El Libro de Daniel es el último capítulo (borrador), ambientado en Uruguay, de mi novela monografía, Jabibonuco, cuyos capítulos anteriores, Pecados Capitales y Jabibonuco, fueron publicados en este blog.
1. El Verbo
"En el principio
existía la Palabra, y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios.
Ella estaba en el principio junto a Dios. Todo se hizo por ella y sin ella no
se hizo nada." (Evangelio según San Juan 1:1. Nueva Biblia de Jerusalén.
Bilbao: Desclée de Brower, 1999.)
“Ni el lenguaje ni las expresiones culturales dependen completamente del organismo, de lo biológico. Antes de la palabra, está la experiencia, el asombro. Canetti lo explica muy bien. Los principios espirituales universales de las culturas en todos los tiempos así lo comprueban. Las búsquedas, nuevas investigaciones, los trabajos comparativos, interculturales, ayudan a aclarar estas ideas y a trascender lo dogmático de las iglesias. Si las iglesias trascendieron el animismo, trataron, las ideas contemporáneas sirven para abrir nuevas esperanzas y cambios que la inteligencia por sí sola, el muy medido cociente de inteligencia, tan detallado por los genetistas no puede explicar. Arthur Jensen, equivocadamente, sostiene que los determinantes biológicos de la inteligencia y su expresión cultural lingüística dependen fundamentalmente de determinados aspectos de la fisiología cerebral que modifican la sensibilidad y eficiencia de los procesos básicos en el procesamiento de la información que modelan las respuestas del individuo. Por el contrario Leon Kamin no dice que las teorías racistas de Jensen y Hermstein sobre la determinación genética de la inteligencia no tienen consistencia científica.
Se puede argumentar que
no está demostrado que los pueblos originarios - sean charrúas, arahuacos,
africanos - tengan una inteligencia distinta a la de los europeos y sus
descendientes en las Américas. Usaron su inteligencia en entornos que requerían
un uso diferente de sus capacidades, y ese factor tan importante, los Jensen
del mundo lo descartan, no lo entienden. (Bárbara Coster, “Conferencias
inéditas”, Frankfurt - NY: 1973-2003)
“Los trabajos de Daniel sirven para
continuar investigando y delatando las muy tristes historias de los pueblos
originarios. Muy triste lo que cuenta sobre los charrúas, quienes después de
haber luchado por el beneficio del Uruguay, fuesen desterrados y vendidos como
conejillos de indias y como artefactos para un espectáculo. Muy triste. Antes
de Jensen estuvieron otros que usaron como excusas la ciencia para justificar
sus prejuicios.
Como Daniel, los nuevos cronistas -
lingüistas, educadores, antropólogos, sicólogos, monjas feministas –
tienen que seguir recogiendo información sobre las nuevas colonizaciones y
delatando las anteriores. " (Sor Bernarda del Castillo, correos
electrónicos inéditos)
“Los alumnos y maestros intervenían directamente en todas las fases de la confección de los primeros libros. Cada libro, a su vez, era de cada uno y de toda la clase. En distintas etapas de su desarrollo lingüístico (véase evidencia tomada de la conceptualización y verbalización de la lecto-escritura entre niños y niñas de distintos países y grupos étnicos, raciales) el niño demuestra, al igual que los adultos, que el aprendizaje del lenguaje se mueve en una continua descontextualización del mismo hasta llegar a las abstracciones y logra la posibilidad de desvincular el yo del objeto discutido, categorizado. El lecto-escritor, al igual que el hablante, principiante empieza mezclando las funciones, signos, estilos, y significados, que paulatinamente se van aclarando y respondiendo o subvirtiendo los estándares de una comunidad en particular.
