Thursday, December 29, 2011

Uñas en la Dieciocho, Santurce

Uñas, pintar uñas era lo que siempre quise hacer. Cuando se lo dije a mis padres, Troya, aquello fue Troya. Mi madre, horror; mi padre, resignado, mi abuela de infarto y mi hermano mayor se mudó de casa; mis maestros en San Ignacio, estupefactos cuando se enteraron que no iba ni a la universidad ni de grand tour por Europa. Fina, me decían mis nuevos compañeros en el Instituto de Estética y Banca, el que está por La Dieciocho en Santurce. Imagínate y que llamarle a un barrio, La Dieciocho. ¡Ay, chus! me decían en San Ignacio. Fina y porque tenía una dicción impecable y, pues, era obvio que yo era un blanquito de Guaynabo. Blanquita, of course, de rigueur, gracias. ¡Ay, chus por tener esta voz tan afeminada. ¿Qué esperaban con esta voz? ¿Que me dedicara a las humanidades en Harvard o leyes en Georgetown? Porfapliiis. Entre el ay chus de San Ignacio y el fina de la dieciocho, dame el fina como texto y figura de quien es y será el mejor artista de uñas, y esta colección de uñas artificiales lo atestiguan. Y para la belleza máxima en un set de uñas hay que ser fina. Estas pintadas de color rojo subido son parte de una colección que llamo Nefertiti, en honor a la reina egipcia, cuyo busto tuve el gusto de admirar cuando mis padres en unos de nuestros viajes, fuimos dos veces, por Uropa, Europa, así le dice la señora que limpia en casa, Uropa. Me llevaron a Berlín y allí vi su cara. No tenía uñas, pero su bien delicado y delineado rostro, su tocado de cabeza y accesorios me abrieron el apetito por la estética y mi especialidad, las uñas. Adoro las uñas. No paro de admirarlas en todas sus manifestaciones. Las que se me hace un poco difícil manejar son las de los faquires hindúes, largas y curvilíneas. No, no he pintado uñas de faquires ni pienso hacerlo. Son estas, las que componen la colección Fakir, a las que me refiero. Pintar cada recoveco de de un set de estas me toma dos o tres días. Las Nefertiti tardan menos. Sigo el modelo del antiguo Egipto y las pinto de distintos tonos de rojo subido. El otro día vino una clienta, una afro descendiente, es que ahora a la gente negra le llaman afro descendientes, y le mostré las Nefertiti. Nene, cuando vio la foto del busto de la Nefertiti y le conté la historia de la hermosa mujer me miró disgustada, como cuestionando el que le ofreciese el modelo de las uñas de una mujer negra. Tengo la leve impresión que algo en mi le molestaba; y no eran las uñitaaaas. Esa clienta llegó a mi porque es amiga, so she thinks, de una clienta muy rica. Lo que ella no sabe es que su supuesta amiga la desprecia a ella tanto o más que el desprecio que ella pueda sentir por mí. Su muy buena amiga se refiere a ella como la negra y luego añade su nombre. ¡Amigas!, ja ja. Hello, is somebody there? Al final, terminó comprando las uñas de la colección Harlem Renassaince. Estas con copias de piedritas preciosas y estas con colores sicodélicos fueron inspiradas en las uñas de la atleta… ¿Cómo se llamaba? No importa. No le dije la historia de las mismas a la supuesta amiga de su supuesta amiga, que no fuese a sentirse ofendida. Lo de Harlem Renassaince es porque en ese barrio niuyorkino comenzó la etapa más contemporánea en la historia de la pintura de uñas. Una historia maravillosa. Las antiguas egipcias se pintaban las uñas de acuerdo a su estatus social. Entre más alta su posición social en la escala que por aquel entonces ellos usaban, más subido el rojo del esmalte. La supuesta amiga de los supuesta amiga quería que yo le pegara las uñas postizas. Le dije que no, que solo pintaba obras de arte. Yo no toco dedos. Pinto uñas artificiales, and that’s it. Que se vaya donde cualquier beautician de barrio. Las clientas que me gasto de vez en cuando me sacan lo peor. Claro, mi educación en San Ignacio me permitió aprender a morderme la lengua y guardar mis garras, que bien sabes que mas que garras o uñas, pueden ser hidráulicas. Perdón, verdad es que te había dicho que pensaba crear uñas con rayitos laser. ¡Divina!

Saturday, December 24, 2011

Las Dos Titas, su Feliz Navidad y Merry Christmas to you too

- ¡Qué lindo se ve el arbolito…!
- ¿Cuál?
- El de las .....
- No me invitaron...
- ¿Qué no te invitaron?
- No.
- ¿Por qué?
- Porque no me porté bien este año, y me castigaron por no ser un nene bueno.
- ¿Y qué hiciste?
- Le llamé mentirosa a una, a otra le dije comemierda, a otro hipócrita, y al último, vividor y deshonesto.
- ¡ADM!
- ¿Y qué es eso de ADM?
- Un ¡ay, Dios mío!, traducido del OMG gringo.
- Siempre tan bilingüe funcional, as opposed to balanceado. Por eso eres estadolibrista
- Loca, plisss. ¿Quién te manda a ser tan bruto?
- La Navidad misma y lo que ésta sugiere sobre la honradez, la honestidad, el amor y el perdón incondicional, la generosidad y piedad.
- Ja, ja, ja, ja no me hagas reír que se me corre el lápiz de labio y tengo el labio partido.
- Hablando de un partido y su partido, ¿es cierto que la Yeya es del partido asimilista?
- ¡Qué sé yo!? Oye, ¿no sería porque eres bastante partido que no te invitaron?
- A saber....

Monday, December 19, 2011

Las Dos Titas

- ¡Ay, qué loca mas bitchy!
- ¿Cuál?
- La que estaba al lado tuyo.
- ¿Al lado mío?
- Sí, al lado tuyo.
- No me entero.
- Ya veo.

Friday, December 16, 2011

(Boceto) Diario de Viaje: Kavafis y Marina Kufferstein

(Boceto de la novela Jabibonuco)

Cuánto hace que partimos del puerto de Bayonne, New Jersey, todos los que en viaje al Caribe buscamos…. sabrá Dios qué. Algunos, atraídos por el deslumbre, la fabulosidad y extravagancia que los cruceros sugieren: Cromo, laminados y brillo en las paredes, escaleras, cuartos, salones, cafeterías, salas, techos y pasillos. Otros buscan alejarse de la rutina para terminar convirtiendo su viaje en nuevas rutinas: leen en las terrazas, se levantan y acuestan temprano, asisten a los programas culturales que el crucero ofrece, juegan en el casino. Los menos quieren llegar de un punto a otro: de Nueva York a San Juan. Y hay quienes, al igual que Mark Strand, solo desean abandonar sus espacios: tanto los físicos como los existenciales; a ver lo que encuentran en el camino, sin importar tanto su destino como haberse alejado.

En su poema, Ítaca, Kavafis sugiere que el destino de todo viaje es menos importante que lo que descubres en la marcha. En su camino hacia Ítaca, Kavafis no pretende ser un investigador científico que replica los estudios para comprobar su veracidad, su validez, su acercamiento a una teoría, una ley universal. Kavafis recrea la anécdota, el momento; revela los participantes, sus vivencias; reformula una verdad en la anécdota relatada, tan universal como lo es la teoría científica. La verdad poética de Kavafis es más absoluta que lo estadístico de la ciencia.

Quien recoge y recrea anécdotas no pretende descartar teorías o buscar datos particulares para comprobar la verdad. Quien recoge anécdotas cuenta historias, ilumina la condición humana sin tener que apelar a reducidos conceptos. Cuando comenzó el viaje tenía pensado escribir sobre residuos coloniales en las islas que íbamos a visitar: fuertes militares, casas antiguas, lenguajes. Una vez en el barco y en los puertos caribeños me encuentro con que aparecen en el radar creador otros personajes, ideas, sensaciones que me llevaron donde el poema de Constantin Kavafis, Ítaca, y lo que éste sugiere sobre cada viaje, todo viaje, el viaje de todos los días, toda la vida, el viaje que nunca para. Lo que no sugiere Kavafis es que en el viaje puedes descubrir lo que has abandonado, los vacios formados por lo dejado, los antiguos espacios que lo nuevo no rellena.

Durante la primera noche del viaje, una sombra cambió mis planes. Me pareció ver el reflejo de una cantante, una fugaz luz, una mujer-leyenda que vaga por los puertos del Caribe. Su nombre, Marina Kufferstein. Cuentan que lleva años navegando sin rumbo por las islas, trabajando en bares de puertos, goletas, barcos de carga, pasajeros y hasta en yolas que navegan entre las islas que conforman el archipiélago caribeño, transportando todo tipo de mercancía y personajes, enamorándose de marineros y capitanes, hombres y mujeres. Alegan que desciende del pirata Roberto Kufferstein y de judíos sefarditas de Curazao; y que estos a su vez descendían de la mezcla de indígenas con africanos y europeos. Su incierta procedencia étnica y sus manejos de las lenguas criollas le otorgan un carácter muy particular y una etnicidad misteriosa, difícil de especificar, pero emblemática del Caribe: islas y gentes que, independientemente de que potencia mundial las controle, generan sus propias formas de ser.

La fugaz luz se pierde por entre las máquinas tragamonedas: las amigas que premian o castigan al jugador que pone su fe en las mismas, las que hipnotizan a la señora con cara de secretaria jubilada. Mientras presiona teclas, guiada por la combinación y pareo de símbolos, su semblante continuamente cambia frente al ensordedor ruido que emite la máquina; le deja saber que se ha ganado unas cuantas pesetas o que las ha perdido todas. Los cambios en la cara de la señora delatan su poca preocupación con ganar o perder frente a la seleccionada máquina de juegos. Lo que se busca es sentir aquello que bordea en la ansiedad, causado por la incertidumbre, la sensación que estremece el cuerpo, el qué pasará una vez todos los símbolos que se mueven en la pantalla paren de inmediato antes de saber el resultado de tan corta pero intensa experiencia. En ese momento siente esa muy particular sensación que integra al cuerpo entero. El viaje de la señora en el crucero es matizado por su relación con las acompañantes de su soledad: las tragamonedas.

Marina fue quien una vez me socorrió en un bar de Trinidad, y quien me abandono en aquel cuarto de hotel. ¿O fue otra, otro? Que se parecía a Marina dijo el joven en el mostrador del bar donde me recogieron aquella noche. En el trayecto, Junto a las piscinas y bares al aire libre, el hombre que se acerca a otro, lo saluda con cordialidad y le pregunta si se siente mejor hoy día, anda buscando entablar conversación, mitigar la soledad o reafirmar lo prometido la noche anterior. El abordado, asombrado, responde que sí, con frialdad, luego calla y casi obliga al otro a despedirse. Quien responde, el abordado, se vira y con cara de sorprendido, molesto, le dice a una mujer, su esposa, quizás, que no sabe quién es esa persona. Puede que se hayan conocido anoche en uno de los menos frecuentados bares del crucero, donde llegan los que buscan sus iguales o aquellos que esconden sus amores, sus deseos, el lado de su vida que los asusta, que a veces niegan.

