Julio tiene 30 años y meses, de vivir sobre la tierra, pero en la cara de susto y ansiedad parece mucho más viejo, angustiado. Acaba de perder el trabajo, y su enorme talento, destrezas en el manejo de las computadoras y haber sido correligionario, y estar afiliado al partido en el poder no le sirvió de nada. Por edad o quizás por otra razón lo despidieron junto a miles más de empleados. Los directores y cocorocos fríamente decidieron.
“El frio tapó la brutalidad cometida por los cocorocos: salieron de muchos pero que muchos talentos y dejaron muchas pero que muchas batatas en el gobierno. Para mejorar hay que buscar lo mejor y lo mejor puede que este afuera, y, obviamente, no está en el gobierno. Este gobierno completito no ha sabido manejar tan delicada situación. Ellos son los que deben estar fuera, por incompetentes. Nos botaron y fuá”, dijo Julio.
“Así fue, fuá, y luego nos iba a ocurrir un milagro". Se van tantos y tantos miles y todo mejora, ingenuos. ¿Quién decidió quien se iba, qué criterios usaron, y si pensaban en mejorar los servicios e infraestructura, por qué echan sin criterios muy claros?” Todas estas preguntas y respuestas entre Julio y el entrevistador seguían sin tener un fin inmediato. La entrevista parecía una retahíla de quejas, análisis, reflexiones; todas válidas.
Julio, su nombre es ficticio, es otro número más en las listas de órdenes que les entregaron a los jefes de agencias y otros menos poderosos (los que dan la cara por aquellos que se encuentran fuera del país en exposiciones de carros, cocteles en Washington, buscando casa de invierno en Aspen).
Julio, un tipo común, también tiene que irse de viaje, abandonar su familia para irse a buscar trabajo. De irse a los Estados Unidos, tendrá que competir no sólo en cuanto a cuan diestro es en su especialidad o experiencia de trabajo, aprender el manejo de unas dinámicas sociales/laborales bastante intensas últimamente y no muy receptivas a los nuevos migrantes.
Julio no tiene plan médico y la hipoteca tiene que pagarla con el salario de su esposa, dependiente en una mega tienda. Los años le suceden rápidamente en las arrugas que se le forman mientras enhebra quejas, miedos, proyectos, la escuela católica de los nenes es cara, y su urbanización es buena, tranquila. La mirada de disgusto ante la algo inapropiada y cínica pregunta del entrevistador, si la oficina de tal o cual ofrece becas, silenció por largo rato la entrevista. Tiene familia en Orlando y conocidos en Nueva York; se arrimará con alguien.
En la casa de migrantes/inmigrantes se han refugiado muchos: amigos, sobrinos, primos, conocidos de alguien. Unos buscan trabajo, otros escapan el pasado, algunos mejorar su salud mental o física. Para cada migrante/inmigrante hay otro igual esperando, que entiende. Para los inmigrantes, llegar al nuevo ambiente es un tipo de reto distinto al del colonizado. Para estos últimos, llegar al sitio que debe ser una extensión de su país y que una vez allí no lo es, el reto se multiplica: tendrá que enfrentarse a los “nativos” y a los inmigrantes de otros países que lo ven con recelo, a través de historias distorsionadas.
Julio, además de ajustarse a ese nuevo entorno, se ve obligado a transformar los esquemas que tenias sobre quien es dentro de aquello a lo que se supone que pertenece. Sabe inglés, pero lo habla con acento, y, pues, por ahí comienzan las trabas.
La compasión del entrevistador se nota en su cara; también le delata su felicidad frente a tan interesante sujeto científico: le servirá para explicar las trampas del neo-conservadurismo o el bilingüismo o el colonialismo, el de las muchas caras.
