esperaban con esta voz? ¿Que me dedicara a las humanidades en Harvard o leyes en Georgetown? Porfapliiis. Entre el ay chus de San Ignacio y el fina de la dieciocho, dame el fina como texto y figura de quien es y será el mejor artista de uñas, y esta colección de uñas artificiales lo atestiguan. Y para la belleza máxima en un set de uñas hay que ser fina.

Las Nefertiti, con su rojo subido,  color favorito de cierto tipo de clienta y el que uso cuando pinto la colección  en honor a la reina egipcia, cuyo busto tuve el gusto de admirar cuando mis padres en unos de nuestros viajes, fuimos dos veces, por Uropa. Europa, así le dice la señora que limpia en casa, Uropa. Me llevaron a Berlín y allí vi su cara. No tenía uñas, pero su bien delicado y delineado rostro, su tocado de cabeza y accesorios me abrieron el apetito por la estética y mi especialidad, las uñas.

Adoro las uñas. No paro de admirarlas en todas sus manifestaciones. Las que se me hace un poco difícil manejar son las de los faquires hindúes, largas y curvilíneas. No, no he pintado uñas de faquires ni pienso hacerlo. Son estas, las que componen la colección Fakir, a las que me refiero. Pintar cada recoveco de de un set de las Fakirs me toma dos o tres días. Las Nefertiti tardan menos. Sigo el modelo del antiguo Egipto y las pinto de distintos tonos de rojo subido.

Una clienta afro descendiente, es que ahora a la gente negra le llaman afro descendientes, cuando vio la foto del busto de la Nefertiti y le conté la historia de la hermosa mujer me miró disgustada, como cuestionando el que le ofreciese el modelo de las uñas de una mujer negra. Tengo la leve impresión que algo en mi le molestaba; y no eran las uñitaaaas. Esa clienta llegó a mi porque es amiga, so she thinks, de una clienta muy rica. Lo que ella no sabe es que su supuesta amiga la desprecia a ella tanto o más que el desprecio que ella pueda sentir por mí. Su muy buena amiga se refiere a ella como la negra y luego añade su nombre. ¡Amigas!, ja ja. Hello, is somebody there? Al final, terminó comprando las uñas de la colección Harlem Renassaince. Estas con copias de piedritas preciosas y estas con colores sicodélicos fueron inspiradas en las uñas de la atleta… ¿Cómo se llamaba? No importa. No le dije la historia de las mismas a la supuesta amiga de su supuesta amiga, que no fuese a sentirse ofendida. Lo de Harlem Renassaince es porque en ese barrio niuyorkino comenzó la etapa más contemporánea en la historia de la pintura de uñas. Una historia maravillosa.

Las antiguas egipcias se pintaban las uñas de acuerdo a su estatus social. Entre más alta su posición social en la escala que por aquel entonces ellos usaban, más subido el rojo del esmalte. La supuesta amiga de los supuesta amiga quería que yo le pegara las uñas postizas. Le dije que no, que solo pintaba obras de arte. Yo no toco dedos. Pinto uñas artificiales, and that’s it. Que se vaya donde cualquier beautician de barrio. Las clientas que me gasto de vez en cuando me sacan lo peor. Claro, mi educación en San Ignacio me permitió aprender a morderme la lengua y guardar mis garras, que bien sabes que mas que garras o uñas, pueden ser hidráulicas. Perdón, verdad es que te había dicho que pensaba crear uñas con rayitos laser. ¡Divina!

Monday, November 26, 2012

ÁNGEL MACHO (Poema de Alfredo Villanueva Collado)




ÁNGEL MACHO
¿De quién ese cuerpo impecable, que ahora,
confidente viajero, se mueve
hacia el lugar sin límites de la rosa empírea,
el tibio juego de seres alados?
¿Cómo se entrega el que fuera
retozón implacable, violento artista
del cuadrilátero, al cambio
de identidades y máscaras?
Diáfano se presenta el ángel Macho
ante los que le esperan sonrientes.
Deja atrás su nombre en la leyenda.
En el corazón de su pueblo.
 
 
 
 
26/11/12 Alfredo Villanueva-Collado

Sobre Amazon y mi novela Radiotransistor

Hola Gerardo,

Quiero informarte que compré tu libro Radio Transistor en Amazon, pero cuando lo recibí, me sorprendió ver que, aunque la portada y contraportada corresponden a tu libro, el texto que está adentro es uno titulado Una Educación Sexual de un autor español, Juan Abreu. Debes notificárselo a la editorial Terranova y a Amazon para que atiendan el asunto.