Los amantes clandestinos no se conocieron en los bares con pistas de baile. No fueron a practicar los pasos aprendidos en Arthur Murray, como lo hace la pareja de jubilados, quienes todas las tardes bailan guiados por pasos geométricos, programados, movimientos rápidos de caras, brazos, manos, de izquierda a derecha. En el preciso momento en que dan la vuelta, la pareja estira los brazos hacia afuera, arriba, abajo, y los vuelven a subir para anunciar otro movimiento, un nuevo ángulo. Su meta, bailar por mares y barcos; bailar en cualquier lado, practicar los pasos de “ballroom dance” con su lenguaje programado, numerado,

En camino a Santurce encontrarás los que juegan sus fortunas, los que aman a escondidas en las esquinas obscuras de puertos y bares, los que huyen del mundanal ruido, los que se guarecen en rincones o aquellos que en sus libros se escapan y a las cuatro se levantan para a tomar sus copas de jerez o de sauvingnon blanc, los que esperan llegar a cada puerto, cada isla; y si al llegar a Santurce no has ganado dinero, los puertos se parecen todos, no encuentras el amor buscado, no te angusties; recuerda que el jugar fue lo que buscabas y has jugado; conociste sobre el amor, y has amado; y si los cafetines han sido desplazados por los nuevas cadenas de pubs americanos y su cultura homogenizada, no desesperes, fue Santurce quien te llevó a andar el camino que a Santurce te ha llevado. Has caminado.

A Marina Kufferstein la vi abandonar el barco en la isla donde hablar francés, holandés, inglés o cualquier lengua criolla es tan común como hablar un dialecto en cualquier pueblo: la isla de San Martín. Era ella. De lejos, en camino a unas lanchas de carga al otro lado de la bahía, se dio la vuelta miró hacia el barco, y siguió caminando.

Thursday, December 15, 2011

(Boceto) Crónicas de Indios Eunucos: Jabibonuco/Segunda Crónica: Yaya: Juracán, Yukiyú y Atabey

(Boceto de la novela Jabibonuco)

Las crónicas aquí presentadas fueron encontradas en los Archivos de Indios y Eunucos en el Convento de Monjes Enclaustrados en Sevilla. Forman parte de un conjunto de crónicas que documentan las vidas de hombres europeos e indígenas que, por considerársele como seres especiales, fueron honrados con cemíes y protegidos por los caribes. Por razones de seguridad personal, el nombre del investigador que encontró y se apropió estas crónicas no será divulgado hasta tanto no se compruebe la veracidad de las mismas. Algunos de los pasajes de esta crónica fueron borrados, obligando al investigador a sugerir lo que en estos una vez se decía

Muy mi Señor mío, Marqués de Jájomebajo, si hoy le escribo estas páginas fue a sugerencias de Usted, mi más agradecido protector, y al muy diligente y anciano maestro, el Marqués de Santillana, quien arduas horas estuvo guiándome por las lenguas y letras de Usted y sus hermanos que hoy conozco, y quien quiso conocer sobre aquellos de nosotros que de otros martirios fuimos salvados. La muerte del Marqués de Bobadilla me llevó hasta hoy donde Usted y no puedo dejar de agradecer su bondad y protección.

Muchos hombres de fe han escrito las Santas Obras de su Padre y de su Hijo, el Señor Jesucristo, y otros que han puesto en palabras equivocadas las muy respetuosas obras de nuestra única Fuente de vidas, Yaya, que no ha sido con la relación entera que dello se pudiera dar, y que lo he notado particularmente en las cosas que de nuestras Fuerzas creadoras, Juracán y Yukiyú, las que nacen y regresan a la gran Fuente, he visto escritas, de las cuales, como natural de la isla de Borikén, y su madre tierra, Atabey, que fue, es siempre y será creada por ellos con sus aguas, movimientos, flores y alimentos, tengo más largas y claras noticias que la que hasta ahora los escritores han dado.

Verdad es que los hombres de fe tocan muchas cosas de las muy grandes que su Padre y su Hijo Jesucristo tuvo, pero lo que escriben sobre nuestra Fuente y sus Fuerzas son las tan cortamente que aun las muy notorias para mí (de la manera que las dicen) las entiendo mal. Por lo cual, forzado del amor natural de las aguas y los vientos, la quietud y los movimientos de las tierras, las montañas, las flores y los alimentos, las bestias que allí le habitan, las gentes de mi isla Boriken y los Jupia, que una vez fueron, me ofrecí al trabajo de escribir esta carta, donde clara y distintamente se verán cómo vivimos y ofrecemos gracias a nuestra Fuente por la continua creación de nuestras tierras, y las vidas de nuestras buenas y nobles gentes, las cosas que en Boriken había antes de que mi muy amado y bien recordado Marques de Bobadilla allí encontrase.

En todo lo demás que de aquellos indios en la isla de Boriken se puede decir por los señores y hombres de fe que la tocaron en parte o en todo; que mi intención no es contradecirles, sino servirles de comento, de intérprete en muchos vocablos y costumbres, que, como extranjeros en aquella lengua, interpretaron fuera de la propiedad de ella, según que largamente se verá en el discurso de la historia, la cual ofrezco a la piedad del que la leyere.

Viviendo o muriendo aquellas gentes Araguacu, llegados en yolas de islas más grandes a la isla de Borikén, muchos tiempos atrás de la manera que hemos oído y contado, y recordado en nuestros cemíes, permitió nuestro Yaya que dellos mismos saliese el conocimiento que les diese alguna noticia de la ley natural y respetos que los hombres debían tenerse unos a otros, y que los descendientes de aquellos Araguacu, procediendo de bien en mejor cultivasen aquellas tierras, y a sus hombres, haciéndoles capaces de razón. Después de haber dado muchas trazas y tomado muchos caminos para entrar a dar cuenta del origen y principio de los Araguacu que fueron, son y serán, me pareció que la mejor traza y el camino más fácil y llano era contar lo que en oí muchas veces acerca de este origen y principio, porque todo lo que por otras vías se dice de Yaya viene a reducirse en lo mismo que nosotros diremos, y será mejor que se sepa por las propias palabras que un Araguacu lo cuente que no por las de otros autores extraños.

Nuestra gran Fuente, Yaya, envía sus Fuerzas que ayudan a Atabey a crear las tierras, labrar sus bateyes, cultivar las plantas, los frutos como hombres racionales y no como bestias, y les pide que fuesen por do quisiesen y, doquiera que parasen a comer o a dormir, procurasen agradecer y recordar en sus cemíes las vidas de ahora y de siempre, y que a Juracán y Yukiyú, bailasen y tirasen sus flores y granos para ayudarles y agradecer los alimentos y nuevas vidas que las Fuerzas nos llevaban y traían. Viendo los grandes vientos que arropaban y cambiaban estas tierras suyas, mi gran protector, corrí a agradecerle a Juracán y darle las flores, frutos y semillas paras que a otras tierras y en otros momentos allí se cultivasen.

Mi falta de ropas y bailes era llenos de gozo y no ofensa a sus otros siervos y amigos, menos a sus hombres de fe, su Jesucristo y Dios amado.
Pero conforme a nuestra lengua, como atrás hemos dicho y diremos de la mucha significación que los Araguacu encierran en sola una palabra, Juracán, nos pide que demos gracias y ofrezcamos algo al que hace llevar estas flores, estos frutos, dándonos alimentos y vigor para vivir los que acá y allá vivíamos y los que en nuestros cemíes siguen viviendo, Entendemos los Araguacu, con lumbre natural, que se debían dar gracias y hacer alguna ofrenda al Yaya, por habernos ayudado en aquel alimento y nacer de nuevo Atabey.

De este calabozo escribo estas frasis, mi bien amado protector, en espera de aquello que dicen es la quema en la hoguera por haber servido al mal espíritu, su diablo. Cuán lejos, cuánto tiempo hace que me llegué hasta sus tierras, cuán mal fue entendido lo que pedía y sentía con mis flores, frutos y semillas a los vientos de Juracán. Mi querido protector, lejos de mi Boriken, no he sido entendido por sus sacerdotes y reyes.

En espera, en este frio aposento de la quema en la hoguera, su servidor, Jabibonuco

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Primera crónica: La Huida

La Enagua, nombre con el que bautizamos la inmensa yola, zarpó a la medianoche y después de navegar por la bahía mas exuberante que hombre haya visto alejándonos de las costas de la ysla que los nativos llaman Boriken, avistamos una goleta que nos venía siguiendo. Jabibonuco y Don Diego de Sotomayor apresurósense a apagar el burén que calentaba el casabe que habiéndonos Guanina preparado antes de partir de la ysla, era el único sustento con el cual navegaríamos toda la noche hasta avistar la primera ysla de los Caribes. Jabibonuco conocía la ruta, el valiente y leal compañero dedicábase a ayudar en la huida a los eunucos taínos y sus algunos amantes peninsulares. Érase Jabibonuco antiguo eunuco de Guanina y llevase a este servidor y su fiel enamorado hasta la ysla de los Caribes donde aposentan los amantes perseguidos por el Santo Obispo y su excelencia don Juan Ponce de León.

Las luces de las fogatas de los bateyes en los yucayeques caribes alumbrábasen las costas de las islas donde estos fuertes y altivos guerreros recibían a los que Ponce de León y el Obispo de Indias perseguían. En la madrugada cuando la yola fue avistada por las yolas de los caribes les seguimos hasta la bahía la más grande de las islas donde viven tan amables y libres gentes, las fogatas señalaban el camino hacia los yucayeques donde todas estas universas e infinitas gentes a todo género crió Dios los más simples, sin dobleces, sin rencillas ni bullicios, no rijosos, no querulosos, sin rencores, sin odios, sin desear venganzas a menos que se les ataque sin aviso. Son también gentes paupérrimas y que menos poseen ni quieren poseer de bienes temporales; e por esto no soberbias, no ambiciosas, no codiciosas. Su comida es tal, que la de los sanctos padres en el desierto no parece haber sido más estrecha ni menos deleitosa ni pobre. Sus vestidos, comúnmente, son en cueros, cubiertas sus vergüenzas, e cuando mucho cúbrense con una manta de algodón, que será como vara y media o dos varas de lienzo en cuadra. Sus camas son encima de una estera, e cuando mucho, duermen en unas como redes colgadas aquellos llaman hamacas.

A las seis horas llegamos aquí a la ysla. A ver la ysla; que si las otras ya vistas son muy hermosas y verdes y fértiles, ésta es mucho más y de grandes arboledos y muy verdes. Aquí es unas grandes lagunas, y sobre ellas y a la rueda es el arboledo en maravilla, y aquí y en toda la ysla son todos verdes y las hierbas como el abril en Andalucía; y el cantar de los pajaritos que parece que el hombre nunca se quería partir de aquí, y las manadas de los papagayos que oscurecen el sol; y aves y pajaritos de tantas maneras y tan diversas que es una maravilla. Y después hay árboles de mil maneras y todos dan de su manera fruto, y todos huelen que es maravilla, que yo estoy el más penado del mundo de no los conocer porque soy bien cierto que todos son cosa de valía y de ellos traigo la demuestra, y asimismo de las hierbas. Andando así en cerco de una de estas lagunas, vi una sierpe, la cual matamos. Ella como nos vio se echó en la laguna, nos le seguimos dentro, porque no era muy honda, hasta que con lanzas la matamos; es de siete palmos en largo; creo que de estas semejantes hay aquí en estas lagunas muchas.