El hablante/lector/escritor va balanceando, comprendiendo
la relación entre la conceptualización del yo y el entorno socio-histórico; el
yo, su entorno y su historia”. (Bárbara Coster, “Conferencias inéditas”,
Frankfurt - NY: 1973-2003)
“La oración fundamental del cristianismo, El Padre Nuestro, tiene dos versiones: San Lucas da de ella un texto breve (con cinco peticiones [cf Lc 11, 2-4]), San Mateo una versión más desarrollada (con siete peticiones [cf Mt 6, 9-13]). La tradición litúrgica de la Iglesia ha conservado el texto de San Mateo. Como resultado de los nuevos estudios teológicos, los hallazgos arqueológicos en el Oriente Medio y dado que los evangelios fueron escritos mucho después del asesinato de Cristo, hay quienes dudan sobre la veracidad de la segunda versión. Recuerda que ya para el siglo tercero después de la muerte de Cristo el cristianismo había sido consolidado y ciertos grupos comenzaron a ejercer control lingüístico e ideológico sobre los muy diversos y pluralistas cristianos primitivos, y que puede que hayan sobre-impuesto los intereses de ciertos grupos en particular sobre la versión original de Cristo.” (Sor Bernarda del Castillo, correos electrónicos inéditos)
“La oración fundamental del cristianismo, El Padre Nuestro, tiene dos versiones: San Lucas da de ella un texto breve (con cinco peticiones [cf Lc 11, 2-4]), San Mateo una versión más desarrollada (con siete peticiones [cf Mt 6, 9-13]). La tradición litúrgica de la Iglesia ha conservado el texto de San Mateo. Como resultado de los nuevos estudios teológicos, los hallazgos arqueológicos en el Oriente Medio y dado que los evangelios fueron escritos mucho después del asesinato de Cristo, hay quienes dudan sobre la veracidad de la segunda versión. Recuerda que ya para el siglo tercero después de la muerte de Cristo el cristianismo había sido consolidado y ciertos grupos comenzaron a ejercer control lingüístico e ideológico sobre los muy diversos y pluralistas cristianos primitivos, y que puede que hayan sobre-impuesto los intereses de ciertos grupos en particular sobre la versión original de Cristo.” (Sor Bernarda del Castillo, correos electrónicos inéditos)
2. La Comunión
"Durante una
entrevista sobre las vidas de los habitantes en uno de los barrios populares de
Montevideo, el crimen como tema, pocas personas quisieron hablar y quien
lo hizo intercaló español estándar con frases dialectales montevideanas, 'Yo no
sé nada. Y aunque supiera tampoco te diría, no me voy a regalar. Raja de acá
porque te van a picar como a un queso. No me importa lo que seas, acá está todo
el mundo caliente'.
A través del lenguaje, la música -
en particular, la música de origen mestizo como lo es la cumbia, la salsa, el
reguetón -, se pueden identificar los valores étnico-raciales, el mestizaje
cultural, la influencia de pueblos originarios, afro-descendientes y de otras
culturas populares. Estas transformaciones históricas, cambios en las
percepciones del yo y la comunidad, se manifiestan en el dialecto plancha, el
lenguaje de las clases mas propensas a fusionarse, transgredir." (Daniel
Mujica. "El mestizaje cultural y las influencias de los pueblos
originarios en el Uruguay contemporáneo", monografía inédita, 1984)
- Perdona, no te llamé brava por
ser femenino. Es un uso más. Que el significado no está tanto en la palabra. Si
algo aprendí con las lecturas de las conferencias inéditas de la Koster, fue
que el significado está en el conjunto de elementos: el acento, la entonación,
y éstos le añaden o restan seriedad, importancia a lo que dices, o le otorga
sensualidad, o lo caricaturiza.
- En el Caribe, en mi pueblo, hablar
fino, No se podía hablar fino, se burlaban
- ¿Por qué se burlaban de hablar
bien?
- Por la misma razón que los
planchas hablan como hablan. El tuyo parece sacado de una película de Niní
Marshall. ¿Sabías que Perón la expulsó del país por depreciar el idioma o por
alguna razón relacionada con el idioma?
