La tarea era màs complicada que las anteriores: incluía plantear un problema, diseñar un método, usar la naturaleza como fuente. medio, sujeto, llevar a cabo la investigación, y presentar los resultados. Por primera vez, fuimos asignados una tarea que no consistía en seguir instrucciones bien especificas; había que organizar sub-tareas y planificar por su cuenta sin la ayuda del maestro. Escogí estudiar algo con conejillos de indias. Los busquè y no comprè. Muy caros. Terminé presentando unas gráficas, escritas a mano en una cartulina. Nervioso, casi no podía hablar, nada claro, poco coherente.
Nunca recibí apoyo con aquel proyecto. Recuerdo dos o tres proyectos que fueron elogiados, y no dudo que sacaron excelentes notas. Yo no pude haber recibido más de una C, ni fracaso, ni razón para celebrar. Años más tarde sigo casi avergonzado por aquel fracaso: parado frente a mi cartulina, escrita a mano, con gráficas mal dibujadas, tratando de explicar algo que tenía que ver con conejillos de indias.
Avergonzado por culpa de maestros que te dan tareas sin saber si puedes o no llevarlas a cabo, por la pobreza que no permite buscar los recursos ni pagar por los mismos para que alguien -más allá de padres con muy poca escolaridad- ayude a entender qué es estudiar, cómo estudiamos, qué preguntas haces, a quién le preguntas sobre un proyecto para una feria de ciencia, con conejillos de indias que no podía comprar. No podía pagar por los materiales, mucho menos, diseñar un estudio sobre los muy lindos animalitos, llevarlo a cabo y explicarlo como hicieron aquellos otros compañeros -hijos de médicos, abogados y maestros del pueblo-, que luego fueron invitados a otras ferias de ciencia a presentar sus proyectos.
Tareas para ferias de ciencia, que marcan y sirven para identificar quién tiene los recursos y quién no puede ni comprar un gūimo; peor, no tener a alguien, que entienda la tarea, y te ayude a estudiar conejillos de indias.
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