Cuídate.

Josean

Monday, November 12, 2012

Amores cibernéticos

Ciberlove1: ¡Qué rico saber de ti!. ¿Vienes?
Ciberlove2: Sí. Te escribiré un mail cuando de pronto aparezca
Ciberlove1: Pues si estoy por aqui, y te apetece, y puedes, nos vemos
Ciberlove2: Ok, besos.

El purismo léxico

"El purismo léxico remite por lo común al estancamiento de las ideas. Digamos que un purista es un racista en versión lexicológica. Aquel tan aireado manifiesto de Neruda, abogando por una poesía “impura como un traje, como un cuerpo, con manchas de nutrición y actitudes vergonzosas, con arrugas, observaciones, sueños, vigilias, profecías, declaraciones de amor y de odio...” José Manuel Caballero Bonal

http://cultura.elpais.com/cultura/2012/11/11/actualidad/1352656848_784959.html

Friday, November 9, 2012

Miss Mira Mira y la estaca de la estética del camp

Falta en el planteamiento de Barradas, E. (http://www.80grados.net/entre-el-viena-y-butterflies-para-una-estetica-camp-latinoamericana/)  sobre la estética de lo camp y las dragas/travestis una reflexión que trascienda lo étnico/nacional y que observe el desarrollo de la representación, la iconografía que los travestis formulan en un momento dado. Mientras en México se dedicaban a imitar o recrear clásicos de la fabulosidad mexicana o estadounidense, personajes/mujeres que de por si eran iconos dentro de sus propios medios y entornos, en la ciudad de NY, por la década de los setenta, una boricua creaba una figura que criticaba la cultura misma; incluyendo el dragueo/travestismo como tal. Miss Mira Mira comienza un fenómeno que servía/sirve de crítica a las dragas que usaban iconos femeninos como referentes, y a la vez ironizaba sobre su propia etnia. Este fenómeno se extendió  hacia otros transformistas -  el término que se usaba antes del Stonewall, y de ahí surgen la Rue Paul, en referencia a una calle de Nueva Orleans; Miss Gracie Mansion, la casa del alcalde en NY; Miss Pan Am, línea aérea; Miss Alice Tully Hall, el anfiteatro en el Lincoln Center; y no se puede olvidar a la Rollerina, vestida como hada madrina, varita mágica en mano, lentes de bibliotecaria, patinando por todo el Village. Cambiar el referente, de mujer gringa a mujer mexicana, no transforma la estética, solamente reemplaza el referente.
(Véase  http://memoriasdeungaysesenton.blogspot.com/2011/03/cronicas-de-la-marica-perez-de-inwood.html)

Monday, November 5, 2012

El Club de los Teen Agers: 1957-60


Con la llegada de la televisión entró a mi vida el programa que transformó las expectativas generacionales, mi gusto por la música, y mi ser:“El Club de los Teenagers”. Comenzó una nueva conceptualización del yo, con sus implicaciones de conductas, cómo me vestía y en qué actividades participaba. Mientras mis hermanos mayores aprendieron sus papeles (comportarse, vestirse) en la plaza los domingos, después de la misa nocturna o antes de la tanda del cine; yo los aprendí con Alfred D. Herger y su programa de música y baile, específicamente dirigido a los jóvenes entre las edades de trece y dieciocho años: El Club de los Teen Agers. Con su canción favorita, cantada por la ya mítica Lucecita, "Soy rebelde por mi forma de....", re-estructuró la conceptualización, crianza y coordenadas ambientales que determinaban las ideas en torno a la crianza de esa nueve sub-especie.*

 De pronto, empezaron a llamarnos teenagers y no muchachos o mozos, los términos que se usaban con las generaciones de jóvenes en las épocas que nos precedieron; nos convertimos en chicos “ye ye”. Allí, en aquel pueblo caluroso, árido, donde Palés sentenció, que hasta las piedras cogían fuego, el mundo de las generaciones, y las expectativas que se tenían en cuanto a su crianza, se transformaba. Aquel comportamiento de adulto en ciernes, esperado de los mozos, no cumplía con los mores, escalas de valores que surgieron después de aparecer ese nueva conceptualización de las edades del hombre: el adolescente. Toda una generación de padres fue tomada por sorpresa: "Ya su hijo está hecho un mozo, un hombrecito" fue reemplazado por un, "déjelo, lo que pasa es que todavía el es un tineyer".

