Sunday, April 30, 2017

BOLERO 46: ESTADIOS. MONTEVIDEO A PUNTA EN VOZ DE LA TELLADO

No sé cuándo "te quise con alma de niño", y me hice hombre,  o dónde olí tu "perfume de gardenias", fui mujer,  "de venus, de ciprés", conocí el bolero en todos sus estadios, "tener un pasado", momentos, motivos e interpretaciones.

Crecí con él y él conmigo. Me lo permití, dijo: "A mí me pasa lo mismo que a usted". Me lo permitió.

Y antes de que llegaras sabía que "me faltaba amor, me faltaba paz/ me faltabas tú", y junto a ti vinieron todos ellos, uno por uno.

Recuerdo que a mi vida llegaste "a borrar las noches", los "amargos desvelos", darme consuelo, a despertar los estados de ánimo que cada bolero provocaba. Recuerdo lo que has sido, eres: "tu risa es una rima de alegres notas".

Fueron muchos los que estuvieron conmigo, con nosotros, durante aquella noche de tormentas invernales y vientos australes, en el sur y en el norte, mas en cada baile, solo uno, "sin esperarlo. te me acercaste", mi bolero.

- ¿Bailamos?
- ¿Dónde?


Saturday, April 29, 2017

EL PROCESO DE KAFKA Y LA ENSEÑANZA DE LA LECTURA

Estudio tras estudio de su estructura, sus recursos estilísticos, uso del lenguaje, autores que lo copian, académicos en busca de significados y significantes, profesores enciclópedicos lograron que pudiese entender que todas esa discusiones y formas de abordar el relato por Kafka solo servían para mantener ocupados a un montón de lectores que parecían no darse cuenta que el único modelo que Kafka produjo en su clásico fue el de la incertidumbre: un estado de ánimo independiente de las circunstancias, desligado de cualquier relación causal con el ambiente, la historia, los textos. Después de unas cuantas semanas abrumado por tanto leer sobre procesos y Kafka, decidí abandonar la clase de literatura comparada. Cuando le dije a la profesora argentina que yo creía que ella no había aprendido a leer, encogió sus cachetes, molesta, firmó la hoja de los "drop-outs".

CAFÉ PUYA EN SANTURCE

La escena en un balcón de Santurce: Una paloma turca anuncia el despertar borrascoso, en la radio un "lei lo lai" jíbaro recuerda al centro montañoso de la isla, al Jájome pre-chicquería, brisas, la agradable frescura de la madrugada.

El café prieto: puertorriqueño, suave y aromático con destellos de un dulce en la uva, activados por un ligero tueste, colado, cargado y puya. Sí, café puya.




Thursday, April 27, 2017

CONEJILLOS DE INDIAS Y TAREAS ESCOLARES A MEDIAS

En una crítica  contundente a las tendencias de los años setentas en las escuelas de los EEUU - modelos educativos fundamentados en el conductismo clásico, dirigidos a mejorar la autoestima de los estudiantes con ejercicios muy programados-, Lillian Weber proponía que lo que había que hacer era lograr que los estudiantes aprendiesen a explorar sus intereses, a estructurar su propio aprendizaje, guiados por los docentes, pero como sujetos activos en el proceso de enseñanza y aprendizaje llevado a cabo en las escuelas. Sugería doña Lillian, que si la niña o el niño se veían como protagonistas de sus propias vidas, su auto estima se solidificaría, lograban reconocer que podían aprender, aprender a aprender, y sentirse muy bien con ellos mismos. En las clases medias con recursos, las familias puede que ayuden a que su prole adquiera ese sentido seguro del yo como agente de su propio aprendizaje; mas en hogares con menos recursos y mucha demanda, el estudiante puede enfrentarse a barreras y limitaciones que no son resueltas por el solo estar en un salón plural y dinámico.


Guayama, Escuela Superior, Clase de Biología (1959): La tarea era màs complicada que las anteriores: incluía plantear un problema, diseñar un método, usar la naturaleza como fuente. medio, sujeto, llevar a cabo la investigación, y presentar los resultados. Por primera vez, fuimos asignados una tarea que no consistía en seguir instrucciones bien especificas; había que organizar sub-tareas y planificar por su cuenta sin la ayuda del maestro. Escogí  estudiar algo con conejillos de indias. Los busquè y no comprè. Muy caros. Terminé presentando unas gráficas, escritas a mano en una cartulina. Nervioso, casi no podía hablar, nada claro, poco coherente.

Nunca recibí apoyo con aquel proyecto. Recuerdo dos o tres proyectos que fueron elogiados, y no dudo que sacaron excelentes notas. Yo no pude haber recibido más de una C, ni fracaso, ni razón para celebrar. Años más tarde sigo casi avergonzado por aquel fracaso: parado frente a mi cartulina, escrita a mano, con gráficas mal dibujadas, tratando de explicar algo que tenía que ver con conejillos de indias.



Avergonzado por culpa de maestros que te dan tareas sin saber si puedes o no llevarlas a cabo, por la pobreza que no permite buscar los recursos ni pagar por los mismos para que alguien -más allá de padres con muy poca escolaridad- ayude a entender qué es estudiar, cómo estudiamos, qué preguntas haces, a quién le preguntas sobre un proyecto para una feria de ciencia, con conejillos de indias que no podía comprar. No podía pagar por los materiales, mucho menos, diseñar un estudio sobre los muy lindos animalitos, llevarlo a cabo y explicarlo como hicieron aquellos otros compañeros -hijos de médicos, abogados y maestros del pueblo-, que luego fueron invitados a otras ferias de ciencia a presentar sus proyectos.

Tareas para ferias de ciencia, que marcan y sirven para identificar quién tiene los recursos y quién no puede ni comprar un gūimo; peor, no tener a alguien, que entienda la tarea, y te ayude a estudiar conejillos de indias.

Monday, April 24, 2017

SALTO, ENRIQUE Y LORCA; TÚ Y YO

Con el río espejo, Concordia de espaldas.
De lejos, en Salto cuatro hombres ven tres,
o uno, si somos nosotros dos.

https://m.youtube.com/watch?v=eE21YSd3z_s

Friday, April 21, 2017

PATAQUÍES: EL MEJUNJE DE CHACHI EN EL CAMINO DE LA CÓCORA

Macoco se encomendó a Yaya para que le comunicara a Pucho que Chachi estaba en camino con un mejunje hecho por Pecotao. Mejunje de malos olores no querían en Rincasina y, mucho menos, en manos de Chachi. Con un escalofrío de mensajero, a Mayombe y Mayú no les tomó tiempo en saber lo que por allí venía; empataron unas flores de malamadre y las pusieron a soltar el aroma, a fuerza de agua y malagueta. Por el camino de la Cócora, Chachi olió los poderes del sahumerio, la malamadre y la malagueta, soltó el mejunje, cayó de rodillas y remeneó su cuerpo por buen rato, tiró trompetillas sobre el mejunje; su poder destruido por los vomitos de Chachi.

