Thursday, November 30, 2017

LITERATURA PARA LOS ANTIGUOS MOZOS; HOY, ADOLESCENTES

La selección de libros escolares se fundamenta en cuán apropiado son o no para tal o cual grupo, nivel, materia. Hay quienes piden que sean los literatos los que hagan la selección y hay quienes dependen de los principios moralistas de los reverendos.  Por otro lado, están los que usan la edad, las etapas generacionales, y las metas educativas para determinar si un libro se estudia en la escuela o no y cuándo puede leerse. Entre esas etapas está la adolescencia.

Una pregunta que ha sido obviada es quién es ese adolescente y por qué lo vemos tan distinto al resto de la población: no es un niño para que se le asignen cuentos de hadas, y según algunos, no es un adulto para que sea expuesto a lenguaje sexual, soez, violento.  ¿Y por qué esta polémica no se dio en épocas anteriores cuando sus equivalentes leían novelas, poemas, cuentos cuyos temas estaban marcados por la sexualidad y por lenguaje de dudosa reputación?   

Hoy, muy pocos puertorriqueños le espetan un “conchú” a sus hijos, ni les sorprende que las niñas quieran ser profesionales o se refieren a los adolescentes como mozos. Durante una visita a una oficina del gobierno en Puerto Rico, una señora bastante mayorcita le dejó saber a la joven madre de una niña de unos cinco años, saltarina de losetas en espera de salir de aquel árido y claustrofóbico espacio, que su nena sabía mucho. La joven madre sonrió ante el comentario, y la nena siguió jugando. 

No deja de sorprender la relación casi causal entre las generaciones y el manejo de las creencias sobre cómo criar o deben comportarse los niños, los adolescentes. Cada generación formula sus ideas en cuanto a la crianza, las expectativas en torno al comportamiento, y el lenguaje que se usa para referirse a sus hijos. Estas ideas pueden surgir de fuentes inesperadas: el comercio, las nuevas tecnologías, los primos que migran para el norte o los programas de televisión, como el que, a finales de los años cincuenta en la isla de los encantos, reflejaba el cambio que se estaba germinando en torno a la crianza y lenguaje usado para referirse a los adolescentes: El Club de los Teenagers.

Hasta los años cincuenta, en muchos sectores de la sociedad latinoamericana no sorprendía ni chocaba que un mozo de diecisiete años se “juntara” o casara con una “mujercita hecha y derecha” de dieciséis, porque las ideas de aquella época no los conceptualizaban como niños grandes. Eran adultos en ciernes. Y al ser adultos en ciernes las expectativas eran distintas; se los permitía leer literatura de adultos y se los ayudaba a entenderla para que cuando estuviesen que valerse por sí mismos, la vida nos los "cogiese de sorpresa”. 

Phillipe Aries (Centuries of Childhood) explora los cambios e ideas sobre la crianza de los niños y jóvenes europeos, incluyendo a esa etapa. conocida entre muchos sectores del mundo hispánico como la de los mozos, y muestra cómo esas ideas cambiaron; fueron reemplazadas por una “construcción”, un corpus intelectual, existencial distinto que la define como la adolescencia; y con ese cambio se los convirtió en miembros de una categoría generacional aparte, con expectativas basadas en dicha concepción, transformando lo qué y cómo debe ser el desarrollo y educación de esas crías. Se -o los- convirtieron en nenes grandes, o si no, en personajes amorfos entre dos etapas muy definidas: entre niñez y adultos; con sus propias ropas, música, clubes, gustos, narrativas, libros.


(del libro inédito, circulando por la red: SABER DE LETRA [TEORÍAS, MÉTODOS, EVIDENCIAS] 2017)

TEXTOS FÍSICOS EN LA RED

"Tus axilas siempre cerradas son un libro
Tirado encima de mi cama." (Miguel Martínez López: Poemas de amor y axilas

Leí el poema sobre axilas. Olí el sobaco a través de la figura literaria. Me morí de celos. No era el sobaco de Montgomery Clift en A place in the sun. Mucho menos los de Marlon Brando en una de sus películas, en papel de típico guapetón de Brooklyn. Tampoco eran las axilas medio escondidas del David de Miguel Ángel. Ni -en el sentido estricto de la palabra- olí un sobaco. Por decirle que con ver la foto de los sobacos de su amante en Facebook y sentir que hasta podía oler su perfume natural, me quitó de su muro. Jamás se me ocurrió que aquél -sobre quien les cuento- era un grafitero portátil: te quito y te pongo en mi muro de Facebook

“Belleza es, para esta fanática de la brevedad, una cóncava silueta que se define como sobaco y, sobre todo, el masculino. La curvatura y los vuelos de sus rizados vellos, combinados con un olor que emula la más profunda significación de lo que es la testosterona, comprueba que la belleza puede encontrarse en cualquier resquicio, en una parte oculta del cuerpo. La axila es una provocación a la grandilocuencia….  Yo no confío en un hombre hasta no haber percibido el olor penetrante de su axila, hasta no haber penetrado en ese breve mundo de sí mismo, porque sé que quién mejor me hablará de la limpidez de su alma, de su estatura álmica y de la belleza de su verdadero ser es esa cóncava simulación de universo.” (Rocío Cerón, Elogio de la Axila)

Un axila no es suficiente motivo para negar el placer que se siente frente a los textos, mensajes, citas, fotos de bodas, bautizos, sobacos: los bien velludos de su tío en camisilla, con su lata de cerveza en la mano, explayando su modales de lumpen criollo; la prima que, acabadita de llegar de Paris, los mostró como recuerdo de su viaje y en referencia a que las mujeres francesas no se afeitaban por debajo de los brazos; el abuelo que todas las tardes se queda dormido con el brazo estirado hacia atrás, la baba corriendo por su barbilla, recordatorio de lo efímero de la vida. Todos lucían tan tranquilos y en paz con sus sobacos en Facebook.  

“... ‘Había un aroma a valeriana con algo de amoniaco, a orina clorinada, brutalmente acentuado a veces, incluso con una leve esencia de ácido prúsico, una apenas fragancia de duraznos maduros’ (H. Huysmans) ……que en sus novelas tanto insiste en los olores humanos y los de la perfumería, y con tanta exactitud, ha dedicado uno de sus Croquis Parisiens (1880) -el que lleva por título Le Gousset- a los múltiples aromas de la axila femenina.” (Guillermo Sheridan, “La axila misteriosa”El Minutario. 6/7/2013)

Me morí de celos ante la ausencia de vergüenza, me parece, sienten algunos cuando muestran los sobacos. Mis padres, abuelos y todas las generaciones que le precedían no permitían que estuviésemos medios desnudos en público; en camisilla frente a nadie. De los dormitorios se salía con las axilas cubiertas. 

Vergüenza ajena también sentían frente a todo lo que otros hiciesen en un mundo donde hasta las axilas eran reguladas. Ya las escalas de valores que rigen la vergüenza  han cambiado entre los jíbaros; distinto a algunas religiones que regulan no sólo el vello de las axilas, regulan todos los vellos. 

“La vergüenza (también llamada pena en algunos países centroamericanos, andinos y caribeños) es una sensación humana, de conocimiento consciente, de deshonor, desgracia, o condenación. El terapeuta John Bradshaw llama a la vergüenza ‘la emoción que nos hace saber que somos finitos’.”.(Vergüenza, Wikipedia)

Vellos que causan vergüenza; amistades que causan vergüenza; palabras que causan vergüenza; amores que buscan la clandestinidad. 

Sintió tanta vergüenza y la molestia que ésta acarrea, deshonrado, me han contado otros, que además de quitarme de Facebook,  también del muro quitó las fotos de los sobacos y los textos alusivos a los mismos. 

