Del otro y la otra, la otredad le da cuerpo al conjunto de ideas y actos que recoge el cómo se ve y el qué se hace frente al otro, la otra: La mujer como objeto mercantil; el negro, ciudadano de segunda clase; el indígena, ícono y noble salvaje; el colonizado, receptáculo de ideas y marioneta de los imperios; el homosexual o está enfermo o poseído por demonios o caricatura que nos divierte. Son tantas las formas y códigos que definen la otredad, que se requiere una biblioteca o institución que se especialice en este tema
Y esa otredad puede tener consecuencias nefastas, obligando a que muchos de los que viven en sus contornos entren en la negación de su yo, de ser parte de una muy particular realidad. Las tasas de suicidios, adicciones, comportamientos auto destructivos, negaciones de quiénes son en su dada situación han sido extensamente documentados; tratados teóricos – desde Fanón hasta Freire – han sido publicados; sus vidas recreadas en ficciones, poesías llenan prontuarios de cursos universitarios, y todo este discurrir no para el que sigan las persecuciones, asesinatos, suicidios.
La tasa de suicidios entre adolescentes con tendencias homosexuales han sido y siguen siendo alarmantes. Jóvenes que andan tratando de definirse como adultos en ciernes, de darle coherencia a cómo se sienten frente a lo que dicen los demás, emocionalmente frágiles, son acosados por la homofobia, por los comentarios a veces denigrantes, a veces vestidos de comprensión – tenía una muy liberal, progresista, católica compañera que me decía que no hablara sobre la homosexualidad en la universidad donde trabajábamos. Ella no se pensaba homofóbica; se sentía tolerante y protectora.
Para la mayoría de la población esto le ocurre al otro; para los que lo viven la experiencia, ésta les marca para toda la vida. El amigo gay, la amiga lesbiana les sirve a ciertos heterosexuales para sentirse tolerantes y "sofisticados" culturalmente. Y son esos amigos tolerantes los que se aprecian porque, al menos, se sabe que ellos no van a convertir al homosexual, al negro, al indígena, a la mujer, al puertorriqueño ni en motivo de burla ni de persecución. Para los gays, entre estos dos polos se encuentran los que aparentan tolerancia mientras tratan de que "cambien" sus vidas, como si fuesen dioses o hadas madrinas y con una varita o una oración pudiesen transformar lo que todavía es un misterio tanto para religiosos como para los científicos.
Estos discursos y actos no se limitan a lo que dicen aquellos que están en sus tronos y puestos con poder. Estos discursos y actos se pueden internalizar de tal manera que los objetos de los mismos se convierten en sujetos. La famosa plena puertorriqueña, El Negro Bembón, retrata esa tan patológica realidad. Un policía negro, mata a otro negro por ser muy bembón. El poeta Vizcarrondo les pregunta a los que niegan su ascendencia africana, “y tu abuela donde está.”
En la sub-cultura de los hombres gays se encuentra la "loca zafia". Aquel cuyos comentarios, muchas veces brillantes, muchas veces hirientes, en la gran mayoría de los casos no usa sus talentos para ayudar a resolver un problema, desmantelar una propuesta. Los usa para rebajar o despreciar al otro, al significativo otro.
En un estudio antropológico llevado a cabo por Modiano (en algún lugar de mis archivos se encuentra la ficha bibliográfica) encontró comportamientos parecidos en los juegos de ronda que jugaban las niñas de comunidades campesinas en México. Las sub-culturas de los poderosos llevan a los súbditos a perpetuar las relaciones y percepciones que mantienen el status quo. Y la loca zafia juega y sigue jugando ese papel.
Thursday, January 27, 2011
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