Friday, February 24, 2012

Camisitas Gingham y los Patos Anti-Racistas/Clasistas

Me resulta muy difícil escoger en qué idioma escribo sobre este fenómeno: los gays pequeño-burgueses con ínfulas de alta costura (alta costura como signo de status beyond couture) y cómodamente liberados. Una decisión que tiene menos que ver con el bilingüismo, el spanglish o el español de los niuyores (New York en plural, espanglizado), que con el tipo de hombre gay al que me refiero. No es el idioma el que decide, es la sub-cultura dentro de la sub-cultura, dentro de la etnia.

Siempre están súper planchaditas, y no importa su etnia, como decía la periodista Ángela Luisa Torregrosa, cuando hablaba de los clubes de señoras de la alta sociedad boricua, “son las mismas con distinto sombrero”. En la cultura que sea, representan les faux bourgeoisie que caracteriza un gran segmento de los gays en el universo queer. En los EEUU, para complicar más los contornos que definen ese perfil psico-demográfico, se encuentran las (si cambio de género, es por aquello de sostener el gender fucking como postura ideológica) que viven en el medio: los que viven en el borde de diversas culturas y se mueven con cierto grado de facilidad o incomodidad entre unas y otras. Y en ambos entornos sociales asumen posturas de “I am so faab, I can’t stand myself”.

La Macarena, así le llamo por no delatarla, vive en uno de esos bordelinde commuities donde el latino y el anglo se juntan pero no se revuelven, fue de visita donde una proletarizada familia, y sugirió que no le sirviesen en vasos plásticos por aquello de defender sus ideas ambientalistas. ¡Sí, Pepe! Y ahí es donde se forma el borujo. El gran discurso ambiental se enfrenta a la práctica personal más allá de lo obvio. Su excesivo perfume, su exagerado uso de electricidad cuando plancha tanta ropa, su andar siempre en carro y gastar más gasolina que una guagua sanjuanera de la AMA, su dependencia de pastillas de todo tipo, alcohol y anti-depresivos (con tantas contradicciones, se deprime cualquiera) contaminan tanto o más el ambiente que cuatro vasos plásticos. ¿Ven el problema?

Para la Macarena, liberarse no incluye su falsa identidad de clase y el papel que esta juega en las relaciones entre grupos. La liberación de la Macarena solo se dirige a lo decorativo. Y no es que los plásticos sean maravillosos, pero no pueden desligarse de argumentos más abarcadores y profundos que incluyen, además del cuidado superficial del ambiente, otros elementos de la condición humana, las historias, valores, preocupaciones de este o aquel grupo que vive en los márgenes de las esferas del poder económico o cultural. Marchar por los derechos a casarse sin considerar que los jóvenes gays negros y latinos en los barrios pobres de la ciudad de los rascacielos están más preocupados por no ser acosados, estrujados y agredidos por la policía que por mudarse a los suburbios y ser felices por saecula saeculorum es parecido al argumentar a favor del ambiente sin tener que abandonar tu carro, aire acondicionado, lavadora de platos, camisas de gigham bien planchaditas.

La Macarena recuerda a los activistas gays del Partido Republicano en los USA o a los nuevos vecinos del Village o Chelsea en NY que andan presionando al gobierno para que acose y arreste a los jóvenes negros y latinos que por allí merodean en busca de un escape, un espacio donde también sentirse libres. El comentario sobre los plásticos y la vergüenza que tuvo que sentir la prole cuando le sirvió el maví acabadito de sacar del barril y oyó aquel tan dislocado discurso ambiental pusieron de frente esa tan fácil, narcisista y cómoda liberación que tanto defiende y para la cual marcha con sus camisitas de gigham planchaditas y monas, muy monas . Después de esa tan reveladora experiencia y otras que ya estaban delatando su falsa liberación, la Macarena fue enviada a los campos de concienciación que organizan los Patos Contra el Racismo y Clasismo.

(¿Por qué lo de los idiomas? Es que las macarenas existen en todos los idiomas, dialectos y pidgins, incluyendo el espanglish y el español de los niuyores. Con los que viven en los bordes culturales se multiplica la situación, el síndrome que padecen los que quieren liberarse sin tener que ajustarse y transformarse. Muchos de ellos se han convertido en las nuevas caricaturas gays: liberados y payasos de la burguesía liberal)

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