La acera, el balcón, las barandas, la mecedora servían de escenografía.
De bajada por la mañana, si le decía buenos días, contestaba buenos días. De regreso por la tarde, si le decía buenas tardes, contestaba buenas tardes.
De subir o bajar , si no le decía buenos días o buenas tardes, no decía nada; seguía moviéndose en la mecedora.
Veinte años más tarde, de regreso, ni subía ni bajaba, ni buenos días ni buenas tardes, para saludar de nuevo; la mecedora se movía sola.
Nueva York, 1975
Friday, March 10, 2017
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