Los teen-agers cambiaron el comercio o el comercio los cambió a ellos: ropa para adolescentes, al estilo de Troy Donahue y Sandra Dee. Cuántos jóvenes no se pasearon por la plaza del pueblo, a la usanza de cualquier high school americana, recreada por Hollywood: un pullover sin mangas, recorte “flat top”, kakis y zapatos “penny loafers. El calor no importaba, y en los meses de frio la temperatura bajaba a los 70 grados farengeheit, puro invierno del Caribe, razón para sacar los jackets e imitar a los chicos del norte. El comercio diversificó su mercancía para atender a esa nueva categoría homo sapiens, y sus gustos incluían las tocadiscos. Lo que por décadas habían sido aquellos enormes objetos en las salas ya no satisfacían a los teen-agers. Llegaron las portátiles.

Ahora se podía bailar a todas horas y en todos sitios sin tener que esperar a los bautizos, fiestas navideñas, bodas y cumpleaños. Y máxime cuando las portátiles llegaron acompañadas por las marquesinas en las casas, nadie quería tener un encerrado garaje donde escondían el carro. Las marquesinas servían para exhibir los últimos modelos, acabaditos de llegar de Detroit, y para organizar las fiestas de improviso: baile, rock and roll, bul (bebida donde se mezclaba de todo y se le añadían frutas enlatadas (frutas del norte, nada tropicales, excepto las naranjas) y sanduichitos rellenos de es "mejor ni acordarse", aquel embarre de sabores hechos a base de químicos que reemplazaban los entremeses criollos. A ningún teen-ager se le iba a ocurrir el servir morcillas y guineítos verdes.

Hacia esa misma época me regalaron mi primer tocadiscos. Una portátil que andaba conmigo cual mochila contemporánea, esas que todo el mundo carga en estos momentos. La alegría, sentimiento que todavía me causa miedo, "muchacho, no te rías tanto, que te puede pasar algo", me abrumó de tal manera que caminé a pasos largos por todo el pueblo con el pecho infladoo, contándole a todo el que conocía, que me habían regalado un tocadiscos. Y desde aquel momento, acompañado por mi portátil, tocábamos la música en las fiestas del Happy Friends Club, formado por teenagers solamente. Nada de adultos en aquel club. Y a poner en práctica los pasos de baile que aprendíamos en el Club de los Teen-Agers. Gracias a Alfred d. Herger, el maestro de ceremonias del histórico programa de la televisión puertorriqueña, bailábamos twist, rock and roll, baladas, cha cha, pachanga o el ritmo que estuviese de moda.

También bailaba solo, en mis sueños; enamorado a lo adivino. Soñaba despierto con mis amores: en mi habitación antes de quedarme dormido, en mis caminatas a la escuela, la plaza, el mercado. Bailaba frente a todo el mundo, mirándonos, llenando de envidia a quienes nos viera bailar. En las marquesinas y salas bailaba con mi mejor amiga, Guelin, como una hermana, vecina y compañera de clases, aquellos nuevos ritmos: “Ponte la falda plisa’ y la blusa colora’”, cantaba algún grupo de aquella época, y nos cantaba a nosotros, los nuevos miembros de una nueva sub-especie. Como buen puertorriqueño,siempre he bailado, excepto que en aquel entonces bailaba como teen-ager.

*(Para un estudio detallado sobre las edades y las generaciones, véase los libros de Phillipe Aries. Si el mozo era la primera etapa de la vida de adulto - se esperaba un comportamiento de adulto y es por eso que se vestían y comportaban como adultos, el adolescente/teen ager es un niño grande y se crea una cultura y comercio en torno a ese niño grande. Al reconceptualizarse las edades del hombre/mujer, se transforman las expectativas y se reformula lo que se les permite o no hacer; y para la sociedad, que en muchos casos no está preparada para este cambio radical en la cultura, las consecuencias pueden ser desestabilizadoras. Este mismo fenómeno se aplica a los cambios que hoy trae la búsqueda de los derechos por parte de los homosexuales.)

Saturday, November 3, 2012

Las dos Titas


Las dos Titas (una conversación entre dos “amigos” gays sobre la obra de uno de ellos)

Tita 1 – ¿Viste lo que escribió la alemana sobre mi pieza?
Tita 2 – Ella te quiere mucho.

Tita 1 - ¿De verdad? No me había dando cuenta. Aunque habló de mi pieza, no de .

Tita 2 – Se nota que te quiere.

Tita 1 - No te delates tan fácilmente

Tita 2 - ¿Me sirves más vino? Siempre tienes buen vino.