- No lo sabía. El de
ustedes es el más influenciado por el inglés.
- Y es el más cursi, si
oyes a las señoras clases medias de San Juan.
- Te deseo, en parte, por tu
acento.
- No es deseo, entonces. Es otra cosa, pero no es deseo
- Los planchas
uruguayos, al igual que los villeros en Buenos Aires o los cafres en Puerto
Rico, pueden aprender a hablar como nosotros, pero muchos terminan como
Jabibonuco, quien aprendió todos los códigos, y no aprendió a distinguir todos
sus usos ni lo que guiaba a quien lo oía. Por eso lo quemaron en la hoguera.
- Tu interés en mí, en mi forma de
hablar, extranjero con unas experiencias muy distintas debido a mi procedencia
de clase y fusión cultural, desplaza y reemplaza tu verdadero deseo y niega la
posibilidad de desenfrenar y desenmascarar tu vida por completo. Por
eso es mejor conocernos, que acostarnos, tener sexo.
- Si vos lo dices.
“Cuando Merton nos dice que el
paraíso es simplemente la persona, su yo radical en su libertad, libre de
inhibiciones, el yo que dejó de estar vestido con su ego, mueve la misma idea
que por tantos siglos y culturas nos ha preocupado a un plano personal, uno que
exige de eso yo una relación distinta con el otro, reta la doctrina y el
absolutismo de los ritos tradicionales de la iglesia, fuera de supersticiones y
objetos sagrados. Sus escritos reflejan unas muy modernas intuiciones, con su
pluralidad de formas que no pertenecen a un solo tiempo o a un mundo exclusivo;
infinitos laberintos, mitos, ritos, leyendas, criptografías que de cierta
forma, algo mundana, sirven de explicación para poder entender la relación tan
de cerca y simbiótica que tienen ustedes dos.
Lo mestizo del
arahuaco-africano-europeo-charrúa-guaraní, y sabrá Dios qué más, se aclara y se
junta. Me atrevo jurar, que ustedes han empezado a reivindicar a Jabibonuco,
Diego, Micaela, Guanina, y han retomado y redefinido la labor de, entre muchos,
Madame K’lalud. Me rio, pero que Dios me perdone, si blasfemo.” (Sor Bernarda
del Castillo, correos electrónicos inéditos)
El metal de voz de Daniel,
estreñido, no cuadraba con su inteligencia, ni con su formación, donde el
raciocinio era fundamental y que aplicaba con una impresionante frialdad; oía a
sus interlocutores sin el continuo estar a la defensiva. Era distinto a mí.
Yo, siempre a la
defensiva, de guardia, al acecho. Él, flemático, desprendido del otro, podía
esperar sin preocuparse, oía y recogía lo que le interesaba, esperaba,
calculaba y respondía de acuerdo a sus intereses. Documentaba las historias,
las vidas, los relatos, las leyendas de los pueblo originarios sin
aparentemente sentirse afectado por los mismos.
Aunque, a veces, proyectaba,
delataba una supuesta incomodidad con su identidad étnico-racial, reafirmando
todo el tiempo su ascendencia europea mientras se burlaba de la misma, en lo
concerniente a la homosexualidad, cuando hablaba sobre el tema, el metal de voz
sonaba mas reprimido; servía de clave para indicar que estaba a punto de perder
el balance, sintomático de muchos miembros de la generación que crecieron
rozando los cambios pos-Stone Wall.
"La tracción es el
esfuerzo interno a que está sometido un cuerpo por la aplicación de dos fuerzas
que actúan en sentido opuesto. En el lenguaje la tracción ocurre cuando las
palabras, estructuras lingüísticas y estilos de narrar se enfrentan a las
intenciones del hablante y modulan su cuerpo, su voz. En el Uruguay
contemporáneo los efectos de cierto tipo de tracción son evidentes entre los
grupos mencionados en el estudio aquí discutido.
