Tuesday, February 13, 2018

ALTA MAR

El crucero carga miles de viajeros en busca de placer instantáneo y llano sin tener que profundizar sobre el porqué de esa sensación que abruma y nunca podemos describir con lujo de detalles, aunque sepamos lo que la causa. Niños acondicionados con todo tipo de artefacto que sirve para mantenerlos protegidos y en contacto con los adultos, corren y gritan por los pasillos, mean en las piscinas y piletas revoltosas, empapan a todo el mundo cuando saltan desde el trampolín o desde el borde, comen pizzas y hamburguesas junto a sus obesos padres antes de correr para ser los primeros en las filas de los restaurantes. Cientos de hombres y mujeres los acompañan con vasos y bebidas adornadas con pedazos de piñas más grandes que los vasos, y cerezas enlatadas flotando dentro de los diversos tragos. Los más ancianos miramos, observamos de lejos, sabemos que hemos estado en "espacios sensoriales" parecidos; entendemos la algarabía, mientras cabeceamos en las sillas, esperando por el sueño que produce mecerse en un barco en alta mar.

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