Uno de los sub-temas que conforman la narrativa que relata los embrollos, recovecos y borujos que describen las relaciones entre hombres homosexuales y mujeres heterosexuales gira en torno a una de esas dinámicas matizadas por el deseo de controlar, cambiar al significativo otro, que puede ser reducida a una muy trillada amenaza: "Ese tipo lo que necesita es una mujer que lo haga bien macho", fundamentada en tres supuestos: 1) que todos los hombres piensan con el pene; 2) que una follada es tan poderosa que puede lograr cambiar todo un organismo y lo que lo mueve, lo hace ser; 3) que los homosexuales somos tan débiles (y si somos partidos, peor todavía) que cualquiera puede cambiarnos. Con las luchas políticas, personales que las comunidades LBGTI han llevado a cabo, algunos heterosexuales se han visto obligados a re-pensar estos asuntos y cambiar sus esquemas. Otros no, siguen igual de obtusos e ignorantes.
Aquí viene la anécdota: Principio y mediados de los setentas del siglo anterior, en CCNY, una profesora joven, feminista entregá, blanca etno-céntrica trataba de conquistar hombres gays latinos, ofrecía amistad primero, una cenita después, y cuando no le salía la trama como se lo había planteado, se dedicaba a destruir y menospreciarlos. Su feminismo político no incluía cuerpos distintos. ¿O, como las intersecciones son tan raras, era solo con los gays latinos?
Saturday, July 16, 2016
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