Estela Raval o Mona Bell o Lucecita o Johnny Mathis acompañaban el amor clandestino; el amor prohibido, el que mezcla los placeres con los miedos, los deseos. Amores que conducen a la rebeldía o al suicidio, a doblegarte o liberarte, a claudicar o a luchar.
Soñaba mientras caminaba, deseaba, me amaban, contaba historias a lo Corín Tellado con música de fondo: Los Ángeles Negros o Mona Bell o Leonardo Favio o Chucho Avellanet nos acompañaban por los calurosos, aburridos, estreñidos pueblos que siempre miran hacia el Caribe. Los caminábamos arriba y abajo, un helado aquí o una dona allá. El primer amor a lo adivino tendría quince, mi misma edad cuando estábamos en la high de Guayama. El segundo, diecisiete; yo, dieciséis, en la Pontifica de Ponce.
Los recuerdos engañan; y lo que queda es la sensación de placer o dolor. Los detalles no se graban tan fácilmente. Él jugaba beisbol. Yo pretendía que jugaba volibol. Él estudiada contabilidad. Yo, en la escuela normal. Él, un chico burgués, graduado de exclusivo colegio privado con su futuro muy bien designado. Yo, un pobre egresado de una anónima escuela pública con un incierto futuro.
¿Era él o era el otro con quien caminaba solo, con quien levitaba por las calles de esos áridos y sofocantes pueblos del sur de la isla de los mucho encantos?
Los primeros amores durante la adolescencia marcan la memoria. las sensaciones; no se olvidan. Quizás por lo ridículo, quizás por lo sublime, quizás por lo complicado de las fuerzas que lo moldean
(En el Puerto Rico de finales de los cincuenta y principio de los sesenta las fuerzas religiosas, culturales eran más poderosas que el amor mismo.)
Recuerdo el amor de la universidad por lo sublime, por lo revelador, por obligarme a aceptar que era homosexual, por enfrentarme a una vida donde ese amor no se presta para la armonía social y mucho menos religiosa. Al de la high, por haber despertado el deseo.
“Dímelo tú, sé lo que sientes….”. Recuerdos vagos, alumbrados por el deseo de volver al pasado y recrear mis experiencias junto a uno de ellos, los primeros amores, a lo adivino. Recuerdos que enriquecen el haber vivido junto a… "aquí la memoria pierdo". Sin penurias ni vergüenzas, recuerdos de grandes amores; filtrados por la nostalgia, el deseo de volver a sentir el amor de un adolescente; a saber por qué.
Primer año de universidad: Por ser el menor del hospedaje, Menor era mi apodo. Y cuando el Flaco, su apodo, me llamaba Menor, no era el apodo a lo que respondía, era al cariño de solidaria adolescencia que había en ese llamado, en ese nombre que por primera vez oía; nombre que no era ni para regañar ni para hacer mandados, como era usado el de pila en aquella otra casa, mi casa familiar de tantos haberes y limitaciones.
Reconocí mi existencia, me integré a un grupo con quien iba a las mismas fiestas, pasadías en la posa de Juana Díaz; pasarratos en el bar donde me emborraché por primera vez, y donde por primera vez conocí un trago con nombre en inglés: Tom Collins. A Mayagüez fuimos a comer flan en el negocio de Bebo o, en la playa de Ponce, mariscos con tostones, en un restaurante junto a la brisa del mar.
¿Por qué sigues en mi memoria y en mis deseos? A veces, latentes; a veces activos. Quisiera poder haber bailado contigo; caminar como en un anuncio de perfumes franceses, de la mano por una paradisíaca playa; hablar sobre nuestras interioridades o burlarnos de las cursilerías de otros (nunca de las nuestras); sufrir y gozar la vejez juntos, con los males y achaques. ¿Dónde estás? No puedo buscarte. Quizás es preferible el deseo sublimado a la realidad chocante. Quizás es preferible mostrar una vez más este diario retrospectivo de lo que fueron mis primeros grandes amores.
Fue en la universidad cuando por primera vez reconocí que estaba enamorado, como un sentimiento real; acepté con dolor y trabajo lo que era una verdad absoluta, y me di el permiso para soñar con aquél de quien me había enamorado. A lo adivino, pero de verdad enamorado. Callar y soñar eran mis únicos caminos. Vivimos juntos en el mismo hospedaje durante todo un año académico, nuestro primer año universitario. El tenia diecisiete años; yo, dieciséis. El nunca se enteró de cómo me sentía. Yo, cincuenta años más tarde sigo pensando en él. Allí en Ponce, en el hospedaje de doña Esther, la libido se despertó como nunca antes.
No era la primera vez que me fijaba en otros muchachos; muchos años antes, la sensación ya había hecho su entrada, faltaba la claridad necesaria para poder identificar aquello como el maravilloso y dulce amor de un adolescente. No me atrevía ni reconocerlo y mucho menos cuando este amor era un amor homosexual. Caminaba y soñaba.
El terror y soledad que se siente frente a los primeros momentos cuando reconoces la homosexualidad llevan a muchos al suicidio, a las drogas, a la completa enajenación. Las sensaciones arropan y confunden; la realización y aceptación consciente sobre tan difícil y particular estado de la compleja sexualidad tardan en cuajarse.
La fuerte y compleja sensación fue respondida con la separación. Abandoné el hospedaje y no volví a saber de mi primer amor. Estudie, encontré otros amores, y a compás del tango "que veinte años no es nada", ni cincuenta tampoco, el flaco de mi juventud sigue en la memoria de los buenos recuerdos. Hoy, a la temprana edad de un sesentón, hacer público estas experiencias es una obligación; no dudo que ayudan a otros en situaciones parecidas a que ni claudiquen; mucho menos, se suiciden.
“Dímelo tú, no me atormentes” cantaban Estela Raval y los Cinco Latinos y nosotros, él (¿cuál?) y yo, acabaditos de salir de la pavera, la edad de las tonteras, nos reíamos de nada y de nada hablábamos. No, era Mona Bell y su tómbola la que nos abría el espacio más allá de los boleros corta venas de épocas y generaciones anteriores. Quizás, el yeyé de…. ¿Qué sé yo? Dímelo tú…
Sunday, August 30, 2015
Saturday, August 29, 2015
JÁJOME HEIGHTS
Nadie te oye; de noche nadie te oye
"El fascismo comienza en casa": dice un personaje en una película cuyo título no recuerdo, dirigida por Fassbinder.
El fascismo se manifiesta en la madre bipolar, un tanto abnegada, usa sus penas para manipular a sus hijos, se llena de soberbia, descarega su rabia, marca su poder con el foete, las pelas sin motivo.
Fassbinder es recreado por los padres alcohólicos que se emborrachan todas las noches para dejar salir sus horrores, los gritos, los ataques de nervios.
El terror no se limita al estado solamente; el hermano abusador que te grita y amenaza con darte palizas si te atreves contestar, cuestionar sus burlas. Lo oyes todas las noches - Marica, marica. Los familiares y vecinos callan; se burlan.
El terror comienza en casa y lo llevas a todas partes; sigue contigo, lo reprimes, explota: en las llagas que te cubren el cuerpo y el médico te cura con cremitas carcinogénicas; en las reacciones ante el amante que se comió el queso y no lo compartió contigo; en las pesadillas que te persiguen y se manifiestan con extraños símbolos: perros violentos, caídas por abismos, túneles de los que nunca sales.
La opresión comienza en casa; y de noche, quieto, la escondes sobre la almohada; y sueñas con vidas idílicas junto a los tan felices personajes del cine o triunfando en otros entornos más allá de la pobreza y la miseria.
Cuando te preguntas por qué te tocó a ti vivir esa vida y nadie te oye. De noche, nadie te oye.
PRÓCERES SIN PARTIDOS
Chavistas,
Batllistas,
Peronistas,
Batistianos,
Batllistas,
Peronistas,
Batistianos,
Kirschenistas,
Muñocistas,
Balagueristas,
Albizuistas,
Muñocistas,
Balagueristas,
Albizuistas,
Bolivarianos,
Fujimoristas,
Trujillistas,
Villistas,
Fujimoristas,
Trujillistas,
Villistas,
Guevaristas,
Castristas,
Falangistas
Castristas,
Falangistas
Grandes ideas castran.
(A menos que usted sea un prócer partido)
(A menos que usted sea un prócer partido)
Friday, August 28, 2015
The Inner B from New Jersey y las teorías para blogueros
" Sweetie" fue el saludo con el que comenzó su muy sutil descarga sobre la disciplina, lo aplicado, el carácter editorial del autor, las editoriales y mi responsabilidad ante el texto. Todo muy bien presentado, reflejo de su formación en los mejores departamentos de humanidades, graduado de los “very iv league colleges” de los USA, y nada que ver con el “ usa te usa” de Parra, el chileno.
- Sweetie, que si uno no se fija con detenimiento, a ellos no les importa guardar las copias y dejarte en el limbo. Y eres tú el responsable de todo, de todo.
Ciego por un ojo, con cataratas en el otro, descuidado y torpe por naturaleza no son las mejores cualidades para ser disciplinado, aplicado y diligente. Que para eso les pagué a los editores miles de dólares, y no para terminar deprimido, colgado, embrolla’o hasta donde se dice “made in Japan” y con la ilusión por el piso.
The inner bitch es lo que le sale para afuera, dentro de su modelo de agresividad controlada, diplomática, metódica y disciplinada, nada de inner child a lo sicóloga de California. She is a bitch; y si uno no la conoce, uno diría, she is a sweetheart. A sweetheart she is not. Es como dicen por ahí, en lingo pseudo psicológica gringa del Upper West Side, una pasivo-agresiva.
