Monday, May 7, 2012

Lo Negro de Todos Nosotros y la Mariconería


“Aquí todos tenemos de negro”, una respuesta que sacada de sus contexto puede ser una verdad absoluta sin prejuicios y con carácter matemático. En su última expresión pública en Puerto Rico, dicha por un prominente político, después de ser comparado con un mono, pierde su objetividad y resulta tan o más ofensivo que el uso de un mono para referirse a una persona, la que sea.  El que respondió, en vez de argumentar el que se le comparara con un mono o cuestionar el uso de lo negro como insulto, se defiende con una expresión muy común en Puerto Rico, “aquí todos tenemos de negro”. En el fondo, esta trillada frase, sutilmente, afianza la negritud como cualidad inferior. 

“Sí, tengo de negro pero tú también eres negro. Soy inferior pero tú también lo eres."   

Algo parecido, de forma opuesta, plantea Iván Silén. En su libro sobre la mariconería extiende su nueva definición del término a todos los que el desprecia; trata de desviarla de su uso habitual, su referente: los homosexuales. Sin poder lograr desvincularla por completo; termina incluyendo a los homosexuales en su desprecio.

Silén quiere mariconear con el lenguaje, entrar a los espacios lingüísticos y discursivos del maricón tradicional sin tener que partirse; desmantelar significados y semantizar conductas sin conocerlas de adentro; algo así a lo Miller, aquel famoso autor, un gringo, que escribió el texto de historia puertorriqueña que se usaba en PR en las escuelas secundarias hasta finales de los cincuenta.  

Que su intención era separar la mariconería de la homosexualidad, quizás, pero no lo logra. La palabra, maricón, no deja de ofender y no puede ser completamente desligada de su intención original: perseguir, justificar el discrimen contra  un grupo de personas en particular, y usarlas como referente de lo malo, lo vulgar, lo inmoral.

No todos los homosexuales son maricones trata de decir Silén. No lo logra. Todos los homosexuales somos maricones. Mas no lo somos como los pinta Silén en su búsqueda oportunista, “foto op”, de entrar en el territorio del discurso literario o político sobre la homosexualidad. Si lo que desea es desconstruir el lenguaje, a lo intelectual afrancesado, izquierdoso, puede empezar por el propio, y no aprovecharse del lenguaje de los que viven al margen de las esferas del poder. Obvio, que ese otro lenguaje, el propio, no le ofrece la oportunidad  que busca: ser protagonista.

Sí, todos los homosexuales somos maricones y, consecuentemente, la mariconería deja de ser un insulto porque los homosexuales así lo deciden.

 (Un aparte: Aparentemente, la que se refirió al político afro-descendiente como un mono tiene reputación de ser lesbiana.)