BOLERO #31: EXTASIS. MONTEVIDEO A PUNTA EN VOZ DE LA TELLADO

Un reloj no marcaba las horas, detuvo el camino, "el tiempo en sus manos"; de no ser así, si sus agujas comenzaban a moverse al ritmo de la sensual melodía, los amantes, el autor, los oyentes, aterrorizados, temerosos de que solo les quedara esa noche para vivir el momento, el único, "solamente una vez amé en la vida", hubiesen enloquecido. Pero no fue así.

El éxtasis musical, estético, sexual, narrativo se fundieron en múltiples e inigualables orgasmos explosivos.

Una noche perpetua, un tierno inicio, lento preludio, eterno e interminable placer sexual, con sus caricias, besos, erecciones y deseos en crescendo, compenetraron a los amantes, al autor, lectores, y a todos nosotros, que no podemos separarnos.

Un bolero profundamente meloso, pegadizo, detenido en el tiempo; olvidaba las agujas. Dentro del bolero, y al lado del reloj, ellos gemían; adoraban la seda de las manos, los besos que se  daban; exploraban cada espacio, órgano; convertían al otro, la otra, en partes de sus almas.

- ¿Por qué me acostumbró a todas esas cosas?
- ¿Quiénes iban en camino a Punta?
- ¿Por qué me acusan de ser la culpable de todas sus angustias?

Thursday, April 20, 2017

TEORÍAS PARA BLOGUEROS: EL MAL DE OJO EN LOS TEXTOS

"El hombre y la mujer quieren recrearse en Dios, buscan la perfección divina en sus obras y nunca lo logran" me decía uno de los tantos maestros, gurús, terapeutas, chamanes, sacerdotes, curanderas y médicos que he conocido y consultado en mi camino hacia la perfección física, sicológica y espiritual; la que nunca consigo.

José Antonio Pascual, Vicerrector de la Real Academia de la Lengua y autor de No es lo mismo ostentoso que ostentóreo, dice, “Yo mismo he cometido errores en mis textos y tengo 10 folios en los que he anotado los fallos cometidos. Ni los filólogos somos perfectos” (ElPais, 23/01/2013)

En una conversación cibernética sobre la perfección en las artes los foristas comentaban que,

Forista #1: "When I was in the 4th grade, an art teacher told me that it is common practice in some Asian culture(s) to put a dot in the corner of a painting to show that the painting is not perfect, because only God is perfect."

Fosrista#2: "You're thinking of Persian rugs, which often include an imperfection as a reminder that only God creates perfect things."

Forista#3 "This is also true with furniture made by Shakers or Amish. They incorporate deliberate flaws in their furniture with the same only God is perfect notion in mind."

Los maestros y cocorocos de la educación primaria examinan y evalúan el manejo de la escritura desde una perspectiva que solo mira cuán perfectos son los estudiantes, y no cómo van descubriendo ese tan complejo sistema de símbolos, qué significan para ellos, cómo los expresan y qué cambios ocurren en su marcha y cuáles son los errores "constructivos" -en ligue con esquemas conceptuales y afectivos- que cometen los estudiantes en su búsqueda del manejo perfecto de la escritura (véase a Cárdenas, Ferreiro, Iglesias, Teberosky, Torres, y a otros que se han atrevido a conversar con los chiquitines)

Forista#4: "I was taught in an art history class that medieval scribes and/or illustrators always introduced a deliberate error into illuminated manuscripts for the same reason - perfection being the sole domain of God, not of man. posted by that possible maker of pork sausages at 9:23 PM on May 7, 2010" (conversación cibernética).

Dos profesoras de CCNY - sin el permiso de su compañero -, con un tono arrogante y algo racista, le señalaron personalmente y corrigieron los elementos formales de la escritura en una propuesta que el susodicho compañero escribió para ser sometida a la facultad, sin decirle nada sobre las ideas y posturas que fundamentaban el nuevo programa de estudios. Ambas profesoras presumían de haber conseguido la perfección divina en su manejo de la escritura, aunque luego fueron observadas por el mismo profesor mientras buscaban en un diccionario la palabra más apropiada para algo que estaban escribiendo, quizás verificaban  su ortografía.

"La idea de las grandes y perfectas obras maestras que recogen y expresan universos pierde de vista los detalles de las vidas sencillas que nos toca vivir de día a día, con sus problemas y logros.": pintora  que observaba unos pinos cubiertos de nieve en un bosque cerca de Montreal.

Forista #5: "In India, parents often place a spot of kohl on their children's faces, which makes them imperfect and so protects them from the evil eye. I'm not sure whether artists do the same with their art, but maybe the motivation is similar?, posted by embrangled at 9:32 PM on May 7, 2010"

El "mal de ojo" no está tranquilo con las imperfecciones de los textos, trata de hacerle daño pero no puede. El daño está hecho y los errores "constructivos" lo comprueban. Los textos están en camino, como los chiquitines antes mencionados, hacia la perfección.

Gabriel García Márquez: “La primera vez que se publicó La mala hora, en 1962, un corrector de pruebas se permitió cambiar ciertos términos y almidonar el estilo en nombre de la pureza del lenguaje. En esta ocasión, a su vez, el autor se ha permitido restituir las incorrecciones idiomáticas y las barbaridades estilísticas, en nombre de su soberana y arbitraria voluntad. Esta es, pues, la primera edición de La mala hora. El autor”.

Quizás después de muertos los papiros, deshechos los libros, derrumbadas las paredes y sus graffitis hayan desaparecido, destruidos los chips y diluidas las partículas electrónicas, quizás, entonces, los textos se recreen en Dios. Quizás no.

Tuesday, April 18, 2017

PATAKIES: TEMBANDUMBA EN GUAYAMA

El cadillo no paraba de enredarse en las patas de los cabros, los hería; desangraban. No había santo ni sahumerio que acabara con las agujas de la maldita semilla. Desde Rincansina hasta Cimarrona, cabro que por allí corriese, cabro que moría. Mayombe trató de cortar sus raíces y el cadillo volvía. Mayú trató de ayudarla, y nada. Fuego por todo el pastizal atrajo a los blanquitos del pueblo, molestos porque las cenizas ennegrecieron sus almidonadas camisas, faldas, guayaberas y sábanas. Echaron DDT o algo así que apestaba. Mayú y Mayombe sonrieron de lejos: sabían que al cadillo nadie ni nada lo mataba. Hasta que un día, Tembandumba, harta de las quejas de los duques de la mermelada y las señora emperifolladas, decidió bajar donde Mayú y Mayombe. Las jamaqueó un rato, tiró al piso a bailar culebras, sacó vómitos y espumas; confirmó su presencia. A Mayú y Mayombe no les gustaba mucho que Tembandumba bajara -gracias a todos los santos, lo hacía pocas veces-, es que las dejaba de cama. Tres días más tarde, después del bembé, Mayú y Mayombe despojarse, y Tembandumba desaparecer de allí para luego, y que, aparecer por Jobos, encontraron  a los cabros caminando entre las traicioneras matas, evitando tocarlas, comiendo cadillos sin herir sus bembas; y a los blanquitos de Guayama, espantados, en camino al pueblo, a lavar y planchar sus propias ropas.