Thursday, November 1, 2012

Letter from the view of the 125th Street Station


Ok! A sophisticated, cultured, elegant man of the world should not be missing the subway, but I did. It is a rather corny sensation to miss the NYC subway with its sounds, rats on the tracks and all kind of characters riding it, expressing behaviors and attitudes that a man of my class should not face, but I did. It was/is my waking up sound as it leaves the tunnel and stops at the Morningside Heights/Harlem station that faces the Hudson. Yes, the Hudson River. If you live and love NYC you know the river as just the Hudson; and if you live in the City, as Manhattan is known by the people in the other boroughs, you would call the people who live across as “the bridge and tunnel crowd”, as well as naming some women who live across its bay as “Flatbush beauties”. And yes, I am glad the subway is back giving life to NYC, waking me up, proving multiculturalism is a wonderful way of life - contrary to all the fundamentalists of all kinds arguing against it and even killing people to prove their point. And I can see it from my window, though I rarely ride it nowadays since my life around the Heights in Harlem is exciting enough to just be pleased with the view and sounds of the NYC subway as it enters and leaves the station facing the mythic river, the bridge and tunnel crowd, and, well, good old New York. Yes, the subway is back.   

 

Wednesday, October 31, 2012

Carta a una madre genérica


Señora, ¿por qué usted quiere vivir mi vida? Gracias por sus consejos que reflejan mas su deseos de controlar que una concepción clara de cuáles son mis principios, mis creencias – racionales y bien plantadas - sobre cómo quiero vivir la vida. Si quiero vivir bajo una carpa, las estrellas, la lluvia y los vientos, esa es mi vida, señora.

No se fija usted en mí, señora.  La guían sus agendas. Sus miedos y estructuras no son los míos. Usted se casó, yo no. Los hijos, los nietos, abuelos y todo ese andamiaje de familia que le sirve de  apoyo o, peor todavía, de razón para usted vivir y sentirse líder, dueña de un grupo no me atrae. Esa era la misma razón por la cual nunca fui comunista. No me atraen los grupos mas allá de su igualdad en las relaciones que incluye la libertad de ser y vivir como me dé la gana. Libertad individual que abarca ser lo qué quiero ser.
¿Ser qué?, pregunta usted. No sé hasta que me encuentro en un camino que deseo explorar y por ahí me lanzo. A veces, llenos de piedras; otras, fluidos como el aire. Mis caminos no son sus caminos. Los suyos los marca una vida hecha a base de mapas, programados. Los míos se van haciendo a sí mismos, mostrando mundos que ningún mapa programado revela de antemano.

Suélteme los guebos, señora. Que si cuando despierto duelen es para dejarme saber que no soy como usted; que es en cada mañana donde la hombría se siente, duele, y en muchas ocasiones, la erección  hasta molesta. Déjeme mear tranquilo, señora, pues es en ese momento cuando siento mi cuerpo entero mientras el pene lentamente a su tamaño más pequeño regresa y me habla.
Con esta me despido, señora.  Ve usted, no sólo el camino es distinto; las sensaciones y el cuerpo lo son también.  Vuelvo y repito, déjeme mear tranquilo, señora.

Tuesday, October 30, 2012

Racismo, Clasismo, las Repúbilcas y los Puertorriqueños

El relato “Colapso boliviano y la levedad del ser una burguesa puertorriqueña” trajo cola. Unos cuantos de mis lectores me escribieron para cuestionar el por qué había escrito algo tan racista. Mi respuesta ha sido que el relato no es racista, el personaje que sirve de narradora lo es. No sólo es racista, es tonta; y peor todavía, dado lo que es el típico perfil de su clase madia alta - se gradúa de colegio privado en PR  y estudia en universidad norteamericana, no es una persona ignorante en el sentido más amplio de la palabra. Tampoco es atípica de las clases medias y altas en PR.

Lo que dice ese personaje, Lulú, surge de una serie de anécdotas que me contaron una mujer afro-descendiente puertorriqueña, una educadora centroamericana, un antropólogo ecuatoriano y un dominicano durante mis últimas visitas a PR, y de mis propias experiencias dentro de ciertos círculos en las islas de los encantos. Estas situaciones no se dieron solamente entre las clases burguesas reaccionarias en PR; se dieron entre los supuestos izquierdistas puertorriqueños. Con la diferencia de que estos últimos dirigen su racismo hacia los puertorriqueños mismos, algo así como auto-racismo. Los intelectuales afro-americanos han explorado este tema extensamente y lo usan para argumentar en contra de los patrones auto-destructivos entre los miembros de su comunidad.  
Sobre el auto-racismo he escrito anteriormente en este blog, y como si fuese “normal” despreciar a los puertorriqueños,  nadie me escribió para cuestionar ese auto-racismo. Este fenómeno lo he notado entre muchos intelectuales de izquierda puertorriqueños, particularmente los que proceden de las clases burguesas del país y entre ciertos escritores costumbristas; el paternalismo y estereotipo del campesino puertorriqueños raya en un clasismo, racismo solapado.  Este constructo sobre los costumbristas me llevó a escribir el relato “Juan Bobo en Alturas de Caparra Heights”.

