No esperen un tratamiento de los asuntos energéticos, el agua, la agricultura, los políticos y sus políticas públicas, que sobre todo eso está medio mundo hablando, escribiendo, y ante una crisis, primero hay que buscar entenderla. desde todos los ángulos; lo que mejor le sirva a quien la vive para aclararla.
Sobre Jájome he escrito mucho. Allí nací y allí pasé y paso momentos muy felices. En Jájome todavía viven parientes lejanos, y algunos "conocidos". Jájome era Jajume hasta cuando llegamos a Guayama. En Jajome la "o" era pronunciada como "u". También pronunciaban "¡cuntra!" cuando usaban la palabra “contra" como exclamativa. ¡Herencia gallega sin las gaitas!
A Quebrada Yegua íbamos a visitar a la tía, primos y primas. Quebrada Yegua dejó de ser, para un chico no muy ducho en distinguir nombres y adjetivos, una yegua quebrada para luego -maduro y con "conciencia formal, critica" dirían los piagetanos o freirianos- poder entender que ese era el nombre del campo: Quebrada Yegua. Colindaba por el norte con Jajome Bajo y por el sur con El Coco. Luego, los parceleros le cambiaron el nombre para incluirlo dentro del nuevo modelo urbanizador social-demócrata-muñocista y llamarle La Plena. A Quebrada Yegua la trenasformaron en parcelas y cambió de nombre.
Yahuecas no está cerca de Jájome, ni de Quebrada Yegua. Está, igual que los otros dos campos, entre montañas en el centro de la isla, más al oeste, entre Adjuntas y Lares. Allí vive una muy querida amiga y su familia, que son muy parecidos a como era la mía: huraños, parcos, "de usted y tenga", hospitalarios; y cuando "cogen confianza", hablan con buen gusto y respeto o si no, se ponen cerreros, y "arrrean con errre" a los que no caben dentro de sus mores.
A Jàjome, Quebrada Yegua y Yahuecas los conocí verdes, frondosos, exuberantes, perfumados, fuentes de viandas, verduras, frutas, flores, y aprendí en ellos esa forma muy particular de ser de los jíbaros. "Ya no quedan jíbaros" dijo una nena tonta de una urbanización caja de concreto en la ciudad sin nombre que es conocida como El Área Metropolitana. Queda la herencia, y si la puedes reconocer, aprendes mucho, creces todavía más.
El barco entra a la hermosa bahía de San Juan, recibido por la antigua ciudad, sus murallas, y "enantes", cuando llegaba un barco español al puerto, las monjas del convento y casa de ancianos Siervas de María -cerquitita de La Fortaleza, antigua casa del gobernador, y no muy lejos de la casa de los Ponce de León- sacaban y ondeaban una bandera española. La bandera flotaba sobre las murallas, la gran bahía. El rito de la bandera está grabado y archivado en Youtube. com. Esta vez la bandera no está.
En La Identidad, Milan Kundera escribe sobre el amor; de cómo el amor puede hacer que nuestra propia identidad se haga realidad, visible; nos sirve de espejo, en el que nos vemos reflejados y nos ayuda a comprender, a entender porqué somos como somos; y aunque en La Ignorancia, el mismo autor plantea que la nostalgia por el pasado, por el país que dejamos puede engañarnos, frente al presente, el amor, si se reconoce, ayuda a descifrar y juzgar lo vivido anteriormente, y a pesar con buen juicio o no lo encontrado después de un exilio, una revolución, una invasión militar, burocrática, bancaria o el ataque despiadado de un huracán.
Los montes, bosques, fincas lucen tristes, abrumados, pero "no apagados”, listos para florecer de nuevo. "Enantes" estar "apagado" en Jájome, Quebrada Yegua y Yahuecas era sintomático de estar afectado por una depresión, un duelo, una impotencia. Ni los parientes ni las amistades ni los cerros están "apagados". No pudo el huracán maltratar el amor que se siente por aquello que se hereda.
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