(del libro inédito, circulando por la red: SABER DE LETRA [TEORÍAS, MÉTODOS, EVIDENCIAS] 2017)
         

EL LECTOR, LA TEORÍA DE COHESIÓN TEXTUAL, LAS VIVENCIAS, DOMITILA Y LA COMPRENSIÓN DE LA LECTURA

".... una inscripción nos saca de nosotros. Al escribir, alteramos el mundo”:Amir Hamed.  Nos alteramos todos, todo, al leer y escribir unos con otros. 

Los educadores que apoyan, aplican y practican las teorías de cohesión textual en sus clases siguen este modelo porque creen que es sumamente importante que, antes de abordar las lecturas, los estudiantes desarrollen sus esquemas conceptuales y estructurales, porque así les permitirá comprender los textos. Muchos de estos educadores combinan estas teorías con los planteamientos y sugerencias freirianas que siguen un enfoque crítico y problematizador ante los textos. La teorías de cohesión textual no cubren los asuntos afectivos, ni la función de los textos en las vidas e historias de los estudiantes.

Contreras (Lectura y vida, 1982) encontró que los estudiantes de escuela secundaria en Chile comprendían mucho mejor los textos escritos por autores chilenos que los escritos por otros autores hispánicos, latinoamericanos; un resultado que debe ser obvio para cualquier educador, pero dado el énfasis en ciertas lecturas promovidas por las culturas en el poder (currículos estandarizados, y ejercicios programados y descontextuados), las posibilidades de fracaso entre estudiantes que se alejen de las historias, ideas, léxico o de las estructuras textuales (morfológicas, sintácticas, narrativas) que caracterizan a los textos canónicos son predecibles.

Presumen los educadores que obligan a leer sólo los textos canónicos, y las editoriales que controlan los currículos con sus libros, ejercicios descontextuados y programados, que toda escritura es tan universal y transparente que carece de personalidad o entorno. ¡Ay!, pero que mucho escritor anda por ahí, redactando muy bien pero que dicen nadita de nada o lo que dicen es muy rebuscado, pero aburrido, o alejado de las historias de tal o cual grupo; que Domitila sí tiene quien la quiere o desee oír, leer.   

(del libro inédito, circulando por la red: SABER DE LETRA [TEORÍAS, MÉTODOS, EVIDENCIAS] 2017)

Wednesday, November 29, 2017

LINÓLEO DE ROSAS ROJAS

Rojas las rosas con tallos y hojas negras, enormes, cubrían el piso de madera apolillada, competencia desleal en un barrio de pisos con losetas y pequeños burgueses antillanos; embadurnadas con aceite, servían de pista de carrera al trapo que las frotaba, cuando mi hermana me ponía pantalones viejos, me agarraba por los pies y luego me arrastraba. Brillaba con mi fondillo todo el linóleo y sus rosas.

IDENTIDAD Y LITERATURA EN CCNY

Las lecturas de distintos autores latinoamericanos llevaron a la clase a formular preguntas sobre identidades. A la joven estudiante centroamericana no le gustó que le preguntaran si era miembro de la comunidad garífuna. Su algo desconcertada cara, su apretada sonrisa, “apretujados” los labios, delataban la misma incomodidad que la ex compañera en City College demostró cuando le preguntaron de dónde era, y dijo, ahogada en su propia voz:“Pititirican” (Puerto Rican). Un “piti” (puerto) que salía de la colonia. La joven dijo con firmeza: “Soy hondureña”. Para fines estadounidenses, se identificaba como “latina” u hondureña; no así cuando la identidad tenía que ver con los pueblos garífunas. 

A la muy incómoda joven, con sus impecables modales, se la puede comparar con otros en completa negación o distorsión o nacionalismos:  la prima consanguínea, españolizada, allá en el Jájome de siempre no pudo tolerar el que le señalaran su marca mongólica; el jabao dominicano que jura ser europeo y se rapa la cabeza para que el pelo grifo no revele sus otras herencias. “Que de haitiano nada”: dijo otro.

Quizás porque se encontraba presente otra estudiante que cargaba con orgullo la herencia de tan admirable pueblo, quien dijo que ella era garífuna -descendientes de la mezcla entre cimarrones africanos y caribes, al que nunca los europeos pudieron esclavizar; y para evitar entrar en una guerra con ellos, lo único que pudieron hacer fue moverlos a las costas caribeñas de Centro América -, tuvo que reconocer su herencia; añadió que sí era garífuna hondureña. Los garífunas viven en otros países centroamericanos.

Quizás, su nacionalismo era más importante que la fascinante historia de un pueblo con un tesón que merece el quitarse el sombrero ante su supervivencia, frente a tanta adversidad.

Quizás, el racismo deja marcas que es preferible olvidar, negar.

Que es muy fácil ser soberano, aunque los que manejan y controlan la soberanía te maltraten y destruyan, que ser parte de algo que, a pesar de su condición actual, mantiene la frente en alto sin engañarse o despreciarse a sí mismo.

Quizás, alguna realidad  es tan poderosa, tan visceral, que no haya poeta que pueda recrearla. 

Quizás, la poesía no logra impactar o revolver la conciencia frente a una vida que de por sí es metáfora de la vida misma. 

La joven - al igual que muchos otros colonizados, escalafonados: la “pitirican”, el mulato dominicano, la mestiza jíbara en Jájome-  mostró vergüenza ante la pregunta, metaforizó sus muchas vidas, convirtió un realismo tan crudo en literatura.

Quizás, no hay que entrar al espejo para subvertir la realidad y sugerir que la vida está al revés.

El espejo de Julia de Burgos nos mira. 

(del libro inédito, circulando por la red: SABER DE LETRA [TEORÍAS, MÉTODOS, EVIDENCIAS] 2017)

Tuesday, November 28, 2017

MUJERES QUE HOSTIGAN A LOS HOMBRES CUANDO NO PUEDEN CONTROLARLOS

Qué esperan conseguir con su violencia, la que confunden con ser asertivas. No lo son. Son desafiantes que buscan dañar al hombre acosado. Como si a la inversa de las palabrasc de Sor Juna Inez de la Cruz: "Hombres necios que acusaís". En ese caso al igual que los hombres de la monja poeta son ellas las "mujeres que acusaís"; las necias, las que no pueden estar tranquilas si no es sembrando amargura sobre el hombre al que no pueden controlar, seducir. Y cuando no lo hacen solas, buscan ayuda hasta de sus hermanos, amigos, maridos para acosars, hostigar. Qué esperan con su violencia.

ORTOGRAFÍAS FONÉTICAS, SILÁBICAS, LÉXICAS, NORMATIVAS Y CONCURSOS DE BELLEZA

"Mira nene -me escribió Pepe-, no se dice 'misiólogos' es con dos eses, como 'miss', 'missólogos' y sin la 'i'  -para luego espetarme una pregunta bien bitchy- ¿No corriges?”. 

“Claro que corrijo. Gracias,  insidioso, puntilloso y norma-compu-obsesivo”: contesté. 

Corrijo después que vea el error, de saber que hay un error, y en este caso ni me fijé en su ortografía, y después de racionalmente -cuando el intelecto me es suficiente- entender las raíces o razones del error; y como deduje, sin pensarlo, que si en Puerto Rico les decimos misis a las maestras, enfermeras y oficinistas, aunque sean señoras o señoritas, pero no necesariamente vírgenes, escribí misiólogos, y ya. 

Debí haberme fijado y poder concluir que al estudiar cómo los escritores formulan sus ideas sobre la ortografía -de acuerdo a Jorge Vaca, Ana Teberosky,  y otros investigadores del porqué escribimos como escribimos-, no se puede usar todo el tiempo ni la deducción fonética o silabeos o derivados o lógica, que éstas no funcionan como métodos cartesianos, y mucho menos si están matizada por la cultura.  Por lo menos, ya, desde que salí de tercer grado, no escribo “Geraldo”. La Misis Zabaleta me obligó a escribir “Gerardo” un montón de veces en la pizarra, y no recuerdo, pero no dudo, que también nos llevó a través de su excelente manejo de la didáctica deductiva a explicar por qué.