De la bahía hacia el yucayeque por el camino del rio éranse unas dos leguas a caminar a las casas que dellos habitan y por estas tierras llaman bohíos. Después se llegaron a nos unos hombres de ellos, y uno se llegó aquí. Yo di unos cascabeles y unas cuentecillas de vidrio y quedó muy contento y muy alegre; y porque la amistad creciese más y los requiriese algo, le hice pedir agua. Estaban todos desnudos y en parejas abrazándose unos a otros como si fuesen mujer e hombre en mandato cristiano, que después de bien mirado todo lo que aquí he dicho, que no es toda burla lo que escribo acerca de lo acaecido en la ysla de los caribes donde iban a vivir los eunucos y sus aparejados, torne a proseguir mi relación, porque la verdadera política y agraciado componer es decir verdad en lo que he escrito. Conviene constatar aquí que la versión de Fray Abad es de igual modo una falsificación, pero lo que nos interesa es lo que narra y cómo lo narra.

La Goleta que nos seguía entró por otra bahía tomándonos de sorpresa, y matando a todos los hombres que allí se encontraban, y bajo los ruegos de mi persona, explicándole que Jabibonuco era nuestro más fiel sirviente e inocente creyente y quien me serviría por mucho tiempo, el Capitán Don Francisco de Zapatero y Aznar le perdonó la vida al enterarse que Jabibonuco quien lloraba desconsoladamente al ver a su más querida pareja don Diego de Sotomayor ser quemado en una hoguera junto a los demás hombres que aquella ysla poblaban, era ser querido de Guanina, hermana de Agueybaná y útil en la toma de las tierras del norte de la ysla de Boriken,
Esta relación general que Yo Marques de Bobadilla hago para le ynformar a nuestro representante en la tierra el Obispo de la isla de Saint Joan y a los señores de su Real Consejo de Yndias de las cosas subçedidas e la da ysla de los caribes dende que por el mandato partí a conocer y atestigua las sobre cómo vivían los indios en pareja con los hombres cristianos della tan diabólica ysla, y en agradecer por permitir que mi fiel criado Jabibonuco viaje con este servidor hasta el Puerto de Cádiz.

Saturday, December 10, 2011

Calle Canals, Santurce

Me jubilé. Qué felicidad el no tener que levantarse todas las mañanas, obligado por el ir y venir del trabajo. Quizás las tres cuadras que conforman la Calle Canals se acortan, las puedo caminar con más liviandad, y la insoportable levedad del ser no retrasa mi andar. La Calle Canals convierte el ir y venir en un círculo concéntrico, y lo reduce al punto donde nos encontramos todos y todo en mí.

La Canals es mi aleph.

Señora no estacione su monstruosa todo terreno en la acera. Todo el mundo lo hace: la mitad del carro sobre la acera y la otra sobre la Canals. Señora, si no hace mudanzas ni entrega equipos enormes, cómprese un Volkswagen. Señora, usted es la culpable de todas mis angustias y todos mis pesares. Usted llegó a mi vida, comprenda de una vez que la edad dorada no permite ir y venir dando vueltas sobre uno mismo y sobre sus carrozas blindadas. La Canals graba los pasos y recrea todas las huellas en un solo paso.

Es mi bolero.

El caminar está medido por la intención del andante y no por la distancia entres los dos polos que le dan principio y fin al trecho andado. Las aceras secuestradas por los carros, los comercios con anuncios en lenguas no habladas por los caminantes de la Canals, las alcantarillas desbordadas de aguas negras y los hoyos en la calle dejan de ser molestias matutinas para convertirse en una gran obra de arte conceptual.

Mi viaje, mi eterno viaje.

No tendré que medir el tiempo y disfrutaré del aroma de cada una de las rosas del jardín que está frente a la casa donde vive la pintora que nunca se le ve rociando sus flores, comprenderé la necesidad del octogenario dueño del puesto de verduras en la plaza de mercado de trabajar doce horas diarias, entenderé la vida de aquellos hombres que viven en matrimonio, la compararé con esta vida de solterón jubilado, estudiaré los detalles arquitectónicos estilo arte decorativo criollo - por fin puedo pronunciar su nombre – de cada una de las casas de mi querida calle.

La Canals es mi Ítaca.

¿Cuánto hace que tomé por última vez el autobús número dos de la vilipendiada Autoridad de Autobuses Metropolitanos?, nombre con rasgos fascistas, pobre reflejo del anarquismo que la caracteriza. ¿Qué pasó con el bus que se supone pasara a las ocho? Voy a llegar tarde. ¿Qué más dije? El chofer me mira con ojos de “y a mí qué”, pasa de largo cada vez que me ve en la parada número veinte. Mejor tomar el autobús que pasa a las siete, desayunar en la fonda del árabe y leer el folletín con ínfulas de periódico que nos alumbra cada nuevo día.

Regresar no consigue satisfacer los deseos de revivir lo que una vez fue sentido. Las tardes en el balcón en espera de las noticias de las nueve, la noche es para los jóvenes. ¿Cuánto hace que la tatuada muchacha estira sus piernas, alza sus brazos en perpetua oración?: yoga en el techo de la casa de apartamentos que queda directamente frente a la casa de la señora que alquila cuartos a inmigrantes dominicanos. Ella hace ejercicios de yoga; yo sólo observo. El chofer es otro, las rosas de la vecina se han marchitado, el bar de la esquina no toca música de bachata. Ni el autobús, ni la parada, ni la oficina de la pensión recuerdan.

Regresar revienta las imágenes de escenas pastorales, obliga a desmantelar esquemas y cambiar de cara ante los dos “Ghetto Brothers” en la parte de atrás del bus, molestos por no haber ganado el premio como los mejores intérpretes de música urbana. El regresar a la Canals en busca de sensaciones conocidas abre un vacio donde todos caben y no llenan. Cuando en una época no podía salir de noche, hoy floto por la calle a cualquier hora.

Decoración corporal llena de tatuajes, gafas de aviador, aretes, cejas delineadas por pincel de peluquera rubia oxigenada, a los compas de unos tambores que bloqueaban el ruido de las avenidas, centraban la atención en los dos cuerpos-grafiti ambulantes, pizarras humanas. Bajen el volumen de su radio fue seguido sin interrupción alguna por la muestra de la pistola.

La Canals es Tarantino.

La Canals huele a cloacas, a la podredumbre del trópico, a los olores que salen de las casas con sus puertas y ventanas siempre abiertas, ante el continuo calor, y por ser todos parte de la vida del otro. Olor disperso obliga a cada uno de sus habitantes a expresar su disgusto o gusto (a saber) por los gases que inundan la calle.

Calle, contadora de historias, resumes las vidas del panameño remendador de zapatos o el colombiano que vende palabras silbadas, el cubano que no tenía suficiente espacio para poder almacenar todo lo que su historia poseía, el chino que los reemplazó con un supermercado de ilusiones y fantasías, el árabe de nombre, Fouad, reducido a un simple y sencillo don Fua.

El volver es tratar de revivir lo pasado, los recuerdos siguen, la computadora no encontró rastros de mi acta de nacimiento y me deja a la merced de los burócratas para poder recibir mi pensión. No existo. ¿Por dónde estará el pordiosero a quien le regalaba las monedas?, y él, en cambio, me regalaba una sonrisa de agradecimiento. Te habrás mudado conmigo a otros planos, rehabilitado, transformado, para estar concentrado en tu más puro ser sin necesidad de pedir ni sonreír.

La Canals fue tu tango.

Las farolas no alumbran. Por los balcones, salas, aceras, comercios, alcantarillas desbordadas vuelan mis cenizas.

La Canals, mi tumba.

Friday, December 9, 2011

Cielos sobre Santurce con Café Puya






Una paloma turca anuncia el


despertar, el que mejor se siente tierra adentro, un lei lo lai jíbaro y una taza de café San Pedro (suave y aromático con destellos de un dulce en la uva, activados por un ligero tueste) en mi balcón, me embelesan frente a las luces sobre Santurce, y las brisas, la agradable frescura de la madrugada. Colado y cargado, el café puya.

Sellos

Puntualmente, a las nueve estaba en fila, esperando mi turno para que el muy diligente, bien planchado y cortés oficinista (así le llaman en PR a los burócratas: oficinistas) me atendiera. Miró detenidamente mi récord en la pantalla de su ordenador, se levantó de su escritorio y abandonó la cabina detrás de la ventana de cristal que nos separaba (a la cual pegaba mi oído, ya que, por un lado, la medio sordera de viejo y por otro, lo alto del roto en el cristal por donde nos comunicábamos no permitían que entendiese muy bien el enredo que el buen empleado me trataba de explicar). Se llegó hasta otra cabina donde imprimió mi récord, regresó, me preguntó no sé qué cosa, repasó los documentos, y me dijo que los cómputos estaban mal registrados y que tenía que pasar por las oficinas centrales de la Colecturía (nombre que precisa lo que en esa oficina hacen: colectar dinero) en otra zona de la ciudad; que llevara las copias de los documentos que me iba a entregar, que allí me arreglarán los datos, los números correspondientes al estado de mis cuentas con el gobierno de la isla de los espantos, y a pagar al estado lo que el estado requiere.

Una hora en una fila para terminar siendo informado que tengo que ir a otra oficina donde otro burócrata y sabrá Dios qué más me va a decir: que los datos están mal registrados, que tengo que ir a otras oficinas, esperar, a saber cuánto voy a pagar, que no deducen mis gastos en viajes y tiempo para resolver problemas que yo no he creado, que tienen teléfonos, internet, sistemas computarizados que pueden resolver todo de lejos pero que no lo hacen por cuestión de bla, bla, bla... Al ver mi cara llena de preguntas y de resignación, el muy juicioso y eficiente oficinista, mientras me preparaba y entregaba los documentos que tendría que llevar a la otra oficina colectora, me dijo, como para darme ánimo o para sentirse que me entregaba algo concreto, que le iba a poner el sellito a los documentos. Sacó una antigua máquina de sellos y, ¡prángana!, plantó en cada hoja el logo de la Colecturía.

Conforme y sumiso, en camino a la otra oficina del mismo organismo me dirijo, con mis documentos en mano, a oír sobre procedimientos y datos, sin mucha esperanza de poder resolver el problema; aunque oficializado, en cada uno de mis papeles tengo puesto el sello, que no es el mismo que me ponían cuando era joven, y con el que me sacaban del closet. Para aquel entonces, no era el de la Colecturía el que se plantaba, era otro tipo de sello. Nada de máquinas. Se señalaba con el dedo a quien fuesen a sellar. Luego, se pasaba el mismo dedo por la lengua, se marcaba la palma de la otra mano con el dedo ensalivado, se formaba un puño con la mano del dedo ensalivado y se remataba el sello, dando con el puño sobre la palma de la mano. Era un sello que marcaba y al que muchos se referían con un, ¡Qué sello tiene!

¿Sería el sello que le planté al oficinista cuando me fijé en sus acicalados dedos y camisita ajustada lo que le llevó a sentirse solidario, ponerme un sello mental y luego ponerme el otro sello, el de la Colecturía?

Saturday, October 8, 2011

Octubre

El relato me centró una vez más. ¿Cuántas veces lo he leído durante esta temporada? Recuerdo los pasos en camino al bosque, los repito, sonrío. En octubre las hojas son mucho más anaranjadas y amarillas, hoy se ven menos brillantes.Octubre trae mucho más que el otoño.

- La memoria tiene etapas; el placer del recuerdo aumenta con el tiempo, las estaciones, la edad. ¿De qué hablo? En octubre siempre me llega la nostalgia. ¿Por qué hablo de ecología y colores, cuando sólo los estados de ánimo me interesan?

Las ideas se intercalan y forman telarañas lingüísticas me dijo el, valga la redundancia, el lingüista.