Vive en New Jersey, the bastion and refuge of the bridge and tunnel crowd, porque, y que Manhattan la sofoca. Es ella la que sofoca a Manhattan. Cuando cruza el túnel porque nunca lo hace por el puente, - jamas va a pasar por Washington Heights, y me espera en cualquier esquina de la Universidad de Columbia hacia abajo. De ahí hacia arriba no sube. Donde me espere, mira con un no se qué a la ciudad, que quien, vuelvo y repito, no la conoce, pensaría que es un aburrido existencialista. Pues no, que cuando me espera, anda tasando a los niuyorkinos como si fuesen reses en el matadero.
- Sweetie, la próxima vez me los envías y ya sabes que no te fallo, te reviso y señalo lo que tienes que arreglar.
Ni loca al cuadrado le doy mis manuscritos. Con lo puntillosa, antiséptico y atomista que es me llevaría al manicomio donde se encuentran desde Artaud hasta la Cuqui Pérez. No, que no quiero que me obligue a pasar cien años mas de soledad junto a textos que terminarían siendo arcaísmo literarios.
"¡Allá tú!": respondió, una vez le expliqué que no pensaba pasar más trabajo de la cuenta, que las comas no me importaban, que los guiones me tenían sin cuidado, que los puntos se acabaron y que sí, que fuésemos a un bistró.
The inner bitch from New Jersey, aunque es una jíbara gay puertorra, no come comida criolla. Frente al pate de foie gras y un albariño, - no muy frio, por favor – pasamos una tarde de mucho amor en Manhattan.
- Sweetie, que si uno no se fija con detenimiento, a ellos no les importa guardar las copias y dejarte en el limbo. Y eres tú el responsable de todo, de todo.
Ciego por un ojo, con cataratas en el otro, descuidado y torpe por naturaleza no son las mejores cualidades para ser disciplinado, aplicado y diligente. Que para eso les pagué a los editores miles de dólares, y no para terminar deprimido, colgado, embrolla’o hasta donde se dice “made in Japan” y con la ilusión por el piso.
The inner bitch es lo que le sale para afuera, dentro de su modelo de agresividad controlada, diplomática, metódica y disciplinada, nada de inner child a lo sicóloga de California. She is a bitch; y si uno no la conoce, uno diría, she is a sweetheart. A sweetheart she is not. Es como dicen por ahí, en lingo pseudo psicológica gringa del Upper West Side, una pasivo-agresiva.
Vive en New Jersey, the bastion and refuge of the bridge and tunnel crowd, porque, y que Manhattan la sofoca. Es ella la que sofoca a Manhattan. Cuando cruza el túnel porque nunca lo hace por el puente, - jamas va a pasar por Washington Heights, y me espera en cualquier esquina de la Universidad de Columbia hacia abajo. De ahí hacia arriba no sube. Donde me espere, mira con un no se qué a la ciudad, que quien, vuelvo y repito, no la conoce, pensaría que es un aburrido existencialista. Pues no, que cuando me espera, anda tasando a los niuyorkinos como si fuesen reses en el matadero.
- Sweetie, la próxima vez me los envías y ya sabes que no te fallo, te reviso y señalo lo que tienes que arreglar.
Ni loca al cuadrado le doy mis manuscritos. Con lo puntillosa, antiséptico y atomista que es me llevaría al manicomio donde se encuentran desde Artaud hasta la Cuqui Pérez. No, que no quiero que me obligue a pasar cien años mas de soledad junto a textos que terminarían siendo arcaísmo literarios.
"¡Allá tú!": respondió, una vez le expliqué que no pensaba pasar más trabajo de la cuenta, que las comas no me importaban, que los guiones me tenían sin cuidado, que los puntos se acabaron y que sí, que fuésemos a un bistró.
The inner bitch from New Jersey, aunque es una jíbara gay puertorra, no come comida criolla. Frente al pate de foie gras y un albariño, - no muy frio, por favor – pasamos una tarde de mucho amor en Manhattan.
Thursday, August 27, 2015
Erika, la tormenta, y estados de ánimo
8:30 a.m.: Amiga: En un estado de ánimo acelerado, cargado de ansiedad, placer y miedo juntos, por causa de la tormenta que se avecina, me llamó quien dedicó su vida a cuidar padres, sobrinos, hermanas; y ahora está vieja y sola. No paraba de hablar de la preparación, agua, los vientos, inundaciones, los embalses, tormentas anteriores. Y yo todavía no había terminado mi seguna taza de café. Tratè de hacer alguna que otra pregunta. Su cadena de preocupaciones y tragedias no toleraba intervenciones. Mi ansiedad aumentaba y, en un momento, se lo dije: "Me estás poniendo ansioso".
9:00 a.m.: ¡Albricias! Mi reconocimiento activó sus neuronas reflexivas, cayó en cuenta, pidió perdón. Aproveché la micro-crisis, el desequilibrio, "el centro vacío del huracán", y me despedí rapidito. Ahora tiene la tormenta acompañando su remordimiento por haberme puesto ansioso.
12:30 p.m.: Pos ansiedad - Al colmado, antes que cierren - agua, linternas, gas, enlatados, y vinos tintos para calmar las turbulencias y tormentas.
9:00 a.m.: ¡Albricias! Mi reconocimiento activó sus neuronas reflexivas, cayó en cuenta, pidió perdón. Aproveché la micro-crisis, el desequilibrio, "el centro vacío del huracán", y me despedí rapidito. Ahora tiene la tormenta acompañando su remordimiento por haberme puesto ansioso.
12:30 p.m.: Pos ansiedad - Al colmado, antes que cierren - agua, linternas, gas, enlatados, y vinos tintos para calmar las turbulencias y tormentas.
Wednesday, August 26, 2015
JÁJOME HEIGHTS
Mon amour, Lulú:
Mua, mua, mua, besos en cada cachete.
Desvanecida quedo cada vez que recibo tus cartas. Estaba en Miami cuando me escribiste desde Jájome Heights.
Te mueves como ave sin rumbo, y ahora te contesto a esa dirección en NoSoHo. No solo somos nómadas geográficas, por asuntos de cultura y procedencia de clase, ambulamos existencialmente, a lo Kundera o la Duras; y lo comprueba el que estés pasando la primavera en el barrio de moda de Manhattan.
Por cierto, antes de que se me olvide: te perdiste el festival gourmet en SoFa. Sí, así como lo oyes, bien manhattaniano, SoFa: South of Fortaleza, la zona de San Juan que antes era conocida como La Marina. SoFa, tres chic.
Lo que me intriga es que no te estés viendo con la Lola Pons, o Lolo como quiere que la, me corrijo, a él, él, él lo conozcan ahora. De Lola Pons a Lolo Pons no hay un largo trecho, aunque transformarse no es fácil nunca, y te lo digo yo, que entre las plásticas en Miami, los estiramientos de la piel en Río, y los retiros espirituales con mi yogui personal en sus Ashrams de Boulder, Saint Moritz y el Yunque vivo en constante trans.
Que no debemos limitarnos a las transformaciones físicas, hay que explorar las espirituales. Nada que ver con las vidas provincianas de las nenas plásticas que nos persiguen para hacerse amigas nuestras, y que, cuando se nos acercan y sonríen casi histéricas, me hacen exclamar un "¡Por favooor!" de peluquero en Plaza San Patricio. Me ponen al borde de un soponcio cada vez que me dicen: "Debemos juntarnos, tenemos tanto en común". Really! Esas graduadas de Nuestra Señora Proletaria de Caparra Heights son unas arribistas atrevidas y están estancadas. No son trans.
Vuelvo y repito, lo que no entiendo es por qué no te reúnes con la ex Lola, hoy Lolo. Levantas sospechas. Me tienes que dar explicaciones. Para eso somos hermanas sororas. Ya sé: te gustan los hombres y que eres mujer en todo el sentido de la palabra, y que andar con una trans trans no es tu pasatiempo favorito. Mas espero, por aquello de la solidaridad entre sororas, que no sea porque el Lolo es ahora gay. Total, ¿qué hay de malo con que la Lola, perdón, el Lolo, sea un trans revertido a quien le siguen gustando los hombres?
Besos,
Beba
Mua, mua, mua, besos en cada cachete.
Desvanecida quedo cada vez que recibo tus cartas. Estaba en Miami cuando me escribiste desde Jájome Heights.
Te mueves como ave sin rumbo, y ahora te contesto a esa dirección en NoSoHo. No solo somos nómadas geográficas, por asuntos de cultura y procedencia de clase, ambulamos existencialmente, a lo Kundera o la Duras; y lo comprueba el que estés pasando la primavera en el barrio de moda de Manhattan.
Por cierto, antes de que se me olvide: te perdiste el festival gourmet en SoFa. Sí, así como lo oyes, bien manhattaniano, SoFa: South of Fortaleza, la zona de San Juan que antes era conocida como La Marina. SoFa, tres chic.
Lo que me intriga es que no te estés viendo con la Lola Pons, o Lolo como quiere que la, me corrijo, a él, él, él lo conozcan ahora. De Lola Pons a Lolo Pons no hay un largo trecho, aunque transformarse no es fácil nunca, y te lo digo yo, que entre las plásticas en Miami, los estiramientos de la piel en Río, y los retiros espirituales con mi yogui personal en sus Ashrams de Boulder, Saint Moritz y el Yunque vivo en constante trans.
Que no debemos limitarnos a las transformaciones físicas, hay que explorar las espirituales. Nada que ver con las vidas provincianas de las nenas plásticas que nos persiguen para hacerse amigas nuestras, y que, cuando se nos acercan y sonríen casi histéricas, me hacen exclamar un "¡Por favooor!" de peluquero en Plaza San Patricio. Me ponen al borde de un soponcio cada vez que me dicen: "Debemos juntarnos, tenemos tanto en común". Really! Esas graduadas de Nuestra Señora Proletaria de Caparra Heights son unas arribistas atrevidas y están estancadas. No son trans.
