¿Te acuerdas cuando (ahora no quiero recordar su nombre), al enterarse de la muerte de otro mas - fueron tantos, llegó a la casa con una lazo amarillo más grande que un girasol, y en vez de llorar, mirabas el enorme lazo y no podías sentir la solidaridad que ella, "really!", buscaba junto a sus “very conveneient gay friends”? Nunca confiaste mucho en los "faghags".
¿Te fuiste?
Quedan tu humor, tu atrevimiento, tu irreverencia, las mañanas que pasábamos juntos
en el improvisado balcón, “very seventies”, que construiste al lado de las
ventanas que daban a la calle 23, frente al Hotel Chelsea. Las plataformas de madera y el alfombrado gris de aquel balcón
interior nunca fueron desmontados. Conservaste la decoración, “period piece, disco
seventies”, y allí, por casi cuatro décadas, frente a la fauna y flora que paseaba por la
23, nos sentábamos a tomar café, fumar, beber, recibir a tu coterie, hasta que un día dejaste
de invitar, y por años nos quedamos nosotros dos.
Continuaste
con las irreverencias: La mañana que saliste en bata de baño a comprar
cigarrillos, y cuando te pregunté, si no sentías vergüenza, me contestaste, risueño,
que eso mismo te preguntaste - ¿me da vergüenza?-, pero que te diste cuenta que los que te pasaban
por el lado, cada vez que te veían en bata de baño, viraban la cara y sentían vergüenza
por ti. Lo irreverente asustaba: cuando llevaste el cuadro del famoso pintor, ex profesor y ex
amante, puertorriqueño, a la basura, y al verme en shock por tan inexplicable acto,
me dijiste que te echaste a reír al ver un (cuadro del famoso colorista y
pintor abstracto) en la basura.
¿Te fuiste?
No creo. Ni te llevó
Elvira, ni te llevó
Pateco*. Escogiste tus propios caminos,
antes que sucumbir a la coherencia de los “normalitos” que tanto gustabas desenmascarar. Escogiste las simetrías que siempre nos unen (por ahí tengo unos
cuantos libros que me regalaste sobre esos temas); no te interesaban sus muy
inestables substancias. Si tus pinturas - ¿piedras o huecos negros?, ¿adelantos
a las partículas de Higgs?, ¡a saber! – servían
de túneles por donde te ibas, con pocos lo compartías. Desconocían tu gusto por
los nuevos argumentos de las ciencias físicas y los estructuralistas franceses.
No tenias que andar de presumido enciclopédico. Leías y pintabas y por esos
espacios te ibas. Que si te perdías en los miles de puntitos que cubren tus - ¿piedras?,
¿universos? – cuadros no era para alardear sobre tu paralelo mundo. Era tu
camino y por ahí escogiste andar. Las coherencias de los que rigen el mundo no
te interesaban y por ellos no te fuiste.
¿Dónde estás
ahora? No me interesa saber. Quedan los recuerdos, las palabras, los gestos, la
afinidad, las risas y los llantos, los bailes y los entierros. Quedas tú. Distinto
a la canción de Alberto Cortés, contigo nadie tiene que llenar el espacio de un
amigo que se va. El espacio nunca se vació. No te fuiste. *http://sociedadherenciaprsa.org/articles/se_lo_llev.pdf
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