- De ti y de mí hablo, de nuestros estados de ánimo. Me repito. ¿Por qué me repito todo el tiempo? La edad nos lleva a repetirnos, a reafirmar nuestra memoria, a recalcar nuestra existencia.

Los pasos se van haciendo lentos, muy lentos.

- En octubre camino hacia el bosque que queda al norte de la casa, del pueblo, la provincia, el país, el continente. Quebec es lo más norte del norte. Al sur de la casa están las fincas de maíz, Montreal, Nueva York, Santurce, la barbarie. Mis pasos los sigue el camino que voy dejando, la ventana de la habitación en el ático que mira hacia el norte, hacia el bosque, y las huellas en las hojas secas, trituradas. Pinos y matorrales me reciben, luces entrecortadas por las ramas y colores me alumbran el camino.

- No hay osos en este bosque. No hay lobos en este bosque. Ruidos de hojas, al caer, responden. Oigo ecos.

El bosque me llama por las tardes, todas las tardes de octubre. Me aleja de los vaivenes y palabras quebequenses de mi familia adoptiva. Ellos me adoptaron a mí y yo a ellos. Me ven caminar hacia el bosque y les cambia el semblante, les da miedo. Las pasiones de familia, de niños asertivos, de padres directos y amorosos, gritones a veces, a veces susurran, son reemplazadas por el silencio. El bosque me arropa, me devuelve al útero para comenzar de nuevo. El bosque me cuida,

- Be careful, Yerardo.

Qué difícil se le hace a los franceses y quebequenses pronunciar ese fonema. Mi nombre es Gerardo, les grito, repito el ge y sonríen. Me contestan en francés. Para los quebequenses, al igual que todas las culturas que viven en dos lenguas, el cambio de una a otra nunca es completamente puro; esto es, de haber pureza en los idiomas. No la hay. Tampoco en el bosque ni en las familias o el individuo. Con la mía en Quebec, mis impurezas no son motivo de miedo. Jugar con sus hijos, llevarlos a comer no los lleva a verme como un depredador. Cuan distinto a algunos miembros de mi familia biológica. Tan bíblicos y tan poco cristianos.

- La luz de octubre es pálida, y pálidos son los colores, alumbra el camino, lo baña con rosados y celestes; se filtra a través de las ramas, unas frondosas y otras anunciando su otoño, mi otoño. El terreno mojado, el aire con sus canicas de vapor flotante, los colores me envuelven, me integran. Camino lentamente hacia un claro, allí descanso, y regreso.

- Be careful, Yerardo, los oigo decir.

A sonreír todos.

Saturday, October 1, 2011

Freire, los Patos y las Putas

Mira, yo soy gay y entiendo lo que es sufrir y ser discriminado, pero es que esos niños no hablan muy bien; tengo que corregirlos todo el tiempo. No sé cómo van a triunfar en la vida con ese acento y ese vocabulario. No es que yo sea prejuiciado. Soy hasta medio socialista, y fui miembro de una banda de punk rock, pelo verde, recorte mohicano. Siempre estuve activo en los movimientos de la contra cultura. La mamá de ese nene tiene cara de prostituta, las uñas más decoradas que un palacio rococó, el pelo de todos colores. Y como hablan, nada de agradable. Con ese modelo de comportamiento, qué se puede esperar de ellos. El papá, si no me equivoco, es medio maricón, pues me da la impresión de que también se acuesta con hombres. Supongo, para que le paguen. Sí, yo soy gay pero vivo una vida convencional con mi pareja. Qué vida es esa para un niño. No, una cosa es criticar la cultura y otra es vivir como viven ellos. Yo ni los saludo cuando vienen por aquí. La ira que me causa verlos es reflejo de lo que yo creo. El otro día, el nene me trajo una foto de su cumpleaños donde estaban el papá, la mamá y los demás hijos; y que para que se la mostrara a los otros nenes en la clase. Te imaginas y que mostrarle esa foto a la clase. Le sonreí, con la carita de buenazo que puedo poner. Me puse bien pasivo-agresivo. Me conoces. Toda mi cara de simpatía programada. Luego la muestro, le dije. Guardé la foto, me hice el olvidadizo y seguí con la clase. Horrible, la clase. No pueden pronunciar las erres, las eses. Es que no quieren aprender, con ese mundo en el que viven, qué se puede esperar. Cuando yo era punk nos pasábamos fumando mariguana todo el tiempo. No, ya no fumo, me hace daño el humo. Ahora gasto el dinero en mis Lladró. Bellas las Lladró. Mi placer, mi nuevo vicio. Gasto miles de dólares en las mismas. En algo me tengo que entretener. No, el nene no es problemático, es tranquilo, hace las asignaciones pero sigue con ese hablar. Qué se puede esperar de ese ambiente. A Freire lo leí en una clase de teoría sobre la educación bilingüe. No le puedo asignar una buena calificación mientras no pronuncie como es debido. Los papás vienen a la escuela, de nada sirve, no entienden lo que se espera de ellos ya que siguen hablándole con ese acentito. Son de esa gente que si les sirves vino le echan hielo y no les importa tomárselo en vasos de plástico. Horror. Son el mal gusto personalizado. Yo viví en una comuna. Es que esas teorías de Freire suenan muy bien en el papel, mas no trates de llevarlas a cabo con esa gentuza. No aprenden. Qué se puede esperar del mundo en que viven. Ayer firmé una petición para que mi representante en el senado vote a favor del matrimonio entre homosexuales. Es hora de que nos podamos casar y vivir en paz. Bastante discriminación hemos tolerado. En la foto se veían felices. El pastel de cumpleaños parecía una tortita de calabaza. No dudo que la crema que le pusieron por encima fue preparada con manteca Crisco. Yo, hasta nombre le puse a la foto: Los Nenes y las Putas.

Thursday, September 29, 2011

Un Jíbaro en África


Don Juan Carlos, emperador de Las Antillas, dueño y señor de la mulatería, la negrada, el mestizaje,  los pocos aindiados que quedan, y de todas las demás razas puras de estas islas, patrimonio cultural de la tierra es lo único que recuerdo del discurso que dio quien me acompañaba y me introducía a un público que no tenia caras, en el sueño que tuve anoche. (Solo yo sueño con ser emperador de Las Antillas.) Ni Carpentier con sus delirios de grandeza lingüística, machista, soñó con ser emperador; soñó emperadores y con “wannabes” de emperadores, pero no ser emperador.



Mis sueños concuerdan muy bien con la evolución de mi personalidad. No es que quiera ser emperador.



Cual escultura griega esculpida por los mejores cinceles de su época, he trabajado esta personalidad con los más avanzados recursos del siglo veinte; hecha a imagen y semejanza de las clases medias internacionales. No se puede contradecir el hecho que si la Grecia clásica dictaminó lo que debía ser un ser - valga la concordancia de la redundancia, la África ancestral sentó las bases para un estar. (Te das cuenta como "me boto" con el idioma.) Tanto concordar me lleva al deseo de armonía que tanto busco, y que si no hubiese sido porque me vi obligado a dejar mis planes de hacerme modisto y mudarme a Nueva York, quizás no lo hubiese emprendido.



Mi mudanza a Harlem me confirmó los deseos de conocer al África. Claro, primero fui a Egipto y luego al África occidental. En Alejandría compré unos espejos pequeñísimos, preciosos, cuyos marcos tenían escritas unas oraciones. Mi sorpresa fue tal, al enterarme que eran traducciones al griego clásico de textos de Jorge Luis Borges, que quedé anonadado (palabra aprendida de gays argentinos.) Cual joyas guardadas por Indiana Jones me los llevé a la tierra de los Yorubas, donde terminaba mi tour y donde se rompieron los espejos. ¿Mal agüero?



El clima provoca y África central tiene el mismo clima del Caribe; ese clima caliente donde nos criamos. A nuestros padres nunca les provocó la costa, ese clima caliente, las veinte y cuatro horas del día los desanimaba. Nuestros padres eran de las frescas y brumosas montañas de Jájome, del Caribe montañoso. Jíbaros, gente en una isla que no usaba el mar, gente que disfrutaba de la frescura de la tarde y sembraban la tierra. Nunca se integraron al nuevo entorno. Yo no, yo siempre me sentí más urbano.



Al mudarse nuestros padres a la costa, tuvimos un entorno distinto al de ellos, más moderno, más desahogado con la cultura, más a tono con el milieu afroantillano. Nuestros padres oían cuatros y cantaban décimas. Nosotros bailábamos salsa y música afro-antillana. Por eso, el año pasado, me fui a África. (Es que también soy muy trendy, y en Nueva York es de rigueur ir de paseo al África, y hasta adoptar niños.)



En África, la religión fue lo más difícil de entender. Ni mis conocimientos sobre las teorías de la evolución me desemborujaron (acabo de descubrir que este vocablo lo heredamos de los Canarios, borderline africanos) los signos a los que me enfrentó la religión en el continente madre. (Si tenemos madre patria, pues tenemos continente madre.) Yo sé que mi desarrollo es inevitable. Ahora, este desarrollo no ha sido orgánico, ha sido forzado. También, lo sé. La religión también se desarrolla, también lo sé, pero en África, ambos chocamos.



Mi etapa (aquella donde estaba, como resultado del viaje al África estoy en otra estapa) y los signos de la religión en África no concordaban, provocándome un desconcierto, un estado de desequilibrio Piagetiano. (Ves que cito y cito) Bien pesado que fue este sentimiento de desequilibrio, pero fue bonito lograr la transformación de esos sentimientos durante el desconcierto que causaron los signos de la religión en África, que no son los mismos signos de la religión con la cual yo me crié en mi pueblo, y mucho menos los signos religiosos de los jibaros en Jájome.



Ese pueblo que mira hacia el sur, el Caribe, no es África, a pesar de lo africano que puede ser, especialmente en cuestiones religiosas. A ese pueblo que siempre mira hacia las otras islas, lo conocí mejor en África. Ese pueblo por donde se paseaba Tembandumba de la Quimbambas, ese pueblo de donde salió una de nuestras cantantes nacionales. (Esa muy atrevida nena, durante una celebración de la cultura puertorriqueña en Nueva York, habló de nuestra herencia hispánica; cuando ella era más prieta que el fondo de un caldero.) De todas maneras, ¿qué tiene que ver lo prieto con la conciencia y los signos mal entendidos?




Monday, September 19, 2011

Tuntún de Patulecos y Heterolecos

“El que se pica es porque ají come.” (Ñañi la de Yeyita)

“Con cacareo de maraca
Y sordo gruñido de gongo,
El telón isleño destaca
Una aristocracia macaca
A base de funche y mondongo.” *

Cuentan las leyendas de Santa Rita de Rio Piedras, que un ex presidente de la universidad tenia fama, lo acusaban de ser patuleco. No por ser la loca descarriada, que suelta plumas por aquí y por allá; por dar grandes fiestas donde se servían manjares y vinos exquisitos a muy importantes dignatarios y cocorocos. Quienes lo acusaban por ser tremendo miembro de la fauna eran los lideres de tal o cual organización sindical, política, representantes de las grandes masas populares. Ese pueblo, compuesto por todos y todas, menos los patulecos; que a esos se les puede ofender.

“Calabó y bambú, bambú y calabó”.*

Un joven sudamericano, procedente de un país andino, es tratado en San Juan con esa cortesía que los puertorriqueños conocen como, “con distancia y categoría”. El joven, miembro de las clases pudientes en su país y acostumbrado a que se le oiga y atienda sin miramientos cuando entra a cualquier oficina, negocio o centro de servicio, no entiende porque no es recibido por los que él considera como colonizados con la pleitesía que su status se merece.