Muchos de los hombres gay
estudiados hablan como si estuviesen perdiendo la voz. Al borde de una
epidemia, casi ni se les entiende cuando hablan. Las palabras no le salen de
bien adentro. Le salen de el roce entre el diafragma que separa la cavidad
torácica de la abdominal y el oxigeno. Sus palabras no suenan fluidas, sólidas,
con peso. Emitido cual lleno de aire, un - hola - no es dicho de corrido;
es enunciado en dos partes y cada sílaba - ho-, - la-, sale lentamente,
aspirada, atorada en el tórax, al borde de una pequeña explosión.
Correctos, corteses, con
modales impecables, pulcros y magisteriales en el manejo del detalle,
meticulosos a la última potencia son las cualidades que los lleva a esa
preocupación por lograr la perfección en la pronunciación de los fonemas. Decir
es menos importante que las formas que conforman lo dicho. Lograr esa
perfección implica cuidar cada sonido. Llenos de miedo fonológico, que al salir
sus eses, eles, pes estén llenas de imperfecciones. Octavio Paz en su
libro, Laberinto de la Soledad, sostiene que las mujeres pobres de México
tienen un metal de voz distinto (voces agudas, reprimidas) al de las mujeres
educadas. Algo parecido ocurre entre muchas otras mujeres. En oposición a esas
voces agudas se encuentran las voces roncas de la mayoría de las mujeres clases
medias.
Para los terapeutas del
habla, la pronunciación puede ser el resultado de un problema patológico. Para
Paz, el metal de voz es un asunto de procedencia de clase social. Para los gays
aquí referidos, la enunciación pausada, el aislar y darle carácter muy particular
a cada fonema sirven para proyectar un miedo, quizás, producido por la tracción
antes mencionada.". (Bárbara Coster, “Conferencias inéditas”, Frankfurt -
NY: 1973-2003)
- La terapia primigenia, “primal
therapy” era como la conocíamos en el Nueva York de los sesenta y setenta,
sirvió para partir desde mis sensaciones y sentimientos, y no desde el lenguaje
como proponían o siguen proponiendo los terapeutas más ortodoxos. Las misas me
daban un sentido de paz que no duraba mucho. Cuando participé de ritos
afro-caribeños, se me activaba un estado animo desagradable, que no podía
atribuir a los espíritus solamente, que para poder entenderlo y explicarlo,
necesitaba encajarlo en unos esquemas más amplios, que incluyesen los demás
campos del saber, otras historias, otros pueblos, que ayudasen a que la
tracción creada por las dos fuerzas opuestas dentro de mi cuerpo lograran
integrarse.
- Puede que lo que hicieron
tus espíritus en el Caribe, sea lo mismo que los que han hecho los ritos en el
cerro donde se encuentra el cementerio charrúa; me ayudaron a encontrar el
camino dentro de ese laberinto que me ha tocado caminar.
- Ya empezaste con la crisis, tus
estudios, lecturas abrieron el camino, no podrás dar marcha atrás.
“La tracción sobre la que escribe
Bárbara Coster, se manifiesta en el plano individual, en lo vivido por dentro,
en los controles de la voz. En el plano social, en los estudios de culturas, se
puede argumentar que la tracción puede llevar a los cuerpos primero a un choque
y luego a una integración, un mestizaje, una comunión, como los puede llevar a
la locura, tanto a los que la estudian científicamente, como a sus sujetos. La
practicada por un tal Francois Curel con un grupo de charrúas llevados a París
en 1833, documentada por Paul Rivet en ‘Les Derniers Charrúas’ y en
trabajos posteriores entre estudiantes de antropología e historia en Uruguay
ayuda a delatar y revelar lo demencial de los controles religiosos, étnicos,
lingüísticos, sexuales. Jabibonuco no fue el único que sufrió, o que
siguen sufriendo, las consecuencias de esas tracciones.