Wednesday, April 12, 2017

JABIBONUCO: 3. LA FLOR DE LA CAMPANA

Fe, Esperanza y Caridad llegan donde el ceiba milagroso de Altagracia las ha dirigido, a otro árbol, en las Islas de Sotavento, el de la flor de la campana, un icono sagrado entre algunos de los pueblos que habitaban estas islas, y para los que buscan recuperar sus lejanas conciencias continúa como fuente de conocimiento.

Sembrado en tiempos tan distantes que sus fechas se pierden en la memoria de los que recuerdan el árbol "surgió sobre las cenizas que allí quedaron cuando los hombres de hierro y largas cotas negras quemaron a los amantes y bohiques".

"Muy mi Señor mío, Marqués de Jájome Bajo, si hoy le escribo estas páginas fue a sugerencias de Usted, mi más agradecido protector, y al muy diligente y anciano maestro, el Marqués de Santillana, quien arduas horas estuvo guiándome por las lenguas y letras de Usted y sus hermanos que hoy conozco, y quien quiso conocer sobre aquellos de nosotros que de otros martirios fuimos salvados. La muerte del Marqués de Bobadilla me llevó hasta hoy donde Usted y no puedo dejar de agradecer su bondad y protección."

El árbol de las flor de la campana expande las conciencias y lleva a las tres cubanas a otros lugares, otros tiempos paralelos, otras medíunidades, un santiguador caribe, con su crucifijo en mano y un guanín colgando del cuello, un hombre, un bohique, que ayudará a iluminar y tranquilizar dos almas que todavía viven rondando cerca de la tierra y no logran transformarse en jupías. El santiguador no puede identificarlos, solo este hombre en un barco cerca de ellas podrá lograr aclarar sus pasados y destinos.

Llegan Fe, Esperanza y Caridad donde mí en el crucero, por la señas que en Dominica, el santiguador caribe les indica; y en trance cuentan sobre otras cartas y documentos prohibidos que se encuentran en los Archivos de Indias en Sevilla, quizás en un antiguo monasterio en Cádiz. Otros viajes, otros cuentos sin terminar, otras lenguas en busca de ser descifradas, no paran, no tienen fin.

"¡Ay!, mi amado, no sabe Usted cuánto lo añoro. Es tan grande mi dolor, mi angustia, mi desespero, que muero lentamente de dolor, y no por culpa de este camino que mis pasos guía. Muero en el vivir,  nuestro amor fue tan mal comprendido. A ese amor nos llevó el gran Yaya y hoy, otros sin decir ni explicar por qué en castigo nuestro amor han convertido. Son tan frías estas noches, tan obscuras su paredes, que el único consuelo que tengo es saberlo a usted morando en el mundo de los jutías. Un cemí  le construí, y sin entender el amor con que fue hecho, los padres de su Santa Iglesia en polvo lo han convertido.

¿De qué vale conocer sus letras, sus hombres santos y sus obras?, si bañado en soledad y lágrimas en este calabozo mis historias están perdidas. Al Marqués mucho agradezco estos folios que para su excelencia escribo, mas estas que a usted dirijo, enredadas en penumbras quedan junto a trapos y caracoles que a la hoguera pronto irán conmigo."

- "Sal de aquí - gritó una voz ronca. Pudo haber sido cualquiera de las tres mujeres que saltaban, se tiraban al piso, se levantaban y daban vueltas sobre sí mismas, vueltas rápidas, brincaban, alzaban brazos, espantaban algo. La que hablaba con voz de hombre, sin dirigirse a nadie en particular, decía con voz de otro espacio- Esta no es tu casa, esta no es vida, este no es tu tiempo, tu tiempo ya pasó. ¿Qué buscas?"

"Muchos hombres de fe han escrito las Santas Obras de su Padre y de su Hijo, el Señor Jesucristo, y otros que han puesto en palabras equivocadas las muy respetuosas obras de nuestra única Fuente de vidas, Yaya, que no ha sido con la relación entera que dello se pudiera dar, y que lo he notado en las cosas que de nuestras fuerzas creadoras, Juracán y Yukiyú, las que nacen y regresan a la gran Fuente Yaya, he visto escritas, de las cuales, como natural de la isla de Borikén, y su madre tierra, Atabey, que fue, es siempre y será creada por ellos con sus aguas, movimientos, flores y alimentos, tengo más largas y claras noticias que la que hasta ahora los escritores han dado.”

Los bares del crucero tienen horarios programados y quienes los frecuentan saben de antemano qué está pasando dónde y a qué hora. Los de las piscinas hasta las seis, los de baile no prenden las luces hasta la hora de la cena, y a las diez de la mañana el gran salón de los espectáculos está completamente obscuro, y hasta allí se llegaron Fe, Esperanza y Caridad cuando se dieron cuenta que algo las mantenía inquietas, y que no era ni el café ni el desayuno. Ellas sabían que era algo más allá de lo corporal. Pudo haber sido el brebaje de la flor de campana.

“Verdad es que los hombres de fe tocan muchas cosas de las muy grandes que su Padre y su Hijo Jesucristo tuvo, pero lo que escriben sobre nuestra Fuente y sus fuerzas son muy mal escritas para mí, de la manera que las dicen, las entienden mal. Por lo cual, forzado a abandonar el amor natural de las aguas y los vientos, la quietud y los movimientos de las tierras, las montañas, las flores y los alimentos, las bestias que allí le habitan, las gentes de mi isla Boriken y los jupías, que una vez fueron, me ofrecí al trabajo de escribir esta carta, donde clara y distintamente se verán cómo vivimos y ofrecemos gracias a nuestra Fuente por la continua creación de nuestras tierras, y las vidas de nuestras buenas y nobles gentes, las cosas que en Boriken había antes de que mi muy amado y bien recordado Marqués de Bobadilla allí encontrase."

Esperar bajo el infernal sol por el bus de turistas que los lleva hasta los montes en el centro de la isla de Dominica es más desesperante que la cola que hay que hacer para poder reunirse con el santiguador caribe. Después de preguntarle sobre los bohiques, eunucos y los seres de luz que fueron asesinados por los españoles, el santiguador me pidió que siguiera de cerca a las tres mujeres, que a través de ellas conocería otros planos, que no me podía decir más.

“Seres de luz, de antes y después, guíen a los seres en camino. Seres en busca de empatar historias, en este viaje, en otros, de isla en isla, de tiempo en tiempo, de árbol en árbol, repasen las lenguas que hubo, que hay, que hablan sobre los que una vez fueron, que hoy andan en tinieblas y entran en otros cuerpos, en busca de sus amantes perdidos, en los mares, entre reyes y palacios, monasterios y calabozos hablen ahora y abandonen esos dos cuerpos que no le pertenecen.”