“El gran cocoroco dice tocotó, la gran cocoroca dice tocotá”.*

Un elegante y bien parecido joven, criado en el seno de una familia al borde del proletariado, progresista y defensor de los derechos civiles, quien también gusta de los hombres maduros, los buenos restaurantes, la opera, el ballet y caculear socialmente, es regañado por su nueva pareja: un hombre gay de la tercera edad, perteneciente a los altos círculos sociales y económicos de la isla de los encantos. El regaño lleva al joven a cuestionar todo su andamio y escala de valores. El porqué del regaño: por saludar y hablar con familiaridad con uno de los camareros en una fonda de San Juan.

“El cerdo en el fango gruñe: pru-pru-prú. El sapo en la charca sueña: cro-cro-cró”.*

*Luis Pales Matos. Tuntún de Pasa y Grifería.

Sunday, September 18, 2011

Las Ventanas de Harlem

Desde la misma y bien curada esquina del sofá, con la espalda hacia la sala y la cara fija en la ventana que se abre a Nueva York, el Harlem pasea a las chicas entaconadas, vestidas para caminar por cualquier boulevard que atraviese el inmenso barrio, ancho y movido por una compleja red de relaciones, kioscos, tenderetes: lo que decida vender el bazar africano junto al bodeguero dominicano y sus productos tropicales, o el jamaiquino con sus patties rellenitos e infladitos a lo rasta; el cordero de los árabes de Broadway y la 125, ese delicioso y mágico arroz con canela, a precios módicos, comer requetebién sin tener que bajar a las estafas de downtown, mientras el California Dreaming es anunciada por la más neoyorkina de las emisoras retro, los Mamas and the Papas siguen vivos, y Marvin Gaye es acompañado por el grito boricua, “¡ueepa!”; antes y después de alguna mudanza a otra ventana en una sala con vista sobre las azoteas, techos, escaleras y otras ventanas y otras llenas de caras fijas en los patios interiores de los edificios, los momentos de la historia de cada cuadra, calle, barrio en Nueva York y su grandioso Harlem; el que pasea a las chicas entaconadas en busca de una mirada, un helado en la esquina o el mar de espejos en cada ángulo del Harlem de todos nosotros.

Monday, September 12, 2011

Fabulozzas, Missólogos and LaTogne












“Cuando la conciencia es ligera, el ego se apodera; en conciencias más complejas el ego también se apodera.” Cuqui Bernardini, Miss Guaynabo Forever

OMG (Oh my God in the language of techies) tonite is the night, the night that every self respecting misiólogo expects with ansias locas, the night when them all, “the most of the mostest” (very Rican gay expression that was fashionable around the late sixties among the faab and fast who used to hang out in the Bon Soir, the notorious dancing bar in Eight and Sixth Avenue), when they parade themselves with that very unique walk: left hip leads the way as the left foot is stepped in front, followed by the right foot, immediately placed behind the left one while the face is lightly turned to the right with a perennial smile, slowly, graciously moving their arms like waves in the Caribbean sea. It is the night when in the company of friends who form part of their inner circle and are often part time missólogos*, even gay men who otherwise dedicate themselves to more accepted forms of literary or artistic beauty (many of them would not talk publicly about it among heteros), will find something to say about the latest beauty queen. Sometimes in appreciation, sometimes sarcastically, but something will be said. In the search for beauty gay men can transcend the limits of political or intellectual correctness.

There are few or no possibilities of finding a gay man who does not know someone involved in the world of fashionistas, hair dressers, decorators or those who love to talk about Galliano, Saint Laurent, Channel or the current beauty queen. In Latin America, the latter are called missólogos: men who follow fashion models, beauty contests, their lives, failings and successes, change of careers, who they marry or date, and how they compare with previous ones or the ones to come. Web sites, magazines, study groups, clans and rivalries characterize the world of the misiólogos They have their own dialect and ways to describe their objects of study, their desires.

Fabulozzas (In order to meet Rican missólogo gay sensibility the phoneme for the letter z must be pronounced like the English sound used by some North Americans when they say a word like Jezzus; never like the Castilian version of the zeta, much less the Latin American one). Fabulozzas is how LaTogne (nom de plume used by a particular inner circle of friends when referring to one of the few missólogos in their coterie, and his real name shall be kept a secret since he is an accomplished engineer who is also well known among the followers of classical music in San Juan) and how his net of inter-American group of missólogos describe the women who spend their youth pursuing physical beauty while planning other goals. Goals which can be as varied as the students of beauty queens who follow them, and as strict as their unique walk: left hip, followed by right foot, perennial smiles.

If you hang out with gay men there will always be at least one who loves them, adores them, and find in their shapes, lines, colors, structures, movement, perspective, a little bit of intellectual depth (not much since a lot would destroy the mystique) and historical value. Say what? Historical value? Yes, very post modern: women who show their quasi-naked bodies to the world are post modern retro while being traditional. After all there is a reason why those women competing in the Miss Universe contest still wear their hair like Charlie’s Angels. Very seventies, indeed!

Tonite is the night and at this latter part of a senior’s life there will be no time to watch the beauty parade nor get together with a group of friends to dish and camp and laugh at the world of missólogos and their “girls”. By eight, the news would put a late sixties man to sleep while the “baba” falling from the side of his mouth wakes him up and forces him to turn off the evening news, put away the glass of milk and evening cookies snack, abandon the comfort of the sofa and go to bed. A new day will come and the queen will be front page, and LaTogne will call from Brazil and give all the details, and dish and camp and laugh at the lives of missólogos and fabulozzas, egos and beauty queens.

Wednesday, September 7, 2011

Acertijos: Oxigenada

De noche, quise ser rubia
De día, amanecí sin color.

(Yeyita la Petite Yanqui, 07/09/11)

Thursday, September 1, 2011

Ty's, Vaqueros y Boleros

Amanecí otra vez entre tus brazos
¡Qué reguero de sabanas!
y desperté llorando de alegría
Tantas toallitas, manchas, muchas manchas
me cobijé la cara con tus manos
¿A qué hora se habrá ido?
para seguirte amando todavía.
Por Ty's no vuelvo en buen tiempo
Despertaste tu casi dormida
¿Qué me dio con traerlo a mi casa?
me querías decir no se qué cosa
Bar de vaqueros en Nueva York
pero callé tu boca con mis besos
Vaqueros de weekend
y así pasaron muchas, muchas horas.
John Wayne en Manhattan
Cuando llegó la noche
Con sus jeans y sombreros
apareció la luna
Se paran en pose de corral
y entró por la ventana
A conseguir reses de toda especie
qué cosa más bonita
“I Iove latin men”, me dijo
cuando la luz del cielo
Sin otro trick disponible
iluminó tu cara.
Me lo traje, no estaba mal
Yo me volví a meter entre tus brazos
Italiano de Brooklyn, Flatsbush beauty
y me querías decir no sé qué cosa
Que te gustaban los boleros
Qué mal sabor dejan las cervezas americanas
pero callé tu boca con mis besos
Al menos, la resaca no es tan grave
y así pasaron muchas, muchas horas.
¡Wow! ¿Ese cd player sigue encendido?

Tuesday, August 30, 2011

La Tiza

Un largo y estridente crujido acompaña las letras escritas en cursivo sobre la antigua pizarra. La mano de la recién llegada maestra aprieta y presiona la tiza mientras escribe y pronuncia cada una de las letras, emitiendo por toda la clase un ruido agudo, desconcertante.

¿Irá una ele aquí o una zeta acá? ¿Por qué escogerá palabras que no conocemos?

La espigada y vertical maestra, horrorizada con el pésimo manejo de la escritura y una pronunciación heredada de a saber qué culturas, decidió que, antes que nada, dedicaría todos sus esfuerzos a erradicar lo que era la peor trampa que les ponían los poderosos a los marginados, los desterrados, los estancados en el subdesarrollo: el desconocimiento del idioma. Las demás materias podían esperar, el lenguaje no.

Tuvo que abandonar su país de origen para exiliarse en este gueto neoyorkino,y reafirmar sus convicciones. Después de todo, si algo aprendió de los presos comunes la ex prisionera política, fue la relación entre la ignorancia y el fascismo.

El escribir lo que parece ser una de las palabras más largas del idioma castellano toma más tiempo que lo que tarda la maestra en dictarla y corregirla en la pizarra. Descabellado escribe lentamente la sobria mujer cuarentona, sus uñas perfectamente pintadas rayan la pizarra y emiten el desestabilizador ruido.

Decabeshado escribo sin saber lo que significa. Descabellado, con doble ele y b.

¿De dónde has sacado esa s y h? B de burro.

Shaves escribí, y ella escribió llaves.

Primero dicta la palabra; luego para que aprendan a auto corregirse, los estudiantes las escriben en la pizarra: las acertadas y las que contengan errores. Ella vuelve a la pizarra y escribe al lado la versión correcta;lentamente, presionando la tiza, circulando cada letra. La doble erre aparece en la pizarra, se descubre acompañada por el agudo chillido de la tiza.

Escribo una ele, la borro, escribo una erre, luego una ele de nuevo, borrar de nuevo, y por fin, fijarme para volver a la doble erre. Las letras se confunden en mi papel. Mi lápiz es dirigido por esos largos y finos dedos, enmarcados por las uñas color rojo subido que bordean la tiza sin llegar a tocarla; el zumbido que sale de la pizarra nubla cada palabra. No sé qué escribir. ¿Qué hacer frente a la i? ¿Pongo o no el acento ortográfico? ¿Lo pongo o no lo pongo? Esta palabra me da más trabajo que las otras, muy larga. ¿Cómo se pronunciará? Esta clase me va a costar los dientes. ¿Por qué no usa otra tiza?

The Two Irenes - NYC, Summer 2011

While the gentry, the bourgeoisie, the landed classes were able to escape to their country estates, the protected chalets or travel abroad to Paris or the Swiss Alps, there were others that had to endure in the inner center of hell, in that urban jungle with its constraining walls of concrete and greed, the destructive forces of Irene; the workers, the poor, the disfranchised, the oppressed were blown away and drowned not by the Irene that protected Sebastian from the Pharisees as they were led by Paul, but by the African Irene searching for vengeance at the lands were her children were being enslaved; never knowing that the masters once more could run away to other protected lands as they left behind the same children Irene wanted to reclaim and save.

Tuesday, August 23, 2011

Mississippi

Extreme cases of hate and violence towards that other person who belongs to a different group (racial, ethnic, linguistic, religious) are the result of underlying ideas and attitudes that are formed to a great extent by what we know about ourselves and the opposing group; by our own intentions or those of larger forces. A murder cannot be compared to less violent acts: certain actions, words. What we consciously do will determine if we want to continue reproducing the hate or if we simply allow it to take place. My years as a lecturer not in Mississippi, but at a liberal institution in one of the CUNY campuses, brought me in contact with people who could not wait to make derogatory remarks about Puerto Ricans; some of them dressed up as pseudo-intellectual constructs, but offensive nonetheless. The consequences are not in par with a murder but can often lead to very destructive ones. To stop the violence one needs to face the root of the ideas and actions behind it.