Vuelvo y repito, lo que no entiendo es por qué no te reúnes con la ex Lola, hoy Lolo. Levantas sospechas. Me tienes que dar explicaciones. Para eso somos hermanas sororas. Ya sé: te gustan los hombres y que eres mujer en todo el sentido de la palabra, y que andar con una trans trans no es tu pasatiempo favorito. Mas espero, por aquello de la solidaridad entre sororas, que no sea porque el Lolo es ahora gay. Total, ¿qué hay de malo con que la Lola, perdón, el Lolo, sea un trans revertido a quien le siguen gustando los hombres?
Besos,
Beba
Tuesday, August 25, 2015
JÁJOME HEIGHTS
Real Cédula de Gracia
La Real Cédula de Gracias (RCdG) fue promulgada bajo el gobierno de Felipe VII el 10 de agosto de 1815. Con la RCdG se le otorgó a Puerto Rico una mayor liberalización económica; y se concedió para poblar la isla con colonos europeos, evitar el desarrollo de un separatismo revolucionario, y segundo, lograr que la economía de la Isla fuese más productiva para España. Se incrementó la población: las concesiones de mayor envergadura e impacto de la Cédula fueron las relacionadas a la inmigración.
La medida ofreció licencias de entrada a nuevos inmigrantes y legalizó la residencia en la Isla de muchos extranjeros ya establecidos. Además, exclusivamente a los extranjeros católicos y procedentes de países amigos, se les ofreció la libertad de naturalización luego de cinco años de residencia en el país. A los nuevos colonos blancos, tanto hombres como mujeres, se les concedían cuatro fanegas y dos séptimos de tierra y la mitad de esa concesión de tierra por cada esclavo que trajera.
Es con la Real Cédula de Gracias que comienza la historia de los Rivera Burgos y de León Cartagena, tras inmigrar desde Canarias, Andalucía, Cataluña y recibir tierras en los cerros isleños, hoy conocidos como Jájome. Dicha medida, otorgada por Felipe VII, abre las posibilidades para que otro Felipe - cuyas coordenadas históricas son menos fáciles de identificar y rastrear que las de las familias antes mencionadas -, unos cien años después, le dé un giro a la historia.
El Felipe neo-criollo, pardo hijo de pardos - mestizos que llevaban años aislados en los cerros isleños-, se casa con una de las descendientes de los colonos; se junta con los que vienen a imponer el control, y al hacerlo, desvía las órdenes del real Felipe numerado, derrite los poderes de instituciones españolas, diluye los bordes, las metas, las clases y colores. Al margen de cédulas, documentos, apellidos heredados o impuestos. la entremezcla de hijos y el borujo formado por distintas historias trascienden lo oficial, desplazan al colonizador y comienzan un nuevo pueblo en busca de nuevas cédulas.
(Fernando Picó. Cayeyanos: Familias y Solidaridades en la Historia de Cayey. Rio Piedras, PR: Ediciones Huracán, 2007)
La Real Cédula de Gracias (RCdG) fue promulgada bajo el gobierno de Felipe VII el 10 de agosto de 1815. Con la RCdG se le otorgó a Puerto Rico una mayor liberalización económica; y se concedió para poblar la isla con colonos europeos, evitar el desarrollo de un separatismo revolucionario, y segundo, lograr que la economía de la Isla fuese más productiva para España. Se incrementó la población: las concesiones de mayor envergadura e impacto de la Cédula fueron las relacionadas a la inmigración.
La medida ofreció licencias de entrada a nuevos inmigrantes y legalizó la residencia en la Isla de muchos extranjeros ya establecidos. Además, exclusivamente a los extranjeros católicos y procedentes de países amigos, se les ofreció la libertad de naturalización luego de cinco años de residencia en el país. A los nuevos colonos blancos, tanto hombres como mujeres, se les concedían cuatro fanegas y dos séptimos de tierra y la mitad de esa concesión de tierra por cada esclavo que trajera.
Es con la Real Cédula de Gracias que comienza la historia de los Rivera Burgos y de León Cartagena, tras inmigrar desde Canarias, Andalucía, Cataluña y recibir tierras en los cerros isleños, hoy conocidos como Jájome. Dicha medida, otorgada por Felipe VII, abre las posibilidades para que otro Felipe - cuyas coordenadas históricas son menos fáciles de identificar y rastrear que las de las familias antes mencionadas -, unos cien años después, le dé un giro a la historia.
El Felipe neo-criollo, pardo hijo de pardos - mestizos que llevaban años aislados en los cerros isleños-, se casa con una de las descendientes de los colonos; se junta con los que vienen a imponer el control, y al hacerlo, desvía las órdenes del real Felipe numerado, derrite los poderes de instituciones españolas, diluye los bordes, las metas, las clases y colores. Al margen de cédulas, documentos, apellidos heredados o impuestos. la entremezcla de hijos y el borujo formado por distintas historias trascienden lo oficial, desplazan al colonizador y comienzan un nuevo pueblo en busca de nuevas cédulas.
(Fernando Picó. Cayeyanos: Familias y Solidaridades en la Historia de Cayey. Rio Piedras, PR: Ediciones Huracán, 2007)
Monday, August 24, 2015
JÁJOME HEIGHTS
Antes de los chalets
“Ese es mi verso; profundiza un poco.
No compadezcas mi dolor, si loco
te lanza entre la sombra su saeta” (FRONTIS, Luis Palés Matos)
En marzo del 1887 nació mi padre en un campo de la región montañosa de Cidra, Puerto Rico. Se mudaron a Jájome, otro campo, otros cerros. Estudió su primaria durante el régimen español, y luego hasta un grado que pocos para aquella época lograban, el octavo. Pudo haber sido uno de los miles de maestros que formaron parte de la activa escolarización de principios del siglo. Decidió caminar otros senderos.
Iba a pie o en carreta hasta el pueblo de Cayey y, además de estudiar, vendía huevos para poder pagarse su almuerzo, no sé si también pagaba por la transportación en carreta de bueyes. Gustaba de cantar las cadenas; las que cantaban los carreteros.
Se fue muy joven para la costa a conocer el mundo. Del cerro a las costas, otro jíbaro que se movía y aspiraba a subir de clase. Se fue de dependiente en un colmado enorme, a la entrada de la antigua central Aguirre, en un histórico edificio de dos pisos, mampostería, arcos y galería para proteger del sol, cuatro anchas y algo ovaladas puertas de dos hojas en metal en la antigua carretera número tres. Muchas décadas más tarde, el edifico seguía allí, abandonado, testigo de otras historias.
El viejo dejó Aguirre para seguir caminos, dar más vueltas por el mundo; el mundo más allá de Jájome. Las tierras comprendidas entre Cayey, Salinas y Guayama fueron su Ítaca, y en una época donde el pie o las carretas eran los medios de transportación por excelencia, la tierra que exploraba era una geografía bien amplia y diversa, vista a través de su curiosa mirada, ojos llenos de chispa y su gusto por el buen vivir..
Sus cuentos sobre cómo llegó y lo que encontró en el Puerto de Jobos tenían el mismo tono y sentir de cualquier relato de viajero contemporáneo. No contó relatos sobre lo que los soldados de la segunda guerra encontraron en el puerto de Hamburgo o en Marsella. Otros personajes e historias de puerto sedujeron al joven dependiente en un almacén de Aguirre. A los diecisiete se topó con las hijas de Tembandumba, culipandeando por la calle antillana.
A los diecisiete, de Jájome al Puerto de Jobos, le despidieron a puertas abiertas, y el saludo con la mano, la palma hacia adentro le dijo al viajero adiós y buen ir.
De Jájome a Jobos hay un largo trecho, a veces, a pie; otras, a caballo.
Regresó del Puerto de Jobos, se “llevó” a mi mamá; trabajó de agregado en una finca; y otra vez, abandonaron a Jájome.
Para la época que Palés comenzó a escribir, mi viejo leía poesía, la palabra saeta se usaba comúnmente, y los jíbaros hasta cantaban saetas a la virgen, durante los rosarios cantados.
Volvíamos a Jájome, al Alto, a la casa de una tía. Subíamos en pisicorre o en la línea de guaguas que transportaban los pasajeros por la carretera número quince, la de las muchas curvas, sin ningún trecho recto.
Ningún trecho es recto, y mucho menos para los jíbaros…..
“Ese es mi verso; profundiza un poco.
No compadezcas mi dolor, si loco
te lanza entre la sombra su saeta” (FRONTIS, Luis Palés Matos)
En marzo del 1887 nació mi padre en un campo de la región montañosa de Cidra, Puerto Rico. Se mudaron a Jájome, otro campo, otros cerros. Estudió su primaria durante el régimen español, y luego hasta un grado que pocos para aquella época lograban, el octavo. Pudo haber sido uno de los miles de maestros que formaron parte de la activa escolarización de principios del siglo. Decidió caminar otros senderos.
Iba a pie o en carreta hasta el pueblo de Cayey y, además de estudiar, vendía huevos para poder pagarse su almuerzo, no sé si también pagaba por la transportación en carreta de bueyes. Gustaba de cantar las cadenas; las que cantaban los carreteros.
Se fue muy joven para la costa a conocer el mundo. Del cerro a las costas, otro jíbaro que se movía y aspiraba a subir de clase. Se fue de dependiente en un colmado enorme, a la entrada de la antigua central Aguirre, en un histórico edificio de dos pisos, mampostería, arcos y galería para proteger del sol, cuatro anchas y algo ovaladas puertas de dos hojas en metal en la antigua carretera número tres. Muchas décadas más tarde, el edifico seguía allí, abandonado, testigo de otras historias.
El viejo dejó Aguirre para seguir caminos, dar más vueltas por el mundo; el mundo más allá de Jájome. Las tierras comprendidas entre Cayey, Salinas y Guayama fueron su Ítaca, y en una época donde el pie o las carretas eran los medios de transportación por excelencia, la tierra que exploraba era una geografía bien amplia y diversa, vista a través de su curiosa mirada, ojos llenos de chispa y su gusto por el buen vivir..