Thursday, June 30, 2011
Wednesday, June 29, 2011
Comadres y Gringos Chulos, Part II
Oiga compadre o, perhaps, comadre, pues bien, don’t be hostile but he is the típico gringo pendejo que le vende el alma al diablo, y sonrisas por todos lados…Cuando dijo en su primer mensaje, I will make your time worth tralalalala, se dijo la otra comadre, what a fuck I am going to have, and then after such an offer of services to be delivered, not even a hard on. Well loca vieja, la comadre said to herself, since he said I never do this, only today because of the money, be patient with him and do not demand for the cock to perform; para luego darse cuenta que, comadre, que quizás era una loca más viviendo de viejos ilusos en busca de mucho love. Qué cosa comadre, la otra comadre, viviendo con un compadre que en realidad, most probably is himself another big comadre, no sabe lo que es compadrazgo, y si ese compadre le enseña el culo a otros compadres, es una comadre o mejor una loca tusa. Al ver que era otra comadre, qué sé yo como viven los gringos chulos y mentirosos, se dijo, el gringo es una loca pendeja, que se hace pasar por buena gente, como son los gringos risueños, sacándole el vivir a los viejos. Aunque los Chamanes lo limpien, el gringo continúa como el Presidente Obama, otro grandísimo gringo pendejo que disfruta de jugar con las verdaderas verdades. Ya usted ve comadre, como dicen los puertorros, el que se dobla mucho se le ve el culo y el suyo está bien sucio, no sean asi, comadres.
Monday, June 27, 2011
Sueños Húmedos
Llegué a la conclusión
Sin tener que concluir
A la indecisión, decidí
Hombre a mujer, a la vez
Activo sexualmente, boca abajo
Pasivo analmente, penetraba
Entré entrô al punto cuarto
En el medio, lo apuntaba
Me corrí, se vino sin hacer nada.
Sin tener que concluir
A la indecisión, decidí
Hombre a mujer, a la vez
Activo sexualmente, boca abajo
Pasivo analmente, penetraba
Entré entrô al punto cuarto
En el medio, lo apuntaba
Me corrí, se vino sin hacer nada.
Sunday, June 26, 2011
Los Chinos y el Culo (a work in progress)
Querido Ano,
Pronto mis ex-compañeros de escuela celebran las no sé cuántas décadas de haberse graduado de la escuela secundaria, en aquel caluroso y árido (en muchos sentidos) pueblo caribeño. No es de dudar que recuerden, como todo aquel que vive de la nostalgia, los momentos felices, las dedicadas maestras, los que no están con nosotros. Orarán por la salud de todos, la salvación de los que se han perdido, y por el bienestar de los abnegados y devotos. Callarán (después de todo, es una fiesta) los atropellos que vivieron algunos, la extrema pobreza de otros, el racismo y clasismo, apellidos, clubes privados, clanes e historias familiares que todas las tardes y días de fiesta, al salir de la escuela y regresar a sus hogares, los separaba; y en gran medida todavía los segrega. Algunos, los que gustaban de practicar ciertas extrañas formas de seducción, esconderán en los más adentro de sus conciencias el “chino” que usaban para avergonzar y hostigar a los “amanerados” (esto no necesita definirse), los que no respondían a los mores que guiaban (guían) y restringían (restringen) el comportamiento tradicional de hombres y mujeres.
“Dar chino”, en la jerga de los adolescentes puertorriqueños de aquella época consistía en acercársele por detrás a un hombre y pretender que le iban a penetrar sexualmente. Nunca lo hacían en privado. Frente al grupo (nunca lo hacían por sí solos), el atrevido, el busca bullas, el titerito, se acercaba y “daba chino”. Las carcajadas de los otros, que observaban la burla, el atropello que sufrían los hostigados, a los que le “daban chino”, aumentaban en la medida en que atrevían defenderse. Los que no, los que no se atrevían ni protestar continuaban sufriendo la otra forma de burla, la que gritaban a todas horas, por todos lados, por todos aquellos, adultos y jóvenes, que creían que era un chiste abusar de los demás, gritarle, “ay, chus”.
Crecer y poder escapar del chino, del “ay chus”, de la vida sofocante y opresiva del pueblo intolerante permite encontrar el camino de la paz interna, de saber que si sales a la calle no vas a ser víctima del chiste cruel, del charlatán y el sinvergüenza que hacen de ti presa fácil de sus dotes de petite fascista. Un camino que te lleva a conocerte, otras preguntas, otras epistemologías sobre quién eres y qué representas. No tener que enfrentarte al chino no termina el continuo indagar sobre tu función mas allá de lo biológico, si comes o no fibras, si disfrutas o no el eros. Crecer te lleva a apreciarte como signo y significado de que, junto a tus otros miembros, eres parte esencial del ser completo. Desde el que ese par de nalgas pueden ser vendidas a lo JLo hasta aceptar que la manchita encima de la raja, tu raja, no es un lunar sensual, seductor; es indicio de que tienes ascendencias africanas y tainas.
