Ojos que delatan la alegría, el tener amigos "blancos", invitado a sus dinner parties, sentirse parte del grupo que inspira poder, el no quedarse dentro del gueto mental o físico de los étnicos (incluso, de conocer étnicos, que no sean puertorriqueños, que sean algo así, chic, como los brasileños), el decir con placer: "Soy amigo de John MacCocoa o Betty Leflea".
Sonrisa -al sentir que por poco logra lo que mucho inmigrante desea: ser parte de los grupos con estatus- apagada con la llegada de Trump y sus muros: "Sorry, but you are not coming in".
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