Sus cuentos sobre cómo llegó y lo que encontró en el Puerto de Jobos tenían el mismo tono y sentir de cualquier relato de viajero contemporáneo. No contó relatos sobre lo que los soldados de la segunda guerra encontraron en el puerto de Hamburgo o en Marsella. Otros personajes e historias de puerto sedujeron al joven dependiente en un almacén de Aguirre. A los diecisiete se topó con las hijas de Tembandumba, culipandeando por la calle antillana.
A los diecisiete, de Jájome al Puerto de Jobos, le despidieron a puertas abiertas, y el saludo con la mano, la palma hacia adentro le dijo al viajero adiós y buen ir.
De Jájome a Jobos hay un largo trecho, a veces, a pie; otras, a caballo.
Regresó del Puerto de Jobos, se “llevó” a mi mamá; trabajó de agregado en una finca; y otra vez, abandonaron a Jájome.
Para la época que Palés comenzó a escribir, mi viejo leía poesía, la palabra saeta se usaba comúnmente, y los jíbaros hasta cantaban saetas a la virgen, durante los rosarios cantados.
Volvíamos a Jájome, al Alto, a la casa de una tía. Subíamos en pisicorre o en la línea de guaguas que transportaban los pasajeros por la carretera número quince, la de las muchas curvas, sin ningún trecho recto.
Ningún trecho es recto, y mucho menos para los jíbaros…..
JÁJOME HEIGHTS
Lulú, darlin:
Aunque dirigiste tu carta a todas nosotras, te contesto solo a tí. Que hay hermanas sororas y hay sororas que no no son tan hermanas; y otras que viven en la luna de Valencia o piensan que tener un chalet en los heights de Jájome es llegar a la cima. Esas que viven de cóctel en cóctel. We all know who they are, don't we?
Ni estando loca me coges vendiendo ropa de hippies tardíos. Eso es lo que parecen todas esas mujeres enchancletadas, con faldas y blusas que bordean en lo neo-gítano. Además, no podemos ser ingenuas. Si nos vinculan con ese mundo, los grupos a los que pertenece -¿sabes quièn?- cierto conocido nuestro, al patíbulo nos llevan por venderle y vestir a las que siempre marchan a favor y en favor de todo lo que sea distinto y contrario. ¡Uy!
No, no pienso vender ropas y menos a esa partida de trabajadoras sociales y maestras "concienzadas". Ni que el resto de las mujeres fuésemos globos rellenos de aire. ¡Concienzadas! Si oigo esa palabrita de nuevo, me voy con la Beba a unos de sus ashrams.
Al "sabes quién", "who shall remain nameless", lo vieron salir de la casa de una reverenda, y no por ser protestante devoto. Ella, la reverenda árbol de navidad -¡por Dios!, que no se acaba de enterar, que uno a las doce del mediodhía no se viste como si fuese una quincalla ambulante-, tiene que estar muy al tanto sobre quién es el susodicho, qué hace y cuáles son los túneles obscuros por los que anda el tipito ese.
Bueno no me queda más remedio, te digo quiés es el sabes quién: el Mr. Smith de la Pepita Alers. El muy tortuoso gringo estaba de visita en el chalet campestre de la reverenda; y él, bobo no es. El Smithie, al igual que muchos por aquí, conoce cuál es la agenda de la reverenda. La muy enjoyada, vestida a lo vitrina de Sterns, enredada en sus estolas, estolas y estolas, se da sus paseítos en primera clase por "decision making centers" en DC. Su "retreat" en Jájome Heights es un nido de brujas y serpientes. Seguiremos informando.
¿Cuándo regresas de la Big Apple?
Pensándolo bien, en vez de ropas neo gitanas, ya que las apostoladas sí que se multiplican, ¿por qué no abrimos una empresa que entrene a las reverendas árboles de navidad en asuntos del buen vestir, y el cómo combinar el color de pelo y el de la tez? Deben haber más reverendas rubias en Puerto Rico que en cualquier ciudad sueca.
luv u,
Maxi Narváez
Aunque dirigiste tu carta a todas nosotras, te contesto solo a tí. Que hay hermanas sororas y hay sororas que no no son tan hermanas; y otras que viven en la luna de Valencia o piensan que tener un chalet en los heights de Jájome es llegar a la cima. Esas que viven de cóctel en cóctel. We all know who they are, don't we?
Ni estando loca me coges vendiendo ropa de hippies tardíos. Eso es lo que parecen todas esas mujeres enchancletadas, con faldas y blusas que bordean en lo neo-gítano. Además, no podemos ser ingenuas. Si nos vinculan con ese mundo, los grupos a los que pertenece -¿sabes quièn?- cierto conocido nuestro, al patíbulo nos llevan por venderle y vestir a las que siempre marchan a favor y en favor de todo lo que sea distinto y contrario. ¡Uy!
No, no pienso vender ropas y menos a esa partida de trabajadoras sociales y maestras "concienzadas". Ni que el resto de las mujeres fuésemos globos rellenos de aire. ¡Concienzadas! Si oigo esa palabrita de nuevo, me voy con la Beba a unos de sus ashrams.
Al "sabes quién", "who shall remain nameless", lo vieron salir de la casa de una reverenda, y no por ser protestante devoto. Ella, la reverenda árbol de navidad -¡por Dios!, que no se acaba de enterar, que uno a las doce del mediodhía no se viste como si fuese una quincalla ambulante-, tiene que estar muy al tanto sobre quién es el susodicho, qué hace y cuáles son los túneles obscuros por los que anda el tipito ese.
Bueno no me queda más remedio, te digo quiés es el sabes quién: el Mr. Smith de la Pepita Alers. El muy tortuoso gringo estaba de visita en el chalet campestre de la reverenda; y él, bobo no es. El Smithie, al igual que muchos por aquí, conoce cuál es la agenda de la reverenda. La muy enjoyada, vestida a lo vitrina de Sterns, enredada en sus estolas, estolas y estolas, se da sus paseítos en primera clase por "decision making centers" en DC. Su "retreat" en Jájome Heights es un nido de brujas y serpientes. Seguiremos informando.
¿Cuándo regresas de la Big Apple?
Pensándolo bien, en vez de ropas neo gitanas, ya que las apostoladas sí que se multiplican, ¿por qué no abrimos una empresa que entrene a las reverendas árboles de navidad en asuntos del buen vestir, y el cómo combinar el color de pelo y el de la tez? Deben haber más reverendas rubias en Puerto Rico que en cualquier ciudad sueca.
luv u,
Maxi Narváez
Saturday, August 22, 2015
JÁJOME HEIGHTS
Querida Beba:
Muero por verte y contarte en persona. Todo ocurrió de forma inesperada, no porque no estuviese al tanto de lo que estaba pasando, es que acababa de leer Crónica de Una Muerte Anunciada y prefería no hacerle caso a mis presentimientos. Mas no te vas a quedar con los deseos en el aire, en algún momento cuando salga de todos los compromisos que tengo, te cuento. Almorzamos un brunch al estilo niuyorkino, ciudad por donde estuvo Lola Pons en su viaje con sabes quién, y de donde me escribió un mail, pidiéndome que no le dijese nada a su mamá sobre su nueva compañía, of course. No sé porque le tiene tanto miedo a doña Mayu, después te cuento. Que si tenía tiempo que la visitara, a la mamá. No, no a la Lola, la trans no piensa regresar. Así lo hice, al otro día.
La doña Mayu sigue igual de avergonzada de todo y sobre todo en su antiguo apartamento de Miramar, leyendo Vanidades y dándole órdenes a la sirvienta. Cuando salimos, después de pasar allí unos minutos, Maxi Narváez y yo nos moríamos de la risa, recordando a doña Mayu, toda nerviosa frente a la nueva criada de la vecina, una señora bastante obscurito: la sirvienta, por supuesto. La vecina es súper blanca, descendiente de catalanes, y ya sabes lo racistas que son. Pues claro, los vecinos.
La sirvienta le hablaba de tú a tú a doña Mayu. Es que, pues la darkie, dahlin, procede de una de las islas donde todo el mundo tutea a todo el mundo. De quedar anonadada, si eres doña Mayu. La trigueñita, ni corta ni perezosa, cuando entró por la puerta se puso a elogiarle los Lladró, y en ningún momento pareció que le preocuparan los gestos y expresiones faciales de incomodidad de la madre de la Pons.
Nena, el país cada día ennegrece más y no es por culpa de los nuevos inmigrantes, aunque gente como doña Mayu juran que son estos los que obscurecen los centros comerciales y restaurantes. Cuentan las malas lenguas que ciertos grupos siniestros andan organizando no sé qué represalias contra quien los contrate. Nos quedaremos sin servicios, los pobres aquí no trabajan y con nosotros que no cuenten para limpiar calles y casas. Muerte al pluralismo es su consigna. C’est la vie.
¿Qué sabes de Pepita Alers? La última vez que la vi, las prozac no la dejaban pensar. Tampoco podemos concluir que ella hubiese tenido mucha materia gris. Me dijo la Santi Santisteban que a la Pepita la han hospitalizado dos veces; dos veces, no una, dos. La llevaron en ambulancia y acompañada por todos los ruidos habidos y por haber, a psiquiatría municipal.
De no creerse, ¡desclasé!, siquiatría municipal. La Santis, a quien también le hace falta psiquiatría municipal, desglosó cada una de las pérdidas de la Alers: desde el marido foráneo, bueno no es foráneo en el sentido estricto de la palabra, los gringos en este país ni son y son, hasta la casita de playa perdió. Le queda el apartamento de Hato Rey, donde ella vive ahora. Sí, el pisito que usaba como pied a terre.
Según la Santis de todas nosotras, para empezar el cuento del desplome, nos contó que la Alers vestía un traje copiado de uno que vende Mayita’s Boutique en la de Diego; luego, no pudo levantarse de la mesa en un almuerzo que tuvieron todas ellas, y al cual no me invitaron, y ellas, sus amigas, optaron por llamar a la ambulancia municipal. La pobre ni seguro médico tiene. No pudo levantarse por la mezcla de pastillas y champán que había ingerido.
