Friday, January 28, 2011

Zafias

"¡Coutuuure!", me gritó desde la esquina de la Octava Avenida y la Calle Catorce. ¡Coutuuure!

En la Habana, ella, de quien les hablo, era parte de los grupos más atrevidos. Profesor de literatura, de día, en una escuela secundaria. De noche, jinete de caballos extranjeros.

“Too much”, le hubiesen contestado los chicos que asistían a las inmensas discotecas neoyorquinas en los años setenta, época de discotecas, drogas y Gloria Gaynor; acompañados siempre por el chasquear de las yemas de los dedos mientras hacían un círculo con el brazo derecho, “too much”.

El llegó en los ochenta, en bote, se certificó como maestro bilingüe, mudó al barrio gay de Nueva York: Chelsea, y dejó de trabajar como jinetero. En Nueva York, también encontró un “crowd too much” entre los chicos conocidos como muscu-locas de Chelsea.

En la Habana participó en actividades subversivas, junto a los grupos dedicados a transformar el contenido del discurso político-cultural.

En Nueva York sus esfuerzos los canalizó hacia los grupos que transforman la forma; el contenido de los discursos subversivos ya no le interesan.

En la Habana, la forma que atacaba era la literaria; siempre supeditada al contenido.

En Nueva York, la físico-personal. Su cuerpo es delineado por los mejores pinceles del Gimnasio Chelsea, y las revistas de modas: pantalones estilizados, recorte de pelo, casi rapado, con patillas.

De la Habana tuvo que salir por haber dicho cosas desestabilizadoras.

En Nueva York sólo hace comentarios cínicos y se convierte en otro gay “fast,fast,fast”; convertido en un maniquí ambulante.

De la Habana tuvo que salir por leer a Genet.

En Nueva York sus estudiantes solo leen el Siglo de Oro. “Y ni eso entienden”

Nuestras conversaciones se convirtieron en monólogos que giraban sobre sí mismos.Yo, en busca de comprobarle sus contradicciones. Él buscaba temporizar mis gustos. Un día, hasta llegamos a gritarnos. Ambos tratábamos de ser los más diestros con el leguaje, cierto tipo de lenguaje.

La última vez que lo vi, al ver mis enrollados pantalones de hilo, me gritó con voz sumamente estilizada, "coutuuuure".

“No, nene, se me rompió el ruedo”. Loca pendeja, pensé.

2 comments:

Anonymous said...

Esto esta genial Gerardo.

gerardo torres said...

Gracias.......