Te criaron como blanco, te elogiaron como blanco, te usaron como blanco por ser blanco, te dieron chino por ser más blanco en aquel pueblo de “negros” (eso oíste muchas veces, “ese es un pueblo de negros” y ser “blanco” allí, como en todas las culturas americanas, era una ventaja). Pues no, que la manchita era lo que por ahí llaman una “mancha mongólica”, medio azulita la marquita. Carimbo sin el calor del hierro. Decoración que reafirma tus múltiples funciones, identidades: en un momento, motivo para que te “dieran chino”, y luego, dato científico que te define, participa en la construcción de tu yo universal.
(No se pierdan los próximos capítulos)
Pronto mis ex-compañeros de escuela celebran las no sé cuántas décadas de haberse graduado de la escuela secundaria, en aquel caluroso y árido (en muchos sentidos) pueblo caribeño. No es de dudar que recuerden, como todo aquel que vive de la nostalgia, los momentos felices, las dedicadas maestras, los que no están con nosotros. Orarán por la salud de todos, la salvación de los que se han perdido, y por el bienestar de los abnegados y devotos. Callarán (después de todo, es una fiesta) los atropellos que vivieron algunos, la extrema pobreza de otros, el racismo y clasismo, apellidos, clubes privados, clanes e historias familiares que todas las tardes y días de fiesta, al salir de la escuela y regresar a sus hogares, los separaba; y en gran medida todavía los segrega. Algunos, los que gustaban de practicar ciertas extrañas formas de seducción, esconderán en los más adentro de sus conciencias el “chino” que usaban para avergonzar y hostigar a los “amanerados” (esto no necesita definirse), los que no respondían a los mores que guiaban (guían) y restringían (restringen) el comportamiento tradicional de hombres y mujeres.
“Dar chino”, en la jerga de los adolescentes puertorriqueños de aquella época consistía en acercársele por detrás a un hombre y pretender que le iban a penetrar sexualmente. Nunca lo hacían en privado. Frente al grupo (nunca lo hacían por sí solos), el atrevido, el busca bullas, el titerito, se acercaba y “daba chino”. Las carcajadas de los otros, que observaban la burla, el atropello que sufrían los hostigados, a los que le “daban chino”, aumentaban en la medida en que atrevían defenderse. Los que no, los que no se atrevían ni protestar continuaban sufriendo la otra forma de burla, la que gritaban a todas horas, por todos lados, por todos aquellos, adultos y jóvenes, que creían que era un chiste abusar de los demás, gritarle, “ay, chus”.
Crecer y poder escapar del chino, del “ay chus”, de la vida sofocante y opresiva del pueblo intolerante permite encontrar el camino de la paz interna, de saber que si sales a la calle no vas a ser víctima del chiste cruel, del charlatán y el sinvergüenza que hacen de ti presa fácil de sus dotes de petite fascista. Un camino que te lleva a conocerte, otras preguntas, otras epistemologías sobre quién eres y qué representas. No tener que enfrentarte al chino no termina el continuo indagar sobre tu función mas allá de lo biológico, si comes o no fibras, si disfrutas o no el eros. Crecer te lleva a apreciarte como signo y significado de que, junto a tus otros miembros, eres parte esencial del ser completo. Desde el que ese par de nalgas pueden ser vendidas a lo JLo hasta aceptar que la manchita encima de la raja, tu raja, no es un lunar sensual, seductor; es indicio de que tienes ascendencias africanas y tainas.
Te criaron como blanco, te elogiaron como blanco, te usaron como blanco por ser blanco, te dieron chino por ser más blanco en aquel pueblo de “negros” (eso oíste muchas veces, “ese es un pueblo de negros” y ser “blanco” allí, como en todas las culturas americanas, era una ventaja). Pues no, que la manchita era lo que por ahí llaman una “mancha mongólica”, medio azulita la marquita. Carimbo sin el calor del hierro. Decoración que reafirma tus múltiples funciones, identidades: en un momento, motivo para que te “dieran chino”, y luego, dato científico que te define, participa en la construcción de tu yo universal.
