Es que era de esperarse, si se atrevió a conjugar ese verbo con los estudiantes de una escuela intermedia en un barrio del Bronx donde la mitad de la población es talibangélica y la otra mitad, analfabeta, y muy dados a estar de acuerdo con cualquier idiota que les convenza sobre lo que sea.
Les comen el coco con la verborrea que tienen esos lideres de barrio, y que andan buscando treparse políticamente. Esas panzas politiqueras usan cualquier tema o asunto controvertido y le sacan provecho sin tener ni la mínima gama de principios excepto el hacer mucho dinero, salir en los periódicos o abanderarse con asuntos de tan poca importancia como fue la pelea por las banderas y el nacionalismo insulso de aquellas maricas que no se daban cuenta que el nacionalismo a la hora de la hora los usa y lo desusa sin miramientos cuando los necesita para luego, si los necesitan, pedir perdón y auto-culparse a lo Fidel, quien se achacó la culpa de la persecución y torturas de los gais en Cuba sin que nadie se lo saque en cara o lo ajusticie.
Ajusticiar es lo que deben hacer con ese montón de gais pseudo-nacionalistas que no quieren aceptar el que andar defendiendo sus naciones camina sobre terreno delicado porque cuando menos se lo esperan los hetero-nacionalistas les van a dar una pata’ por el culo, como hizo Hitler con los homos en Alemania, cuando estos hasta una escuadra militar formaron, y luego los mandó a matar según Visconti, ¿fue Visconti?, en aquella película, Los Malditos, muy de moda por los setenta en los cines de Tribeca y SoHo, vista por medio mundo, pronosticando lo que hicieron los estadistas en la isla de los espantos, después que llegaron al poder con los votos de la mayoría de los gays.
Una vez llegaron al poder, los petite yanquis de la isla, le dejaron las plataformas y las tribunas a los reverendos de pandereta, aumentando la tasa de asesinatos de hombres y mujeres liberados, parecido a lo que le pasó a los dos que dejaron de ser amigos y compañeros docentes, después de una decirle a la otra que ella venia de una colonia y la otra restallarle, y tú de una dictadura cuyo dinero venia de los prostíbulos y casinos en tu capital, y la otra decirle, que eran unos sometidos, y aquella contestarle, ustedes unos ilusos al creerse que tenían un país desarrollado con un dictador de pacotilla y una negrada de población que se creía blanca, loca trapera, contestó la que se vestía, y a mucha honra, la que travestía, todavía traviste, y usó el verbo travestir, después de aquella garata frente de los padres, se puso a conjugar - yo travisto, tú travistes, él traviste, nosotros travestimos, vosotros trasvisteis - sin fijarse si estaba en lo correcto; antes de ambos ser botados de sus respectivos trabajos, por hablar de asuntos gais y no por haber discutido sobre luchas nacionales, xenofobia, racismo, sub-desarrollo, desarrollo, autonomías, globalización o el travestir de los países, culturas y mucho menos, conjugar verbos travestidos.
Monday, November 25, 2013
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