Champán argentino. ¡Ok! ¿Te lo imaginas? Champán argentino, el presupuesto obliga y degrada. Hablando de argentinos, llegan por montones, al menos son blancos y según cuentan, muy buenos en la cama. Cuatro de nuestras más preciadas amigas solteronas juran sobre lo antes dicho, incluyendo a la Pepita Alers, a quien el marido la dejó, por otro, my dear, no otra, así como lo oyes, otro, masculino.
Está muy de moda lo de cambiar de ruta en la cama y la pobre Pepita lo tuvo que vivir en carne propia. Perderlos es siempre difícil, no sabes cómo lo viví. ¡Horrores! Perderlos por otro hombre, horror, horror, horror. Dicen que con quien se fue el marido gringo de la Pepita es también argentino. Se multiplican por sí mismos.
A mí los argentinos ni que se me acerquen, con esas voces chillonas y esa manía de dar discursos me ponen los nervios de punta. ¡Cómo hablan los cretinos! A la Pepita la castigaron dos veces: un argentino se le quedó con lo poco que tenía y el marido la dejó por otro. Al lado de todo lo que ella ha vivido, lo mío es casi sacrificio cristiano.
La Pepita se enteró por boca de su peluquero. Si quieres saber lo que pasa en ciertos círculos de la isla, lo único que tienes que hacer es arreglarte el pelo con el peluquero de Pepita. Ex peluquero. Con lo insoportable y avaro que es, dudo que le vaya a arreglar el pelo. Si no paga, ¿gratis?, sorry, my dear.
Pobre Pepita, sin dinero, sin marido y sin peluquero. En un bar gay del Viejo San Juan se encontró el peluquero, ex peluquero, con el súper macho ex marido de Pepita, de lo más acaramelado con un argentino más. Mártir parezco ante tanta falta de moral.
Que te peguen cuernos y que luego te los peguen con un hombre es de perder todo lo que le queda a una de autoestima, y a las mujeres el yo seguro no nos viene gratis. No es que sea feminista ni cosa que se parezca. Me gustan demasiado los hombres para ser feminista.
Es que de lo poco que he leído sobre el tema junto a los años de terapia concluí que el problema mayor que tenemos las mujeres es la falta de estar cómodas con nosotras mismas. Por todo pedimos perdón, por todos andamos de mártires, por nada no volvemos un ocho, y por nada, quedamos desahuciadas.
Pobre Pepita, en un hospital municipal, sin seguro médico, sin marido y sin peluquero. Y sin amante argentino. Lo peor del caso sería que fuese el mismo con quien se fue su marido. Por eso conmigo los extranjeros nada de nada, yo consumo lo que mi tierra produce, siempre y cuando sean blancos y de ojos claros. De esos te cuento luego.
Con la Narváez ando de socia, negocios; ni por escrito te puedo dar información. No es que sea nada ilegal, es que como está el servicio de correo en estos días una no puede arriesgarse a que le roben las ideas o que le tergiversen sus proyectos.
Estoy casi segura que ya te habrás enterado de lo que le pasó a la Pepita. Por ser tan confiada, terminó de testigo en un juicio donde tuvo que testificar en contra de uno de sus socios, a quien había conocido en una fiesta que su marido, ex marido, me corrijo, auspiciaba en honor a un señor que estaba dispuesto a invertir dinero en su negocio de importación de maderas centroamericanas. Aquí no se pueden talar árboles, pero todo el mundo quiere tener pisos de caoba o, por lo menos, imitación a caoba.
Las maderas venían repletas, rellenas, de todo menos de lo que deben tener por dentro. Perdona si no sé cómo se llama lo que las maderas tienen por dentro, nunca me interesó ese mundo, a menos que sea para decorar. Pepita perdió sus negocios, el socio desapreció antes de que lo sentenciaran, y el marido, como ya te dije, se fue con un argentino, que puede ser el mismo amante argentino que la abandonó sin fu ni fa.
Peor que te dejen por un argentino, es encontrar un certificado de nacimiento con un nombre de un padre distinto al del que te crió como hija, y quien pensabas era tu padre natural. Quizás esta situación no es tan devastadora si naces en un caserío o en una barriada de negros, allí nadie tiene hijos legales y todos se acuestan con todos. Pero, en una urbanización de familias bien, católicas, apostólicas y romanas, es marcarte para el resto de tus días. Marcarte como adoptada o bastarda, ¡Dios nos coja confesados!
De ahí surge el colapso nervioso de Pepita Alers. Perdió sus negocios, perdió su marido, y cuando fue a reclamarle el hecho de que éste la dejó por un argentino, con la amenaza de que lo iba a delatar públicamente, el gringo le mostró la copia del certificado de nacimiento, y muy clarito, el certificado establecía que el padre de Pepita era argentino. Colapsa cualquiera.
Besos,
Lulú
Muero por verte y contarte en persona. Todo ocurrió de forma inesperada, no porque no estuviese al tanto de lo que estaba pasando, es que acababa de leer Crónica de Una Muerte Anunciada y prefería no hacerle caso a mis presentimientos. Mas no te vas a quedar con los deseos en el aire, en algún momento cuando salga de todos los compromisos que tengo, te cuento. Almorzamos un brunch al estilo niuyorkino, ciudad por donde estuvo Lola Pons en su viaje con sabes quién, y de donde me escribió un mail, pidiéndome que no le dijese nada a su mamá sobre su nueva compañía, of course. No sé porque le tiene tanto miedo a doña Mayu, después te cuento. Que si tenía tiempo que la visitara, a la mamá. No, no a la Lola, la trans no piensa regresar. Así lo hice, al otro día.
La doña Mayu sigue igual de avergonzada de todo y sobre todo en su antiguo apartamento de Miramar, leyendo Vanidades y dándole órdenes a la sirvienta. Cuando salimos, después de pasar allí unos minutos, Maxi Narváez y yo nos moríamos de la risa, recordando a doña Mayu, toda nerviosa frente a la nueva criada de la vecina, una señora bastante obscurito: la sirvienta, por supuesto. La vecina es súper blanca, descendiente de catalanes, y ya sabes lo racistas que son. Pues claro, los vecinos.
La sirvienta le hablaba de tú a tú a doña Mayu. Es que, pues la darkie, dahlin, procede de una de las islas donde todo el mundo tutea a todo el mundo. De quedar anonadada, si eres doña Mayu. La trigueñita, ni corta ni perezosa, cuando entró por la puerta se puso a elogiarle los Lladró, y en ningún momento pareció que le preocuparan los gestos y expresiones faciales de incomodidad de la madre de la Pons.
Nena, el país cada día ennegrece más y no es por culpa de los nuevos inmigrantes, aunque gente como doña Mayu juran que son estos los que obscurecen los centros comerciales y restaurantes. Cuentan las malas lenguas que ciertos grupos siniestros andan organizando no sé qué represalias contra quien los contrate. Nos quedaremos sin servicios, los pobres aquí no trabajan y con nosotros que no cuenten para limpiar calles y casas. Muerte al pluralismo es su consigna. C’est la vie.
¿Qué sabes de Pepita Alers? La última vez que la vi, las prozac no la dejaban pensar. Tampoco podemos concluir que ella hubiese tenido mucha materia gris. Me dijo la Santi Santisteban que a la Pepita la han hospitalizado dos veces; dos veces, no una, dos. La llevaron en ambulancia y acompañada por todos los ruidos habidos y por haber, a psiquiatría municipal.
De no creerse, ¡desclasé!, siquiatría municipal. La Santis, a quien también le hace falta psiquiatría municipal, desglosó cada una de las pérdidas de la Alers: desde el marido foráneo, bueno no es foráneo en el sentido estricto de la palabra, los gringos en este país ni son y son, hasta la casita de playa perdió. Le queda el apartamento de Hato Rey, donde ella vive ahora. Sí, el pisito que usaba como pied a terre.
Según la Santis de todas nosotras, para empezar el cuento del desplome, nos contó que la Alers vestía un traje copiado de uno que vende Mayita’s Boutique en la de Diego; luego, no pudo levantarse de la mesa en un almuerzo que tuvieron todas ellas, y al cual no me invitaron, y ellas, sus amigas, optaron por llamar a la ambulancia municipal. La pobre ni seguro médico tiene. No pudo levantarse por la mezcla de pastillas y champán que había ingerido.
Champán argentino. ¡Ok! ¿Te lo imaginas? Champán argentino, el presupuesto obliga y degrada. Hablando de argentinos, llegan por montones, al menos son blancos y según cuentan, muy buenos en la cama. Cuatro de nuestras más preciadas amigas solteronas juran sobre lo antes dicho, incluyendo a la Pepita Alers, a quien el marido la dejó, por otro, my dear, no otra, así como lo oyes, otro, masculino.
Está muy de moda lo de cambiar de ruta en la cama y la pobre Pepita lo tuvo que vivir en carne propia. Perderlos es siempre difícil, no sabes cómo lo viví. ¡Horrores! Perderlos por otro hombre, horror, horror, horror. Dicen que con quien se fue el marido gringo de la Pepita es también argentino. Se multiplican por sí mismos.
A mí los argentinos ni que se me acerquen, con esas voces chillonas y esa manía de dar discursos me ponen los nervios de punta. ¡Cómo hablan los cretinos! A la Pepita la castigaron dos veces: un argentino se le quedó con lo poco que tenía y el marido la dejó por otro. Al lado de todo lo que ella ha vivido, lo mío es casi sacrificio cristiano.
La Pepita se enteró por boca de su peluquero. Si quieres saber lo que pasa en ciertos círculos de la isla, lo único que tienes que hacer es arreglarte el pelo con el peluquero de Pepita. Ex peluquero. Con lo insoportable y avaro que es, dudo que le vaya a arreglar el pelo. Si no paga, ¿gratis?, sorry, my dear.