Una vez en el barco, sin delatar mi presencia, las seguí hasta el salón de bailes. Era una voz distinta, muy ronca, la que salía de Fe, quizás de Esperanza o de Caridad. No podía distinguir desde lejos. La sala de bailes no la usan de día y en ella las tres cubanas encontraron lo que el palo santo, la flor de campana, el santiguador y Altagracia le habían confiado.

La familia cumpleañera no juega en los casinos, ni se baña en las piscinas, ni van a los bares y su paseo por el barco, explorando sus salas, biblioteca, áreas de juego, los llevó hasta donde creían que era un ensayo, el salón de bailes. Cuando oyeron las voces roncas y vieron los saltos, reconocieron que no era la preparación del espectáculo de por la noche.

Llenos de gozo, los miembros de la familia observaban de lejos a Fe, Esperanza y Caridad en su trance, hasta que unas sombras los asustaron, se persignaron y siguieron camino. Frente a ellos caminaban rápidamente los dos hombres, los amantes furtivos.

- Sal de aquí –: gritó la voz ronca; una voz que no esperaban oír los dos hombres que se manoseaban en una esquina de la sala de bailes, detrás de las cortinas de terciopelo que separaban la tarima del salón de bailes. Temerosos de que quienes estaban ensayando los descubrieran, se fueron sigilosamente, protegidos por la obscuridad en el salón y se escurrieron detrás de la familia, con la esperanza de que tampoco éstos los vieran.

"En todo lo demás que de aquellos indios en la isla de Boriken se puede decir por los señores y hombres de fe que la tocaron en parte o en todo; que mi intención no es contradecirles, sino servirles de comento, de intérprete en muchos vocablos y costumbres, que, como extranjeros en aquella lengua, interpretaron fuera de la propiedad de ella, según que largamente se verá en el discurso de la historia, la cual ofrezco a la piedad del que la leyere.”

La señora frente a la tragamonedas no disfrutaba del alboroto que llevaba la familia cumpleañera, ni pudo entender a qué se referían, todos hablaban a la vez, debatían si los dos hombres salieron por detrás de las cortinas, o eran parte de los ritos de santería, o era un santo el que les bajó a las tres mujeres, o era un espíritu en busca de adelantar su ascendencia a planos mayores: "No no, eran santeras cubanas, el acento cubano, pueden haber espiritistas cubanos, no todos son santeros; los dos hombres deben ser creyentes, puertorriqueños los dos; no uno es español, su acento es castellano, casado, lo vimos bailando con su esposa, y el señor sentado cerca de ellas era otra mediunidad, un babalawo, estaba bien quieto. ¡Uy, aléjate, solavaya!"

“Viviendo o muriendo aquellas gentes araguacu, llegados en yolas de islas más grandes a la isla de Borikén, muchos tiempos atrás de la manera que hemos oído y contado, y recordado en nuestros cemíes, permitió nuestro Yaya que dellos mismos saliese el conocimiento que les diese alguna noticia de la ley natural y respetos que los hombres debían tenerse unos a otros, y que los descendientes de aquellos araguacu, procediendo de bien en mejor cultivasen aquellas tierras, y a sus hombres, haciéndoles capaces de razón. Después de haber dado muchas trazas y tomado muchos caminos para entrar a dar cuenta del origen y principio de los araguacu que fueron, son y serán, me pareció que la mejor traza y el camino más fácil y llano era contar lo que en oí muchas veces acerca de este origen y principio, porque todo lo que por otras vías se dice de Yaya viene a reducirse en lo mismo que nosotros diremos, y será mejor que se sepa por las propias palabras que un araguacu lo cuente que no por las de otros autores extraños.”

Ajena a la familia cumpleañera, que en ese preciso momento salía por una de las puertas que daban a la cubierta del barco, y rescatada por la tragamonedas, la señora cambio de semblante,  cuando la máquina empezó a sonar, un ruido constante, estridente, y las monedas bajaban por montones y caían en el cubo de cartón. Sonreía, ahogada en un estado de puro placer, absorta, en una relación simbiótica con el casino, la música, los cajeros, las meseras.

“Nuestra gran Fuente, Yaya, envía sus Fuerzas que ayudan a Atabey a nacer, crear las tierras, labrar sus bateyes, cultivar las plantas, los frutos como hombres y no como bestias, y les pide que fuesen por do quisiesen y, doquiera que parasen a comer o a dormir, procurasen agradecer y recordar en sus cemíes las vidas de ahora y de siempre, y que a Juracán y Yukiyú, bailasen y tirasen sus flores y granos para ayudarles y agradecer los alimentos y nuevas vidas que las Fuerzas nos llevaban y traían. Viendo los grandes vientos que arropaban y cambiaban estas tierras suyas, mi gran protector, corrí a agradecerle a Juracán y ofrecerle las flores, frutos y semillas para que a otras tierras los vientos de Juracán llevasen, y en otros momentos allí se cultivasen.”

Fe, Esperanza y Caridad, exhaustas, cayeron de rodillas, con las cabezas sobre el piso, y los brazos estirados hacia el techo, lloraban desconsoladamente. Ante aquella escena, callar y esperar a que me vieran fue lo único que pude hacer. Se levantaron, vinieron  donde mí y como si me hubiesen conocido de mucho antes, de otros mundos, me contaron que los espíritus de los que una vez fueron me seguían y que esperaban que los ayudase a reencontrarse, a completar su misión en la tierra.

"Mi falta de ropas y bailes era llenos de gozo y no ofensa
a sus otros siervos y amigos, menos a sus hombres de fe, su Jesucristo y Dios amado. Pero conforme a nuestra lengua, como atrás hemos dicho y diremos de la mucha significación que los araguacu encierran en sola una palabra, Juracán, e nos pide que demos gracias y ofrezcamos algo a todos los poderes anteriores, a todos y al que hace llevar estas flores, estos frutos, dándonos alimentos y vigor para vivir los que acá y allá vivíamos y los que en nuestros cemíes siguen viviendo. Entendemos los araguacu, con lumbre natural, que se debían dar gracias y hacer alguna ofrenda al Yaya, por habernos ayudado en aquel alimento y por nacer de nuevo a la Atabey.”

Ver el tranquilo mar, tomar el fresco desde la cubierta que bordeaba el piso donde se encontraba el casino, fue lo menos que pudo hacer la familia al encontrase de frente al español, Diego, y a su esposa, Isabel, en una fuerte discusión. El otro, el puertorriqueño, Javier, miraba desde una cubierta superior, con su cuerpo que casi colgaba de la baranda, alteraba las tranquilas aguas color turquesa del Caribe.