Qué tanto “a través” que le corregí a los chicos y no muy chicos durante mis años de maestro -por ellos escribir “atraves", deducido de atravesar- pudieron servirme de algo. Pero no, es que por un lado mi ceguera y el escribir “a las millas de chaflán” (expresión boricua que quiere decir bien ligero), y por otro, que no soy tan diestro en las normas de las normas y , por último, la dependencia en mis lectores del blog me llevan a plantar (subir o colgar) el texto en la plataforma Bloggers.com, y a esperar que me señalen lo que debo cambiar, corregir. 

Y ese patrón interactivo que permite el blog, incluye tener que tolerar a Pepe, que no puede esperar un minuto. ¡Uy!, cómo goza -a nivel etereo, flota, cual levitante Santa Teresa- de su manejo normativo, casi automático con las reglas, a la perfección, de la ortografía para corregirme.  Luego, sin perder el hilo conductor, aunque la narrativa fuese otra, me interrogó para saber si tal o cual sabían que los había citado en el escrito sobre las “misis” y los concursos de belleza. 

P.D. Me corrigió un lingūista, que misólogo solo lleva un "s". Ya se lo dejaré saber a Pepe, que parece haber derivado de la "miss" inglesa la ortografía para escribir el término que se usa para referirse a los que estudian a las "misis" en español. En esa, tan normativo que es,  no siguió la norma.

(del libro inédito, circulando por la red: SABER DE LETRAS 2017)

TAREA ESCOLAR: ENCONTRAR EVIDENCIA EN LA LITERATURA QUE PUEDA SER USADA PARA EXPLICAR EL COMPORTAMIENTO DE UN GUACHAFITA/HUACHAFITA

El diccionario de la Real Academia Española de la Lengua define el vocablo guachafita como alguien falto de seriedad, orden o eficiencia. Este vocablo hasta hace poco era parte del lenguaje popular por casi toda Latinoamérica, a veces es deletreado con hache en vez de ge, pero el significado es más o menos el mismo. Su etimología lo liga a las lenguas indígenas. Su uso ha ido desapareciendo; los guachafitas, no. Los textos literarios, los comportamientos de la gente y los planteamientos de políticos, filósofos, sacerdotes, científicos, reverendos y curanderos proveen múltiples ejemplos que sirven para comprobar que los guachafitas andan por ahi, por allá y por acá. La tarea que le asignó a la clase: identificar la huachafería y sus derivados en los textos asignados anteriormente tenía algo de búsqueda personal.

-Es una obra innovadora, de un valor académico extraordinario- me dijo el editor-mercader de libros. Quien me lo presentó, mi compañera en la facultad, la Profesora Toledo, no lo creyó. Y no lo creyó por dos razones: primera, la doctora desconfiaba de todo aquel que se distinguiese por el uso de verbo rápido y halagador, y este buen amigo de su marido seducía con la palabra y con sus actos; segunda razón, ella estaba estudiando la huachafería en la literatura como signo histórico, desde las fábulas de Esopo hasta los cuentos de Borges. Su desconfianza no le restó importancia a su plan de apoyarme con la publicación del libro sobre la relación causal entre la docilidad de los puertorriqueños y el estatus colonial de la isla. 

-Cubre los gastos de imprenta; nosotros lo publicamos.

Toledo estaba tan agradecida con el hecho de que me iban a publicar un libro que pocos leerían, que hasta un fuerte abrazo de despedida le colgó al editor, y luego un apretón de ambas manos, acompañados por un profundo suspiro, una enorme sonrisa y un: “Nos vemos a la noche en casa, cenemos juntos’. Yo no estaba invitado. 

La necesidad de crear falsas expectativas no se limita a los mercaderes de libros ni a los políticos de turno. Se encuentra en el diario vivir de todos en todos sitios: los médicos que te dan cita a una hora para luego encontrarse uno con un montón más de pacientes con cita a la misma hora; la señora de clase media que estaciona su todo terreno frente la entrada del garaje de tu casa y dice sin mucha preocupación -Yo vuelvo rápido-; la amiga que no se plantea el que puedas tener otros compromisos -Paso por allá entre jueves y domingo, tienes que venir por casa -; la empleada de oficina que se pone a hablar con sus compañeros mientras el cliente espera pacientemente; el chofer de taxis que se niega poner el metro y quiere cobrarte un suma exorbitante para un viaje de cinco minutos.

Crear falsas expectativas está basado en el engaño, en el deseo de hacer creer que algo va a ocurrir; y mientras esperas, el guachafita logra las metas concretas que le motivan a formular la ilusión de que algo va a pasar. El editor busca dinero y mientras lo consigue te otorga el premio de la letras, el médico en algún momento te dedicará diez minutos para hacerte creer que le preocupa tu salud, la amiga espera convencerte que eres bien importante, y mientras esperas, ella algo encuentra, la empleada espera lograr estar de buenas con sus compañeros, el chofer de taxi espera explotar a todo el que pague sin protestar. Los guachafitas están todos por ahí, mercaderes de deseos.

El encontrar evidencia que compruebe la existencia de huachaferías en los textos les permitirá conocer los motivos que llevan a personas, que en otras ocasiones se distinguen por su honradez y rectitud, a jugar juegos basados en el engaño. La huachafería no es necesariamente un acto consciente. Resulta de las relaciones que se establecen entre individuos o grupos. En el carácter de algunas personas se encuentra un motivo ulterior que los lleva a tratar de ganarle terreno a aquel con quien le es dócil. Fanón y Freire argumentan el proceso colonizador como causa de esta patología. Los psicoanalistas lo enmarcan dentro de un modelo de relaciones opresivas entre los individuos. La clase tenía que referirse a los argumentos teóricos y a la evidencia que aparece en la literatura para poder sostener sus planteamientos. Nada que ver con la profesora Toledo.

La escritura del libro me había resultado muy fácil: una vez recogidos los datos, “Si los datos no te apoyan tu tesis, los botas y continúas con la investigación hasta que logres resultados satisfactorios”: me había dicho su esposo, especialista en estadísticas y lenguaje. Una vez recogí la evidencia, la añadí a los capítulos que ya había escrito antes de llevar a cabo el estudio. Ambos se habían convertido en mis guías; yo en su confidente. Fui uno de sus más fieles y mejores estudiantes. Ambos mostraban una generosidad que pocas veces se encuentra en el mundo académico. Ella era auténtica. Él esperaba algo más. Yo pretendía aprecio sin dar un paso en falso. 

El esposo de Toledo era su mejor y más confiado asesor; le proveía el sostén que no encontraba entre muchos de sus otros compañeros en la universidad. Sus relaciones amorosas sexuales eran otra cosa, nunca fueron muy frecuentes ni apasionadas; cesaron por completo una vez él le confesó que sentía inclinaciones homosexuales. Ella no quiso divorciarse por temor a que el divorcio les afectara su carrera académica o por razones parecidas: las familias, los vecinos, la vida en comunidad, el celibato y Foucault. Se ayudaban mutuamente en sus investigaciones. Él le analizaba los números y ella le explicaba conceptos vinculados al estructuralismo, y la filosofía epistemológica que servían de base para sus investigaciones de textos literarios. 

El seguir viviendo juntos sin preocuparse por sus otros amantes, asistir a eventos universitarios como pareja, y no tener estar vigilando a algún fundamentalista religioso que pudiese usar su divorcio como motivo para negarle permanencia o ascenso era el plan perfecto. El dormía en la antigua habitación matrimonial y ella en lo que fue la biblioteca, rodeada de su más preciado tesoro: los libros. Después de todo ella siempre mantuvo su postura que ante un problema concreto se requiere un análisis y solución concreta. 