La tracción causada por sus
estudios y las mal informadas tradiciones llevan a Daniel a pensar que tiene
que redimir sus pecados. La sensualidad no es pecado. Lo agobia su
sexualidad y la mira de lejos, en otros, como mira a los guaraníes y a los
charrúas en sus ritos y relatos. Los pecados no fueron los de sus antepasados.
Fueron los de los grupos siniestros que los manipulaban. Su camino lo va
llevando por un proceso de cambio, igual que a Jabibonuco.
No es tan atropellada su vida
como fue la del eunuco, quien en menos de una generación vivió siglos de
diferencias conceptuales sin tener la oportunidad de conocer todas las
historias que le precedían. Jabibonuco no pudo asimilar e integrar en su ser un
pasado tan complejo, ni pudo integrarse a los nuevos mundos, ni se lo
permitieron. Daniel puede lograrlo.
Puede continuar con lo que Merton
comenzó. El monje no se preocupó por los relatos pataquíes, el Popol Vuh o las
versiones guaraníes, charrúas de la creación. La resurrección es la versión
judeo-cristiana de la reencarnación y Daniel ha comenzado a entrelazar esas
ideas mientras reencarna sin abandonar su cuerpo presente." (Sor Bernarda del
Castillo, correos electrónicos inéditos)
Los estudiantes de antropología, en
su mayoría mucho más jóvenes que Daniel y menos preocupados por su genealogía,
compartían pan, carnes, papas, porotos y mate. Distintos a Daniel, los
estudiantes de aquella nueva generación no estaban tan separados de sus
antepasados, sus múltiples y contradictorios antecesores.
A la voz temblorosa de Daniel le
respondían, la tranquilizaban con una mano sobre su hombro, una tierna sonrisa,
unas lágrimas, durante el relato que informaba sobre el asesinato de su
antepasado charrúa por un tal Rivera, el ultraje de la esposa, la crianza de un
bebé por una familia de inmigrantes canarios, cuyos recuerdos incluían el
asesinato de los guanches en las islas africanas, el exilio en Francia, años
más tarde, de un grupo de charrúas que habían luchado por la independencia del
Uruguay, y terminaron en un circo, unos supuestos parientes lejanos en
Lyon que reclamaban descender de aquellos guerreros que fueron tratados como
mercancías, entretenimiento, objetos de burla y alegados estudios científicos.
Ser un extranjero en aquel círculo
académico, con herencia arahuaca, vinculado a Jabibonuco y los otros antiguos
eunucos caribeños, servía de memoria, y de separación a la vez. Preguntas sobre
los guaraníes, los inmigrantes, la función de las iglesias, la búsqueda y
clarificación de la identidad le daba a la toma de mate una sensación de
comunión histórica. El ciclo se había completado: Daniel descubrió que el
centrismo en la herencia europea le negó parte de su historia, la historia de
todos.
Que aquella ira que sentía cuando hablaba con algunos compañeros estudiantes, o con los morochos o los negros, que trataba de explicar, de buscar su razón, que no se daba con todos, estaba ligada a lo que era su estatus de burgués, euro-descendiente, a que sentía que ellos, los pobres, no podían hablarle como si hubiesen igualdad de condiciones. Su incomodidad con su vida lo estaba desnudando. El antiguo cementerio de los charrúas sirvió de espejo y le quitó las ropas, lo trastornó. Dejó de hablar, imprevisto, empezó a llorar.
Si Gunter y su generación en Alemania fueron obligados por la guerra a desnudarse por completo, Daniel fue llevado por su incomodidad con su placentera vida de cuarentón culto, en medio de una crisis existencial, rodeado de dinero y objetos, soltero y sin responsabilidades, a unos documentos casi prohibidos, relatos, leyendas, que lo ayudaron a desenmascarar la distorsionada historia y una genealogía fragmentada, y que en aquel monte donde quizás había cuerpos enterrados, le devolvieron su sentido del ser.
