Regresa de tarde con tandas de ropa, que plancha, que cose, que lava, que zurce. La Loma del Viento la siente ultrajada.
En juergas de gallos, de espuelas muy largas, cafetines y plazas le llega el marido, asusta, amenaza. Ya no hay más remedio. No quiere saberlo. La Loma del Viento se siente cansada.
Rebusca en los cutis de caras ajenas. Su cara de piedra los mira de lejos. La Loma del Viento destapa el miedo.
Los vientos son nuevos, de cambios del norte. Ya no hay más remedio. No teme saberlo. Se pierde en su sueño, buscando lo ajeno. La Loma del Viento es un recuerdo.
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