Durante una discusión sobre la independencia de Puerto Rico una señora soltó un comentario, desprecio hacia las repúblicas - “¿Qué usted quiere, que nos convirtamos en una de esas repúblicas?- ¿Cuáles eran la repúbilcas en cuestión? Pues no había que escarbar mucho, eran las latinoamericanas. Y con ese cometario sobre las repúblicas se incluía un desprecio a los latinoamericanos, en particular, aquellos que proceden de las que son conocidas como repúblicas bananeras (esta experiencia me la contó la educadora centroamericana), o donde su población es mayoritariamente negra (no es un accidente que en PR se trata de formas bien distintas a los cubanos,  argentinos y dominicanos), o indígena (esta anécdota me la contó el antropólogo ecuatoriano).

Sobre estas diferencias y tratos, los literatos o intelectuales, en particular los de izquierda, no hablan. Se encuentra entre estos literatos e intelectuales un tipo de racismo a la inversa: permiten el racismo contra los puertorriqueños como justificación de su situación colonial mientras niegan el racismo que se da en la sociedad puertorriqueña misma. El propósito del relato fue explorar ese tema y a la vez retratar un tipo de persona, educada, burguesa que en gran medida es parte de los grupos que “mueven los bolos” en PR y que con sus ideas y estilos de vida corroen la sociedad puertorriqueña.  

Monday, October 29, 2012

El Viejo y la Tormenta: desahogos para pasar el rato


“Si necesitas algo, me llamas”, me dicen todos los que preocupados por mi bienestar se ponen a mi disposición. Y cómo los voy a llamar si necesito algo - qué algo, no sé. Si se va la luz, lo más seguro no voy a poder llamar;  con eso de lo digital, el teléfono necesita de electricidad; y los celulares, cuando hay barreras entre ellos y los satélites, no se pueden comunicar. Quizás saben que todavía guardo las dos latas con un largo cordón que las conecta y de ahí les puedo llamar.

“Malagradecido”, dirán los muy considerados que a mi disposición se ponen -  por lo menos, llaman – ya que hay otros que ni se acordarán, aunque de vez en cuando se comunican y dicen como conejillos skinnerianos, ”I love you”. Peor todavía es cuando traducen el trillado “luv you” gringo al español, “te amo”. Ni que fuesen Jesucristos, amando a diestra y siniestra; y mucho menos a un viejo que ha visto más de lo que debiera un elegante señor de su edad.   
“¡Ay!, si lo viejo es mental”, sostendrán, cual filósofos de quincalla que tratan de “metértelo mongo” mientras te venden amor y apoyo en camino a un refugio o un asilo para la tercera edad. Valga la aclaración, en ninguno de ellos me encontrarán jamás. ¿A qué? A ver viejos chochos o muchachos gritones que corren sin disciplina,  madres que te preguntan, "¿y no tiene familia?", con cara de pena sin saber que con nadie y menos con ellas quieres estar, u hombres que se buscan unos a otros para más mierda hablar. No se dan cuenta que prefieres la edad junto a la soledad, la que te permite pensar, cavilar y concluir que la tormenta es la mejor excusa para no tener que darle la cara a tanta gente buena que se preocupan por tu salud y bienestar.

“Es por su bien”, dirán sin preguntarte que lo que es el bien para los jóvenes no es el bien para un viejo –sí, viejo, sin mas ni mas. Que lo de mental lo decide el yo y no las pendejadas de psicología de revista popular, pragmática,  mercantilista que vende tonteras por doquier; menos a los viejos que han visto de más;  y jamás vientos pasajeros los van a asustar. Eso espero. Les cuento luego.

   

Friday, October 26, 2012

La Voz del Método en un Community College del Bronx


Luisa Pérez nació  y se crió en el Bronx. Tuvo una vida típica de mujer procedente de la clase obrera; con poca educación formal, dejó la escuela antes de terminar la secundaria. Cambia lo que pudo haber sido el destino de su vida después de ser tiroteada por Juan Martínez. su compañero consensual.  Una jueza de la corte de familia había emitido una orden que le otorgaba protección a Luisa; prohibía que el acusado se le acercase a la victima a una distancia de menos de treinta metros. Juan ignoró la orden judicial y trató de matar a Luisa en la Calle Brook, en el condado del Bronx. Este escrito describe brevemente elementos que caracterizan la evolución de Luisa.

