Dos gatos dan vueltas por la casa. Paran cerca de la hamaca, miran hacia arriba, suben y bajan la cabeza al ritmo de una gota de agua que cae en un cubo que fue puesto directamente debajo de un roto en el techo de la terraza donde cuelga la hamaca. El roto lleva días, puede que hasta más tiempo, sin que lo arreglen. Los gatos toman agua del cubo, saltan sobre los cuerpos de los hombres: no tocan la hamaca, uno tras otro.
Cuando la hamaca se mueve y pasa por encima del cubo, el borde acaricia el fondillo de los dos hombres. y la gota moja sus cuerpos.
- Te quiero sin más ni menos.
- Fritz Perl le dijo a su esposa cuando se separaron: "Si te veo, bien; si no te veo, bien también".
En hamaca se mecen. En hamaca se besan. En hamaca se palpa la ira con voz firme, encajada en un pragmatismo sofocante.
-¿Has perdido peso?
- Si, he perdido peso.
-¿Por culpa mía?
-No, sigo una dieta a base de hombres que aman más su libertad que engordar mi ego.
- La felicidad no se consigue en un recetario publicado en una revista de corazones. Estoy hecho de carne y huesos.
- Yo, de barro que es moldeado por el objeto de mis deseos.
Un bolígrafo recogido en un bar no es el mejor regalo para calmar la ansiedad del que espera. Un bolígrafo volteado por los dedos sirve para darle vuelos a la angustia; apunta, dispara hacia los gatos que tratan de morder sus propios rabos.
- Nunca estuve en una bar gay que regalaran bolígrafos como recordatorios.
- Ya no regalan fósforos. Nadie fuma.
- ¿Por qué no fuiste al aeropuerto?
- Vi una película en la que muestran una escena fija. La cámara no cambia de ángulo, luz, perspectiva, distancia; quieta frente a una puerta que acaban de cerrar. Es una película japonesa. Una toma de una puerta cerrada que dura una eternidad. No recuerdo cómo se llama la película. Es japonesa.
- Tokyo Story. ¿A qué temes?
- Tu libertad es mi cárcel.
1980: Un puertorriqueño con dicción de intelectual latinoamericano, ex miembro de la internacional socialista, cuyas ideas sobre solidaridad, pobreza, discriminación, dictaduras, celos, libertad y posturas contra las guerras imperialistas no cuadran con el otro: un alemán cínico, anárquico, hijo de la pos-guerra. Hablan y se mecen.
En continuo vaivén, la hamaca zigzaguea las palabras, los fonemas, gemidos, y repite el crujido, los insoportables sonidos emitidos por la fricción de las sogas que los dos cuerpos en movimiento, envueltos en los tejidos de cáñamo, contraen y estiran.
- ¿No te afeitaste?
- No
- Ni yo.
- Vamos a rasparnos las caras con nuestras barbas.
El ruido viril del roce de una cara contra otra atrae a los dos gatos. Los ahuyenta. Regresan. Saltan sobre la hamaca.
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