Un correo electrónico me lleva a reconocer la estrecha relación entre la música y los saltos de una etapa romántica a otra.
Aquella que comprende los inicios del enamorar, enamorarse, enamorado; aquella cuyas canciones y ritmos ya no te ponen a saltar y cantar, la que acompaña los sueños del enamorado, comenzó en los momentos que la escuela definió amistades, modas e independencia, clubes (Futuros Bibliotecarios, Happy Friends Club, Pelota, Hijas de María) en la antigua Junior de Guayama.
La Fabery, Moneró fueron testigos de los una vez reprimidos deseos; libidinosos sueños con unos cuantos guayaneses de mi generación. Aquí callo, soy una tumba.
Años mas tarde, no muchos, otro salto, la secundaria, la universidad, con Leonardo Favio, Los Ángeles Negros, en dirección al Cono Sur, el que conocía de lejos - salvaje como Doña Barbara, o los cuentos de Quiroga - descubro que me podía enamorar distinto.
Los amores de adolescentes, una vez marcados por el decimonónico bolero o las vidas desbocadas del rock hand roll gringo. adquieren un nuevo relato, un nuevo discurrir, una transformación romántico-cognitiva, algo así como un salto de Corín Tellado a Angeles Mastretta.
Los saltos románticos no son lineales, peregrinan en una rayuela infinita, circular, y como sea lo que sea que no es lineal.
Los boleros que me conquistaban siguen recordando y reviviendo las conquistas; luego enriquecidos por Pink Floyd, cuatro décadas mas tarde.
Entre la Fabery y Pink Floyd otros ritmos y músicos abrieron rendijas en mi alma y romances: desde las Supremes hasta los Cinco Latinos, sin desviarse ninguno del lenguaje seductor y extático; hoy con otros finales, otras historias de amor, otras formas de saludar, despedir, un deseo, un correo cibernético, "que duermas bien"
"So, so you think you can tell Heaven from Hell,/blue skies from pain./Can you tell a green field from a cold steel rail?/A smile from a veil?/Do you think you can tell?/And did they get you to trade your heroes for ghosts?/........../How I wish, how I wish you were here." *
Otra velocidad, otra carretera, otro download en cibernia, otro salto en cómo apreciar el amar.
Entre la Fabery y Pink Floyd, el éxtasis de ese enfoque hacia el romance - disfrutado y saboreado por un sesentón baby boomer- ha sido reemplazado por el nihilismo, el cantante suplica por la compañía del objeto amado, del significativo otro, en un mundo indescifrable.
El anexo del correo cambió la imagen decimonónica del que una vez fue el amor etéreo, narrativa coherente con final feliz, por una de "ya que estamos jodíos, si estuvieses conmigo......". Amores que matan.
Los boleros prometen amor eterno; Pink Floyd ni se lo plantea.
No dice el autor de "Wish you were here" qué pasará cuando estén juntos en el mundo floydiano.
¡Otros lo harán! Los pos post se encargarán de descifrar las claves del amor y el amar en los tiempos de la música de metal y plástico, chips y downloads.
*Tomado de: Wish you were here, Writer: WATERS, ROGER/GILMOUR, DAVID JON. Copyright: Lyrics © Warner/Chappell Music, Inc.)
Wednesday, April 2, 2014
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