“Recuerden que vivimos en una sociedad profundamente religiosa”: decía la Doctora Toledo a sus estudiantes cuando tenía que justificar explicaciones a las que le faltaban fundamentos empíricos o carecían de cualquier tipo de lógica, - y la iglesia se sostiene sobre la creencia de que hay un ser supremo que lo puede todo sobre nosotros, y ante esa fuerza perdemos todo sentido de poder, de juicio. La iglesia presenta la verdad a la que todos debemos sucumbir; y esa verdad exige que sus feligreses se entreguen sin preguntas ante ese ser supremo. 

-Tienes que descartar aquellas vertientes o variables que carecen de importancia estadística, diferencia significativa o que rompen con los esquemas tradicionales sobre lo que es ser puertorriqueño. El libro tiene que venderse. Los capítulos cuatro y cinco discuten temas importantes en la relaciones entre los grupos estudiados, no así para los posibles lectores de tu libro. No tiene significado estadístico. Fuera de dos o tres etno-académicos, nadie quiere saber si los descendientes de africanos o taínos son más dóciles que los descendientes de europeos. Para propósitos del libro se está hablando de puertorriqueños y no de detalles que no tienen importancia para los lectores en general o que puedan causar desvíos en lo lectura de tu tesis. 

Una monja había inculcado en la joven inmigrante el apostolado dedicado a los pobres, a los más necesitados. Y estos pobres, necesitados, marginados con quien ella podía comunicarse durante aquellos primeros años eran los puertorriqueños en el sur del Bronx. Cuando apenas era una adolescente, la familia de la Doctora Toledo tuvo que abandonar una de las dictaduras latinoamericanas de turno y refugiarse en los Estados Unidos, país que había ayudado a instalar el gobierno de su país de origen y que hoy, por sabrá Dios qué razones, el coloso del norte trataba de derrocar. Su vida de pequeña burguesa latinoamericana se transformó en la ciudad de Nueva York. De niña privilegiada a convertirse en miembro de una minoría amorfa llevaron a la doctora a tener que hacer ajustes en su visión del mundo; ajustes que a otros les hubiese tomado dos o tres vidas en realizar. Esta sinopsis de su biografía la repetía, a modo de empatía, en sus clases sobre la evolución de la conciencia y los valores en la literatura. 

Se necesitan instituciones que respondan y adapten a las necesidades de los pueblos, y el que el New York Times le llame colegio tercermundista en medio de la primera potencia del mundo no aflojan los deseos de la Doctora Toledo de continuar fomentando el intelecto de sus jóvenes estudiantes. Durante cenas y veladas que pasaba junto al marido y el editor, la doctora planteaba como fundamento pedagógico de su trabajo en la universidad, el placer que sentía al poder compartir con sus estudiantes esas herramientas intelectuales que logran que los sujetos tomen conciencia y control sobre su realidad histórica. 

Las veladas duraban hasta las tantas y obligaban al editor-mercader de libros a pasar la noche en la casa de los Toledo; para luego dormir en la antigua cama matrimonial. La doctora regresaba sola a su biblioteca, acompañada por sus adorados libros; y los gemidos que salían del dormitorio matrimonial y entraban por la puerta abierta de la biblioteca.


(del libro inédito, circulando por la red: Saber de Letra 2017)

Monday, November 27, 2017

EL MAPUCHE ANÓNIMO Y LOS MEDIOS ARGENTINOS

"Solo página 12 da el nombre de quien murió. Rafael Nahuel. En todos lados leo 'un mapuche'. La Nación dice 'los aborígenes'. Me preocupa mucho esta construcción de la otredad que repetimos. En esa otredad se construye un enemigo e injustamente se le van quitando derechos al ciudadano, al compatriota, solo por una cuestión de etnia. ¿En qué país vivimos? ¿En qué momento los mapuches son 'ellos' y no parte de 'nosotros'?" (Romina Freschi. Nov. 24 2017 - Facebook)

LEYENDAS PUERTORRIQUEÑAS POR CAYETANO COLL I TOSTE 1850-1930 (HACIA UNA REINTERPRETACIÓN DE ALGUNOS DE SUS RELATOS)

El libro Leyendas Puertorriqueñas era lectura obligada en las escuelas primarias e intermedias durante mis años de estudios en las escuelas públicas de Puerto Rico.  Un repaso de los currículos contemporáneos en Puerto Rico indica que no está incluido; ha sido descartado; dudo que ha de encontrarse en las escuelas de Nueva York o en los cursos que toman los estudiantes de pedagogía bilingüe en las facultades de educación en los distintos "colleges" de la ciudad. Estos son mis comentarios sobre cuatro de esas leyendas. 

         GUANINA

Nena tonta, la Guanina, quien en vida fue, irreverente, transgresora, nena de clase poderosa en el Guaynabo de aquella época, su aldea, hermana del jefe, qué se puede esperar, hacía lo que le daba la gana, no le gustaban los tipos de su tribu, arrogante la hermana de Agueybana, ni los caribes se la acercaban, y se fue con un tal Diego, uno de aquellos, quienes, en aquel momento preciso estaban abusando de sus vecinos, primos, parientes lejanos. Como dicen por ahí: "Nena, ¿en qué tú estabas pensando? Con razón los enterraron vivos. 

LA GARITA DEL DIABLO

Los dos amantes: una mujer parda descendiente de la mezcla entre taínos y españoles, y un soldado español estacionado en Puerto Rico durante el s.XVII huyen, desaparecen. La garita donde estaba estacionado el militar haciendo su guardia, en el Castillo de San Cristóbal en el San Juan colonial, es nombrada como la Garita del Diablo por los órganos oficiales, porque, de acuerdo a los mismos, los amantes se suicidaron. Jamás iban a aceptar que un soldado desertara por andar detrás de una bella mestiza o que ésta fuese tan poderosa, que lograra seducir a tan buen hombre. 

BECERRILLO

Un perro tan fiel, que después de descuartizar a miles de Caribes, defendiendo la colonia, muere junto a su amo, asesinados por los Caribes. El perro invasor es el protagonista, el héroe épico, casi espartano, y no los Caribes en sus tierras. 

         LAS ONCE MIL VÍRGENES

En este relato sobre la toma de Puerto Rico por parte de una flota inglesa, don Cayetano Coll i Toste se integra a la narración y comenta la leyenda, algo que no hace en los anteriores. Dice el narrador que no fueron la famosa rogativa en la que participaron todos los residentes de la ciudad de San Juan, hoy honrada con una estatua frente a la bahía, ni los ruegos a Santa Ursula y las once mil vírgenes los que salvaron a la ciudad de la invasión inglesa, dirigida por el general Abercromby en el 1797, puesto que esa santa era bretona y de haber ayudado, lo hubiese hecho en favor de los ingleses. No es que don Cayetano no creyese en milagros, es que los santos pueden ser bien etno-céntricos. 

(del libro inédito, circulando por la red: Saber de Letra 2017)

GÉNOVA TRANSFORMÓ A GUAYAMA

- ¿Y qué lo trajo por aquí?
- Ando buscando a Cristobal Colón.

La señora que me atendió cuando fui a la pequeñita casa-museo donde alegan nació o vivió el genovés que comenzó la europeización de las Américas sonrió ante mi respuesta. Me dio, no recuerdo, qué información. Caminé un poco por la pequeña casa, salí y seguí paseando por Génova.