(No se pierdan los próximos capítulos)
Saturday, June 25, 2011
La Princesa
Ha muerto la princesa
¿De qué ha muerto la belleza?
De una horrenda enfermedad
¿Qué será? ¿Qué será?
Se pregunta la realeza.
¿De qué ha muerto la belleza?
De una horrenda enfermedad
¿Qué será? ¿Qué será?
Se pregunta la realeza.
Niebla
Niebla, pura niebla
Es la música, no
El anuncio, sí
La radio, el iphone
¡Qué importa!
La nota, dahlin, la nota.
Es la música, no
El anuncio, sí
La radio, el iphone
¡Qué importa!
La nota, dahlin, la nota.
Bodas Contrarias
No quiero amanecer en casa
De hombre rico, ni hombre guapo
Ni hombre macho, en tu casa
Amanecer contigo, en tu cama
Bostezando en una dirección
Dirección contraria, en tu espalda.
De hombre rico, ni hombre guapo
Ni hombre macho, en tu casa
Amanecer contigo, en tu cama
Bostezando en una dirección
Dirección contraria, en tu espalda.
Bodas de Letras
Ayer se memorizó la guía
(El estado)
La guía completa
Desde la a hasta la zeta
(Los estadistas)
Consiguieron conocer
Cada nombre bajo cada letra.
(El estado)
La guía completa
Desde la a hasta la zeta
(Los estadistas)
Consiguieron conocer
Cada nombre bajo cada letra.
Tuesday, June 21, 2011
Letanías de un Culo Inquieto
El premio mayor se lo ganó la espera
Luz que iluminas la habitación
Alumbra mi sendero
Todas las almas buscan amor
Si no lo encuentran
Espacio que ubicas esta casa
Céntrate en ti mismo
Caminar por las calles de eros
Reemplaza el corazón con el culo
Líneas que marcan los lindes
Sepárenme de las puertas
Amar nunca es igual
Si se escribe de la misma manera
Colores alumbrados por la luz
Iluminen mis criterios
Paredes ubicando espacios
Centren mis deseos
Cuadrados encerrados por líneas
Controlen los laureles
Oraciones de los malignos
Dejen mi culo quieto.
Luz que iluminas la habitación
Alumbra mi sendero
Todas las almas buscan amor
Si no lo encuentran
Espacio que ubicas esta casa
Céntrate en ti mismo
Caminar por las calles de eros
Reemplaza el corazón con el culo
Líneas que marcan los lindes
Sepárenme de las puertas
Amar nunca es igual
Si se escribe de la misma manera
Colores alumbrados por la luz
Iluminen mis criterios
Paredes ubicando espacios
Centren mis deseos
Cuadrados encerrados por líneas
Controlen los laureles
Oraciones de los malignos
Dejen mi culo quieto.
Saturday, June 18, 2011
Y entonces
Quien último te acompaña durante la tercera edad es tu salud, tus ritmos vitales, tus manías de viejo, y los consejos de los más jóvenes. Y te preguntas, y entonces, qué hago para continuar la vida estructurada para los que vienen; no para los que nos vamos.
Dormir como un bebé no se aplica a los sesentones. Me quedé dormido a las ocho de la noche. Las noticias se repiten y las catástrofes colectivas no comparan con las personales. No peques de malagradecido, me digo. Desperté a las 11:00, el televisor seguía mostrando el fin del mundo – eso me dijo un pentecostal; y cuando le pregunté, cuándo comenzó ese fin, me miró muy mal. Apagué el televisor, la tecnología me arregla los huesos y me despierta todas las noches, me dormí de nuevo para ser despertado por la próstata – i guess so, activada por una buena cerveza alemana. Los alemanes me persiguen. Me duermo de nuevo; despierto de nuevo a las 4:00 am. Me levanté.
"Y entonces", nos dice el hermoso bolero de Sylvia Rexach, donde la sentencia es a la misma vez pregunta e imperativa' conjunción o adverbio o simplemente pausa estilística; decidí seguir el día.
"Y entonces....", pausa, para luego seguir con la canción, sirve de fuente del conocer revelado, ausencia del dato organizado o sistémico en su naturaleza. Naturaleza y sistema se contradicen, siempre viven como hermanas “jamonas” (palabra boricua que significa solteronas), pegadas la una a la otra.