“De este calabozo escribo estas frasis, mi bien amado protector, frente al enorme crucifijo que cuelga de estas frías paredes, en espera de aquello que dicen es la quema en la hoguera por haber servido al mal espíritu, su diablo. Cuán lejos, cuánto tiempo hace que me llegué hasta sus tierras, cuán mal fue entendido lo que pedía y sentía con mis flores, frutos y semillas a los vientos de Juracán. Mi querido protector, lejos de Boriken, no he sido entendido por sus sacerdotes y reyes. En espera, en este frio aposento, por la quema en la hoguera, de rodillas, obligado, frente a su crucifijo me despido, su servidor, Jabibonuco


http://memoriasdeungaysesenton.blogspot.com/2014/06/jabibonuco-4-el-crucifijo.html


Tuesday, April 11, 2017

VIDAS DE PIRATAS: MARINA VON KUFERSCHTEIN

Partimos del Puerto de Bayonne, Nueva Jersey, hacia el Caribe, parando en cada isla, de puerto en puerto, de barco en barco.

Muchos, en su gran mayoría, pequeños burgueses y proletarios, viajan en busca de vivir por una semana lo que el resto del año ven de lejos, atraídos por el deslumbre, la fabulosidad y extravagancia que los cruceros sugieren: cromo, laminados y brillo por doquier, en las paredes, escaleras, cuartos, salones, cafeterías, salas, techos, pasillos. Recrean las vidas de revistas.

Otros buscan alejarse de la rutina para terminar convirtiendo su viaje en nuevas rutinas: leen en las terrazas, caminan por cubiertas, se levantan y acuestan temprano, asisten a los programas culturales que el crucero ofrece, juegan en el casino.

Y hay quienes solo desean abandonar sus espacios, tanto los físicos como los existenciales, para que nuevos aires los reemplacen. No importa tanto el destino como haberse alejado y ver qué se encuentra en la marcha.

Cuando comenzó el viaje, tenía pensado escribir sobre residuos coloniales en las islas que íbamos a visitar: fuertes militares, casas antiguas, lenguajes. Una vez en el barco y en los puertos caribeños aparecen en el radar creador otros personajes, ideas, sensaciones que me llevaron donde el poema de Constantin Kavafis, Ítaca, y lo que éste sugiere sobre cada viaje, todo viaje, el viaje de todos los días, toda la vida, el viaje que nunca para.

Lo que no sugiere Kavafis: en el viaje puedes descubrir lo que has abandonado, los vacíos formados por lo dejado, los antiguos espacios que lo nuevo no rellena. Miras de lejos, recuerdas, empatas tu vida.

Durante la primera noche del viaje, una sombra cambió mis planes. Me pareció ver el reflejo de una cantante, una fugaz luz, una mujer-leyenda que vaga por los puertos del Caribe. Su nombre, Marina von Kuferschtein.

Cuentan que lleva años navegando sin rumbo por las islas, trabajando en bares de puertos, goletas, barcos de carga, pasajeros.  Dicen que hasta en yolas que navegan entre las islas que conforman el archipiélago caribeño, la han visto, transportando todo tipo de mercancía y personajes, enamorándose de marineros y capitanes, hombres y mujeres.

Alegan que desciende por parte de su padre, del pirata Roberto von Kuferschtein, y por parte de su madre, de judíos de Curazao; y que estos últimos, a su vez, descendían de la mezcla de indígenas con africanos y sefarditas.

Su incierta procedencia étnica y sus manejos de las lenguas criollas le otorgan un carácter muy particular y una etnicidad misteriosa, difícil de especificar, pero emblemática del Caribe: islas y gentes que, independientemente de la potencia mundial que las controle, generan sus propias formas de ser.

La fugaz luz se pierde por entre las máquinas tragamonedas; las que premian o castigan al jugador que pone su fe en las mismas, o hipnotizan a la señora con cara de secretaria jubilada que no para de jugar. Mientras presiona teclas, guiada por la combinación y pareo de símbolos, el semblante continuamente cambia. Horas muertas frente a las máquinas,  y al final de ese corto viaje, la tragamonedas le deja saber que se ha ganado unas cuantas monedas, o que las ha perdido todas.

Los cambios en la cara de la señora delatan su poca preocupación con ganar o perder frente a la seleccionada máquina de juegos. Lo que se busca es sentir aquello que bordea en la ansiedad, causado por la incertidumbre, la sensación que estremece el cuerpo, el qué pasará una vez todos los símbolos que se mueven en la pantalla paren de inmediato. El placer lo causa el enramado de sensaciones que recorre el cuerpo antes de saber el resultado de tan corta pero intensa experiencia. Es en ese momento muy particular que la máquina se integra al cuerpo entero. El viaje de la señora en el crucero es matizado por el camino que le ofrecen las acompañantes de su soledad: las tragamonedas.

En el trayecto, junto a las piscinas y bares al aire libre, el hombre que se acerca a otro lo saluda con cordialidad y le pregunta si se siente mejor hoy día, anda buscando entablar conversación, mitigar la soledad, reafirmar lo prometido la noche anterior. El abordado, asombrado, responde que sí, con frialdad, luego calla y casi obliga al otro a despedirse.

Quien responde, el abordado, se vira y con cara de sorprendido, molesto, le dice a una mujer, su esposa, quizás, que no sabe quién es esa persona. Puede que se hayan conocido anoche en uno de los menos frecuentados bares del crucero, donde llegan los que buscan sus iguales,  aquellos que esconden sus amores, sus deseos, el lado de su vida que los asusta, el que a veces niegan.

Los amantes clandestinos no se conocieron en los bares con pistas de baile. No fueron a practicar los pasos aprendidos en Arthur Murray, como lo hace todas las tardes la pareja de jubilados: guiados por pasos geométricos, programados, movimientos rápidos de caras, brazos, manos, de izquierda a derecha, pierna angular, pies hacia fuera, miden, bailan.

En el preciso momento en que dan la vuelta, la pareja estira los brazos, arriba, abajo, y los vuelven a subir para anunciar otro movimiento, un nuevo ángulo. Su meta, bailar por mares y barcos; bailar en cualquier lado, practicar los pasos de “ballroom dance” con su lenguaje programado, numerado.

A Marina von Kuferschtein la vi abandonar el barco en la isla donde hablar francés, holandés, inglés o cualquier lengua criolla es tan común como hablar un dialecto en cualquier pueblo: la isla de San Martín. Era ella. De lejos, en camino a unas lanchas de carga al otro lado de la bahía, se dio la vuelta, miró hacia el barco, y siguió su rumbo.

Monday, April 10, 2017

VIDAS DE PIRATAS: DOÑA FRUCTUOSA Y DON ASUNCIÓN

Doña Fructuosa fue retratada en un gran salón de algún palacio barroco en Lima, jugando un papel protagónico, junto a otras figuras situadas en primer plano, representadas a tamaño natural; una pintura realizada al óleo sobre un lienzo de grandes dimensiones; formado por tres bandas de tela cosidas verticalmente,

El punto de fuga de la composición se encuentra en un foco de luz que está cerca de un personaje que aparece al fondo abriendo una puerta -¿don Asunción del Valle de Torres?- y un espejo que refleja las imágenes de dos señores con piel color cobrizo, pelo negro y ojos oblicuos, vestidos con ropas europeas de la época. Con esta técnica el pintor consigue hacer recorrer la vista de los espectadores por toda su representación, para sugerir, de acuerdo a algunos historiadores, que lo que el cuadro suponía representar no era tanto un retrato familiar; mas bien, era una premonición de los eventos que vendrían después.

