"Cómo vivir así en esta soledad tan llena de ansiedad": una pregunta, un estado anímico recogido en un selfi sin mensaje adjunto, un anexo en un mail sin explicación; un rostro quieto, impenetrable, con silencios de olvidos en sus ojos; una cara marcada por una llaga de amor que no puede sanar si le falta lo deseado; ensombrecida por una luz de fondo, cuestiona, busca cómo borrar esa larga tristeza que deja un adiós.
El baño de luna plateada sobre el mar de Punta, en aquel momento fijado en el selfi, rebotaba en la pared de la habitación y alumbraba la atenuada y enternecida cara; dibujada con tonalidades claro obscuras, una sombra nada más, por los rayos solares del atardecer austral. En la foto la luz eliminó todo su ser, ¿o fue que en ese momento se afianzó el fin, que todo acabó, que ese sueño de amor terminó, que la vida los separó?
Sin querer, el mail buscaba asegurar que podían seguir el camino, que tal vez, se verían después; y la foto sugería, reafirmaba la existencia de ambos más allá del relato; que en la playa, caminando por la arena, una vez sintieron las olas, oyeron al mar murmurar una canción de amargura, sin poder entender, ahora, explicar cómo fue, "que pasó pero de ti me enamoré".
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