No salga de noche, don Gerardo, me aconsejan mis amigos más jóvenes. Les hago caso y me quedo dormido a las ocho. Y entonces……
Dormir como un bebé no se aplica a los sesentones. Me quedé dormido a las ocho de la noche. Las noticias se repiten y las catástrofes colectivas no comparan con las personales. No peques de malagradecido, me digo. Desperté a las 11:00, el televisor seguía mostrando el fin del mundo – eso me dijo un pentecostal; y cuando le pregunté, cuándo comenzó ese fin, me miró muy mal. Apagué el televisor, la tecnología me arregla los huesos y me despierta todas las noches, me dormí de nuevo para ser despertado por la próstata – i guess so, activada por una buena cerveza alemana. Los alemanes me persiguen. Me duermo de nuevo; despierto de nuevo a las 4:00 am. Me levanté.
"Y entonces", nos dice el hermoso bolero de Sylvia Rexach, donde la sentencia es a la misma vez pregunta e imperativa' conjunción o adverbio o simplemente pausa estilística; decidí seguir el día.
"Y entonces....", pausa, para luego seguir con la canción, sirve de fuente del conocer revelado, ausencia del dato organizado o sistémico en su naturaleza. Naturaleza y sistema se contradicen, siempre viven como hermanas “jamonas” (palabra boricua que significa solteronas), pegadas la una a la otra.
No salga de noche, don Gerardo, me aconsejan mis amigos más jóvenes. Les hago caso y me quedo dormido a las ocho. Y entonces……
Tuesday, June 14, 2011
On Frankfurt a.m.
Some Frankfurt a.m. evenings were more like a scene from "Hiroshima Mon Amour" than one from a supposedly established, gay partner relationship. Partner was the word used when referring to an affair between two men, one that was short on long term commitment but intense while it lasted. He was living in a mostly Turkish housing project on the outskirts of the German city.
“Ahmed, Ahmed”, was often heard as if little Ahmed was never around whenever his mother called from one of the windows in the working class immigrant community. "What do you know about them?"
Lots of talk and verbal confrontation were quite common events. He was not to forget his generation's uniqueness, out of the question: the upbringing of their parents, the war, the role played now and their commitment to social transformation. The evenings were, as aptly labeled by one of the self-appointed gurus of gay friendly hetero majority communal living: consciousness raising therapy group sessions. It was the eighties and gay relationships had moved from the constraints of either clandestine or assumed roles of middle class propriety into multiple possibilities.
More than one or two evenings were spent on vocal confrontation after confrontation: from the personal to the politico-personal; to be followed by beers and lots more talk. "What do you know about the war? Were you there?"
A strong sensual desire shaking your insides while challenging the target - the sexy other, is a very difficult to beat experience in the world of romantic conquests. Desire drives the conquering game; played against the one who is letting himself be conquered. Gourmand’s paradise in the realm of twirling bodies, tones, lines form the prize.... The verbal game: to be able to counter reason with reason, small sexual allegories, and back to reason, a challenge, a puzzle where each player is placing the parts without knowing how they will ever look as a whole. "Does it matter? Who does the colonization? You, colonized?"
Your smile and the brightening of the eyes can serve as evidence of being on the road to accomplishing your goal, and enough reason to move from the chair to the sofa to sit next to him. Smile and eyes can reveal the strength of the sensation, the joy of knowing that the body next to you will be yours. "Why didn’t you ask about the camps near your house? How would she had known? Who knows how she would have behaved during the war?"
Body heat best describes the intensity of two highly charged thirty something testosterone carriers’ love affair. And a sofa is usually too small to hold all the heat generated by two men wanting to devour each other. A hand on the waist while pointing to the bedroom redirects the tremors, movements, erotic provocations to a smaller and darker space. Comfort and intimacy is determined by the searching bodies and their intentions. "Food was scarce, have you ever been hungry? Have you?"
When two naked male bodies meet, undulated backs, necks and head-motions form continuous waves as the tip of a tongue melts into a slowly raising chest, a forest of pubic hair. Strong rounded ankles coming out from underneath rumpled bed sheets form a tent, a double tent, a sea of waves, white canyons made of cotton. A moan follows the coldness of oil being rubbed against each sensitive part. To taste a salty body can arouse much more than the palate. Loving bodies leave marks on the flat white sheets highlighted by the late summer evening rays. In Frankfurt no dogma is monolithic. "A bed is not a nation. Have you ever fought against the power of a mass?"
