Wednesday, June 7, 2017

AULA PARA TRAVESTIS RENACENTISTAS

Eso es lo que eres, una travesti, y al no aceptarlo, eres una descarada. Si crees que con tu sonrisita y tu boquita apretujada me vas a engañar, te equivocas. Si crees que al vestirte de gris con una ropa tan sobria me vas a seducir, ni lo pienses. Te he leído hace mucho tiempo. Conocí quién eres y de dónde vienes. Me informé muy bien sobre tus juegos con tu gran maestro. Travesti. Eso es lo que eres una vulgar y vividora que traviste para esconder su verdadero yo, y no para expresarlo plenamente. ¡Y qué ayudante! ¡Y qué aprendiz! ¡Ja! Lacra, parásito. La historia te ha delatado. ¡Esos colores! Ese efecto vaporoso, esa superposición de varias capas de pintura extremadamente delicadas, esos contornos imprecisos, esa vaguedad y lejanía no esconden quien eres. Basura.  ¿Profundidad? ¿Tú? Profundidad tenía quien te hizo. Eras un don nadie, y tu maestro fue el que te dio poder, permanencia, historia, eternidad. Tu yo quedó detrás de los oleos, los contornos imprecisos, y el maestro a propósito te envolvió en esa especie de niebla para difumar tu perfil y darle más importancia a la atmósfera y a la recreación de tu yo que a tu yo mismo. Si no fuera por el cuadro, hoy no estarías aquí. Mira como te miran mis estudiantes, perplejos, no están acostumbrados a que nadie te hable así, a que te las cante sin predicamentos, a mostrar tu verdadera cara. Tan buenos, tan obedientes, tan embelesados ante tanta belleza, cultura, tan impresionados por ti y lo que representas. Tan en busca del lenguaje fosilizado, de las interpretaciones en la academia. No eres la única vividora. Ellos también lo son. Aquí están en espera de hacerse miembros de los escogidos, los que residen en las torres de marfil. Los que flotan sobre las masas son tan vividores como tú. ¿Por qué se van? ¿A qué le tienen miedo? ¿A otra versión del mundo?  Mira a quien tienes al lado. A esta, tan doméstica ama de casa, siempre esperando frente a esa ventana, aburrida. Vete a trabajar, vaga, deja de estar dependiendo de tu marido. Vestida para jugar el papel que te corresponde. Por lo menos el otro se vistió de mujer y transgredió. Tú no te atreviste. Cumpliste con lo que te decían que fueses. Te ves llena de tranquilidad, feliz y agradecida por lo que Dios te ha dado. ¿Es que no sabes que es el dinero que sus banqueros prestaron a los españoles es lo que los hizo a ustedes ricos? ¿Es que no reconoces que los españoles explotaron a los esclavos, a los indígenas para pagarles a ustedes? Usureros. Tan rígidos y flemáticos. ¡Lutero! Con ese modelito de tejidos flamenco, con ese sombrerito de muy fino lino. Tan lindo, blanquito. ¿Se van? Flamenca de mierda, contigo y con Vermeer hablo más tarde. ¿A qué le huyen? ¿A la verdad?  Y tú mi querida Mona, sigues ahí sonreída, riéndote con tu maestro, y ustedes, de todos ellos y de todos nosotros.

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