Para aquellos de nosotros, criados en culturas y épocas donde se practicaba sin mucho conflicto la diversidad religiosa (judeo-cristiana, animistas, espiritistas) y donde esta diversidad no era motivo para la percusión y asesinato, el que una candidata a la presidencia, Michelle Bachmann, promueva ideas religiosas tan obtusas resulta ser chocante. Y si usted es miembro de un grupo al que esas ideas condenan, más que chocantes, atemorizan.
Atemorizan todavía más cuando no es solo la Sra. Bachmann la que profesa esas ideas; sus arcas reflejan millones de dólares donados por personas que están de acuerdo con ella. Personas que pueden ser los vecinos, la señora que atiende el colmado, el señor que sirve la comida en el restaurante, el obrero que viene a arreglar la nevera; cualquier hijo de vecino que anda cerca por ahí.
Aparte de los no creyentes, la creación vista por los judeo-cristianos y sus intérpretes intelectuales, enmarcados en modelos euro-céntricos, formulan una visión de la creación algo finita, al margen del bien o el mal. Otros grupos y culturas la explican desde una perspectiva que sostiene que no hay ni principio ni fin, evolución continua, reencarnación y/o transformación espiritual. En el modelo de los Bachmann, estas otras visiones, no dudo, caen dentro del mal, y quizás sostienen que estos creyentes deben ser “salvados”, “castigados”, eliminados (dada las historias de las guerras y las religiones no debe sorprender el que haya miembros entre los que le donan dinero a los Bachmann que promuevan el genocidio).
Los Bachmann no andan solos, son apoyados por miles y miles de seguidores. A saber si algunos de ellos son los vecinos que todas las mañanas saludan con un, “Good morning”, sirven el café en la esquina, atienden en la lavandería o preparan las sopas en la cafetería. Averigüe, antes que sea muy tarde.
Saturday, July 16, 2011
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