This blog, personal history and work as a teacher and lecturer on bilingual education led me into being very attentive to the issues discussed in the following link, particularly now with the rise of the ultra right in the USA.

http://www.nytimes.com/2011/08/23/us/23jackson.html?hpw

Como decía un eslogan durante los sesenta, y el título de una película: "O nos liberamos todos o no se libera nadie" y "Prohibido callar"

Friday, August 19, 2011

Sobre mi novela, Radio Transistor (Terranova, San Juan Puerto Rico, in press)

Hace cuarenta años comencé a escribir los relatos que conforman las partes de esa novela que parece que Juracán (Dios del mal en la mitología Taína) o los muy siniestros miembros del mundo editorial en PR no quierene que vea la luz del sol. Hasta mediados de los setenta, no pensaba escribir una novela, solo escribía y guardaba lo escrito. A finales de los setenta decidí que se podían organizar en una novela y comencé el proceso que luego sería interrumpido por una serie de eventos que dispararon mi temor, activaron mis miedos.

El primero ocurrió durante la serie de asesinatos de hombres gays en San Juan a finales de los setenta. Uno de los temas de mi novela gira en torno a una serie de asesinatos de hombres gay en San Juan, y como ya estaba escribiendo y organizando los asuntos y personajes, me asusté en ese momento y paré de escribir. La guardé y no pude tocarla de nuevo hasta mediados de los ochenta.

Para principios de los ochenta volví donde ella, paré de nuevo porque uno de los personajes, elaborado mucho antes, y quien muere, estaba basado en un amigo que adquiere la enfermedad del siglo, SIDA. Ya había enterrado unos cuantos y no podía jugar con la literatura cuando la realidad era tan cruel. Volvió el miedo.

Junto a estas accidentales circunstancias, se encuentra la relación entre el carácter siniestro y detectivesco de la trama y el hecho de que durante esa década el aparato de seguridad de los EEUU estaba persiguiendo tenazmente a los independentistas puertorriqueños, y si uno bordea la comunidad intelectual o académica puertorriqueña, las posibilidades de que conozca un independentista no son nada de remotas.

Pasaron los noventa, no la toqué hasta principios del nuevo milenio, temía que si volvía donde ella me iba a enfrentar a otra nada agradable correlación accidental. Me envalentoné, la desempolvé, escribí de nuevo y completé su vida. Desde hace unos años espero que la imprimen, la publiquen. Ha sido un proceso incómodo, doloroso, y en cierta medida, vergonzoso. Le dice uno con orgullo y vanidad a sus más cercanas amistades, “me van a publicar la novela”, y la publicación nunca llega. Te preguntan una vez más, ¿Cuándo sale la novela?, y prefieres justificar lo difícil que es publicar, antes de tener que decir, que no sabes qué es lo que pasa con la misma.

Para un jibaro (nada de diminutivos conmigo) que junto a su familia tuvo que dejar el campo y migrar hacia los cañaverales, el único de su familia que pudo estudiar en la universidad, pensar que podía llegar a publicar una novela era más que una tarea, un sueño, una fantasía hecha realidad. Una vez más las fantasías salen caras, pero gracias a las décimas de ese otro jibaro, Luis Llorens Torres, esa realidad puede ser entendida y puesta en su justa perspectiva:

"Llegó un jíbaro a San Juan
y unos cuantos piti yanquis
lo atajaron en un parque
queriéndolo conquistar
le hablaron del Tío Sam
de Wilson, de Mister Root,
de New York, de Sandy Hook,
de la libertad del voto,
del dólar, del Habeas Corpus,
y el jíbaro dijo: ¡Mnjú!"

[Décima de Luis Llorens Torres)

¡Qué mucho “mju” hemos tenido que decir!

Wednesday, August 17, 2011

New Age Lesbians and the Lesbophile

John is not his real name. He is generic. He is one of those gay men who do not hang out with other gay men but with lesbians, mostly new age lesbians. He still wears beads, loose cotton, raw and organic, pants and shirts, also worn by the new age lesbians. They are sort of leftover hippies: love and listen to repetitive drum trance enticing music and dance to it in native peoples’ circle dances. John is a new age lesbophile. He also wears Birkenstocks.

What makes John a lesbophile is not what drives straight guys who are sexually turned on by women with women sexuality. John is after the energy and the balance created by the other, not the significant one only but the different other. In spiritual terms they are not different at all. The lesbophile and the Birkenstock wearing lesbian are extensions of each other. At gay men only activities you would rarely see John since he is more inclined to attend group gatherings up in the Catskills Mountains or Vermont where the guests include gay friendly, straight followers of alternative medicines and progressive trends. He is never to be seen at the Pines in Fire Island as he avoids those flamboyant, fashion conscious gay men. He refers to them as hysterical queens.

Like so many of those Birkenstock wearing lesbians, John the lesbophile does not believe in any of the traditional one God-centered religions or follow the traditional religious doctrines. Energies, flow, centeredness, mother earth, father sun are some of the words that characterize his new religious discourse. They see themselves on a continuous creative flow, completely interconnected with the rest of the world, known and unknown. They are not created in God’s self image. There might not be one god in their conception of the spiritual; many deities, perhaps. Only God knows how many! Some might combine diverse belief systems while others formulate theirs as they move along.

John believes in the idea that there is a dual spirit in a homosexual body as formulated by the original peoples of the Americas and follows the mantra: “don’t push the river, it flows by itself”. John and the new age lesbians burn incense to tranquilize the universal energies, spread smoke from all other kind of herbs while sitting in big sixties cushions, smile all the time and follow the flow.

Wednesday, August 10, 2011

Correos



(Las siguientes notas son copias de las tarjetas postales que por años enviaba Toñito desde distintas partes del planeta. Hoy me envía correos electrónicos. Nunca para de viajar y se/me pregunta por qué, fuera de mis viajes a Ponce o Caguas, no quiero salir del pueblo.)

"Madrid es de gritar. Besos"

"Barcelona, Gaudí, Tapíes y Yo. Besos"

"Elegí crecer. Besos"

"Anoche conocí una modelo puertorriqueña en una fiesta en el Rive Gauche, está triunfando, el portafolio es su testigo.”

"¿Qué viste una representación de la Bernarda Alba en Caguas?”

“¡Mueres! Yo, en Avignon, tuve la dicha de ver a la Jeanne Moreau en La Celestina, dirigida nada menos que por el Antoine Vitez. De aquí a Paris. Besos"

"En París siempre hace frío. El gringo con quien vine me dejó varado por un español. La madre patria se va con el padrastro y me dejaron huérfano de amor. Deseo regresar. Llamé a Germán, otro latinoamericano más exiliado en París. Parece muy romántico estar exiliado en París. En los Estados Unidos no te dejan ser un exiliado, terminas siendo una minoría. Anoche toda la ciudad de las luces estaba en la calle. La tele estaba en huelga, en solidaridad con los camioneros, quienes no estaban en huelga pero que necesitaban demostraciones de respaldo en caso de ellos optar por irse a la huelga. ¿Y sabes quiénes iban al frente de la marcha? Nada más y nada menos que la Beauvoir y el Sartre. Por poco grito de la histérica emoción. Me controlé, por supuesto. Mañana regreso. Besos."

"La cultura me mata. En México está media colonia de intelectuales puertorros. Besos"

"Los mexicanos hablan como si su historia hubiese empezado antes de la conquista. Ni que fuesen aztecas. Hello, is somebody there?".

"El museo de antropología no es sobre el México de ahora. La María Félix sí lo fue. ¡Qué cara! Besos"

Tuesday, August 9, 2011

Multi multi

Multiculturalism is not an event; it is a series of...., whatever! Las culturas no matan...., encajan, y es por eso que el Caribe nos dice tanto:

"Calabó y bambú.
Bambú y calabó." *

*(Luis Pales Matos. Danza Negra (poema), de su libro, Tuntún de pasa y grifería, 1937)

Telenovelas - Un capítulo más

Las carcajadas del protagonista en vivo llevan a la madre a, "¡Que horitas para estar llamando por teléfono!", correr desde la cocina, medio ahogada, a subir el volumen del televisor que anuncia la novela de las seis, con el reparto estelar de la primerísima actriz y el altamente cotizado actor, traídos hasta sus salas por una casa de eterna belleza, delicadamente vendida por la última miss algo, cuyo lozano rostro en la pantalla de 17 pulgadas es lentamente reemplazado por un cara que respira profundamente, rabio afectada, con música clásico-europea de fondo a la que se le sobre impone el chillido estridente de unas llantas de auto; súbitamente frenan, seguidas de un silencio sepulcral. En la pantalla, una toma nebulosa de una cara se aclara lentamente para presentar a la otra protagonista: María Elena. Frente a televisor: madre e hijo.

María Elena, al terminar de exhalar por tercera vez, acompañada por el motor del carro, y en el preciso momento en que se apaga, es presentada de cuerpo entero, con una escenografía de fondo que incluye un enorme dormitorio, cortinas vienesas, cama de pilares, un tocador repleto de los productos que auspician la telenovela, y un espejo donde el cuerpo de María Elena se aleja, se vuelve borroso, para luego la imagen aclararse y presentar la figura de Juan Carlos, quien abre la puerta, en plan de guerra. De nuevo, la cara de María Elena aparece en el espejo. Primero, de cuerpo entero, luego su cara, sus manos, la enorme sala es filmada al compás de sus tacos, sonido que se repite y la llevan por la palaciega casa; se da una vuelta y se aleja a paso firme y ligero, mostrando su curvilínea y enlapada figura a través de un ceñido traje. Camina hacia la puerta que se encuentra en el fondo de la habitación. Se para. Mira llena de soberbia y venganza al rojamente enfurecido Juan Carlos. Le pasa por el lado. Abre la puerta. La tira. Desaparece.

"El pos-modernismo, lo homoerótico y la poesía de Villanueva...." sostiene con formeza de aprendiz a intelectual el protagonista en vivo, mientras la madre se levanta de la butaca, protesta, “¡Qué mucho anuncio!", y en camino a la cocina, "Yo no sé porque tiene que decir pos, si no es mexicano, desde que se fue a estudiar…. Yo como nunca he estado muy de acuerdo con lo moderno..."

"Mamá, la novela".

Al María Elena tirar la puerta, aparece una toma del rojamente enfurecido rostro de Juan Carlos. Se queda solo en el dormitorio. Se aleja del espejo. Se pasea por la habitación. Busca en las almohadas, en el ropero. Se llega hasta un escritorio. Estira una de las acicaladas y viriles manos. Abre una gaveta y dice, "Maldita me las va a pagar". Acompañado por el suave sonido de un tambor, le sobre-imponen otra mano más delicada. Desaparece la mano de Juan Carlos, y sale la mano de Marco Aurelio, nerviosamente abriendo la puerta de la sala. No termina de abrirla; María Elena lo reemplaza, paseándose por la sala. Cuando termina de pasear se llega hasta la puerta y la abre. Se encuentran los dos personajes, cara a cara.

"Marco Aurelio, que bueno que viniste", exclama María Elena al son de la misma música que levanta a la madre de su mecedora, y que también acompaña el "no se pierda el especial de las tiendas Marjorie. Sus auspiciadores de su novela favorita...".

"Que bueno que viniste", dice María Elena .

"Tatatataaaa", tararea el protagonista en vivo..

"Ni la novela puede uno ver tranquila", refunfuña la madre.

"¿Dónde está Juan Carlos?", lleno de malicia pregunta Marco Aurelio.

"Entra al cuarto, so idiota", ordena la madre.

"Entra, entra", se burla el muy partido protagonista en vivo.

