Monday, September 3, 2012

Colonias: Blanquitas como un jazmín

Blanquita como un jazmín, dijo una señora con mucho gusto en los labios, un elogio de lo blanco y un placer al saber que su nieta, hija de un jabao (persona con pelo rizo, ensortijado, facciones anchas y piel clara) y su hija, una mujer del tipo que era clasificado como pardo en el siglo XIX, le naciese más blanca que todos los demás en su familia. En el país caribeño donde vive la señora antes mencionada, la blancura rige, casi tanto como tener dinero o títulos, un país independiente, liberado hace muchos años del coloniaje español (eso creen ellos). Es obvio que en las colonias se coloniza, y que este proceso afecta tanto a los que viven bajo estados coloniales como a los que supuestamente se independizaron. La colonia sicológica no deja de existir una vez la potencia colonizadora desaparece.

La colonización no sólo afecta a los colonizadores y sus descendientes (todo el mundo en Latinoamérica sabe quienes son estos descendientes) o a los otros habitantes de una colonia: los descendientes de los grupos colonizados o esclavizados; también repercute sobre los que componen sus diásporas, los auto-nominados miembros que se mudan al exterior y continúan identificándose con el país-colonia o ex colonia. La colonización no es un tema que puede discutirse en blanco y negro. Una vez el país logra su independencia política, ¿se para el proceso colonizador o sigue su ritmo a través de otras vertientes?, ¿pueden los descendientes de los colonizadores ser evaluados de la misma manera que los que no lo son? Con ver la televisión mexicana, con sus mujeres rubias y esbeltos blanquísimos caballeros, basta para darse cuenta que la colonia sicológica sigue y continúa siendo impuesta por las clases en el poder: los hijos de los colonizadores. En Santo Domingo, los negros son los haitianos. “Y tu agüela dónde esta”, preguntó poeta Fortunato Vizcarrondo, y Nicolás Guillén nos dice en MOTIVO DE SON, "Tan blanco como te ve/ y tu abuela sé quién é." ¡

¡Qué mucho descendiente de españoles encontramos entre los cubanos en Miami!, me comentó una española con cara de incrédula. Hasta que se hurga en su pasado y las sombras empiezan a aparecer, la colonización se va aclarando.

Los descendientes de los colonizadores son los que más se benefician de las nuevas relaciones coloniales. Cuando algunos independentistas puertorriqueños, procedentes de la antigua burguesía, defienden nuestra cultura como hispánica, demuestran con esta idea los residuos de la colonia anterior. La colonia sicológica es tan nociva como la geográfica-económica-militar. Aunque no fuésemos colonia política de los EEUU, nuestros problemas de clase, color de piel y apellidos continuarán siendo contaminados por esos otros factores que tanto afectan nuestro sique. Para muchos de nosotros, que no procedemos de las clases en el poder, es tan difícil dialogar con un burgués independentista como lo es con un gringo; porque sabemos que sus antepasados esclavizaron a los nuestros.

Nota aclaratoria: Que este corto ensayo no se entienda como una defensa de la colonia jurídica, militar y comercial que hoy se vive en la isla de los encantos.

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