No es una toma de un hombre mayor corriendo, ejercitando su cuerpo, comiendo comidas sanas, tomando miles de litros de agua, participando de todas las actividades programadas para los lindos viejitos, los buenos y tiernos ancianos. No, no es una foto de una idealizada vida llena de amor puro; ni la de un sabio entrado en años, con sus barbas blancas, ojos amables y sonrisa comprensiva y tolerante.
Es la foto de alguien sobre una cama, casi inmóvil, mirando al techo, convencido de que no se tiene que levantar y que a su memorable edad puede quedarse acostado todo el día, toda una eternidad, sin que nada cambie, aunque todos los jóvenes anden preocupados por causa del deseo: tomarse un selfie el día que decidió que no se iba a levantar.
Wednesday, September 30, 2015
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