En el lado izquierdo, ángulo inferior, de la pintura se observa un lienzo recostado sobre una pared, y sobre parte del mismo, el fotógrafo del selfie añade su perfil. Dos siglos más tarde, una foto sin tocar el original lo transforma. Sin proponérselo, el pintor anónimo de principios del siglo XIX se anticipó al realismo de la fotografía; y abrió el camino para que el fotógrafo del selfie reinterpretara el cuadro; reconstruyera la historia.

"El mar revuelto, el clima borrascoso, los toscos y hoscos marinos con sus musculosos brazos, piel curtida por los azotes del viento, la sal, y el sol caribeño atemorizan a doña Fructuosa Rivera. No ha podido levantarse de su cama. salir de su camarote y relajarse durante el largo viaje entre las colonias españolas y las luisianas francesas. Su marido, el una vez pirata, y hoy, hombre de negocios ultramarinos, don Asunción del Valle de Torres, pasa sus días entre páginas de contabilidad, monedas de oro y la supervisión de los contenedores que transportan la mercancía que el avaro y codicioso vende (¿roba?) por todo el Caribe y las otras tierras americanas. Doña Fructuosa, obligada por la historia, lo sigue sin protestar, teje y mira hacia el inmenso mar que la separa del mundo para la cual fue criada."

El principio del relato, su génesis, recrea una época anterior a la del viaje en el crucero, no aparece en  el selfie del escritor tomado dos siglos más tarde en otro camarote, mucho más cómodo que el de doña Fructuosa: aire acondicionado, nevera y una despensa surtida con paté, galletitas integrales, frutas de todo tipo, licores y refrescos. Vestido a la usanza del siglo XIX: un traje de muselina que cubre el cuerpo, ajustado al torso con una amplia y pesada falda que casi toca el suelo, mangas que bajan hasta la muñeca y un cuello alto, bien alto, el escritor también mira hacia el trágico Caribe en camino a Nuevo Orleáns.

"Los caminos del Señor son muchos y variados, destinados a ser andados y escogidos por cada uno de nosotros, El Señor nos presenta las oportunidades; nosotros decidimos cuáles aprovecharemos. Esa cruz que Su Hijo escogió es la que guía la vida de una mujer cuyo destino fue entender el nuevo mundo, sus tierras y gentes. Extraña ruta  la de alguien que como yo fue criada para educar a los niños de los virreyes de la Nueva España. Decidí la libertad que ofrece una nave al encierro que significa servir durante el resto de mis días a niños faltos de higiene y modales. Y para empeorar la situación. estaba rodeada de siniestros personajes, de indios y cholos incivilizados. Secuestrada durante mi segundo viaje, decidí quedarme y no acepté que la Corona pagara por mi rescate."

El mapa de la ruta que la goleta La Última Charrúa siguió desde que salió del puerto de Colonia, Uruguay tenía marcas que indicaban dónde había anclado antes de terminar en la Nueva Orleáns, y qué clase de negocio allí se agenciaba. En cada puerto, fuese en las islas de Sotavento o en las de Barlovento, San Juan Bautista o en La Española, Jamaica, Cuba, Roatán, dejaba y cargaba todo tipo de mercancía, desde especias hasta alguno que otro ser humano, incluyendo a doña Fructuosa de Rivera. Por ella, don Asunción del Valle de Torres pagó tanto o más onzas de oro que lo que costaba un esclavo.

El óleo -expuesto como parte de la muestra de arte colonial latinoamericano en el Museo de Brooklyn- despertó la curiosidad del sujeto-fotógrafo y motivó su deseo de retratarse: un selfie, junto a la hermosa mujer, los niños y los demás personajes que la acompañaban. Una vez en el crucero, de viaje por el Caribe y el Golfo de México recreó visualmente y por escrito uno de los viajes.

La pintura estimula una sensación de profundidad espacial y de historia en ciernes, que quedan aseguradas con el escalonamiento de las figuras, los personajes reflejados en el espejo, y el misterioso hombre que abre una puerta.

El selfie añadido a la composición dos siglos más tarde convierte al espectador en un sujeto integral a la obra: observa y entra al cuadro, ocupa un punto focal que le da a la narrativa visual una continuidad histórica. Usando una cita de Foucault sobre Las Meninas de Velázquez, se ha sugerido que el selfie logró integrar y confundir el espacio real del espectador y el primer plano del cuadro, creando la ilusión de continuidad entre los dos espacios.

De ser don Asunción el que abre la puerta en el cuadro, se puede concluir que la pintura contradice los diarios y crónicas que doña Fructuosa escribió durante sus viajes, como parte de la documentación, contabilidad y registro del comercio de don Asunción por los mares americanos; obliga a preguntar: quiénes eran en realidad estos dos personajes, durante una época turbulenta, cargada de luchas independentistas en las colonias americanas.

Sunday, April 9, 2017

ARTE Y DECORACIÓN

Cuando la búsqueda del arte como expresión auntética del proceso creador está dentro del sujeto que lo explora, la decoración resulta superflua, afectada; incomoda.

Saturday, April 8, 2017

LA FÁBULA DEL LORO Y EL GALLO

Relato: Enrique, un loro uruguayo, vivió enamorado de Federico, un gallo poeta español; pero el gallo  no le hizo caso al loro, y este último, con mucho dinero y tiempo libre, lo siguió por tierra y por mar. A Federico, por ser un gallo poeta, lo mataron los gallos de pelea. El loro -sin que nadie lo viera- robó y llevó el cadáver hasta Salto, Uruguay, donde construyó un panteón para conservar y honrar los huesos y plumas de Federico. Sin faltar un día, todas las manañas, tardes y noches Enrique vuela sobre el monumento, llora, reza y le promete amor eterno a su amado Federico. 

Moraleja: Cuando un loro uruguayo se enamora de un gallo poeta español, pobre gallo, no lo van a dejar tranquilo ni después de muerto. 

TEORÍAS PARA BLOGUEROS: PSIQUIS DE AUTOR

Es un hasta cuándo durará esta relación, este escribir  texteando, tecleando, que no estudié comercio  ni taquigrafía en la superior del pueblo que siempre mira hacia el Caribe, vivir del  copiar, me auto-plagio como Borges o pretendo ser Palés sin lograr integrar texto y ritmo, tanto transferir textos, entrelazar, postear y repostear un revivir del ensayo, cuento poema crónica, silogismos, deseos, puros deseos, contar un contar qué, por dónde, hoy no, ayer, nada aparece frente a la pantalla, no rebota el gusto por jugar con ella, sus deletes cortan el cuento del cuento, la nostalgia de Kundera, de cada buscar, empatar el cuento, que no se da, hace días que no se da, en el sofá se retrata la vida, un smart phone no muy inteligente reemplaza, guía al bloguero, couch potato, teoriza sobre esa relación bloguero - blog, cognitivista o psicoanalista, un caudal de posibilidades empíricas, recogen, recrean, resisten encausadas a explicar los obscuros canales que mueven, ordenan ese común consentir, ese ir y venir en la bloguería.