Luisa fue asignada a un refugio para mujeres, auspiciado por la Asociación de Mujeres Puertorriqueñas Co-Dependientes, organización sin fines de lucro, fundada por un grupo de mujeres preocupadas por el bienestar social y económico de su comunidad, comprometidas con la lucha por la independencia de las colonias, en particular las colonias americanas en el Caribe. Entre los servicios que provee el refugio, y  los cuales Luisa aprovechó plenamente, se encuentran lograr que las mujeres obtengan su diploma de estudios secundarios, y capacitarlas en el manejo de destrezas en la siguientes áreas:  inteligencia emocional, mental y psico-motora, labores manuales y técnicas. Además de aprender a manejar las destrezas anteriormente enumeradas, Luisa aprendió a disfrutar de la lectura y aprobó con excelentes resultados las pruebas de aprovechamiento académico, administradas por el Departamento de Educación del Estado de Nueva York.

Continuó sus estudios y se llegó hasta un Community College del Bronx,  fundado con el propósito de educar personas que viven en los márgenes de la pobreza. Entre las lecturas que más le influyeron, Luisa mencionó un artículo académico escrito por un psicólogo norte americano, que sugería una serie de pasos dirigidos a lograr la superación de todo tipo de miedos. Los pasos sugeridos en el anteriormente mencionado artículo le sirvieron a Luisa como referencia para ella poder entender lo que estaba viviendo en su nueva etapa como estudiante universitaria; y en un informe que entregó para cumplir con uno de los requisitos de la asignatura Métodos Introspectivos y las Literaturas Urbanas, escribió,

“Llegar a la escuela y sentarme en la clase fue un triunfo emocional. Me puse tan nerviosa, que por poco no me aparezco el primer día de clases. Un horror tener que enfrentarme a los demás estudiantes y al profesor, por cierto, bastante informal y algo mal vestido. Llegar y sentarme fue un triunfo emocional,  Durante las primeras semanas no me atrevía ni a hablar, hasta que llegó el momento de discutir una tarea que teníamos asignada: explicar los procedimientos e instrumentos que un científico literario usó durante una investigación que girabaen torno a la vida de la poeta Julia de Burgos. El profesor planteaba que la literatura es reflejo de las comunidades que sus textos recrean y representan; y que su desarrollo es paralelo al desarrollo de esas comunidades; que se da de arriba para abajo y de abajo para arriba, independientemente de la comunidad que sea.”

Antes de  llegar al Colegio del Bronx, Luisa tendía a preferir las revistas de cotilleo; y una vez tomó el curso antes mencionado, estas revistas  perdieron su encanto cuando descubr la linealidad en la literatura farandulera. Aunque luego escribe que no perdió,

“…..de vista como éstas (las revistas de cotilleo) me habían llevado hasta poder entender los nuevos textos y los lenguajes de los profesores, sus andamios verbales, narrativos, gramaticales que conforman los discursos y lecturas académicas, sus múltiples referencias, tiempos, estructuras e ideas que le dan cohesión y abarcan un todo, cualquier todo. Me encantaba como había aprendido a hablar. Frente al espejo practicaba las oraciones que había leído en los artículos asignados por mis profesores”.

Predecir hasta donde la llevarían los nuevos códigos, las herramientas científicas, no era parte de lo que los métodos proveían.  Luisa quería llegar a otros sitios, no sabía cómo; y nos dice que sacó fuerzas de donde no tenía y preguntó en otra asignatura,  Literatura y Vidas de Mujeres Criollas en el Siglo XIX,

"Profesor, ¿de la misma manera que se estudian los textos para conocer sus fuentes y descifrarlas, se pueden estudiar lo que dice la gente, las familias, los amigos para conocer por qué dicen lo que dicen? La muy sabia y acertada respuesta del profesor, ‘No hay caminos hechos. Andar y nombrar ocurre en la marcha.  La investigación científica, al igual que la moral, no tiene límites, en la misma todo es posible. Paramos y escogemos lo que ya está allí. Se escoge. Te escoge. Lo escoges.’ Su discurso y conferencia sobre la moral y las ciencias, su reconocer mi pregunta como valiosa, su mirada tierna, su impresión, todo dirigido a mi me pusieron a levitar en camino a mi casa. No veía a nadie: ni al vecino de la ventana, ni a mamá que subía por la escalera. Acaba de entrar en otra etapa el de mi vida.