(El cinismo, mal que aqueja/caracteriza a los colonizados/neo-colonizados/oprimidos/proto-colonizados/pseudo-colonizados, se me sale por los poros. Cuentan las leyendas que Esopo, el más conocido de todos los cínicos, era un esclavo egipcio que creaba, de haberlas creado, las fábulas porque si hablaba literalmente de los faraones, podía ser ejecutado. ¿A cuántos no siguen ejecutando o tratando de ejecutar los modernos faraones? Véase en este blog diversas crónicas sobre este tema)

“En un pueblito de Italia nació Cristóbal Colón… y la gente se burlaba… al palacio del rey…” son fragmentos de la letra de aquella canción infantil que teníamos que memorizar en la elegante escuela elemental Genaro Cautiño al final de la cuesta en la Calle Ashford, en aquel pueblo caluroso, seco, de frente al quieto mar Caribe. Todos los doce de octubre cantábamos aquella canción, teatralizábamos la “gesta descubridora” y nos alegrábamos de haber sido parte de la colonización de las Antillas.

(En un pueblo donde la mayoría de la población era de ascendencia africana, nunca aprendíamos canciones ni leyendas sobre las gestas de los esclavos. De los pataquíes se hablaba en las casas, en secreto. Mirábamos hacia España y Europa, y un poco hacia los Estados Unidos; pero era España nuestro norte.)

El hombre cuarentón, flaco, me miró directamente y siguió estudiando la pieza en el museo que luego visité. Yo lo miré y seguí caminando por otras galerías. No recuerdo su cara. Recuerdo el pasarnos, mirarnos, desearnos, y no hacer nada más. Recuerdo su pasión por la obra que el allí observaba. No recuerdo la pieza.

(Génova era parte de la memoria colectiva de mi generación en el Puerto Rico de los cincuenta. Hasta esa época, si tenías recursos, era a Europa donde iban a estudiar los jóvenes económicamente pudientes de la isla de los encantos. Con la colonización y control de la educación privada en manos de curas y monjas estadounidenses el “status symbol” cambió: las generaciones que nos siguieron desean poder asistir a las universidades norteamericanas. Ya ni hablan de Génova, ni cantan “en un pueblito de Italia..."; todavía no leen sobre los pataquíes.)

Siempre me ha atraído la gente de mi edad, ni mucho más jóvenes ni mucho más viejos, y en Génova pude haber parado, conocido al flaco cuarentón, hablar con alguien; decidí que prefería la imagen, la memoria, el deseo sin las complicaciones de lo concreto. Escribí unas notas sobre ese momento y seguí caminando por el puerto, tomé un café, esperé la tarde; las que siempre me angustiaban antes de mi viaje al pueblo donde nació Colón.

(Nos dice Lacan que el deseo erótico en los humanos está tan ligado a las fantasías, que al fin de cuentas es un acto narcisista, es a nuestro ego enamorado al que amamos. Si para los animales la copulación es el foco de la sexualidad, para nosotros es la fantasía la que nos guía el acto sexual. De encontrar fallas en nuestra pareja, perdemos el deseo. El flaco genovés me recordaba al flaco de Ponce.)

Las tardes del pueblo caluroso, caribeño, rodeado de cañaverales, despertaban una especie de melancolía la cual no podía comprender; aprendí a vivir con ella, disfrutarla. El pueblo se acostaba y no había salida ni espacio para satisfacer los deseos de un adolescente que curioseaba otros nortes. Pensaba que al dejar el pueblo el saudade, aquel estado de ánimo que me arropaba una vez la luz tenue, algo amarillenta, barruntaba la llegada de la noche, iba a ser amortiguado. Llegaban las tardes y llegaba la melancolía. En Génova ocurrió el milagro. El flaco del museo sirvió de catarsis. En el café, aquella tarde de verano, después de visitar a Colón, la melancolía no hizo su aparición.

(Quizás la melancolía vivida en aquel pueblo era causada por la falta de una experienciaa que hubiese permitido canalizar mis deseos de ser europeo, encontrar mi descubridor. Nos dice Lacan que nuestros deseos se fundamentan en una ausencia, ya que la fantasía no responde a nada real. Quizás, la casa de Colón, Génova rellenaron la ausencia. La fantasía se concretizó en una pequeña y humilde casita en la ciudad italiana, perdió su magia; y al descartar al flaco del museo, neutralicé mis fantasías. Ya no deseaba al flaco de Ponce. La melancolía sin substancia no podía volver a arroparme.)

En la entrada al cementerio del ya mencionado pueblo caribeño se encontraban los muy elegantes panteones de las antigua familias europeas, fundadoras del pueblo. Aquellos blancos panteones servían para reafirmar quienes eran los que definían la historia y la colonización. Hoy, de vuelta al pueblo, uno de los panteones fue comprado por unos nuevos ricos chinos; transformaron el panteón en una petite pagoda color rojo subido.

(Una vez descubierta la fuente de la melancolía, desaparece el placer que la acompaña.)

(del libro inédito, circulando por la red:
DESDE JÁJOME HASTA ÍTAKA 2017)

ESTADOS DE ÁNIMOS Y EL BLOGUERO

Hasta cuándo durará esta relación, este escribir tecleando, texteando, copiar, transferir textos, entrelazar, postear en un revivir del ensayo, contar un contar qué, por dónde, hoy no, ayer, nada aparece frente a la pantalla, no rebota el gusto por jugar con ella, sus deletes cortan el historial de cada buscar, empatar el cuento, que no se da, hace días que no se da, en el sofá se retrata la vida, un smart phone remplaza, guía al bloguero, couch potato, teoriza sobre esa relación bloguero - blog, cognitivista o psico-analista, un caudal de posibilidades empíricas, recogen, recrean, resisten, encausadas a explicar los obscuros canales que mueven, ordenan ese común consentir, ese ir y venir en la bloguería.

Es un hasta cuándo durará esta relación, este escribir  texteando, tecleando, que no estudié comercio ni taquigrafía en la superior del pueblo que siempre mira hacia el Caribe, vivir del copiar, me auto-plagio como Borges o pretendo ser Palés sin lograr integrar texto y ritmo, tanto transferir textos, entrelazar, postear en un revivir del ensayo a lo Capote, deseos, puros deseos, contar un contar qué, por dónde, hoy no, ayer, nada aparece frente a la pantalla, no rebota el gusto por jugar con ella, sus deletes cortan el cuento del cuento, la nostalgia de Kundera, de cada buscar, empatar el relato, que no se da, hace días que no se da, en el sofá se retrata la vida, una ausencia de poesía, un smart phone no muy inteligente remplaza, guía al bloguero, couch potato, teoriza sobre esa relación bloguero - blog, cognitivista o psicoanalista, un caudal de posibilidades empíricas recogen, recrean, resisten encausadas a explicar los obscuros canales que mueven, ordenan ese común consentir, ese ir y venir en la bloguería.

(del libro inédito, circulando por la red,  Saber de Letras 2017)

Saturday, November 25, 2017

EL SUICIDIO NO TIENE APELLIDO

Existe por sí mismo. Arropa, camina por dentro de la piel; impregna todo. Se hace deseo, cuarto obscuro. El suicidio es nombre; es uno; en uno, hasta que el alma lo para, lo despoja. Sale, abandona el cuerpo, desaparece o se esconde.

EDUCACIÓN, COLONIZACION, CLASES ECONÓMICAS Y CALABAZAS

En la escuela elemental Genaro Cautiño, Guayama, Puerto Rico (1955) primero leíamos y luego cantábamos la canción alusiva a la llegada del otoño en pleno y permanente verano caribeño:  

“Cuando llega el mes de octubre
Corro al huerto de mi casa
Y busco con alegría
Tres o cuatro calabazas
Las preparo, las arreglo
Saco todas las semillas
Les hago unos ojos bien grandes
Y una boca chiquitita.”

Esa y otras canciones que no representaban nuestro entorno o historia cantábamos. Lo que no sabíamos era que aquella cancioncita junto a libros y otras narrativas eran parte de un proceso colonizador que nos desasociaba de nuestra historia. Lo que sí sabíamos era que los muchachos pobres que asistíamos a aquella escuela pública no podíamos darnos el lujo de desperdiciar calabazas. La idea de usar la comida como juguetes o decoración era/es asunto de los clases medias y los de más arriba de las clases medias. Los pobres no se pueden ser tan extravagantes. Las calabazas se usaban para preparar las habichuelas, tortitas, postres como flanes y cazuelas con canela, jengibre, clavo y azúcar negra. 