Friday, April 7, 2017

HAMACAS Y GATOS HOMOAMIGABLES

En la hamaca se mecen dos hombres.

Dos gatos dan vueltas por la casa. Paran cerca de la hamaca, miran hacia arriba, suben  y bajan la cabeza al ritmo de una gota de agua que cae en un cubo que fue puesto directamente debajo de un roto en el techo de la terraza donde cuelga la hamaca. El roto lleva días, puede que hasta más tiempo, sin que lo arreglen. Los gatos toman agua del cubo, saltan sobre los cuerpos de los hombres: no tocan la hamaca, uno tras otro.

Cuando la hamaca se mueve y pasa por encima del cubo, el borde acaricia el fondillo de los dos hombres. y la gota moja sus cuerpos.

- Te quiero sin más ni menos.
- Fritz Perl le dijo a su esposa cuando se separaron: "Si te veo, bien; si no te veo, bien también".

En hamaca se mecen. En hamaca se besan. En hamaca se palpa la ira con voz firme, encajada en un pragmatismo sofocante.

-¿Has perdido peso?
- Si, he perdido peso.
-¿Por culpa mía?
-No, sigo una dieta a base de hombres que aman más su libertad que engordar mi ego.
- La felicidad no se consigue en un recetario publicado en una revista de corazones. Estoy hecho de carne y huesos.
- Yo, de barro que es moldeado por el objeto de mis deseos.

Un bolígrafo recogido en un bar no es el mejor regalo para calmar la ansiedad del que espera. Un bolígrafo volteado por los dedos sirve para darle vuelos a la angustia; apunta, dispara hacia los gatos que tratan de morder sus propios rabos.

- Nunca estuve en una bar gay que regalaran bolígrafos como recordatorios.
- Ya no regalan fósforos. Nadie fuma.
- ¿Por qué no fuiste al aeropuerto?
- Vi una película en la que muestran una escena fija. La cámara no cambia de ángulo, luz, perspectiva, distancia; quieta frente a una puerta que acaban de cerrar. Es una película japonesa. Una toma de una puerta cerrada que dura una eternidad. No recuerdo cómo se llama la película. Es japonesa.
- Tokyo Story. ¿A qué temes?
- Tu libertad es mi cárcel.

1980: Un puertorriqueño con dicción de intelectual latinoamericano, ex miembro de la internacional socialista, cuyas ideas sobre solidaridad, pobreza, discriminación, dictaduras, celos, libertad y posturas contra las guerras imperialistas no cuadran con el otro: un alemán cínico, anárquico, hijo de la pos-guerra. Hablan y se mecen.

En continuo vaivén, la hamaca zigzaguea las palabras, los fonemas, gemidos, y repite el crujido, los insoportables sonidos emitidos por la fricción de las sogas que los dos cuerpos en movimiento, envueltos en los tejidos de cáñamo, contraen y estiran.

- ¿No te afeitaste?
- No
- Ni yo.
- Vamos a rasparnos las caras con nuestras barbas.

El ruido viril del roce de una cara contra otra atrae a los dos gatos. Los ahuyenta. Regresan. Saltan sobre la hamaca.





Thursday, April 6, 2017

EL MASAJE DE LAS MANOS CON BUENOS MODALES

El escritor, vecino de los anfitriones, fue testigo junto a la visita alemana de esta lucha de clases por asuntos de los buenos modales. Solo fueron testigos porque ni al escritor ni a la alemana los impresionan los falsos protocolos.

Uno de los personajes era un proletario que se vio obligado a aprender el manejo de los buenos modales en la mesa; rígidos comportamientos que eran usados por el segundo personaje -su amante burgués, izquierdoso de salón- para continuar el control sobre el pobre venido a clase media. El ex proletario nunca pudo superar su dependencia de otros personajes y de los mecanismos que se usan para controlar a los que como él se prestan para que los dominen, incluidos qué cubierto agarro frente a qué plato.

La mano izquierda sobre la falda era una copia exacta de una de las niñas pequeño burguesas americanas que estudiaban con la muy americana Miss Prim and Proper, y para nada reflejaba la educación ni los modales que aprendían las estudiantes de la Maggie Smith en "The Prime of Miss Jean Brodie", y su muy europeo uso de los cubiertos, con ambas manos agarrando el cuchillo y tenedor. Cuando la visita alemana vio por primera vez al hombre de casi cuarenta años con aquella manito sobre la falda, preguntó - cinismo puro - si él ponía la mano allí para recoger las migajas.

Sonreír ante el comentario fue la mejor respuesta. Los incómodos movimientos de labios fueron seguidos por un postre y luego, una vez fregados los trastes, la discusión del cuento de Tennessee Williams sobre el deseo, la relaciones de clase y raciales entre un hombre blanco y un masajista negro. El cuento sirvió como principio del desenlace, el destape, la ruptura con los buenos modales. Al otro día, el proletario dio su primer paso: se negó a poner la mesa.

-Coman ustedes que yo me sirvo luego-: dijo el proletario al vecino escritor, a la visita alemana, y a su amante burgués.

El escándalo formado por la gritería, entre el amante burgués y el ex proletario por lo de comer o no juntos, sobre la visita alemana, el escritor y amigo vecino, el "yo no soy cocinero tuyo, no soy sirvienta tuya, no soy, no soy, no soy esto y aquello" terminó con la comida echada en la basura, los platos volando sobre la mesa, los reproches, los reclamos, cómo te atreves, eras un don nadie, eres, eras, eres, eras; y la visita mudándose a la casa del otro amigo gay, escritor solterón, donde se podían poner las manitos en cualquier sitio menos en ciertas áreas del cuerpo, a menos que fuese para un buen masaje de mutuo y consciente acuerdo.

Los deseos del masajista negro tennessiano y los del blanco que recibía el masaje no ofrecían otros espacios, otros caminos, otras faldas donde poner las manos excepto en los cuerpos de ellos dos mismos. La pareja burguesa-proletaria se separó. Por aquellas vueltas circulares tan extrañas que da la vida, el burgués siguió buscando novios proletarios y el proletario continuó poniendo su manito sobre la falda.

DOS FRUTAS CRIOLLAS

-Sabes a parcha, me curas la glaucoma.
-Y tú a piña, listo para una mermelada.

Wednesday, April 5, 2017

1971. PLAZAS: BRUSELAS - NUEVA YORK

Verano: El frío en Bruselas me llegaba hasta los huesos. Antes de volver a la universidad, esperaba pasar un verano de grand tour europeo, a lo chica ingenua americana protagonizada por Audrey Hepburn, y no aquel otoño en junio: gris, completamente gris. 