El profesor le pidió a Luisa que trabajara como ayudante en un proyecto literario-científico que se dedicaba a  investigar los vínculos entre la literatura y los crímenes que ocurrían en las zonas pobres de Nueva York y San Juan. Estas investigaciones llevaron a Luisa a continuar sus estudios doctorales y, en parte, sirven de fuente de donde se obtienen los datos y eventos que conforman algunos capítulos de la novela Radiotransistor (Gerardo Torres. Terranova Editores, 20011).  Luisa continúa investigando las vidas de los demás y trabaja como editora de libros, activista comunal, y alfabetizadora en los barrios latinos de Nueva York.

Thursday, October 25, 2012

Cuentos Infantiles para Manganzones: Juan Bobo, hijo, en Alturas de Caparra Heights

Mamá me hizo el cuento del jíbaro  que a los pitiyanquis les dijo “unjú”. Le pedí a mamá que me dijera cómo eran los pitiyanquis, y ella que nunca había visto ninguno, pues no sabía cómo eran; aunque oyó una vez que fue al pueblo, que los pitiyanquis eran unos farfulleros.  “Je”, ella y que contestó, “de esos en Jájome hay un montón”.

El cuento de mamá me dejó con las ganas de conocer pitiyanquis y allí mismito le dije a mamá, que  me iba hasta San Juan a ver si conocía algunos de estos farfulleros;  y a visitar a un señor que escribía sobre jíbaros, sin verdaderamente haber conocido alguno.  Los libros de cuentos que escribió este señor los tuve que leer en la escuela; y por lo que decía, yo sabía que ese señor  nunca estuvo en los cerros ni había hablado con uno de nosotros, y en vez de escribir aquellas cosas tan tristes, debía pasado un buen rato por acá arriba, e incluso, aprender a tratarnos con respeto.  
Ahora, claro antes de coger la guagüita de Peyo, y como resultado de la vergüenza que pasé por culpa de la puerca enjoyada,  decidí preguntar en el campo cómo era la gente en San Juan. Mi madrina que por allá anduvo en unas diligencias me dijo, que todos hablaban por las narices, fañosos, que eran bien finos, que no decían carrro, sino carro, y que al mejunje de arroz amogollao le llamaban mamposteao, que sacaban los perros a pasear, pero nunca a sus hijos, y que a los viejos lo ponían en casas de, pues, de viejos solamente; y que todos parecían que sufrían de estreñimiento.

Medio asustado me fui tempranito en la mañana, y una vez en Rio Piedras, donde Peyo me soltó, pregunté donde podía conocer pitiyanquis,  y un hombre con lentes, pelo medio desarreglado y gabán estrujado fue el primero que conocí con un hablar medio fañoso, un tal Rodríguez Jolío. Me miró con cara de aguajero burlón, me preguntó de dónde era, le dije que de Jájome Bajo, me dijo que en Jájome tenía amigos. No le creí, porque yo allí conozco a todo el mundo y nadie seria amigo de un señor tan mal vestido y algo parado; y luego cuando aclaró que era en arriba en los cerros donde sus amigos tenían casas de campo, le espeté -Allí todas las casas son de campo - y añadí que a ese sitio nosotros le llamamos La Altura.
El  Rodríguez Jolío quiso seguir hablando conmigo y se ofreció a llevarme en su carrito hasta las Alturas de Caparra Heights.  Por el camino me entrevistó, con cara de ñame jojoto,  y sin son ni ton, se reía de cualquier cosa.  Hasta y que me quería visitar para conocer a Jájome Bajo. Cuando le volví a preguntar por los pitiyanquis, me contestó que todos en San Juan eran pitiyanquis. Al ver que no subíamos cuestas, me aclaró que la carretera hacia las Alturas de Caparra Heights era plana porque allí no había lomas, los gobiernos las habían quitado.

Bueno, para hacerle un cuento corto donde en el final uno no aparezca como bruto, le dije al Rodríguez Jolío que virara, y me llevara a Rio Piedras, que me regresaba al hoyo de Jájome Bajo; y como regresé bien temprano mamá se quedó pasmada y ante su pasmo no la dejé hablar.
- Por Dios, mamá, además de  hablar por la nariz y comer arroz amogollao,  a los llanos les llaman alturas, como en Alturas de Caparra Heights. Y al señor que escribe sobre los jíbaros no lo fui a visitar, que se quede con sus embustes y que siga en sus muy llanas alturas.

