Sunday, May 20, 2012

Kico Qui (autor: Gulembo Teco Tequi)

Se lo cuento como lo contó el contador de cuentos que llegó a Guilarte con los otros coquíes hawaillanos. El contador fue uno de los pocos coquíes que pudo escapar del genocidio. Entre los  oyentes se encontraba un apuesto y fuerte coquí adjuteño. Ese joven coquí se llamaba Kico Qui y fue quien decidió que tenía que hacer algo, luchar para combatir el genocidio de los coquíes. Sus miles de hermanos estaban asustados.

La decisión de Kico Qui requería un buen plan y ayuda de otros. Por su cuenta no podía combatir el genocidio. Todos sus  hermanos, amigos y parientes estaban sufriendo. Y decidió ir donde la princesa Lla-Rina Yahuecas. Ella los había ayudado antes. Durante la última limpieza de Juracán ella bajó del alto de los montes y cubrió los cuerpos de los atemorizados coquíes con las mojadas hojas que caían de los árboles. Al ser cubiertos con hojas mojadas, el viento no los pudo volar.

Para hablar con la princesa había que invocarla primero. Y para poder invocarla  Kico Qui  tuvo que ir hasta el tope de la montaña. Cansado de tanto subir y evitar peligros, una vez llegó al tope de la montana, cantó una canción secreta que solo los coquíes conocen y cantan. La canción en español dice,    

“Lla-Rina  Yahuecas
Cuando bajas las cuestas
Del cielo a la tierra,
Espantas los males
Y premias las gestas.
Dame una muestra
Ayuda a tus coquíes
Que te aman y te esperan.”

Cuando Kico Qui terminó de cantar apareció entre las brumas y neblina la princesa Lla-Rina Yahuecas. Ella estaba enterada de lo mucho que sufrían los coquíes hawaillanos y del terror que sentían los coquíes en la isla de Puerto Rico. Esa era la isla donde se originaron todas las tribus de coquíes. Frente a Kico Qui cantó la canción que dice,

 “Mis coquíes adorados.
Queridos por todas y toditos
Les llevo mis amores
No se apuren ni se angustien
Que pronto no estarán solitos”.

 Le dijo a Kico Qui  que para combatir el genocidio tenía que aprender unas destrezas que ella iba a darle. Le entregó  una hoja de yagrumo y en la parte obscura de la hoja estaba  la lista de destrezas. La lista era invisible para los humanos. El otro lado de la hoja, la parte plateada, podía ser usado como espejo para avisarle a los otros coquíes cuando hubiese peligro.

 Kico Qui leyó la lista, hizo unas preguntas para aclarar lo que no entendía, Luego dijo que la iba a compartir con las otras tribus de coquíes que vivían por toda la isla. Las destrezas eran pocas pero muy útiles. Y así fue que pudieron los coquíes parar un poco el genocidio.

Cuáles pueden ser esas destrezas se preguntaron los enemigos de la naturaleza. Mas  los coquíes nunca han querido compartir las destrezas con los humanos porque, pues, no se fían de ellos. Colorín colorado este cuento no ha terminado.






No comments: