Sunday, September 18, 2011
Las Ventanas de Harlem
Desde la misma y bien curada esquina del sofá, con la espalda hacia la sala y la cara fija en la ventana que se abre a Nueva York, el Harlem pasea a las chicas entaconadas, vestidas para caminar por cualquier boulevard que atraviese el inmenso barrio, ancho y movido por una compleja red de relaciones, kioscos, tenderetes: lo que decida vender el bazar africano junto al bodeguero dominicano y sus productos tropicales, o el jamaiquino con sus patties rellenitos e infladitos a lo rasta; el cordero de los árabes de Broadway y la 125, ese delicioso y mágico arroz con canela, a precios módicos, comer requetebién sin tener que bajar a las estafas de downtown, mientras el California Dreaming es anunciada por la más neoyorkina de las emisoras retro, los Mamas and the Papas siguen vivos, y Marvin Gaye es acompañado por el grito boricua, “¡ueepa!”; antes y después de alguna mudanza a otra ventana en una sala con vista sobre las azoteas, techos, escaleras y otras ventanas y otras llenas de caras fijas en los patios interiores de los edificios, los momentos de la historia de cada cuadra, calle, barrio en Nueva York y su grandioso Harlem; el que pasea a las chicas entaconadas en busca de una mirada, un helado en la esquina o el mar de espejos en cada ángulo del Harlem de todos nosotros.
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