Los edificios del barrio donde estaba el hotel sin estrellas -un crucigrama de concreto- estaban reflejados en el antiguo e inmenso espejo del cuarto, contorneaban la imagen de mi cara y la de la telaraña en la esquina de la habitación: foto de feria, una obra surrealista abandonada a la suerte.  

Dejé los cafés de Amsterdam para ir a ver piezas de noveau trasnochado. Salgo a pasear por la gran plaza, la que con la caída de la noche cobraba su función primordial: divertir a los miles de turistas. Todos se movían al unísono, acompañaban el juego de luces que alumbraban los detalles de sus edificios. Entre los miles de espectadores se encontraban algunos que giraban sus miradas, de las paredes alumbradas por los juegos de luces a otros espectadores, sus iguales, y otros, y otros, y otros; reciprocaban, se reconocían, tasaban. 

Una vez en la plaza, mi cabeza empezó a dar vueltas, a reconocerme en alguien, enfoco en él, en otro, no, otro, vueltas, miradas, cambio la vista a las luces, el otro, del norte de la plaza al sur de la plaza, al oeste de la plaza, al este de la plaza: un ballet en cuatro por cuatro, al cuadrado.

Otoño: Semestre académico en Columbia, Nueva York. Durante la rebuscada conferencia dictada por un profesor de laso en vez de corbata y chaqueta de lana con parches de cuero en las mangas, no distingo sus palabras. Sentado en un pupitre doy vueltas por esta plaza, otras plazas, paseos, palabras, gestos, flirteos, todos, todas las plazas se juntan. 

New York, 1971

SELLOS PUERTORRIQUEÑOS

Puntualmente, a las nueve estaba en fila, esperando mi turno para que el muy diligente, bien planchado y cortés oficinista (así le llaman en PR a los burócratas: oficinistas) me atendiera. Miró detenidamente mi récord en la pantalla de su ordenador, se levantó de su escritorio y abandonó la cabina detrás de la ventana de cristal que nos separaba (a la cual pegaba mi oído, ya que, por un lado, la medio sordera de viejo y por otro, lo alto del roto en el cristal por donde nos comunicábamos no permitían que entendiese muy bien el enredo que el buen empleado me trataba de explicar). Se llegó hasta otra cabina donde imprimió mi récord, regresó, me preguntó no sé qué cosa, repasó los documentos, y me dijo que los cómputos estaban mal registrados y que tenía que pasar por las oficinas centrales de la Colecturía (nombre que precisa lo que en esa oficina hacen: colectar dinero) en otra zona de la ciudad; que llevara las copias de los documentos que me iba a entregar, que allí me arreglarán los datos, los números correspondientes al estado de mis cuentas con el gobierno de la isla de los espantos, y a pagar al Estado lo que el Estado requiere.

Una hora en una fila para terminar siendo informado que tengo que ir a otra oficina donde otro burócrata y sabrá Dios qué más me va a decir: que los datos están mal registrados, que tengo que ir a otras oficinas, esperar, a saber cuánto voy a pagar, que no deducen mis gastos en viajes y tiempo para resolver problemas que yo no he creado, que tienen teléfonos, internet, sistemas computarizados que pueden resolver todo de lejos pero que no lo hacen por cuestión de bla, bla, bla... Al ver mi cara llena de preguntas y de resignación, el muy juicioso y eficiente oficinista, mientras me preparaba y entregaba los documentos que tendría que llevar a la otra oficina colectora, me dijo, como para darme ánimo o para sentirse que me entregaba algo concreto, que le iba a poner el sellito a los documentos. Sacó una antigua máquina de sellos y, ¡prángana!, plantó en cada hoja el logo de la Colecturía.

Conforme y sumiso, en camino a la otra oficina del mismo organismo me dirijo, con mis documentos en mano, a oír sobre procedimientos y datos, sin mucha esperanza de poder resolver el problema; aunque oficializado, en cada uno de mis papeles tengo puesto el sello, que no es el mismo que me ponían cuando era joven, y con el que me sacaban del clóset. Para aquel entonces, no era el de la Colecturía el que se plantaba, era otro tipo de sello. Nada de máquinas. Se señalaba con el dedo a quien fuesen a sellar. Luego, se pasaba el mismo dedo por la lengua, se marcaba la palma de la otra mano con el dedo ensalivado, se formaba un puño con la mano del dedo ensalivado y se remataba el sello, dando con el puño sobre la palma de la mano. Era un sello que marcaba y al que muchos se referían con un, ¡Qué sello tiene!

¿Sería el sello que le planté al oficinista cuando me fijé en sus ojos -la lectura mutua-, acicalados dedos y camisita ajustada lo que lo llevó a sentirse solidario, ponerme un sello mental y luego ponerme el otro sello, el de la Colecturía?

Monday, April 3, 2017

EDUCACIÓN, DIVISIÓN Y MULTIPLICACIÓN DE LAS CLASES

El campesino quiso ser proletario, el proletario quiso ser pequeño burgués, el pequeño burgués quiso ser burgués y el burgués no tenía para donde ir (la aristocracia había sido eliminada), y se dedicó a acumular bienes; y a educar a los anteriores con lecturas y modelos tomados de Vanidades.

DIVORCIOS A MEDIAS

Pidió, exigió contundentemente el divorcio; que la casa siempre estaba a medio limpiar, la compra sin completar, el baño seguía sin jabón, los pagos de las cuentas.... el carro.... la escuela.... los impuestos... la vida siempre colgando de un hilo listo para romperse.

Le dijeron que, por ahora, no; que tenía muchas otras cosas pendientes.

Sunday, April 2, 2017

SU NOVIO EL CONTADOR

Lo descontó de su página cuadriculada
sumaba y restaba; multiplicaba y dividía.

Su novio, el contador, no sabe de números
a menos que lo mantengan "en tres y dos".

SEMANA SANTA

En Chechenia mataron
un joven menos
En Chechenia mataron
un homosexual menos
Llevaban cien hasta hoy
un Domingo de Ramos.

En Nueva York acuchillaron
un negro menos
En Alabama quemaron
un negro menos
Llevaban tantos hasta ayer
Un Sábado de Shopping Malls.

En México asesinaron
una mujer menos
En Puerto Rico asesinaron
una mujer menos
Llevaban miles hasta antier
un Viernes de Dolores.



Saturday, April 1, 2017

GAYS FABULOSOS

Se ahogan en su propia voz,
suspiran,
flotan.
Pasean su exhuberancia
sobre pasarelas de humo.
No añoran la materia.

PORQUÉ LOS HOMBRES VIEJOS PREFIEREN LOS CALZONCILLOS DE PATAS

en vez de jockeys:
- asuntos de la producción de espermatozoides
- cuán apretados o colgados están los testículos
- rascarse sin tener que darle manigueta a los "guevos"
- en caso de una conquista, mostrar lo rápido de una respuesta.