Frente al ventanal y la vista, el tejido blanco lo revuelve el viento, la tormenta invernal se integra al bolero que cantaba la Tellado en camino a Punta del Este. El Porsche, destruido. La vista, lo visto, el norte, en ánimo de Zen
- ... de su padre.
- Quien estuvo aquí, ¿era un policía argentino. ¿Qué le dijiste?
- El Porsche destruido es de tu padre.
No hay segundas oportunidades. Nada terminó. Pausas, estruendos, silencios, espacios libres, estrechos describen lo que puede ser "esa calma de un amor que ya pasó", en esa etapa, a la edad sesentona cuando quedan solas, quietas las palabras, los sentimientos apaciguados, hasta que vuelve, escribe, empezar de cero, de nuevo. y cuestionar, "qué tú estás haciendo de mí....". Una vez más, volvemos a amarnos sin barreras.
Acompañada por los delirios, la mujer de ojos color turquesa y largas acicaladas uñas color rojo subido, canta sus lamentos, sentirse engañada.
- ¿Por qué me pediste que viajara?
En el fondo se oye la voz de la/el novelista, "yo que estaba tan tranquila", y los timbres. No paran: un ding, otro ding y otro ding centran la vista, el deseo en la pantalla. Dos cuentos paralelos que no terminan, no se juntan. Las cámaras filmaron el choque, el viaje no se completó en aquel accidente.
"Estoy aturdida...." canta la Tellado.
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