"¿Tú no estabas hablando por teléfono?", disgustada, la madre.

"Vámonos al club.", responde María Elena, "prefiero estar a solas contigo."

La madre la desenmascara, “Esa mujercita es bien mentirosa."

"Es malvada", vuelve y se parte el protagonista en vivo.

"Sabes a quien te pareces, deja de estar jugando conmigo que yo no soy una nena, y no creas que soy una boba", en camino a la cocina a bajar el fuego de las ollas, la madre, musicalizada por la canción que indica una pausa y la desaparición de los rostros de Marco Aurelio y María Elena, "...avísame cuando se acaben los anuncios. Cuando Marco Aurelio se entere de lo sinvergüenza que es, porque mira que es mala y lo hipócrita, la cara que puso cuando llegó el otro. ¿Qué es eso? ¿El teléfono de nuevo?".

"Es para mí."

"En vez de venirse a comer."

"Mamá, la novela".

"Ni la novela puede uno ver tranquila. Baja la voz o que te llamen después."

"Es que es de larga distancia. Cuando Zefirelli dirigió a la Callas...

Con semblante y mirada triste susurra María Elena, "Vamónos al club, prefiero estar a solas contigo.... Necesito hablar."

"¿Por qué no podemos hablar aquí? ¿Es qué acaso...", suplica Marco Aurelio, "no puedo entrar a tu casa?"

Y ella contesta un muy mimado, "Necesito despejar la mente y he pasado el día encerrada."

"!¿Hablar?! !¿Encerrada?!

“Malvada.”, partido.

"Vete a tu cuarto a hablar por teléfono.", con cata de disgusto, la madre. "El idiota este en vez de entrar. Por eso Juan Carlos que ya no le cree ni los Ave María."

La cara de resignación de Marco Aurelio es interrumpida por la de Juan Carlos, medio cuerpo, cuerpo entero furiosamente desconcertado, sus manos rápidamente abriendo gavetas, y unos toques de tambores en crescendo que paran cuando abre una gaveta y encuentra...

"Los muebles que usted necesita se los tiene Marjorie, cerca de usted.”

"Condena'o anuncio."

"Las tiendas que auspician su novela preferida. Donde usted encuentra estilos para todos los gustos. French Renaissance, Italian Provincial, Neo Criollo; sí, en Marjorie, a través de toda la isla."

Después de Juan Carlos haber dicho, "¡Maldita, me las va pagar!", y María Elena abandonar el dormitorio, pasearse por la sala verde chatré, quedar inerte frente a la puerta de la sala, oir el motor del carro para luego decirle a Marco Aurelio, "Que bueno que viniste", con excelente coordinación sonora provista por el motor del carro, mezclado con unos de los repetitivos patrones musicales de Philip Glass, la madre emitió un, "Ahora sí que se va a poner buena".

"Y así termina un capítulo más de la telenovela de las seis. No se pierda, a continuación..."

En camino a la cocina, “¿Por qué no se viene a comer y se deja de changuerías. ¡Cómo si uno viviese en una novela y no se diese cuenta de la vidita que lleva!”

"Cuando Zefirelli dirigió la Callas, las paredes de la Opera de Paris clamaban por los…”

Monday, August 8, 2011

Tertulias de Vecinas en Borinquen Rojo*, 1950

“¿Y, tu hermana?"
"Anoche parió."
"¿Qué parió?"
"Guares."
"¿Les puso nombres?"
"No, está esperando que su marido se los ponga."
"¿Está contenta?"
"Me parece que a ella le da lo mismo."
"¿Y por qué?"
"¡Ha tenido tantos!"
“¿Por qué no se opera?”
“El marido no quiere.”
"¿De verdad?"
“Que para, es lo que él dice.”
"¿Cuántos ha tenido?"
"Diez."
"¡Ay virgen! Para eso hubiese sido mejor haber nacido coneja.”
"Otra güima. Ya tu ves."

(Borinquen Rojo era el nombre de un bullicioso barrio en el caluroso y árido pueblo que miraba, de espaldas al norte, hacia el sur: el Caribe, las otras islas. Lo de rojo, cuentan las leyendas, le viene por haber votado a favor del partido socialista, en las primeras elecciones que los gringos permitieron en la isla de los encantos.)

Saturday, August 6, 2011

Muere el último de los gays que fue perseguido y encarcelado en los campos de concentración por los Nazis

Prohibido olvidar:

http://www.telegraph.co.uk/news/obituaries/8682362/Rudolf-Brazda.html"

Wednesday, August 3, 2011

Colonia y Paterías

La colonización no se limita a la simple toma de tierras o imposición de códigos y procedimientos. Lo que experimentan los miembros de una colonia no lo sufren/viven por igual todos los miembros de la sociedad colonizada. Se multiplica el efecto colonizador entre aquellos que, dentro de la colonia o en la metrópolis colonizadora, viven en los márgenes del poder: mujeres, grupos minoritarios (raciales, lingüísticos), gays.

Una lesbiana que no está fuera del closet se refería a un grupo de jóvenes gays que asistieron a una reunión, como un grupo de “loquitas”. El diminutivo delataba el desprecio que ella sentía por aquellos hombres; desprecio que también se encuentra entre hombres gays cuando hablan con tono despectivo, cargado de un señalamiento vulgar hacia las lesbianas, refiriéndose a ellas como “cachaperas”. Algo parecido se encuentra entre gays en Puerto Rico que no van a tal o cual bar porque no es de “su clase”, bares que para cualquier extranjero gay resultan ser tranquilos y nada peligrosos. La única razón para no ir es que a esos bares van los gays de clase trabajadora o de piel más obscurita.

Una vez esos grupos entran en un proceso de liberación, sus tratados y planteamientos abordan y cuestionan las relaciones entre la metrópolis colonizadora y la colonia, incluyendo como les afecta a estos grupos al margen del poder las dinámicas coloniales, las estructuras que sirven para excluirlos de la participación completa en los vaivenes de la dada sociedad. Los miembros de estos grupos entran en un análisis múltiple de las relaciones; un análisis más complejo que si fuesen puros hombres heterosexuales blancos, descendientes directos de los colonizadores; un análisis que incluye el plano personal: cómo les afecta su forma de ver el mundo, su mundo inmediato y el de aquellos que los coloniza.

La alta tasa de suicidios entre jóvenes gays se puede explicar en términos de la patología donde el “self hate”, sublimado o abiertamente expresado, forma parte del sentido de identidad que tienen los mismos; y en situación colonial ese joven gay no sólo se enfrenta a su sexualidad, tiene que enfrentarse a las historias e imágenes distorsionadas que la metrópolis presenta sobre sus otras identidades de grupo.

La auto-estima o sentido de historia no se limita a lo sexual, está matizada por el proceso colonizador que vive el grupo al cual pertenece el homosexual colonizado. Tremenda tarea, a la que se enfrentan las lesbianas y hombres gays en la isla de los encantos, y en la diáspora, en la metrópolis.

Sunday, July 31, 2011

Las Mareas, 1962

Las puertas abiertas de par en par disminuían el furor de la brisa, y del efecto que junto a la sal del mar tenían sobre el deseo de caminar, hablar sobre política, filosofía, todo menos dar clases. A lo lejos, la marea del Mar Caribe se llevaba el compromiso que se requería para impartir conocimientos a más de treinta niños con pocas ansias de estar allí aquel agosto caluroso, húmedo, salado.

Primera tarea de los estudiantes: escribir el encabezamiento en sus libretas, nombre y apellidos, grado, nombre de la escuela, nombre del maestro, año escolar. Las únicas tareas que, después de repetirlas por tres años, no requerían mucha supervisión. Para la mayoría, los que nunca habían fracasado desde su primer grado hasta el tercero de sus vidas en aquella barriada de pescadores, era tarea rutinaria, año tras año; otros, los menos, un grupo selecto, los que tardaban hasta cinco o seis años en completar los primeros tres grados de aquella escuela de dos aulas, esperaban que el maestro se le acercase y les señalara donde escribir qué, copiar qué, cómo. Algunos extendían sus manos en espera por la de del maestro para guiarle las suyas hasta formar cada letra, palabra.

La marea regresaba dando golpes, botando espumas, rugiendo, apropiándose del terreno que era suyo, desviando la vista de los niños hacia el inmenso mar y los botes de los pescadores, sus padres, sus hermanos, su futuro. Para los estudiantes, era preferible continuar con las vacaciones de verano a tener que oír al joven maestro, recién graduado de escuela normal, encorbatado y enchaquetado – vestuario exigido por el súper centralizado y burocratizado sistema de instrucción pública.

La primera tarea del maetro: dar instrucciones sobre libretas, libros materias, responsabilidades, asignaciones. Para los estudiantes, el jugar, pescar, broncearse eran alternativas mucho más atractivas que las ofrecidas por los treinta y pico de pupitres, organizados en filas, apuntando todos en dirección a la negra y recientemente pintada pizarra.

El trabajo de maestro, con tantos estudiantes de niveles tan variados, no era labor para un novato de dieciocho años y mucho menos para quien deseaba conocer el mundo y no terminar encerrado en un caluroso salón de clases. O trabajar de maestro o terminar en una fábrica eran las únicas opciones que se podían explorar, no se conocían otras posibilidades para un joven pobre en aquel pueblo al que pertenecía la villa de pescadores. Ciencias, ingeniería, teatro, letras eran carreras que los muchachos de las clases medias y altas podían explorar. Para los pobres, poder ir a la universidad era un lujo; estudiar por gusto, una extravagancia. El magisterio aseguraba un puesto inmediatamente.

La pizarra se iba llenando de palabras, frases, oraciones, ejercicios. Los niños seguían instrucciones, alzaban la mano, miraban hacia el mar, sonreían. La calma del mar llegaba cuando la marea regresaba y se acercaba a sus origenes, y dejaba al descubierto el cascajo que cubría la playa caribeña, residuos de conchas, redes de pescadores, cabezas de pescados, sin las arenas blancas de postales para turistas o anuncios al idilio de resorts con todo incluido.

El bochorno de la tarde disminuía las habilidades intelectuales de los estudiantes, aumentaba el sudor y ofrecía la mejor oportunidad para cubrir las asignaturas fáciles: arte, música, educación física frente a la escuela, en el patio que separaba la escuela del pantano donde se encontraban las casas de los pescadores. Una carrera, un salto en la cuica a las dos de la tarde bajo un sol incandescente puede matar al más fuerte de los hombres criados en otras latitudes, no en el poblado conocido como Las Mareas. Sus pescadores vivían y trabajaban bajo el sol, no conocían otros climas. Sus hijos tampoco.

Las caras de felicidad les delataba. No tenían ni que multiplicar manzanas o peras(los libros de ejercicios matemáticos estaban publicados en países con climas donde se podían sembrar frutas distintas a las que ellos conocían: los cocos, quenepas, hicacos, uvas playas), el recreo les permitía poder correr y sltar en el patio. Tampoco tenían que contestar preguntas de comprensión sobre hadas madrinas o niños con padres blancos y rubios vestidos con camisas blancas y corbatas.

La tranquila espuma que servía de borde entre el cascajo de la playa y el verde esmeralda de las aguas se fue alejando hasta enrolarse en si misma y regresar cargada de una abundancia y volumen de agua que se llevó consigo pupitres, libretas, pizarra, escritorio. La cara de asombro del joven maestro sirvió como excusa para que uno de los estudiantes más atrevidos le dijese, “Mister, por eso el otro maestro no abría las puertas, por la tarde el mar siempre hace eso. “

Un juego más; el mar se unia al grupo, quien preferia pescar con los papás, broncearse, recoger cangrejos en el mangle; alternativas mucho más atractivas que las ofrecidas por un maestro del pueblo, vestido como los papás de los libros de texto.