“Ahmed, Ahmed”, screams the mother from the housing project window.
“Ahmed, Ahmed”, was often heard as if little Ahmed was never around whenever his mother called from one of the windows in the working class immigrant community. "What do you know about them?"
Lots of talk and verbal confrontation were quite common events. He was not to forget his generation's uniqueness, out of the question: the upbringing of their parents, the war, the role played now and their commitment to social transformation. The evenings were, as aptly labeled by one of the self-appointed gurus of gay friendly hetero majority communal living: consciousness raising therapy group sessions. It was the eighties and gay relationships had moved from the constraints of either clandestine or assumed roles of middle class propriety into multiple possibilities.
More than one or two evenings were spent on vocal confrontation after confrontation: from the personal to the politico-personal; to be followed by beers and lots more talk. "What do you know about the war? Were you there?"
A strong sensual desire shaking your insides while challenging the target - the sexy other, is a very difficult to beat experience in the world of romantic conquests. Desire drives the conquering game; played against the one who is letting himself be conquered. Gourmand’s paradise in the realm of twirling bodies, tones, lines form the prize.... The verbal game: to be able to counter reason with reason, small sexual allegories, and back to reason, a challenge, a puzzle where each player is placing the parts without knowing how they will ever look as a whole. "Does it matter? Who does the colonization? You, colonized?"
Your smile and the brightening of the eyes can serve as evidence of being on the road to accomplishing your goal, and enough reason to move from the chair to the sofa to sit next to him. Smile and eyes can reveal the strength of the sensation, the joy of knowing that the body next to you will be yours. "Why didn’t you ask about the camps near your house? How would she had known? Who knows how she would have behaved during the war?"
Body heat best describes the intensity of two highly charged thirty something testosterone carriers’ love affair. And a sofa is usually too small to hold all the heat generated by two men wanting to devour each other. A hand on the waist while pointing to the bedroom redirects the tremors, movements, erotic provocations to a smaller and darker space. Comfort and intimacy is determined by the searching bodies and their intentions. "Food was scarce, have you ever been hungry? Have you?"
When two naked male bodies meet, undulated backs, necks and head-motions form continuous waves as the tip of a tongue melts into a slowly raising chest, a forest of pubic hair. Strong rounded ankles coming out from underneath rumpled bed sheets form a tent, a double tent, a sea of waves, white canyons made of cotton. A moan follows the coldness of oil being rubbed against each sensitive part. To taste a salty body can arouse much more than the palate. Loving bodies leave marks on the flat white sheets highlighted by the late summer evening rays. In Frankfurt no dogma is monolithic. "A bed is not a nation. Have you ever fought against the power of a mass?"
“Ahmed, Ahmed”, screams the mother from the housing project window.
Terapia para Blogueros
Hasta cuándo durará esta relación, este escribir tecleando,
texteando, copiar, transferir textos, entrelazar, postear
en un revivir del ensayo, contar un contar qué, por dónde,
hoy no, ayer, nada aparece frente a la pantalla,
no rebota el gusto por jugar con ella, sus deletes,
cortan el historial de cada buscar, empatar el cuento,
que no se da, hace días que no se da, en el sofá se retrata la vida,
un smart phone remplaza, guia al bloguero, couch potato, teoriza
sobre esa relación bloguero - blog, cognitivista o sico-analista,
un caudal de posibilidades empíricas, recogen, recrean, resisten
encausadas a explicar los obscuros canales que mueven, ordenan
ese común consentir, ese ir y venir en la bloguería.
texteando, copiar, transferir textos, entrelazar, postear
en un revivir del ensayo, contar un contar qué, por dónde,
hoy no, ayer, nada aparece frente a la pantalla,
no rebota el gusto por jugar con ella, sus deletes,
cortan el historial de cada buscar, empatar el cuento,
que no se da, hace días que no se da, en el sofá se retrata la vida,
un smart phone remplaza, guia al bloguero, couch potato, teoriza
sobre esa relación bloguero - blog, cognitivista o sico-analista,
un caudal de posibilidades empíricas, recogen, recrean, resisten
encausadas a explicar los obscuros canales que mueven, ordenan
ese común consentir, ese ir y venir en la bloguería.
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