Wednesday, October 24, 2012

Cuentos Infantiles para Manganzones: El Loro y la Zorra


Por allá por donde vivian los Hermanos Grimm se encontraba la casa de un loro. Maniático como nadie, neurótico a más no poder, Gervasio se llamaba el loro. La comida era su vida. Comía un poquito de todo, de todo lo que veía, pero nunca la comida completa. Gustaba de probar lo que de frente encontrase y nunca se le ocurría odo aquello terminar.

-Hay que solo saborear para jamás engordar- se decía a sí mismo.

Gervasio era vanidoso. Siempre quería lucir muy bien. Altanero y arrogante, caminaba muy erguido  por los cuartos de una inmensa mansión. ¡Ay de  quien se atreviese burlarse de su esbelta figura!, aquella que él paseaba por toda la inmensa casa donde el arrogante loro vivía. Allí, junto a una  señora súper rica, a sus anchas reinaba el loro. No se le podía  regañar.

Doña Pura Pura de Purapura se llamaba la señora, la que a Gervasio mimaba, y  a Gervasio le dejaba hacer lo que le viniera en gana. La casa de Gervasio y doña Pura Pura estaba llena de muebles viejos, feos y bonitos. Los muebles de aquella casa sufrían  una terrible enfermedad, sabían todos muy mal. Gervasio así decía.

Y es que Gervasio en su deseo de probar, hasta de los muebles comió. En caso de que le gustaran, muebles de cena iba a tener, de almuerzo o desayuno, merienda y sabe uno qué cosas más. Mas cuando los muebles probó, con cara de mal gusto, para su adentro se dijo,

- A mí esto no me gusta. Aquella mesa sabe a jabón. La silla a fondillo huele. El sofá  es un reguero de sabores. La mesa es dura de roer. Después de tanto saborear, lo único que de esos muebles saqué fue un terrible  dolor de panza. 

Muebles no volvió a comer, pero manzanas sí. Las manzanas sí le gustan, aunque un poquito sólo come.  Como ya les dije antes, Gervasio es muy vanidoso, y su cuerpo él bien lo cuida para no engordar de más. Manzanas de las que no engordan. En bizcochos no las quiere. En compota ni hablar. Directas del árbol a la boca, fresquecitas y nada mas. Rojas, verdes, chiquititas, brillantitas y gorditas, manzanas que lo llevaron a sufrir una terrible enfermedad. Creyendo que era manzana, una fruta muy bonita él mordió. Con dolores de estomago, saltando como un conejo, el loro se desmayó.

Dona Pura Pura gritaba de dolor -Gervasito, Gervasito, ¿qué te pasa  mi lorito? Si sabes que sin ti no tengo vida ni deseos de vivir.

Con mucho dolor en el alma, doña Pura Pura al veterinario por teléfono llamó.

Don Vete Veterinario medicinas recetó, masajes cuatro veces al día y manzanas le prohibió. Nada curaba al lorito. Dormido parecía estar. Desmayado por el susto el doctor diagnosticó.

-¡Ay Gervasito, Gervasito no te mueras mi lorito- lloraba y lloraba doña Pura Pura, solita en su caserónsote. Lloraba todos los días, Doña Pura Pura, y el loro en su desmayo poquito caso le hacía.

Una zorra maliciosa, y que enamorada del lorito, donde doña Pura Pura acudió.

Doña Pura Pura, boquiabierta y asombrada ante una lora que camina en cuatro patas, esto le preguntó -¿Por qué tienes dos patas de más?

-Para mejor caminar.

-¿Y esos ojos tan grandes?

- Porque mucho hay que ver.

-¿Y esa boca sin pico?

-Para poder besar mejor.
        
Sin encomendarse a nadie, la ardilla vestida de lora al lorito un beso dio. Gervasio, al sentir el beso, del desmayo despertó y cuando de cara frente a aquella lora tan rara, la reconoció y un grito pegó.

La zorra salió corriendo, y doña Pura Pura al detectar el fraude, escoba en mano se le "esmandó" detrás.

El susto que pasó Gervasio de catarsis le sirvió: le quitó  lo presumido, maniático, neurótico; y desde ese momento todito se lo comía sin protestar; menos las manzanas pues como por poco la matan, eran motivo de pecado capital; y al borde de la muerte lo podían llevar.

De este cuento nos enteramos por boca de una muy anciana lora que todo lo sabía y gustaba de contar, ya que los Grimm lo trataron de censurar, porque, y que según los lingüistas literatos, era un cuento que de Eva, Adán y Esopo se quería burlar.