La decisión de Kico Qui requería un buen plan y ayuda de otros. Por su cuenta no podía combatir el genocidio. Todos sus hermanos, amigos y parientes estaban sufriendo. Y decidió ir donde la princesa Lla-Rina Yahuecas. Ella los había ayudado antes. Durante la última limpieza de Juracán ella bajó del alto de los montes y cubrió los cuerpos de los atemorizados coquíes con las mojadas hojas que caían de los árboles. Al ser cubiertos con hojas mojadas, el viento no los pudo volar.
Para hablar con la princesa había que invocarla primero. Y para poder invocarla Kico Qui tuvo que ir hasta el tope de la montaña. Cansado de tanto subir y evitar peligros, una vez llegó al tope de la montana, cantó una canción secreta que solo los coquíes conocen y cantan. La canción en español dice,
“Lla-Rina Yahuecas
Cuando bajas las cuestas
Del cielo a la tierra,
Espantas los males
Y premias las gestas.
Dame una muestra
Ayuda a tus coquíes
Que te aman y te esperan.”
Cuando Kico Qui terminó de cantar apareció entre las brumas y neblina la princesa Lla-Rina Yahuecas. Ella estaba enterada de lo mucho que sufrían los coquíes hawaillanos y del terror que sentían los coquíes en la isla de Puerto Rico. Esa era la isla donde se originaron todas las tribus de coquíes. Frente a Kico Qui cantó la canción que dice,
Queridos por todas y toditos
Les llevo mis amores
No se apuren ni se angustien
Que pronto no estarán solitos”.
Cuáles pueden ser esas destrezas se preguntaron los enemigos de la naturaleza. Mas los coquíes nunca han querido compartir las destrezas con los humanos porque, pues, no se fían de ellos. Colorín colorado este cuento no ha terminado.
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