"Perdón, si es que te faltado": pedía, desgarrados sus llantos, lleno de dolor, de rodillas frente a un altar dedicado a ella.
"Perdón, cariñito amado": respondía, sin fijarse en ninguna imagen en particular, embelesada, pasaba las páginas del álbum de fotos dedicado a él, y solo a él; a su gran bolero.
"Si tú sabes que te quiero": confesaban, en dúo.
Anhelos y esperanzas se vieron casi perdidas durante lo intentos anteriores cuando Daniel Santos y Orlando Contreras trataron de calmarlos. No lo lograron; no pudieron satisfacer las ansias de los amantes y las del autor; y el culpable fue Daniel.
Su muy particular estilo de lumpen arrabalero los desconcertó, poco amoroso, nada convincente; diluyó el perdón que tanto querían oír, sin las caricias o matices que comunican la vulnerabilidad en la cual estaban todos los que deseaban la reconciliación, "que es todo lo que ansía mi pobre corazón".
Otros interpretes, durante las mismas tormentas en Punta y en Manhattan, obsesionados con una única ilusión, amar de nuevo, mantuvieron viva esa fuerza interior que se teme pueda desaparecer; esa que en un momento, cuando no hay la remota posibilidad de volver a ser un solo cuerpo, dos en uno, no desaparece por completo; la fuerza que dentro, muy dentro lleva a los amantes, el autor, los boleristas a profesar el amar sin condiciones; la fuerza inexplicable; la que quizás es el amor en su más puro estado; esa que logra que los amantes continúen por la vereda, hasta encontrar a aquellos que posiblemente podrán ayudarlos a empezar de nuevo; la fuerza que "ansía" su/mi "pobre corazón".
Marc Anthony y Ednita Nazario, menos soberbios que Daniel Santos, más sublimes, ayudaron a recuperar los anhelos, la esperanza; aliviaron el intenso vacío, la inquietud del pobre corazón que "todo lo que ansia cuando ama" es pedir perdón.
- Perdón nunca nos ha faltado. Vida de mi vida, perdón
- Te amo. No puedo seguir si ti. No me quedan fuerzas.
Los dúos acompañan los delirios del apuesto galán, el que, a pesar de tantas veces oír las distintas versiones del perdón, sigue sintiéndose engañado:
-¿Por qué me llevaste hasta Punta del Este, si sabías que vos no me querías? Mentiras, puras mentiras, tus correos eran puras mentiras.
Y así una vez más, un romance, separado por miles de millas de distancia y entornos, el cual, al igual que en el primer capitulo del mismo -siempre cantado, contado a dúo-, puede que tenga un final feliz o puede que, para los enlodados en lágrimas, desbocados en risas, se repita, o que encuentre otras versiones de un mismo bolero.
-"Estoy aturdida, el Porsche, ¿dónde está?
El autor, la novelista en voz ajena, los amantes, bolerista, todos juran que jamás nada, ni nadie los separará; que "adorar ansía", y "como en un sueño", se dejan, atreven pedir "perdón, vida de mi vida".
https://m.youtube.com/watch?v=JCZlN_DYQsE
https://m.youtube.com/watch?v=X-daWc_RfZs
(Este bolero es uno de los "capítulos" que conforman la Novela-bolero: Montevideo a Punta en voz de la Tellado, publicada en este gran borrador, este blog.)