Pobre Pepita, sin dinero, sin marido y sin peluquero. En un bar gay del Viejo San Juan se encontró el peluquero, ex peluquero, con el súper macho ex marido de Pepita, de lo más acaramelado con un argentino más. Mártir parezco ante tanta falta de moral.
Que te peguen cuernos y que luego te los peguen con un hombre es de perder todo lo que le queda a una de autoestima, y a las mujeres el yo seguro no nos viene gratis. No es que sea feminista ni cosa que se parezca. Me gustan demasiado los hombres para ser feminista.
Es que de lo poco que he leído sobre el tema junto a los años de terapia concluí que el problema mayor que tenemos las mujeres es la falta de estar cómodas con nosotras mismas. Por todo pedimos perdón, por todos andamos de mártires, por nada no volvemos un ocho, y por nada, quedamos desahuciadas.
Pobre Pepita, en un hospital municipal, sin seguro médico, sin marido y sin peluquero. Y sin amante argentino. Lo peor del caso sería que fuese el mismo con quien se fue su marido. Por eso conmigo los extranjeros nada de nada, yo consumo lo que mi tierra produce, siempre y cuando sean blancos y de ojos claros. De esos te cuento luego.
Con la Narváez ando de socia, negocios; ni por escrito te puedo dar información. No es que sea nada ilegal, es que como está el servicio de correo en estos días una no puede arriesgarse a que le roben las ideas o que le tergiversen sus proyectos.
Estoy casi segura que ya te habrás enterado de lo que le pasó a la Pepita. Por ser tan confiada, terminó de testigo en un juicio donde tuvo que testificar en contra de uno de sus socios, a quien había conocido en una fiesta que su marido, ex marido, me corrijo, auspiciaba en honor a un señor que estaba dispuesto a invertir dinero en su negocio de importación de maderas centroamericanas. Aquí no se pueden talar árboles, pero todo el mundo quiere tener pisos de caoba o, por lo menos, imitación a caoba.
Las maderas venían repletas, rellenas, de todo menos de lo que deben tener por dentro. Perdona si no sé cómo se llama lo que las maderas tienen por dentro, nunca me interesó ese mundo, a menos que sea para decorar. Pepita perdió sus negocios, el socio desapreció antes de que lo sentenciaran, y el marido, como ya te dije, se fue con un argentino, que puede ser el mismo amante argentino que la abandonó sin fu ni fa.
Peor que te dejen por un argentino, es encontrar un certificado de nacimiento con un nombre de un padre distinto al del que te crió como hija, y quien pensabas era tu padre natural. Quizás esta situación no es tan devastadora si naces en un caserío o en una barriada de negros, allí nadie tiene hijos legales y todos se acuestan con todos. Pero, en una urbanización de familias bien, católicas, apostólicas y romanas, es marcarte para el resto de tus días. Marcarte como adoptada o bastarda, ¡Dios nos coja confesados!
De ahí surge el colapso nervioso de Pepita Alers. Perdió sus negocios, perdió su marido, y cuando fue a reclamarle el hecho de que éste la dejó por un argentino, con la amenaza de que lo iba a delatar públicamente, el gringo le mostró la copia del certificado de nacimiento, y muy clarito, el certificado establecía que el padre de Pepita era argentino. Colapsa cualquiera.
Besos,
Lulú
Wednesday, August 19, 2015
Stonewall: Activists Vandalize New York City Stonewall Monument to Protest 'Whitewashing' |
Trans of color follow Act-Up....
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Stonewall: the movie/la película
Comentario tomado del Huffington Post:
"Melanie Brand
Here's my thought, with the murder rate of transwomen of color being so high this year, it would be incredibly insensitive to release this film because it does try to erase transwomen of colors direct involvement in starting and even leading parts of the riots. I'm not boycotting, I'm going to protest this films release at my local movie theatres. Boycotting is too passive, fuck that we need to be heard outright that we've had enough of being left behind. Being passive got us thrown in the back seat, rioting got us respect enough to change laws.
Here's my thought, with the murder rate of transwomen of color being so high this year, it would be incredibly insensitive to release this film because it does try to erase transwomen of colors direct involvement in starting and even leading parts of the riots. I'm not boycotting, I'm going to protest this films release at my local movie theatres. Boycotting is too passive, fuck that we need to be heard outright that we've had enough of being left behind. Being passive got us thrown in the back seat, rioting got us respect enough to change laws.
Yesterday at 12:24am"
Friday, August 14, 2015
MENTIRAS
"Tal vez seria mejor que no volvieras": cual disco rayado el eco interno, en voz de la mujer tellediana aparecía y desaparecía en la pantalla de la tableta; no, en el guión, ¿el borrador?, o en los correos que iban y venían de Punta a Manhattan. ¿Acaso, al revés? Escribían, cantaban los amantes.
- ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? - retumbaba el grito de dolor por todo el hospital, ¿o era un dolor grabado en un folletín?, ¿en una revista de modas - "quizás fuera mejor que me olvidaras".
Otra mentira dicha "sin principio ni final", en el sub-texto de la conversación, el dúo, entre las voces de Chavela Vargas y Miguel Bosé; dos voces tan dispares como sus eses, sus zetas, sus jotas, y tan poco armoniosas como sus historias: un hidalgo castizo opuesto a una cruda mujer criolla, latinoamericana.
Dos historias de amor, de pueblos distintos, vientos australes y tormentas de nieve en el norte, unidos por las letras, los ritmos, los deseos que no permiten la despedida, ni que "paz alguna habrá de consolarnos"; contadas, cantadas en el norte, en el sur por las muchas interpretaciones, versiones distintas del mismo bolero: Lucho Gatica, Luis Miguel, el borrachín en un bar de esta ciudad, aquel balneario.
Y en el apartamento de Manhattan donde la Tellado entra, sale, regresa y viaja por la carretera Interbalnearia, los amantes se apoderan de los compositores, del autor, para tener que aceptar, después de horas de silencios, discos rayados, música en la red, que "volver es empezar a atormentarnos/ a querernos para odiarnos"; reconocen, empapados por las lágrimas negras, gardenias en las manos, que su "suerte necesita de tu suerte/ y tú me necesitas mucho más."
- ¿Por qué me acostumbraste a tu presencia, a todas esas cosas? Contigo aprendí, aprendí, aprendí...... ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?
"Nos hemos hecho tanto, tanto daño" no predice el próximo paso, la estrofa que sigue, una nueva escena, otro ambiente, amantes distintos, y voces interiores, tan contradictorias como los son las vidas de los protagonistas, los postulados de los autores, las múltiples versiones de un bolero. El monólogo interior adquiere coherencia en su esencia: el amor mismo, sus vertientes y sus opuestos, "que amor entre nosotros, es martirio/ jamás quiso llegar el desengaño/ ni el olvido, ni el delirio".
Desengaños, olvidos a medias, delirios que se llevan "en el alma hasta la muerte" son atomizados, reducidos a lo primigenio en el bolero que escuchan por toda la ruta Interbalnearia, o en Manhattan, los amantes, el autor, "frente a frente y nada más".
La ronca y cruda voz de Chavela Vargas enturbió la refinada y estilizada interpretación de Luis Miguel; completó otro capítulo de las vidas del autor, sus boleristas, e interrumpió la novela rosa y sus mujeres telledianas de mirada serena, ojos color turquesa, rostros de nácar, siempre sentadas al lado de hombres de pelo gris, apuestos galanes hacia quienes ellas extienden lentamente sus angulares y finas manos, uñas rojo encendido, en camino a Punta del Este.
-Mi cariño nunca fue un castigo, tampoco soy la culpable de todas sus angustias. No podemos seguir siempre igual. No fui yo quien destruyó el Porsche.
- ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? - retumbaba el grito de dolor por todo el hospital, ¿o era un dolor grabado en un folletín?, ¿en una revista de modas - "quizás fuera mejor que me olvidaras".
Otra mentira dicha "sin principio ni final", en el sub-texto de la conversación, el dúo, entre las voces de Chavela Vargas y Miguel Bosé; dos voces tan dispares como sus eses, sus zetas, sus jotas, y tan poco armoniosas como sus historias: un hidalgo castizo opuesto a una cruda mujer criolla, latinoamericana.
Dos historias de amor, de pueblos distintos, vientos australes y tormentas de nieve en el norte, unidos por las letras, los ritmos, los deseos que no permiten la despedida, ni que "paz alguna habrá de consolarnos"; contadas, cantadas en el norte, en el sur por las muchas interpretaciones, versiones distintas del mismo bolero: Lucho Gatica, Luis Miguel, el borrachín en un bar de esta ciudad, aquel balneario.
Y en el apartamento de Manhattan donde la Tellado entra, sale, regresa y viaja por la carretera Interbalnearia, los amantes se apoderan de los compositores, del autor, para tener que aceptar, después de horas de silencios, discos rayados, música en la red, que "volver es empezar a atormentarnos/ a querernos para odiarnos"; reconocen, empapados por las lágrimas negras, gardenias en las manos, que su "suerte necesita de tu suerte/ y tú me necesitas mucho más."
- ¿Por qué me acostumbraste a tu presencia, a todas esas cosas? Contigo aprendí, aprendí, aprendí...... ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?
"Nos hemos hecho tanto, tanto daño" no predice el próximo paso, la estrofa que sigue, una nueva escena, otro ambiente, amantes distintos, y voces interiores, tan contradictorias como los son las vidas de los protagonistas, los postulados de los autores, las múltiples versiones de un bolero. El monólogo interior adquiere coherencia en su esencia: el amor mismo, sus vertientes y sus opuestos, "que amor entre nosotros, es martirio/ jamás quiso llegar el desengaño/ ni el olvido, ni el delirio".
