La magia duró tanto como la tolerancia al olor a sobaco embrujado por un aerosol con acentos de lavanda y gardenias, y sudor. Limpio, me limpio, suelto la toalla sobre su cuerpo, un beso en la frente.
Él asume protagonismo, recostado, sus inmóviles ojos con mirada directa, sin pestañear, alza su brazo y con la mano derecha agarra la parte de atrás de la cabeza, tira un beso, muestra el una vez misterioso y seductor sobaco.
Respuesta obligada: un beso en el aire que marca la frontera entre la antigua atracción y el cuerpo concreto sella una historia con principio y fin.
Ausencia de deseo, aumento de distancia y perspectiva en una pintura doméstica, una vez erótica; hoy, sin brillo, o ganas, o luces, o chispas neurológicas, o fetichismo: las nalgas, los ojos, el pecho, los pechos, penes, barriga, labios, pies, bellos, sobacos.
Friday, February 26, 2016
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