Dijo un estudioso de la sociedad y política que sería equivocado creer que las clases comprometidas con la transformación de una sociedad tienen siempre fuerza suficiente para hacer una revolución una vez esta ha madurado en virtud de las condiciones del desarrollo económico y social; puesto que esta transformación pudiese no ocurrir ya que la sociedad humana no está estructurada de una manera tan racional y cómoda; que la revolución puede haber madurado sin que las fuerzas necesarias llamadas a cumplirla sean suficientes. Ante ese conflicto hay que seguir leyendo, reflexionando sobre lo leído, cómo leemos, y a ver qué pasa.

(del libro inédito cuyo manuscrito está circulando por la red: Saber de Letras 2017

EL ENTIERRO DE GUANINA Y DIEGO EN GUAYNABO

Nena tonta, la Guanina, quien en vida fue, irreverente, transgresora, nena de clase poderosa en el Guaynabo de aquella época, su aldea, hermana del jefe, qué se puede esperar, hacía lo que le daba la gana, no le gustaban los tipos de su tribu, arrogante la hermana de Agueybana, ni los caribes se la acercaban, y se fue con un tal Diego, uno de aquellos, quienes, en aquel momento preciso estaban abusando de sus vecinos, primos, parientes lejanos. Como dicen por ahí: "Nena, ¿en qué tú estabas pensando? Con razón los enterraron vivos. 

(del libro inédito Saber de Letra 2017)

Friday, November 24, 2017

UN FONEMA NO ES UNA LETRA

Una creencia en lo que Emilia Ferreiro considera un falso supuesto sobre el aprendizaje de la lectura y escritura -que existe una relación biunívoca entre fonema y letras  (grafias)- lleva a la muy estandarizada y desubicada culturalmente maestra colombiana, en el muy progresista Distrito Escolar #3 del Upper West Side de Manhattan, a corregir a un niño puertorriqueño que pudo parear correctamente la lámina que mostraba un perro con la palabra perro, escrita en el cartel que también aparecía en la pizarra. -Dice perro- corrigió ella. La maestra confundió una clase de fonética con saber leer. Pobre chico, el fracaso intelectual de la muy reconocida profesora empezó a ponerle trabas a su vida de estudiante de primaria.  Puede que aquel niño encontrase su propia explicación a los asuntos fonológico-textuales e hiciese como la nena argentina que para explicar la diferencia entre como ella hablaba y como se debía leer, dijo que cuando el pollo, el de la lámina, estaba muerto era “pollo” y cuando estaba vivo, como los del corral en su casa, entonces, eran “poshos”.
(del libro inédito Saber de Letra 2017)

MARIANELA Y EL MÉTODO SILÁBICO PARA ADOLESCENTES O LA IMPLOSIÓN BIOLÓGICA

Un buen movimiento de nalgas embelesa al más piadoso. A mí, me calienta hasta el alma: sudo, me babeo, tiemblo y deseo. Reacciones nada apropiadas si está uno frente a la maestra más sensual que ojos negros hayan visto en buen tiempo, sentado en un pupitre de dimensiones más pequeñas que las que cuerpo grueso puede aguantar. ¡Qué calentón! 

Cuando sus hermosos brazos y delicada mano siguen los movimientos de las letras en rápido desenlace y revelación de palabras en una pizarra medio destartalada, no puedo esperar, me adelanto con lecturas equivocadas de las mismas. ¿Por qué se pondrá esas faldas de ligero algodón, fácil en su relación con la brisa? Ay ay, que el viento no le dé frente. Ni que le dé con acercarse a mi pupitre. Me lo va ver. 


Esos rizos sobre mi cara, esos labios sobre los míos, ese tono hablándome en palabras llanas, agudas y esdrújulas en la novela Mámamela resaltan la intención del autor Benito Pérez Galdós, de lograr un efecto conmovedor, sensual, sobre el lector. 


Ma-ria-ne-la, por poco me oye.  Marianela.  ¡Qué fallo cometí. Me pone mal con esa ondas volando cada vez que se voltea, cómo se mueve y acompaña sus ritmos de puertorra bien sembra’.  


Ay, Dios, dame paz, que no aguanto hasta llegar a casa. “¿Que tú haces en el baño todas las tardes después de clase. Sacándome los granos de la cara”: me pregunta y contesto a mamá. Ma-ria-ne-la: nombre común en el siglo diecinueve, como el de ella –Marisol- en este siglo. 


El texto provee suficiente vocabulario para identificar cada una de las palabras asignadas. Buscarlas es tarea fácil; leerlas sin delatarse, adelantarse es imposible. Por ahí viene.   ¿Qué hago ahora? Me tapo con la libreta.Que no se doble más, que se quede tiesa o yo exploto. Me ahogo en mí mismo. Implosión biológica.


(Del libro inédito Saber de Letra 2017)

Thursday, November 23, 2017

PIRIAPOLIS

En Piriapolis concluye mi novela inédita, pero que circula por la red, Jabibonuco. A esa lenta y parsimoniosa ciudad llegan los protagonistas; allí descansan, aceptan sus historias; y transforman en aleph una vida llena de desvíos y descubrimientos asombrosos. En Piriapolis soñé una vida más allá de las fronteras. (Vea anexo: Clarín le dedica una muy merecida nota a la única ciudad planificada acorde las ideas de la Nueva Era, antes de ese movimiento espiritual adquirir conciencia de masas.  https://www.clarin.com/viajes/voces-tiempos-piriapolis_0_r1_-Ac3yf.html) Los veo en Piriapolis.


Wednesday, November 22, 2017

CUENTOS DE HADAS

Ese lobo astuto se viste de todos
de hombre de santo de vieja.
A la niña engaña esa tierna abuela
la mira, la huele, se acerca, la toca,
De joyas muy caras su cuerpo engalana
esa abuela-palabra la viste de magia. 
A la niña buena la llena de ansias
esa abuela-sexuada destella lujuria.
A la niña ingenua su alma le come
la mancha de sangre la abuela persigue
su lengua muy larga a la niña desviste.

Tuesday, November 21, 2017

THANKSGIVING IN MADRID, SPAIN

Desde que mi hermana Nila murió y mi cuñado Néstor se enfermó y mi hermana Ana perdió la jefatura de la cocina, mi "familia" no me invita a pasar Thanksgiving con ellos, ni Navidad ni Año Nuevo ni Reyes ni Cumpleaños ni Aniversarios (wonder why!), y ahora descubro que puedo irme a Madrid (véase link). El año pasado me lo pasé en una fonda dominicana en Santurce y comí chicharrón de pollo y mangú; el anterior en un sushi en la Ashford del Condado y comí, pues, sushi; el anterior del anterior en NY fui a La Taza de Oro y comí pernil criollo sobre-adobado con arroz con gandules seco, bien seco. Y así somos en la sagrada y bendecida familia puertorriqueña. Llenos de compasión y tolerancia. No les dé con invitarme ahora, que se presta para pensar que "me cogieron pena", y digo que no; además que esta vez pude haberme ido a Madrid, Spain, el país de donde decía mi abuela que vinieron sus antepasados, aunque yo no la creía porque ella era bastante trigueña, con su "raja" a flor de piel y no celebraba Thanksgiving, ni comía pavo, mucho menos, "pies" de calabaza gringa, las que son aguás, ni salsa de arándanos (no sabía lo que eran esas frutillas amargas). Y como mi abuela era como era, de estar por ahí, sí me hubiese invitado o yo a ella a celebrar Thanksgiving in Madrid de donde -y que vinieron- sus antepasados que no comían pavo. 

