Me elevo (no es en una ascensor o en un avión, sufro de vértigo, agorafobia y claustrofobia).
Me eleva mi ego, mi sentido del yo más bello, más puro, más fino, totalmente depurado de valores y expectativas mundanas.
Me elevo por las calles sin aceras de Santurce, sobre sus charcos de aguas negras y deambulantes (así le llama la historia oficial de este país de encantos, desencantos y cantos de sirena, canto de país, país a medias, a los pobres y marginados que no tienen ni en que caerse muertos).
Floto sobre los abandonados por los otros, los buenos y caritativos, los que le “cogen pena” (la pena mata, me decía mi querida hermana) y se elevan sobre los pobres, los negros, los putos y patos de La Quince.
Levito cual Terence Stamp en Teorema sobre hombres y mujeres, santos y demonios, amos y criados, poetas y pintores, editores y correctores, gatos y perros, mierda en la calle y gargajos en la sopas de los pobres que hacen fila para comer una vez al día en el Santurce de Nechodema y Cortijo y su Combo.
Rozo, levemente rozo a los de abajo.
Monday, January 27, 2014
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