Tuesday, May 10, 2011

Arte Sana

De una súper fabulosa frente al coro de tipos a defender mi derecho a no estar obligado a defender el idioma,me muevo mientras me codeo con el demimonde y consumo cócteles en Loisaida, en unos de esos espacios medio galería y medio centro cultural de la Avenida B. Allí atentaron contra mi derechos lingüísticos y yo respondí con un, "Antes del idioma, defiendo mi derecho a hablar".

Todo esto ocurrió después de discurrir por largo rato sobre el provincialismo del performance art en las comunidades latinas del noreste de los EE.UU. Ese folclorismo insulso, vestido de performance art, promueve nacionalismo sin crítica y fomenta el subdesarrollo. Ante mi descarga, una muy atrevida político-linguo-activista me respondió con un, "No debiera mezclar los idiomas". Anti histórica, pensé; no se lo dije.

Claro, la defensa de mi postura no duró mucho rato, llegó alguien a quien quería saludar. Además, la mencionada niña iba de necio-atrevida a desafiante; y yo, en esos momentos, no tenía mis mejores reflejos. Un cóctel aquí, un cóctel allá hace que uno se convierta en un lento conversador. Tampoco estoy para que las palabras se conviertan en motivo de duelo y menos en un ágape donde se le rinde tributo a una de nuestras grandes figuras literarias. Sonreí.

Me moví por la sala para saludar a la figura literaria. Ella, la figura literaria, me saludó cortésmente, siguió caminando y se movió a donde estaba otras figuras más importantes que yo; y que ella. “Vedette arribista”. Seguí tomando.

El estado de ánimo cambiaba en la medida que consumía cócteles, y éstos, a su vez, me predispusieron contra la niña antes mencionada; porque, aunque considero definitivamente que las palabras no son motivo de duelo, no me engaño, pues bien sé que sirven como índice de lo posible. No es tanto como, el que calla otorga, sino que, el que calla tiene tiempo para planear. Y yo, después de cavilar por largo rato y caer en cuenta de que lo que le molestaba a la elocuente y bien educada niña no era mi translingüismo (le molestaba mi sentido de la estética y mi estilo discursivo: ambos van de la mano, uno no existe sin el otro) me le acerqué.

El performance art latino en el noreste de los Estados Unidos sufre del mismo mal que ellos critican - un craso egocentrismo y chovinismo cultural. Y decir esto le sentó a la muchachita como bomba atómica. Tampoco ayudan mi estilo de decir las cosas: dicción y entonación, uso y manejo de las manos, dedos al aire, gestos y manerismos de las cuales estoy sumamente conciente, motivos y motores generadores de hostilidad entre mujeres y hombres de cierta conciencia social, máxime, cuando se trata de "straights" dogmáticos y recalcitrantes.

"Señorita, ¿Qué usted cree…?

“Perdóneme, pero usted es un reaccionario..."

Se fue de mi lado y me dejó con mi opinión a flor de labios. "Troglodita", me dije.

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