No pudo
gritar, se ahogaba, cuando el bate le dio a la bola, y vio su vuelo sobre la
iluminada tabla de anotaciones, al final del estadio, para luego caer al otro
lado, abandonaba el equipo, sus queridos compañeros, la celebración del
triunfo, las botellas de champán que bañaban los hermosos y delineados cuerpos
masculinos; la gritería del público.
Despertó bañado en sudor, se agarró los testículos, estaban allí, intactos, se puso el uniforme de carga bates; feliz, en camino al
gran estadio de San Francisco, a servirle a sus queridos jugadores en la final
entre Puerto Rico y la República Dominicana, para luego ir
a su cita con el médico y que le examinara la próstata; orinar se le estaba
haciendo difícil, le dolían las pelotas.
Saturday, March 23, 2013
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