Thursday, December 22, 2016

EL CABALLITO DE MADERA DEL TÍO CECILIO

EL tío Cecilio era gruñón, franco, estricto y católico ortodoxo, cualidades que no contradecían su compasión, generosidad y caridad. Cuando vivía en NY era una de las dos casas -la otra era la de mi hermano- donde iba a celebrar las fiestas de Navidad. Con ellos me sentía que tenía familia en la ciudad que nunca duerme. Marcela, su esposa, preparaba unos pasteles de masa navideños que dejaban puro placer en el paladar, y me guardaba dos o tres yuntas, para comer en su casa y para llevar conmigo. Mi tío Cecilio me dio uno de dos regalos que nunca olvido: el primero que mi hermana Ana  cosió en su Singer, un pantalón con tirantes; y el segundo, un caballito de madera que él con su amor incondicional me construyó. Ahí guardo las fotos, en una vestido con el pantalón que no me quitaba ni para dormir, y en otra, al lado del caballito de madera.

Guayama, 1950; Nueva York, 2017.

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