Se le llama seis grados de separación a la hipótesis que intenta probar que cualquiera en la Tierra puede estar conectado a cualquier otra persona del planeta a través de una cadena de conocidos que no tiene más de cinco intermediarios (conectando a ambas personas con sólo seis enlaces). La teoría fue inicialmente propuesta en 1930 por Frigyes Karinthy en un cuento llamado "Cadenas".
En El hijo de policía Gerardo Torres narraría las vivencias, negadas y desvirtuadas por un joven médico, quien alcanza vivir una vida al borde la burguesía criolla. Sus reflejos en múltiples espejos no es lo que ve, es lo que ha armado para justificar los tantos grados que lo separan entre él y su verdadera historia: un mulato-sambo claro que se auto-clasifica como blanco; un homosexual que se casa por puras apariencias; un descendiente del mundo proletario que presume de ascendencia aristocrática.
Ambos personajes viven en universos paralelos a los que sus verdaderas historias cuentan, un tipo de esquizofrenia social, sintomático de lo que el tan estratificado mundo contemporáneo obliga a muchos: re-escribir sus vidas para poder sentirse encajados en algo tangible. Niegan lo fluido de la historia, lo nada permanente de la existencia.
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