Que aquella ira que sentía cuando hablaba con algunos compañeros estudiantes, o con los morochos o los negros, que trataba de explicar, de buscar su razón, que no se daba con todos, estaba ligada a lo que era su estatus de burgués, euro-descendiente, a que sentía que ellos, los pobres, no podían hablarle como si hubiesen igualdad de condiciones. Su incomodidad con su vida lo estaba desnudando. El antiguo cementerio de los charrúas sirvió de espejo y le quitó las ropas, lo trastornó. Dejó de hablar, imprevisto, empezó a llorar.
Si Gunter y su generación en Alemania fueron obligados por la guerra a desnudarse por completo, Daniel fue llevado por su incomodidad con su placentera vida de cuarentón culto, en medio de una crisis existencial, rodeado de dinero y objetos, soltero y sin responsabilidades, a unos documentos casi prohibidos, relatos, leyendas, que lo ayudaron a desenmascarar la distorsionada historia y una genealogía fragmentada, y que en aquel monte donde quizás había cuerpos enterrados, le devolvieron su sentido del ser.
Después del rito, los escalofríos,
las conversaciones con los demás estudiantes, los dos, muy tranquilos, bajamos
del cerro cerca de Piriápolis y regresamos en bus a Montevideo sin decir
palabra, agarrados de manos como si nuestra historia fuese la misma. Los
detalles no lo eran, la conjugación de los cuerpos sí nos unía.
“La información que me enviaste la
comparti con nuestras hermanas aliadas en conventos franceses, pues estamos
documentando los vínculos de la Iglesia a través de organizaciones como la
Orden de Rodas, a la cual pertenecían Pigafetta, Rivera, y de Curel, con
organizaciones contemporáneas que intentan imponer un control central sobre los
pueblos y sus evoluciones. Para principios del siglo diecinueve, la iglesia se
había movido de tener solamente intenciones evangelizadoras a apoyar las
investigaciones científicas que comprobaran la superioridad de los cristianos,
y se sospecha que hubo experimentos con miembros de pueblos originarios, desde
los muy explícitos como fueron el traslado masivo de niños y jóvenes en el
Canadá y los EEUU a campamentos educativos, hasta las supuestas investigaciones
científicas con puertorriqueños, guatemaltecos durante los años treinta,
cuarenta y cincuenta del siglo pasado; y durante el siglo diecinueve con
miembros de algunas comunidades originarias en Uruguay, Paraguay, Argentina,
Brasil.
De acuerdo a las hermanas en
Francia, esa fue la intención de Francois de Curel cuando movió a Vaimacá,
Senaqué, Tacuabé y Guyunusa a Francia en febrero de 1883. Sospechan las
hermanas que una vez llevaron a cabo los experimentos, el tal Curel los vendió
a un circo. Cuando tenga más información te la envío por correo
electrónico. Te cuestionas por qué seguimos dentro de la Orden, pues porque de
otra forma no podemos conseguir la información que necesitamos para delatar la
extensa y siniestra red que ha participado en la supresión de información
y destrucción de vidas y pueblos. Esa es nuestra verdadera labor religiosa. Es
en lo que logro extasiarme.” (Sor Bernarda del Castillo, correos electrónicos
inéditos)
- ¿Crees que el que hayas estudiado
en una escuela pública y yo en un exclusivo colegio católico sirva como factor
para explicar las diferencias en nuestras actitudes, tan distintas, hacia la
experiencia religiosa?
- En parte. Lo que queda muy claro
que nos hemos movido ambos del animismo a la interioridad espiritual, de lo
concreto a lo abstracto sin perder de vista el centro que nos guía, nos ata.
- Como los chicos que estudia
Barbara Koster, el payaso es la letra o la letra es el payaso. Lo que no puedo
negar es que los espíritus charrúas en el cementerio me obligaron a llorar.