Desengaños, olvidos a medias, delirios que se llevan "en el alma hasta la muerte" son atomizados, reducidos a lo primigenio en el bolero que escuchan por toda la ruta Interbalnearia, o en Manhattan, los amantes, el autor, "frente a frente y nada más".
La ronca y cruda voz de Chavela Vargas enturbió la refinada y estilizada interpretación de Luis Miguel; completó otro capítulo de las vidas del autor, sus boleristas, e interrumpió la novela rosa y sus mujeres telledianas de mirada serena, ojos color turquesa, rostros de nácar, siempre sentadas al lado de hombres de pelo gris, apuestos galanes hacia quienes ellas extienden lentamente sus angulares y finas manos, uñas rojo encendido, en camino a Punta del Este.
-Mi cariño nunca fue un castigo, tampoco soy la culpable de todas sus angustias. No podemos seguir siempre igual. No fui yo quien destruyó el Porsche.
OLVIDOS
Olvidar no tiene escape. Los recuerdos, imposibles de borrar, se llevan cicatrizados en el alma.
Quién recuerda, quién es, no importa saber; ni de dónde vienen, ni dónde están, dónde llegar, dónde comenzaron los laberintos emocionales caminados sin poder parar.
No importa saber cuál es la ruta, la que tantas veces ha sido andada por las páginas de novelas rosas, ensangrentadas por flores negras o enternecidas por los boleros que le sirven de fondo.
En Manhattan, Montevideo, Punta, en cada uno de los hoteles, casas, hospitales, bares, se encuentran huellas, voces que retan a La Lupe, a una travesti en Youtube, a Johnny Albino o al disco durante una tormenta invernal y aquel verano austral; que les recuerdan su mentir, que el amor no mataron.
- No, no se acabó.
- Mentiste, solo me diste una ilusión, engaño, mentira, maldad, falsedad.
Cada memoria arrastra una imagen, un pacto indestructible. una acaricia por la espalda, un temblar inexplicable, silencios extensos, súplicas y besos tiernos, una lágrima, un grito inexplicable, un extenso suspiro, un bolero escrito sobre piedras, pantallas, papeles, tan solo papeles.
Cada memoria evoca tantos amores comprometidos, tan poderosos que sirven de barreras frente a otros amores, y enfurecen, enloquecen, hacen daño, si así lo deciden, o ayudan a pasar el puente, a ir de un capítulo a otro; ser cantado, contado.
- Se acabó. Aléjate, no me platiques más. Si me ves cualquier día por esos lugares que yo frecuento, no me mires, no me hables.
- Lo siento, perdóname, lo tengo que aceptar, el Porsche era de mi padre.
Quién recuerda, quién es, no importa saber; ni de dónde vienen, ni dónde están, dónde llegar, dónde comenzaron los laberintos emocionales caminados sin poder parar.
No importa saber cuál es la ruta, la que tantas veces ha sido andada por las páginas de novelas rosas, ensangrentadas por flores negras o enternecidas por los boleros que le sirven de fondo.
- No, no se acabó.
- Mentiste, solo me diste una ilusión, engaño, mentira, maldad, falsedad.
Cada memoria arrastra una imagen, un pacto indestructible. una acaricia por la espalda, un temblar inexplicable, silencios extensos, súplicas y besos tiernos, una lágrima, un grito inexplicable, un extenso suspiro, un bolero escrito sobre piedras, pantallas, papeles, tan solo papeles.
Cada memoria evoca tantos amores comprometidos, tan poderosos que sirven de barreras frente a otros amores, y enfurecen, enloquecen, hacen daño, si así lo deciden, o ayudan a pasar el puente, a ir de un capítulo a otro; ser cantado, contado.
- Se acabó. Aléjate, no me platiques más. Si me ves cualquier día por esos lugares que yo frecuento, no me mires, no me hables.
- Lo siento, perdóname, lo tengo que aceptar, el Porsche era de mi padre.
Thursday, August 13, 2015
Violencia y Cafrería
Muere hombre negro puertorriqueño a manos de la policía (véase enlace al final). No dudo que hay exceso de fuerza policiaca, pero la cafrería puertorriqueña es también fuente de la violencia. Quién causó el problema fue una madre puertorriqueña, violenta y sin pizca de tacto o discreción.
En un velorio, hace años, una joven insultó a un señor -recién conocido- mayor, sacó en cara favores que su marido, pariente del señor, había hecho. Su tono era tal que bordeaba en la violencia. Todo esto en una funeraria donde estaban velando el cadáver de la hermana del señor agredido verbalmente.
El señor le reclamó a su pariente que lo había dejado plantado. Cuando el marido se fue sin pedir perdón por su desplante, ella vino bien "armá", asumió rol de matrona-defiende marido y descargó sus insultos. De haber sido el señor tan cafre como ella, allí en pleno velorio la hubieran "sonado dos o tres tortazos". El resto de los dolientes, jibaros conservadores, quedaron en "shock" al ver la "elegancia verbal" de la muy solidaria esposa.
Repito: ser asertivo no es lo mismo que se temerario. Los temerarios usan la violencia sicológica y física para poder sentirse poderosos y así controlar. Y para la chusma, a falta de cerebro, aunque se vistan a la moda, la violencia es lo único que conocen.
http://www.primerahora.com/noticias/policia-tribunales/nota/demandanalapoliciademooretrasmuertedeboricua-1101794/
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En un velorio, hace años, una joven insultó a un señor -recién conocido- mayor, sacó en cara favores que su marido, pariente del señor, había hecho. Su tono era tal que bordeaba en la violencia. Todo esto en una funeraria donde estaban velando el cadáver de la hermana del señor agredido verbalmente.
El señor le reclamó a su pariente que lo había dejado plantado. Cuando el marido se fue sin pedir perdón por su desplante, ella vino bien "armá", asumió rol de matrona-defiende marido y descargó sus insultos. De haber sido el señor tan cafre como ella, allí en pleno velorio la hubieran "sonado dos o tres tortazos". El resto de los dolientes, jibaros conservadores, quedaron en "shock" al ver la "elegancia verbal" de la muy solidaria esposa.
Repito: ser asertivo no es lo mismo que se temerario. Los temerarios usan la violencia sicológica y física para poder sentirse poderosos y así controlar. Y para la chusma, a falta de cerebro, aunque se vistan a la moda, la violencia es lo único que conocen.
http://www.primerahora.com/noticias/policia-tribunales/nota/demandanalapoliciademooretrasmuertedeboricua-1101794/
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Wednesday, August 12, 2015
30. Orgasmos. Montevideo a Punta: La versión de un bolero en voz de la Tellado
"Cómo imaginar que la vida sigue igual....."
Repetían, muy tarde en la noche; desveladas las muchas y distintas voces: Roberto Yanés, Tito Rodríguez, nosotros los que nos hemos amado tanto, en ambos polos continentales; una inquietud mitigada, embadurnada, empapada de placer por el suave silbido de las brisas australes en las aguas del Atlántico Sur y los tímidos golpes de los copitos de nieve sobre el cristal del ventanal en el norte.
Una preocupación delirante, un orgasmo, en cuerpos separados por tierras y mares, formulada en forma de preguntas, sueños, deseos de saber, de ruegos, "escríbeme", ganas y miedos, "cómo despertar si tú no estás", conjugados en las voces de Yanés y Tito, y en las nuestras.
Cómo pretender otra realidad, cómo consolarnos, si falta uno de ustedes o nosotros en Manhattan o en Punta, son las interrogantes que formulamos y vivimos juntos; grabadas en cartas, vídeos, correos cibernéticos, discos y textos en la tableta electrónica con sus silencios y borrones; preguntas que pueden ser alentadas o tranquilizadas por la esperanza, explicadas por los temores o alegrías, subsanadas por las tonterías, las que vivimos juntos en ambos sitios, el frío norte y el caliente sur, nosotros que nos amamos tanto; en un bolero, que hace más falta, que no puede existir sin la "misma vida mía".
-¿Dónde estoy? ¿Dónde? Por favor, digan, respondan, ¿dónde estoy?
- El Porsche, ¿de quién era?
"Cómo imaginar si la vida sigue igual", en las voces de Tito Rodríguez y Roberto Yanés despertaban los temores, traían alegría, aliviaban las inquietudes de los amantes, ¿dos hombres?, los escritores en ambos polos.
"Y aunque sean malas nuevas", escriben, escribes, escríbeme.
Repetían, muy tarde en la noche; desveladas las muchas y distintas voces: Roberto Yanés, Tito Rodríguez, nosotros los que nos hemos amado tanto, en ambos polos continentales; una inquietud mitigada, embadurnada, empapada de placer por el suave silbido de las brisas australes en las aguas del Atlántico Sur y los tímidos golpes de los copitos de nieve sobre el cristal del ventanal en el norte.
Una preocupación delirante, un orgasmo, en cuerpos separados por tierras y mares, formulada en forma de preguntas, sueños, deseos de saber, de ruegos, "escríbeme", ganas y miedos, "cómo despertar si tú no estás", conjugados en las voces de Yanés y Tito, y en las nuestras.
Cómo pretender otra realidad, cómo consolarnos, si falta uno de ustedes o nosotros en Manhattan o en Punta, son las interrogantes que formulamos y vivimos juntos; grabadas en cartas, vídeos, correos cibernéticos, discos y textos en la tableta electrónica con sus silencios y borrones; preguntas que pueden ser alentadas o tranquilizadas por la esperanza, explicadas por los temores o alegrías, subsanadas por las tonterías, las que vivimos juntos en ambos sitios, el frío norte y el caliente sur, nosotros que nos amamos tanto; en un bolero, que hace más falta, que no puede existir sin la "misma vida mía".
-¿Dónde estoy? ¿Dónde? Por favor, digan, respondan, ¿dónde estoy?
- El Porsche, ¿de quién era?
