Friday, May 20, 2011

Órganos

No veo por un ojo, el izquierdo, y cada vez que salgo a caminar por Nueva York, con sus abarrotadas aceras, me tropiezo con algo o alguien. Creo que voy en línea recta, cuando sin esperármelo me sale alguien de “left field” y me para en seco con su sorpresiva entrada en mi pequeño espacio geográfico. ”What’s wrong with you”, me gritó un simpático neoyorkino a la salida de la boca del subway, y en aquella boca del metro quedé petrificado al ver la molesta cara del bocón que me gritó sin encomendarse a nadie. Su bocaza se opone a la boca que Alfredo tan sensiblemente escudriña en su poema “Elogio de la Boca” (Nueva York, 19/05/11).

Alfredo convierte la boca, órgano tan problemático como tan sensual, en motivo para reflexionar sobre todos nuestros órganos - si la boca es un órgano o un conjunto de órganos, depende del diccionario que se investigue, y en los tres que investigué, aparecían distintas definiciones. Desde las fisiológicas hasta referirse a La Boca, el conocido barrio porteño, en Buenos Aires, of course; una boca que no es cualquier boca de rio ni tampoco ha sido vista o es orgullo de todos los porteños; muchos de ellos viven en las Villas Miserias que bordean la gran ciudad, y oyen cumbias villeras, y no pretender ser europeos residentes de Sur América, y La Boca no es su boca.

La boca puede decir sin parar o estar siempre quieta, percibir o saborear, señalar o acariciar me sugiere Alfredo en su poema. Leerlo de nuevo me llevó a fijarme durante largas hora en cada uno de mis órganos. Las manos envejecen más rápido que los cachetes, y las piernas se aflojan antes que aquellos a los que le ponemos nombre. Al pene los hombres le conocen como Pepito o Jaimito si son chiquitos; Juancho si es un manganzón. Las mujeres sus tetas nombran cual montañas en los pueblos caribeños de Salinas o Cayey, motivo de litigio entre sus respetivos alcaldes..

“What’s wrong with you” me gritó el bocón en la salida del subway. Tenso, contesté, “no veo por este ojo y pierdo el balance”. Con un cambio de actitud, el jaquetón se convirtió en apoyo y me dijo, “Sorry, man, you take care of yourself”. Al igual que mi inepto ojo sirvió para despertar la ternura en un “ghetto bro” neoyorquino, la boca de Alfredo me llevó por todo mi cuerpo, a conocerlo de nuevo: microcosmos y universo; camino y medida; herramienta y halago; ungüento y memoria; “…interior firmamento”*

*(Alfredo Villanueva Collado. “Elogio de la Boca”, Nueva York, 19/05/11).

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