- ¿Dónde comienza o terminan
nuestras creencias y dónde comienzan lo que queremos conocer? Aunque no puedes
negar que el porro que nos fumamos antes de subir al cerro ayudó un poco, ¿no
crees?
- ¿Cuándo empezaste a hacer
ejercicios de yoga?
- Cuando los curanderos me dieron
un baño de aguas con plantas para ayudarme con mis muy volátiles estados de
ánimo y terminé con una pulmonía.
- ¿Ya no vas a la iglesia?
- Con Jabibonuco terminó un ciclo.
Cada experiencia religiosa responde a tus capacidades y las de tu entorno para
comprender el misterio que presenta la espiritualidad, y en mi caso particular,
los palos santos, las hojas de campana, los archivos incinerados por Sor
Bernarda, los curanderos me obligaron a moverme sin perder el interés de
entender eso que llamamos lo sagrado, la espiritualidad.
- ¿Quieres quedarte conmigo antes
de que regreses a Nueva York?
3. El Éxtasis
“I-Yará pasó por la tierra y al ver despoblado un lugar tan hermoso, sintió un placer inexplicable y decidió llevar a Tupá un trozo de tierra. Tupá al tocar la tierra evolucionó, y en su máxima experiencia, se expandió, cubrió todo, amansó la tierra y le dio forma humana, creó dos hombres destinados a poblar la región. Uno era blanco y lo llamó Morotí, y al otro de color rojizo, Pitá.” (Daniel Mujica, “Leyendas, ritos y mestizaje de los pueblos originarios y sus efectos en el Uruguay contemporáneo.” Monografía Inédita, 1980)
“I-Yará pasó por la tierra y al ver despoblado un lugar tan hermoso, sintió un placer inexplicable y decidió llevar a Tupá un trozo de tierra. Tupá al tocar la tierra evolucionó, y en su máxima experiencia, se expandió, cubrió todo, amansó la tierra y le dio forma humana, creó dos hombres destinados a poblar la región. Uno era blanco y lo llamó Morotí, y al otro de color rojizo, Pitá.” (Daniel Mujica, “Leyendas, ritos y mestizaje de los pueblos originarios y sus efectos en el Uruguay contemporáneo.” Monografía Inédita, 1980)
- Vimos, primero,
Teorema, una película de Passolini que trata sobre un extraño visitante que
llega donde una familia de buena posición económica. Con su
atractivo físico, exuberancia, dotes y carisma personal, les va seduciendo uno
por uno: a la criada, al hijo, a la hija, a la madre y al padre. Después que la
familia cae en sus redes, el visitante se va y la familia se queda
desorientada, desubicada, sin saber cómo continuar con sus existencias. Una
especie de éxtasis los había arropado y luego a tratar de entender sus vidas.
- Y luego, ¿qué hicieron?
- Pasamos la noche juntos, yo
viajaba al otro día, regresaba a Nueva York.
- ¿Y?
- Nos quitamos la ropa, estudiamos
los cuerpos, nos fumamos un porro, comentamos sobre el tamaño de los penes, lo
sólidos o flácido de masa en las nalgas, los vellos, el pecho lampiño.
- Evita los detalles por ahora, que
quiero ver los nuevos diseños de Nito Maldonado, los tienen en rebajas.
- Las rebajas están en el sótano y
estamos en el segundo piso.
- ¿Y no tuvieron relaciones íntimas?
- No. Preferimos conocer nuestros
cuerpos y las actitudes hacia los mismos, lo pasivo versus lo activo, lo
versátil versus los roles definidos. Fumábamos, nos reíamos.
- Para, sigues luego, vamos a ver
los nuevos zapatos que me recuerdan a las nenas de Degas. No sé por qué, pero me
las recuerdan. Deben ser las puntas. ¿Desnudos, sin sexo?