"Cómo imaginar si la vida sigue igual", en las voces de Tito Rodríguez y Roberto Yanés despertaban los temores, traían alegría, aliviaban las inquietudes de los amantes, ¿dos hombres?, los escritores en ambos polos.
"Y aunque sean malas nuevas", escriben, escribes, escríbeme.
Monday, August 10, 2015
54. Camas. Montevideo a Punta: La versión de un bolero en voz de la Tellado
La gloria fuiste tú en aquellas camas del desaparecido Hotel Palace en el Viejo San Juan, el Casablanca de Montevideo; quizás, quizás, quizás nos amamos sobre las arenas en las playas de Punta del Este o en el asiento trasero del Porsche.
Frenesí. Extasiados, de acuerdo a los testigos: el bolero, el autor, boleristas, las camas o las muchas superficies que las sustituyen. ¡Qué importa! En un momento muy particular, nos adoramos sobre los escalones de unas ruinas en Yucatán y nos acompañaron Armando Manzanero y Plácido Domingo.
Nos despedíamos, tratábamos de separarnos. "Nos vamos": decíamos, mentíamos. Volvíamos; nos veníamos, siguiendo la corriente hasta remontarnos a las estrellas donde nadie nos veía.
"Quiero que vivas solo para mí". Llenos de placer, explotábamos, gritábamos: "que no te vengas cuando yo no estoy". Jugábamos con nuestros cuerpos, los boleros, nos reíamos. "Te extraño".
Volvíamos: "Acércate más y más, y más, pero mucho más", y hoy, "mía, sigues siendo mía" y mío cuando estoy contigo, contigo, contigo, "todo es alegría", sin importar la cama, el césped, las arenas.
No existen "madrugadas frías", y sin tener que separarnos, cuando estoy contigo nos alejamos de nuestros cuerpos, nos elevamos, regresamos, venimos, volvemos a decirnos: "quiero que vivas solo para mí", enroscados en las sábanas de una cama, cualquier cama, y que tú vayas o vengas donde yo también.... contigo, contigo, contigo...., "cuando estoy contigo".
Frenesí. Extasiados, de acuerdo a los testigos: el bolero, el autor, boleristas, las camas o las muchas superficies que las sustituyen. ¡Qué importa! En un momento muy particular, nos adoramos sobre los escalones de unas ruinas en Yucatán y nos acompañaron Armando Manzanero y Plácido Domingo.
Nos despedíamos, tratábamos de separarnos. "Nos vamos": decíamos, mentíamos. Volvíamos; nos veníamos, siguiendo la corriente hasta remontarnos a las estrellas donde nadie nos veía.
"Quiero que vivas solo para mí". Llenos de placer, explotábamos, gritábamos: "que no te vengas cuando yo no estoy". Jugábamos con nuestros cuerpos, los boleros, nos reíamos. "Te extraño".
Volvíamos: "Acércate más y más, y más, pero mucho más", y hoy, "mía, sigues siendo mía" y mío cuando estoy contigo, contigo, contigo, "todo es alegría", sin importar la cama, el césped, las arenas.
No existen "madrugadas frías", y sin tener que separarnos, cuando estoy contigo nos alejamos de nuestros cuerpos, nos elevamos, regresamos, venimos, volvemos a decirnos: "quiero que vivas solo para mí", enroscados en las sábanas de una cama, cualquier cama, y que tú vayas o vengas donde yo también.... contigo, contigo, contigo...., "cuando estoy contigo".
Tuesday, August 4, 2015
51. Laberintos. Montevideo a Punta: La versión de un bolero en voz de la Tellado
No fueron los que filmó Almodóvar ni los que, mucho antes, grabó y caminó la Lupe en sus disco Laberintos de Pasiones. En otros espacios y por otros personajes, arrastrando los pies, a veces, o, en otras, a pasos ligeros tamboreando el eco, son rastreados, caminados los entuertos de un bolero, con sus entretejidos, largos pasillos y rincones obscuros, ensombrecidos, o ligeramente alumbrados por luces filtradas a través de las palabras y la melodía.
- ¿Bailamos?
- No, ahora no.
- ¿Tienes miedo?
- Sí.
Entregas completas, susurros, temores, amores prohibidos, desilusiones, ilusiones, deseos, pasiones son vividas en interminables y tortuosos laberintos, caminados por ellos, los amantes, boleristas, autor. Se encuentran: "...todo a media luz", y aseguran de que nadie los persigue, que su amor, "crepúsculo interior" delineado por "sombras nada más", no sea traicionado "...en el camino..." por "una sombra de odio" que una vez "apartó a los dos".
"Dos almas que en el mundo...." se aman, "a media luz los besos, a media luz los dos", en un rincón, "en la oscuridad donde nadie va/ que no se oiga mas que tu respirar"; y en una esquina, "que es un escándalo dicen y hasta me maldicen por darte mi amor", al final de un largo y obscuro corredor gótico pausan, se esconden y sacian sus placeres, "que si esto es escandaloso, es más vergonzoso no saber amar."
Se separan: "... tal vez nos veremos después", y siguen por el camino del cual nunca, quizás, encontrarán la salida; "que es un escándalo dicen", y con ese bolero, "sigue la corriente y quiéreme más", encuentran otros laberintos.
- ¿Bailamos?
- No, ahora no.
- ¿Tienes miedo?
- Sí.
Entregas completas, susurros, temores, amores prohibidos, desilusiones, ilusiones, deseos, pasiones son vividas en interminables y tortuosos laberintos, caminados por ellos, los amantes, boleristas, autor. Se encuentran: "...todo a media luz", y aseguran de que nadie los persigue, que su amor, "crepúsculo interior" delineado por "sombras nada más", no sea traicionado "...en el camino..." por "una sombra de odio" que una vez "apartó a los dos".
"Dos almas que en el mundo...." se aman, "a media luz los besos, a media luz los dos", en un rincón, "en la oscuridad donde nadie va/ que no se oiga mas que tu respirar"; y en una esquina, "que es un escándalo dicen y hasta me maldicen por darte mi amor", al final de un largo y obscuro corredor gótico pausan, se esconden y sacian sus placeres, "que si esto es escandaloso, es más vergonzoso no saber amar."
Se separan: "... tal vez nos veremos después", y siguen por el camino del cual nunca, quizás, encontrarán la salida; "que es un escándalo dicen", y con ese bolero, "sigue la corriente y quiéreme más", encuentran otros laberintos.
Saturday, August 1, 2015
39. Tantos: La versión de un bolero en voz de la Tellado
Creer, contar, cantar las historias, y sus protagonistas, enredados en la bruma, acercándose más y más; besándose así y así, durante el proceso creador, seductor, o el baile, sirve como espejo para que el autor, el bolerista, los amantes se den "cuenta de lo mucho que me cuesta ser tu amigo". La distancia entre el bolero, la novela y los sujetos no logra el olvido, ni separa la imaginación del amor y los deseos.
- Y entonces, ¿el Porsche no estaba destruido? - pregunta, indaga y concluye sin esperar respuesta pues sabe que todo fue un sueño, un momento lleno de inspiración, vivido ahí, "donde todo lo puedo, donde no hay imposibles", con guitarra en mano, un teclado, múltiples relatos, boleros y caminos cibernéticos como recursos y apoyo de la imaginación; ahí donde "volaron las palomas del milagro", y la canción se hizo novela rosa musicalizada; bolero novelizado.
- No importa - se dicen, uno y cada uno de ellos.
- No sé, no sé, ¿dónde estoy? ¿En Manhattan, Montevideo, Caracas, un puerto de un riachuelo sin nombre, bañado por la niebla, una sala de hospital, un coche en camino a Punta, Acapulco, Buenos Aires, Sevilla con su luna plateada?
- ¿Quiénes más iban en el Porsche?
- En el coche, en Manhattan, en tantos sitios.
- ¿Empezó en Santiago?
- Tantos: Armando Manzanero, Roberto Ledesma, Chico Novarro. Roberto Yanés. No recuerdo. Eran tantos. Uno de ellos, creo, fue el primero que dijo, "voy a apagar la luz" para pensar. y luego, Pedro Flores en la voz de Ledesma, sugirió concentrarse en los amantes, y soñar que estaban bajo un palmar, a la orilla del mar, celebrando una gira, y alguien, no está claro quién fue -¿el autor? ¿Chico Novarro?-, añadió, que dijera, cantara, escribiera sobre el deseo de morir por "tener algo contigo".
- Y entonces, ¿el Porsche no estaba destruido? - pregunta, indaga y concluye sin esperar respuesta pues sabe que todo fue un sueño, un momento lleno de inspiración, vivido ahí, "donde todo lo puedo, donde no hay imposibles", con guitarra en mano, un teclado, múltiples relatos, boleros y caminos cibernéticos como recursos y apoyo de la imaginación; ahí donde "volaron las palomas del milagro", y la canción se hizo novela rosa musicalizada; bolero novelizado.
- No importa - se dicen, uno y cada uno de ellos.
- No sé, no sé, ¿dónde estoy? ¿En Manhattan, Montevideo, Caracas, un puerto de un riachuelo sin nombre, bañado por la niebla, una sala de hospital, un coche en camino a Punta, Acapulco, Buenos Aires, Sevilla con su luna plateada?
- ¿Quiénes más iban en el Porsche?
- En el coche, en Manhattan, en tantos sitios.
- ¿Empezó en Santiago?
- Tantos: Armando Manzanero, Roberto Ledesma, Chico Novarro. Roberto Yanés. No recuerdo. Eran tantos. Uno de ellos, creo, fue el primero que dijo, "voy a apagar la luz" para pensar. y luego, Pedro Flores en la voz de Ledesma, sugirió concentrarse en los amantes, y soñar que estaban bajo un palmar, a la orilla del mar, celebrando una gira, y alguien, no está claro quién fue -¿el autor? ¿Chico Novarro?-, añadió, que dijera, cantara, escribiera sobre el deseo de morir por "tener algo contigo".
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