*(Del libro La Sagrada Familia Puertorriqueña 2017)

EL “TO TO” DE GUILLÉN CULIPANDEA POR LA CALLE ANTILLANA DE PALÉS Y CABRAL

Durante mi último año en el City College de NY (CCNY) tuve de frente a dos grupos de estudiantes, reclutados en las zonas suburbanas de los EEUU para trabajar como maestros en los barrios latinos de la ciudad. La mayoría de estos jóvenes eran blancos clases-medias que habían estudiado español en las universidades de los EEUU.  Con uno de estos dos grupos pude trabajar. Al segundo, colonizado al fin, los mandé para el infierno (luego les cuento). El primero tomó la asignatura que yo dictaba sobre el aprendizaje y enseñanza de la lecto-escritura en español en las escuelas bilingües primarias. 

Puesto que durante mis anteriores años académicos mis estudiantes eran todos latinos, no estaba preparado para lo que encontré en las "interacciones" a princiopios de clases, las primeras reuniones del grupo. Fluentes y muy seguros de sí mismos, los "sububarnos" se quedaron con las discusiones en clase. No tenían dificultad en entender las lecturas académicas, temas, teorías y prácticas que allí se discutían. Los latinos, jóvenes inmigrantes pobres, graduados de colegios y universidades públicas de la ciudad, eran opacados por aquellos muy seguros y sofisticados estudiantes.

Sin dejarle saber lo que había observado, para evitar lo que se estaba dando en clase, el control de las discusiones y la segregación en grupos étnicos, hacia la tercera semana transformé la estructura y enfoque de la clase: los puse a  discutir las lecturas y proyectos en grupos pequeños. Con el resultado que durante esa tercera semana los clases-medias suburbanos, una vez más, se quedaron con las discusiones. Todavía no quería abordar el problema públicamente y para la cuarta, mi muy didáctico genio creador me sugirió que los pusiera a leer y luego a discutir cómo integrar en sus aulas los poemas afro-antillanos de Guillén, Cabral y Palés Matos.

Fue en ese momento cuando los jóvenes latinos, en su mayoría descendientes de dominicanos y puertorriqueños se quedaron con el piso. Con ellos no había que discutir las funciones estilísticas, morfológicas, sintácticas, léxicas, significativas de la muy palesiana “Tembandumba de la Quimbambas”, meneando “masa con masa” sus grandes nalgas, “culipandeando por la calle antillana”, o que el “bembón” de Guillén no se tiene que quejar porque  “Caridad se lo da to, to”. Y allí, el “to, to” de Guillén  despertaba la risa y obligaba a menear sus hombros a los caribeños mientras los “clase-media” suburbanos, mimados y reclutados para salvar a los “people of color” no sabían de qué carajo se hablaba, ni podían leer al ritmo de una plena, una rumba o un son.  Que la compresión de un texto no se limita al cerebro, y si es literatura caribeña, como el negro en la canción de Celia Cruz, "hay que tener tumbao". 

(Del libro inédito Caminos Didácticos and the Multilingually-Challenged Educator 2017)

Monday, November 20, 2017

El VERBO TRAVESTIR: SIGNIFICADORES, SIGNIFICANTES Y SIGNIFICADOS

La ropa no hace al travesti; su sentido del papel que juega es lo que lo consagra. Quien se atreve vivir y sentir ese borde que define el transgredir lo que la cultura define como rol tradicional de una persona sin sentirse con culpa, remordimientos o vergüenza no necesita, todo el tiempo, vestirse con las ropas que se exigen para definir quién eres. El travestismo supone dejar ambos roles tradicionales, transcenderlos y vivir en el medio, sostener el balance entre ambos polos. Quienes se atreven a ponerse las ropas de la otredad buscan proyectar ese borde más allá de lo que se siente; y vivir una experiencia que es tan completa como lo es para quien no se las pone. Con las ropas reafirman su balance. Quienes no necesitan de vestuarios consiguen el balance con el sentir mismo. A veces puede que recurran a lo que en algunos países hispánicos llaman partirse. Partirse, visto por los no entendidos como una expresión de la loca histérica, es algo más que histeria, es un voto por el derecho a vivir en el borde. Quien se parte, transgrede, “traviste”, y reafirma su más intima identidad. 

Travestir puede darse tanto en las relaciones sociales como en las íntimas, en la cama: el hombre que se entrega por completo a la mujer y permite que esta tome control sobre la sexualidad o el hombre que hace lo mismo con otro hombre son tan travestis como el que se viste de mujer o la mujer que se viste de hombre. Ese trascender y dejarte ser en la cama como en la fiesta requiere un fuerte sentido del balance anímico; de lo que los compañeros progresistas de los años sesenta llamaban, “estar claros”. Tanto dijeron los correligionarios, “hay que estar claro”, que esa claridad ha llegado a alumbrar fuera de sus categorías originales; para aquel entonces, el estar claro se refería a las relaciones de clase o postulados políticos, nunca a la claridad sobre la identidad de géneros. Tirarte en la cama y dejar que el significado otro te ame es entregarte en cuerpo y alma, sin penas ni miedos a perder la supuesta fuerza que te otorga el papel tradicional; es travestir sin vestirte. El acto político libera los cuerpos.

Hay quienes hoy fundamentan esa claridad en polos o triadas: femenino, masculino, homo-erótico, en negación de lo fluida que pueden ser la identidad y sus bordes. Sentir el cuerpo del otro y guiarlo, sentir el cuerpo que te guía, no está condicionado por los códigos tradicionales, incluyendo los que eran usados por los homo-eróticos: butch, fem, activo, pasivo, mujer, hombre, hembra, macho. Esta claridad o falta de la misma lleva a la Selena de Mayra Santos Febres a jugar un rol sexual con el militar opuesto a su vestir, y al no entender ella o la autora ese borde, se convierte en una figura trágica. Contrario a la Selena, el manicura Cigala, un personaje en la novela Ganas de Hablar por Eduardo Mendicutti, se refiere al Síndrome de Estocolmo para explicar su juego con sus identidades, sin penas ni glorias las trasciende y enfrenta a su muy tradicional entorno. 


(Del libro inédito, circulando por la red en forma de manuscrito, Caminos Didácticos y el Multilingually Challenged Educator 2017)

Sunday, November 19, 2017

CARTA A UNA MAESTRA DE ESPAÑOL:

Muy señora mía:

Fracasé, sus correcciones evidencian mis errores, o, espere, quizás los suyos.

Los 40 puntos, en una escala de 100, que me quitó por no poder distinguir el como relativo del cómo interrogativo, el uso de una preposición distinta a la que usted usa -dicen que es más común en su país o clase social que en el mío, la mía-, una oración algo desenclausada (es que pensé que el ritmo en un escrito -lo dijo Palés Matos, el gran poeta guayamés y lo reafirmó García Márquez, a ese usted lo conoce- es tan importante como lo es la concordancia sintáctica), y los 20 puntos restados por asunto de una idea que no le gustó; una de tantas. A las otras, ni las miró bien, creo, pues no dijo nada. ¿Sería que no podía hacerlo? 

Gracias, querida maestra. Por causa, a causa y como causa de su calificación, exploré otros escritos, incluyendo sus ensayos, cartas a padres, comunidad en general y compañeros. Perdone si la ofendo, pero qué aburridas son sus letras, qué oraciones tan cortitas, y sin ritmo, pasión, o amor por el escribir.

Es más, seguí con mis estudios por mi cuenta, exploré la literatura sobre la didáctica del lenguaje, y puedo concluir que la culpable no fue usted, ni yo, ni el Estado, ni la academia. Después de todo, José Antonio Pascual, Vicerrector de la Real Academia de la Lengua y autor de No es lo mismo ostentoso que estentóreo, dice: “Yo mismo he cometido errores en mis textos y tengo 10 folios en los que he anotado los fallos cometidos. Ni los filólogos somos perfectos” (El Pais, 23/01/2013)

Nunca se sentó conmigo para averiguar por qué yo no distinguía entre tanto como, porqué, que y de qué. Mucho menos, se interesó en mis ideas, por mis ideas.