La marea nos hizo reir sin tener que pensar en libretas, pizarras, pupitres, tareas.....

Saturday, July 30, 2011

Curas Americanos, Huizinga y el Rococó Tropical

Cuando dejamos el campo, las montañas del centro de la isla, el mundo de los jibaros, y nos mudamos al caluroso pueblo que miraba al eterno Mar Caribe no sólo cambió la geografía; cambió toda una serie de esquemas – como le llaman ahora por ahí, y escalas de valores que informaban cómo nos veíamos y comportábamos. Hasta la relación con la iglesia cambió. Desde que mudaron las misas a un auditorio, mamá, quien era muy católica, dejó de ir a la iglesia. Ella decía que entre el auditorio y la misa por televisión, prefería esta última.

El ver a mamá frente al televisor servía para evidenciar que, incluso en esos momentos, ella vivía una experiencia religiosa completa, sin importar el medio. Yo no. Cuando veía la misa en la televisión no surgía ningún efecto en mí, ni uno de complacencia como el que sentía cuando veía las series americanas, y menos, el de paz y tranquilidad que sentía cuando iba a la iglesia. Al auditorio no me gustaba ir, aunque, de cuando en vez, iba.

A los pocos días de uno de los compueblanos, Carmelo, llegar del extranjero, le comenté sobre esta sensación, y él, hijo de los riquitos del pueblo que había ido a pasar un semestre como estudiante de intercambio en París y visitado todas las iglesias góticas habidas y por haber, me sugirió que leyera a un tal Huizinga; que me iba a dar cuenta de que mi religiosidad tenía carácter medieval; que la antigua iglesia del pueblo era parte de mi sensibilidad mística; que el auditorio no lo era y, por supuesto, la televisión, mucho menos. Me tuvo que explicar las ideas de este autor porque buscar al tal Huizinga en la biblioteca de mi pueblo era arriesgarme a que me convirtiera en el hazmerreir de la bibliotecaria. Allí lo más moderno era la María de Jorge Isaacs.

La conversación con Carmelo sobre la arquitectura me llevaron a ver las construcciones y los objetos domésticos con una perspectiva distinta; adquirieron un nuevo significado. Los muebles de la casa estaban todos hechos de pajilla y madera y, aparte del televisor, hasta ese momento, su función era la de proveernos comodidad. Corrí a una tienda en San Juan, Tartak, y compré muebles nuevos, de mimbre. Recuerdo que Carmelo cuando los vio, le llamó a la nueva decoración de la sala, rococó tropical. No le hice caso. A mí me gustaban.

Me había copiado de una decoración que vi, después de asistir a una convención de maestros, en uno de los grandes hoteles de San Juan. Una vez entré en el recibidor del hotel y me encontré de frente a aquellas lámparas, espejos, floreros,muebles de cañas, me dije, "algo así quiero para casa". Los de pajilla que Maya nos había regalado estaban viejitos y yo decidí sorprender a mamá con los nuevos muebles de mimbre. Cuando los vio se puso lo más contenta, siempre le gustó que la agradaran. La única que se quejó fue la vecina, Amelia, que al verlos dijo, "Ahí el fondillo se le pone a uno como un fogón". En vez de pajilla, tenían cojines floreados.

No puedo negar que le agradezco a Carmelo el que me haya abierto los ojos sobre la arquitectura y la decoración, aunque me haya dolido un poco cuando le llamó rococó tropical. Después de todo no lo hizo con mala intención y, para bien mío, empecé a aprender sobre la vida de los objetos. Es por eso, aunque no sentía lo mismo que mamá cuando veíamos la misa en la televisión, que comencé a acompañarla, y me sentaba con ella a ver aquellos ritos separados por la pantalla chica. Además, el auditorio no concordaba con la religiosidad, y a esos curas americanos nuestros gustos no les importaban mucho. (Tampoco hablaban nuestro idioma ni se juntaban con los pobres del pueblo)

Thursday, July 28, 2011

Angela Merkel, Cabral y los Mestizos

According to some talking heads multiculturalism (whatever that means or ask Angela Merkel, she claims to have the answer) does not work; and monoculturalism is only possible in the Amazonian hinterlands, then, what are we left with? Cultural hybridism?

Those of us who were born out of the coming together of different cultures and races and are not doing that bad can serve as evidence that cultural hybridism results in good stock. That’s right! But cultural hybridism results from multiculturalism, so what is so scary to Merkel? The mestizaje? Oh, dear!

Good and happy mestizos of the world, unite, before it is too late and Angelita and her neo Aryans erase us from history books.

The public discourse in this country is so frightening and inflammatory that it scares the hell out of anyone who looks or thinks outside of their limited version of what the country and its people must be or should look like.

There is the TV personality who said that the kids killed in Norway were the equivalent to the youth groups formed by Hitler. And it gets scarier to know that there are people out there who think like him and who truly believe such incomprehensible comparison to be true. And, worse, there are those who believe that if you are somewhat different, you are their enemy and must be eliminated. Scary, indeed!

But as Cabral used to sing, “pobrecito mi patrón, piensa que el pobre soy yo”.

Once more: Good and happy mestizos of the world, unite, before it is too late and Angelita, la euro-cristiana, erase us from history books.

Wednesday, July 27, 2011

Megalomaniaco

Cual ave de rapiña, quise
Poseerlo todo
De un cantazo
Abre las patas, carajo.

Monday, July 25, 2011

Matrimonios

De todas las anécdotas que he leído sobre las bodas gays en Nueva York, este domingo de integración a la vida hetero-normativa pequeño burguesa, una revela mucho más que la aplicación de los derechos civiles o el sentimentalismo de telenovela latinoamericana. En Queens, cuando llegaba la pareja de novios y se acercaban al juez que los iba a casar, el testigo o padrino (no sé cómo se les llama en esos casos) gritó, “Here comes the bride”, y uno de los novios, sin perder tiempo y con el cinismo y rapidez que caracteriza al gay en pie de rápida defensa le ripostó, “don’t go lesbian on me now”. ¡Carajo, que ya basta con los modelos externos que se tienen que aguantar!

Y si este micro relato da la impresión que me burlo, pues no, que cuando vi las dos señoras de más de setenta y cinco años, juntas por muchas décadas, salir de las oficinas municipales, acompañadas por su enfermera y certificadas como parejas oficiales, se me salieron las lágrimas. No fue llanto por lo bello del matrimonio; fue por el hecho de que se les reconoce su existencia y no le pueden negar lo que les pertenece.

Llanto que trajo a colación los recuerdos del momento cuando llegaron los familiares de una ex pareja, después de su muerte, y se llevaron del apartamento todo lo que “les pertenecería” o cuando en el entierro de otra ex pareja, una amiga heterosexual en Alemania (La BK) tuvo que enfrentarse a los familiares del difunto para que mi corona de flores pudiese estar al lado del ataúd. Pero para lograr el respeto de los otros se necesita algo que va más allá de las leyes o los ritos…

(Quizás, debido a las muchas ex parejas es que el matrimonio oficializado por el estado es difícil de tragar. Y que no se confunda esto con los derechos, que un asunto no depende del otro...)

Thursday, July 21, 2011

Pitiricans and Puertoricans: Cacofonías de la Identidad , NYC 1975

As it usually happens in NYC, the new employee in the academic department at an urban college was informally asked about her ethnicity. Her answer, “Pitirican”, was pronounced as tight as anyone who was either very uncomfortable with the question or was suffering from some kind of verbal constipation. If an interviewer wants to find out how a Puerto Rican feels about his ethnicity or his ancestors’ ethnicity all he/she needs is to hear how the interviewee says the word Puerto Rican. Those who open the vowels to highlight each phoneme, Pooerto Reecans, are quite proud and willing to show on your face either their ethnic identity or their ancestors (Given the political turmoil in the Puerto Rican archipelago there are those who claim ancestry only as they identify themselves as USA Ricans and not as Puerto Ricans to distinguish themselves from those born and raised in the islands.) Then there are those who would rather not have to answer such a question, and not because of some kind of politico-philosophical position but because the history of the islands colony and their so called diasporas is too “heavy” to carry around, to talk about..... (To be continued)

Cacofonías de la (Es) Ciencia – Santurce 1970

Frente al misterio de la e-sencia
Zig zag ambulan las categorías
Infra, zig zag, zig zag
Más infra conectan a la ciencia
Rebuscan caducan su encuentro
Posible imposible. Supra zigzag
Frente a la vida de la ex-sencia
Hombres de este ambulan, o este
Supra mas supra. Zig zag, zig zag
Frente a la vida que la ciencia
Recrea su encuentro posible
Imposible.

(Desde mediados de los sesenta hasta los setenta decidí explorar la cacofonía como recurso expresivo. En viejos y polvorientos archivos encontré algunos de esos textos. No tienen nombres ni intentan decir algo; pretenden hacer ruido)

Wednesday, July 20, 2011

Vecinas en Morningside Heights: Cacofonías

En su poema Canción del Maizal, Gabriela Mistral nos canta, “Las mazorcas del maíz/a niñitas se parecen:/diez semanas en los tallos/bien prendidas que se mecen.”

Las vecinas de Morningside Heights no se mecen prendidas; mecen sus lenguas. ¡Como corren los cuentos sobre uno y sobre otro! Cuentos que empiezan con una interpretación y terminan con otra.

"Malagradecida", dijo la vecina, apenada por lo sucedido a este servidor y excelente vecino, evento del cual se enteró gracias a otra vecina, quien de seguro fue informada por una tercera o cuarta vecina o quinta vecina, sobre lo sucedió al personaje pricipal del cuento, vecino de todas y oyente del cuento, la encargada de contarle sobre el suceso que ocurrió hace tanto y tanto, quien entera al vecino del evento, el cual fue contado a la primera vecina para poder desahogar lo tristemente ocurrido y no para formar tremendo rollo donde la primera vecina sirve de oído pseudo-terapéutico, consolador y empático, transformado en fotuto de barrio, extendiéndose como enredadera de trinitaria en verja de vecina criolla, y circulo epistemológico, un aleph de comunidad neoyorkina que conluyó como chisme entre vecinas, perdió su carácter original de cuento expiatorio, dando vueltas sobre sí mismo para llegar al sitio donde había comenzado.

“Las mazorcas del maíz/a niñitas se parecen"

Tuesday, July 19, 2011

Cacofonías en Frankfurt 1980

Rin, rin, rin, me cuentas sin saber de ti
Silencio. Te cuento sin saber de mí
Pausa. Empujas palabras, cargas. Silencio
Callas. Pausa. Sabes de mí sin saber de ti
Me entero. Cargas tus bien y mal, mal. Pausa
Excuso el momento ausente de ti. Silencio
Respaldas la excusa. Detrás. Escondida
En el audífono la pausa acompaña el ruido.

Millas de cables. Fronteras esconden verdad
Te digo, me oyes, me dices, te oyes, me oigo
Corren por el cable sin memoria. Rin rin rin.

Monday, July 18, 2011

Mona Bell y el Pintor

Véase:

http://memoriasdeungaysesenton.blogspot.com/2013/09/de-buesa-mona-bell-en-dos-tiempos.html

Sunday, July 17, 2011