Sesentón - En Buenos Aires bailé.
Sesentona - ¿Con quién?
Sesentón - Solo.
Sesentona - ¿Por qué solo?
Sesentón - La pareja que contraté como acompañante prefería
bailar con otros. (Pausa) Se repitió lo que había dejado en Nueva York con mi
asistente de cátedra en la facultad y compañero en la casa. Yo seguía pagando.
Sesentona - ¿Para que bailaran
con otros?
Sesentón - No.
Sesentona -¿Y seguiste
pagando?
Sesentón - Sí. (pausa) Sigo.
Sesentona - ¿Por qué?
Sesentón – En Nueva York, deseo
que además de las buenas mesas y conversaciones, divertirme con su mente
atomista. En ambas ciudades, entregarme a sus ínfulas de machos cabríos, y que deseen
bailar conmigo.
Sesentona - ¿Y te han sacado a
bailar?
Sesentón - No.
(El joven bailarín de veinte años
se acerca al sesentón, El treintón sigue bailando)
Bailarín de veinte años - Necesito
plata
Sesentón: (canta y se aleja) -
"…todos dices que es mentira que te quiero" (Saca y muestra billetes)
(Bailarín de veinte años sigue
al sesentón, lo agarra por el cuello y lo arrastra. Treintón, mientras baila,
se acerca al bailarín de veinte y se lo lleva. Dejan caer al sesentón. Los bailarines
recogen los billetes y siguen bailando)
Sesentón (En el piso) - Siempre
me gustaron los hombres que me hablaban con firmeza, directos nada de regodeos.
Cada vez que me conquistaban, mi pecho se llenaba de sensaciones, sentía el
calor del deseo dentro de mis entrañas. Quería ser suyos, solo suyos.
Sesentona (Se sienta a su
lado) - ¿Y lo lograste?
Sesentón - No
Sesentona - Fascinante, tu
vida. La vives plenamente. Dime, como no los pudiste poseer o que te poseyeran físicamente,
¿que hacías para satisfacer tus necesidades sexuales?
Sesentón - En Nueva York leía a Genet, Cavafis, Ramos Otero, Goytisolo, Mendicutti, White, todos y cada uno de ellos junto a las continuas lecturas del mismo, un solo Mann. En Buenos Aires le escribía al de Nueva York para que me acompañase. (Se pone lentes, lee) Querido profesor adjunto de cátedra y casa, solo muy solo en Buenos Aires, los museos no comparan con los de Europa, Fuera de Piazzola, los otros tangos son para cortarse las venas, cantados por viejos llorones, y compras no quiero hacer. No me interesan los cueros. Ven que te necesito.
Sesentona -Vives una vida de
tangos.
Sesentón – Quería entrar bien
adentro, sentir su carne. Ser ellos, a veces. Otras, poseerlos. Quería que
mataran el yo. Y yo matar el de ellos.
Sesentona - Más Gardel que
Piazzola.
(Bailarín treintón se le
acerca al sesentón, le quita los lentes, pasea al ritmo del tango, regresa, le
quita la camisa, se la pone, deja desnudo al sesentón. Sigue bailando con el de veinte. El sesentón se pone otra ropa, y
baila con la sesentona)
Sesentón - Lo único que
deseaba era que me quisieran, no me importaba si tenía relaciones sexuales o
no. Puro éxtasis.
Sesentona
(Mientras baila acaricia
sexualmente al sesentón) - Ya no tienes
que aprender a bailar.
Sesentón - No encuentro sus pasos, ni encuentro su piel.
Encuentro la mía. No encuentro sus rostros suaves, ni sus sonrisas, ni sus ojos
caprichosos. Solo estos ojos llorosos, apagados. Estas arrugas ancianas.
Sesentona: Bailas muy bien.
(c) Gerardo Torres Rivera
(Nueva York/Buenos Aires, 2013)
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