- El deseo es tan objetivo como el
pene parado. Es cuestión de poner freno y hablar sobre el mismo. El porro
ayudaba. La noche pasó sin tener que llegar a ese tipo de entrega, de
comunicación física.
-¿Comunicación física? Antes le
llamaban venirse. Mira, muero, me extasío frente a los nuevos muebles que
trajeron de Milán. Cuidado que no te tumben las brujas del East Side.
- Deseo sexual no
faltaba. No era nuestro plan.
- Te entiendo. Yo no tengo que
comprar para sentir el éxtasis que me activan los diseños. Vamos ahora al
sótano, que es donde único mi presupuesto me permite comprar. ¿Se van a ver de
nuevo?
- No sé. Lee mi cuento basado en
Corín Tellado y tendrás la respuesta.
- Lo vas a ver, lo sé.
“Dile a Daniel que no le tema al
amor carnal, que siempre ha sido parte de nosotros, de la colonización y de
vuestra colonización. En mis lecturas sobre El Santo Oficio en las Américas encontré una epístola, Mundus novus, escrita por Américo Vespucio, quien
cuenta que las mujeres de los pueblos originarios eran ‘lujuriosas’, que
lograban ‘hinchar los miembros de sus maridos de tal modo que parecen deformes
y brutales y esto con cierto artificio suyo’, que andaban desnudas, eso lo
sabemos, que eran libidinosas, y que cuando se juntaban con los con cristianos
eran ‘llevadas de su mucha lujuria’ y que ellas ‘todo el pudor de
aquellos (los cristianos) manchaban y abatían.’ Por Dios, ellas eran las
culpables de todo los que los indefensos colonizadores hacían. Ámense los unos
a los otros.” (Sor Bernarda del Castillo, correos electrónicos inéditos)
- Nos abrazamos.
- ¿Desnudos?
- Sí. No duró mucho el abrazo.
- ¿Cómo puedes controlarte? Ahí es
cuando me enrosco y no me despega ni un rayo
- Eros no es solo
sexo. Es conocer al otro cuerpo, al otro ser con quien te empatas.
- Perdona la
indiscreción, se les paró.
- Por supuesto,
nos separamos y dejamos que se bajaran mientras oíamos a Bajofondo
- Me ahogo. Me vas a obligar a ver
porno o exploto. Respiro. Vamos. Deja que me concentre en Galiano. Mira como
fusiona espacios, formas y épocas. No se sabe si es un arquitecto con telas, un
escultor, si estás en casa de la Pompadour, un palacio en Kyoto, o en un
carrusel. Lo que sí se sabe, es que estás en esta época. Distinto a la Nito
Maldonado, cosiendo guayaberas. Tan monotemática, étnica.
- Tangos y milongas, y una hermosa
tarde y noche en Montevideo.
- Para, no sigas, que necesito ver
otro Galiano. Sus ángulos, esferas me matan. Floto ante sus tonos y con esas
formas que se transforman.
- Prefiero las sombras que se
formaban con los cambios de la luz que entraba por las ventanas. Proyectada
sobre su cuerpo, la luz del atardecer, del verano austral, abrillantada por el
rio, el inmenso La Plata, lentamente dibujaba sobre el piso de baldosas blancas
y negras, delineaba sus movimientos, su figura masculina, sus extremidades, su
miembro. Los matices de las texturas de su piel eran mirados de lejos;
luego, sentidos con las yemas de los dedos, mis brazos extendidos. Él,
recostado, boca arriba, Yo, sentado a su lado, a dos pies de distancia, lo
acariciaba. No hablábamos. Sentíamos el ser, el estar juntos. Él temblaba
ligeramente, se retorcía, ondulaba. Luego yo me recostaba en el sofá, en otro
lado del piso, él me miraba, me tocaba. Nos repetíamos por horas y horas, con
una ausencia de tiempo, con un placer eterno.
(© Gerardo Torres Rivera, Nueva York, septiembre 2014
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