Alejandro el Magno, El Cid, Julio César, Moctezuma, Manco Capac, Manuela Sáenz, Yuisa no serían hoy héroes de guerras, engalanados y ensalzados en las épicas, grabados en las memorias pictóricas, orales, convertidos en imágenes que existen dentro y sobre nosotros. Nada de honores y recepciones para generales, soldados y tanques de guerra, marchando por Broadway, glorificados y bañados con besos y lágrimas. Las guerras contemporáneas son juegos de video realistas, demasiado pedestres para coronar con laureles a los que lideran las grandes batallas, otorgarle el mérito, reconocimiento, un puesto en la historia, en concordancia con el recibido por el señor de 92 años que sobrevivió el coronavirus, cuidado intensivo, máquinas y cuarentenas -él y todos sus contactos-, a quien doctores, enfermeras, oficinistas aplaudieron, retrataron, cuando fue dado de alta y paseado por los pasillos del hospital, frente a cámaras de televisión. Relatada, sin grandes héroes como protagonistas, provee un placer profundo a todos los televidentes: sienten el logro extraordinario en las entrañas, la hazaña como si fuese propia. Están sanos y mataron -no a los macedonios o a los toltecas-, combatieron a la muerte misma y así cumplieron con lo destinado, propuesto por la metacrítica literaria: vivir la epopeya.
Sunday, May 3, 2020
Subscribe to:
Post Comments (Atom)
No comments:
Post a Comment