Una vez más, maestra, gracias  a usted, decidí seguir escribiendo en vez de convertirme en un autómata que enseña reglas y modelos sin importarle a quién y cómo lo hace, y quién, por carámbola, logra seguir sus pasos: muchos, pero muchos, igual de autómatas e igual de destructivos.

Qué pena maestra, que tanta medalla, cinta y títulos que ha logrado por haber acumulado información y citas no la hayan preparado para amar de verdad el misterio de la escritura y la diversidad de voces que la exploran.

Sabía usted que La mala hora por Gabriel García Márquez se llevó el Premio de Novela Esso en España. Pero fue editada con polémica. El propio autor rechazó la versión final publicada en España, porque a un corrector de estilo le dio por meter mano en el original, y en la edición posterior, que fue lanzada por Era, de México, aparece la siguiente leyenda: "La primera vez que se publicó La mala hora, en 1962, un corrector de pruebas se permitió cambiar ciertos términos y almidonar el estilo en nombre de la pureza del lenguaje. En esta ocasión, a su vez, el autor se ha permitido restituir las incorrecciones idiomáticas y las barbaridades estilísticas, en nombre de su soberana y arbitraria voluntad. Esta es, pues, la primera edición de La mala hora. El autor”. Eso lo escribió su maestro, maestra.

Bueno, maestra, siga marcando, citando sin entender bien, que yo -¿le interesa saber?- ando estudiando graffitis y modos de texteo poéticos.

La quiere,
Escribano Colgado

(Del libro inédito CAMINOS DIDÁCTICOS 2017)

AMOR HERMAFRODITA

Desde la puerta te vi pasar
sonreíste
volviste la mirada hacia mis ojos
deseé 
que me poseyeras
al lado de tu sombra
no pudiste 
entrar de lleno
en un cuerpo
disfrazado de apariencias
de hombre, por fuera 
por dentro, ¿qué siento? 
no atrevías
no podías 
hacerme tuyo.

EL CCNY WORKSHOP CENTER FOR OPEN EDUCATION Y VIANDAS CON BACALAO

Juan Rulfo dijo que abandonó la universidad cuando en ella dejaron de dar cátedras para dar clases; y si el reconocido autor visitase, de estar vivo, algunas aulas de la Escuela de Educación en CCNY y otras instituciones de educación superior, encontraría que ni cátedras ni clases: mucho proyecto en grupos en los cuales los profesores sólo dan opiniones como cualquier hijo de vecino sin saber qué hacer frente a las diferencias individuales o por qué los ponen a estudiar en grupos, fuera de no pasar mucho trabajo.
Donde único se exploraban estas dos interrogantes, el qué hacer y el por qué se hace, era en el Workshop Center for Open Education antes de que el trepador, petite burócrata con ínfulas de intelectual lo convirtiera en su salón personal de educación y ciencias elementales. Las preguntas, reflexiones y los vínculos multidisciplinarios, multilingūísticos, multiculturales, multiliterarios que allí surgían, y que en cada momento, actividad, dinámica eran exploradas, fueron sustituidas por proyectitos de escuela primaria que no fomentaban una compresión integral y seria de la educación. (Muchos confunden los contenidos y currículos taxonomizados y jerarquizados con la enseñanza y aprendizaje).

Ni clases, ni cátedras (aparte de un conferenciante, invitado anual para satisfacer un ego trip), ni investigación erudita de las ideas y prácticas didácticas de Simón Rodríguez, Luis Iglesias, Isabel Matos de Freire (esta lista de educadores latinoamericanos que promovían lo que en el WCOE se llevaba a cabo antes de este centro educativo existir es extensa y no cabe en esta descarga), ni cocinar un buen sancocho criollo o preparar una ensalada de viandas con bacalao para investigar el por qué del uso e integración de los tubérculos en el currículo y comedores de las escuelas de Nueva York; mucho menos una exploración de la tierra como lo hace Rulfo en el Llano en llamas: "la tierra que se transforma en miseria para las personas que viven de trabajarla..... una especie de infierno terrenal en el que los hombres van perdiendo la esperanza y además las ganas de vivir y de luchar por algo mejor".* O, por lo contrario, la tierra, los ñames, yautías, apio criollo, calabazas, zanahorias, yucas como fuentes de comidas y sabiduría. 


(DEl LIBRO INÉDITO PERO CIRCULANDO POR LA RED CAMINOS DIDÁCTICOS AND THE MULTILINGUALLY-CHALLENGED EDUCATOR 2017)

Saturday, November 18, 2017

DE DOWTOWN A UPTOWN: IDA Y VUELTA

Durante la semana de trabajo subía al City College, trabajaba junto a profesores de gabán y corbata y profesoras vestidas, algunas, con trajes sastres; otras, bien étnicas; y con estudiantes en busca de una profesión para así poder lograr el “sueño” de todo clase obrera: subir las escalafones sociales; cumplir con los estándares que rigen la modernidad, la que hoy poco a poco se va derrumbando. De noche, regresaba al downtown de mi otra vida, con mis amigos gays y artistas que vivían al margen de los valores pequeño-burgueses-liberales-progresistas que controlaban la educación en el College uptown. Tratar de integrar ambos entornos sin perder la cordura por completo era posible, gracias, por un lado, a las Lillian Weber del mundo y, por otro, a la capacidad para la suspensión de valores y el poder de recreación histriónica de mis amigos al margen del margen. En ambos entornos enseñaba y aprendía sobre cada uno de ellos.

(DEL LIBRO INÉDITO CAMINOS DIDÁCTICOS 2017)


REFLECTIONS ARE THE WAY LIFE

I am so fabulous, can't stand myself
When looking at the mirror, I say,
How could you!? How could you
be dying in good health of old age?


                           (GTR 11/18/2017)

Friday, November 17, 2017

EL AULA DE LOS LOCOS Y EL MAESTRO CIBERNÉTICO ( CAMINOS DIDÁCTICOS)

EL AULA DE LOS LOCOS Y EL MAESTRO CIBERNÉTICO

Las horas en el aula que antiguamente había sido la sala donde administraban electro-shocks a los locos de Montevideo no parecían tener fin. Para el maestro; no para los estudiantes. 

En el espacioso, frío y árido ambiente sin pizarras o cuadros, las paredes color crema pálido-añejo retumbaban con el cliqueo de los sonidos de las computadoras y los gritos de sus usuarios, estudiantes de secundaria. Los chicos estaban inmunes al efecto que tenía la historia siquiátrica de aquel salón de informática. A su edad, las hormonas eran más poderosas que los flujos espirituales que pudiesen haber quedado vagando por las antiguas salas de lo que una vez fue un manicomio; tantos locos electrocutados no eran rivales para la etapa en que se encontraban los pupilos. Sus gritos eran ante el descubrimiento o solución a un problema cibernético.

No era así con el maestro. Aunque era más maduro, era más blandengue que los adolescentes, controlado por otro tipo de hormonas, y muy propenso a recoger las fuerzas energéticas que las muy trágicas muertes plantaron en las paredes del aula cuando en ella se administraban las curas eléctricas. Durante las horas de clases, el profesor de informática mostraba síntomas como dificultad con la respiración, cutis demacrado y sudor en pleno otoño; también oía voces y sentía miedo, escalofríos. Miedo que perdía todas las noches cuando llegaba su casa, entraba en las redes sociales, se comunicaba con sus supervisores y éstos lo consolaban. 

(Este relato fue copiado del libro Caminos Didácticos 2017)